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Dani Pedrosa - Alberto Puig: el éxito tiene un porqué

29 de Mayo de 2012//
(Tiempo estimado: 17 - 33 minutos)
Dani Pedrosa, piloto de motociclismo

Desde hace más de 13 años, Dani Pedrosa y Alberto Puig comparten mucho más que su pasión por el motociclismo.

FEDERICO FERNÁNDEZ DE SANTOS: El reto de un piloto de pruebas es tener una combinación adecuada de agresividad y prudencia, nos comentaba Michael López-Alegría, astronauta, ingeniero y piloto de pruebas de aviación. Según él, los pilotos de caza sienten el avión, hasta el punto de convertirse en parte de la máquina, más que fijarse en los instrumentos y controlar cómo funcionan.

Sin embargo –nos decía–, un piloto de pruebas tiene que combinar esa capacidad de pilotar con una observación objetiva de lo que está pasando. Ambos estáis involucrados en este mundo y habéis ido creciendo en vuestra percepción como pilotos. ¿Hasta qué punto es importante poder contribuir en el desarrollo de la moto y en su puesta a punto? ¿Cómo habéis visto evolucionar ese equilibrio entre ingeniería y pilotaje?

DANI PEDROSA: En lo que respecta a las motos, debemos hablar de dos momentos diferentes. Cada año, durante una pretemporada (antes del inicio de las carreras), hay materiales que probar, nuevos desarrollos y evoluciones tecnológicas… Es en estos momentos donde has de realizar un pilotaje agresivo, que lleve la máquina al límite, y a la vez combinarlo con la máxima prudencia para no romperla, sin perder nunca la perspectiva de lo que está pasando.

En esta primera fase es necesario poder observar cómo está reaccionando un determinado material a esa exigencia; qué ocurre cuando haces un cambio en él; cómo reacciona a las diferentes