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Francisco Belil, la integridad del directivo

(Tiempo estimado: 4 - 7 minutos)

Francisco Belil cursó estudios de Ingeniería Superior en la Universidad Politécnica de Barcelona. Desde 1972 desarrolló su carrera profesional en la multinacional Bayer. Ha sido consejero delegado de Siemens en España y, de 2008 a 2011, desempeñó el cargo de CEO de la región suroeste de Europa. Es vicepresidente de la Fundación CEDE.

Belil fue uno de los altos directivos protagonistas del programa “Transformational Leadership”, del International Center for Leadership Development de la Fundación CEDE. En las instalaciones del Campus Universitas Telefónica en La Roca del Vallès (Barcelona), que acogieron la edición Abertis de este programa, Belil compartió anécdotas y experiencias personales y profesionales. De todas ellas ha extraído valiosos aprendizajes que quiso compartir con los presentes y que, a continuación, presentamos de forma resumida.

“Creo que es un auténtico lujo estar viviendo en esta época. Si repasamos la Historia, nunca antes se ha dado lo que está ocurriendo en nuestra generación. Todo cambia muy deprisa, también nuestros puestos de trabajo. Estamos en el tiempo del “re-”: repensar, rediseñar, revisar…, y del “e-” (de electrónica): e-commerce, e-marketing…, y acabaremos hablando de e-empresarios.

Hay muchas maneras de enfocar la realidad, pero os sugiero mirarlo todo desde un punto de vista holístico, de integración. Por ejemplo, ver qué ocurre a lo largo de toda la vida de un producto, porque esto os dará una visión distinta y más ajustada a la realidad.

San Juan de la Cruz decía que si hemos de ir a un sitio desconocido, hemos de tomar también un camino desconocido. Y tenía toda la razón, aunque lo tomemos con herramientas conocidas. Al final, la naturaleza trabaja con lo que le ha funcionado a lo largo de millones de años. De hecho, nosotros mismos estamos constituidos por átomos y moléculas que son iguales en todo el universo, y que van a continuar así.

A veces nos parece que nuestra atención puede ser ilimitada, que somos capaces de concentrarnos en muchas cosas, pero en realidad no es así. Como directivos, es primordial enfocar y no desperdiciar el recurso de nuestra concentración, que es limitado. Es fundamental anticipar lo que vais a tener que hacer, prepararos para ello, y evitar que el ruido os distraiga de vuestro objetivo. Al final, la suma de estos detalles es lo que hace que uno sea más eficiente. 

Desde niño he podido comprobar cómo la tecnología hacía que las cosas mejorasen. Eso influyó en mi decisión de hacerme ingeniero. Hemos de ser conscientes de que los grandes cambios de la humanidad han ido de la mano de la tecnología. 

Mi abuelo, que era empresario, me transmitió la importancia de compararse constantemente con los mejores, eso que hoy llamamos benchmarking. Él comparaba cada estándar de su fábrica con lo conseguido por los mejores del mundo y calculaba cuánto les quedaba para alcanzar ese grado de excelencia y eficacia en los diferentes procesos. Este compararte siempre con los mejores a lo largo de la vida te lleva a ir mejorando de forma continua y conseguir, algún día, no solo ser igual que ellos, sino superior.

Siempre he preferido hacer las cosas y preguntar después, aunque esto suene políticamente incorrecto, pero siempre he preferido pedir perdón que pedir permiso, y eso me ha llevado a probar cosas nuevas. Os animo a que cuestionéis la sabiduría de los expertos, de todos aquellos que os digan que algo es imposible. Si vuestra intuición os indica que puede funcionar, probadlo.

La falta de integridad no está únicamente en la raíz de la crisis actual, sino en la raíz de muchos de nuestros males. No cumplir con lo que decimos –peor aún, hacer lo contrario–, es algo que va aumentando los costes de transacción de una sociedad y que al final acaba costando varios puntos del PIB.

Durante seis años viví en México. Si tenéis, por ejemplo, oportunidad de trabajar en ciertos países latinoamericanos o africanos, es posible que viváis situaciones delicadas. Debéis tener muy claro cuáles son vuestros principios. Hay que oponerse a la corrupción por un tema ético, pero también práctico. Una empresa que quiera ser sostenible y tener éxito a largo plazo debe hacer las cosas bien. No hay atajos.

Intentad aprender de todos, yo en un restaurante de Pennsylvania aprendí una lección que me ha ayudado cada vez que he tenido que contratar a gente. El propietario solo empleaba a la gente por su buen carácter y disposición, luego les enseñaba el oficio. Aquello me impactó. A partir de entonces, siempre he contratado más por los valores que aporta una persona que por los conocimientos que tiene. 

Cuando tengo tiempo, en lugar de pedir que los colaboradores vengan a mi despacho, voy yo al suyo. Os lo recomiendo. Es fundamental moverse por dentro de la organización y relacionarse con todo el mundo. 

Si bien es verdad que todos servimos para muchas cosas, se trata de servir mucho para alguna y contribuir y disfrutar al máximo con ella. Todos vibramos por algo diferente, pero hemos de identificarlo bien para sacar lo mejor de nosotros mismos. Es clave intentar hacer el trabajo lo mejor posible cada día, pero siempre disfrutando, solo así daréis lo mejor de vosotros mismos. No perdáis vuestra energía planificando algo que no se puede planificar. Es necesario tener una idea de dónde queréis llegar, pero si con lo que hacéis no conseguís disfrutar ni hacer disfrutar a los demás, al final no tiene sentido.

En cualquier proyecto siempre habrá aspectos críticos, de los cuales dependen muchas otras cuestiones, y otros que no lo son. Controlad vosotros mismos las cosas que sean realmente esenciales, no las deleguéis sin más. Os aconsejo determinar cuáles son las partes críticas de cualquier proceso o proyecto y controlarlas personalmente para que no haya problemas.

El trabajo es muy importante, pero no somos nadie si no cuidamos otras facetas de nuestra vida. Hemos de verlo todo de una forma holística y buscar el equilibrio, porque quienes realmente tienen éxito a largo plazo y llegan lejos son gente que también cuida muchas otras cosas fundamentales: la familia, los amigos, la salud… 

Nunca hay que perder la curiosidad, porque cuando esto sucede nos hacemos viejos. Hay que estar abierto, intentar vivir las cosas plenamente y tener ilusión. No digo que todos los días vayan a ser buenos, pero a lo largo del período de tiempo que os fijéis, el balance debe ser positivo, tiene que compensaros. Si no, no estáis en el sitio adecuado. Así que cambiad cuanto antes, porque la vida es limitada.

Todos los que tengáis posibilidad de hacerlo, os recomiendo salir fuera, sin ninguna duda. Las vivencias, los contactos, las mentalidades, las costumbres, los paisajes nuevos, los idiomas… enriquecen tremendamente, también a nivel familiar. Es cierto que en cada país hay que empezar de cero y que habrá momentos duros; no digo que sea el camino más fácil, pero sí desde mi punto de vista el más satisfactorio.

Haber sido responsable de 15 países en el Sur de Europa para Siemens, me permitió establecer comparaciones entre unos y otros. Los alemanes, por ejemplo, trabajan mejor en equipo. Cuando están juntos, consiguen en general en menos horas más que los españoles. Son personas sumamente disciplinadas, ordenadas y cumplidoras. Una vez que entras en su dinámica, te das cuenta de que es mucho más eficiente. Sin embargo, si nos fijamos en ellos a nivel individual, no son mejores que nosotros. 

En una cadena, el límite de la resistencia lo da el eslabón más débil; y una de las fortalezas de los alemanes es que todos aprenden un oficio a fondo, empezando por abajo. Además lo hacen de forma sistemática y en gran parte mediante formación dual, combinando práctica y teoría. Cuando tienes un equipo donde todos los miembros han aprendido a hacer las cosas bien, al nivel que sea, y los pones a trabajar conjuntamente, el resultado final es muy positivo.

La rueda ya está inventada, depende de nosotros el que seamos capaces de mejorar la formación de nuestra gente, mejorar nuestra tecnología y formar buenos equipos. Los resultados nos sorprenderán positivamente y nuestros problemas se convertirán en oportunidades”.


Artículo publicado en Executive Excellence nº112 mayo 2014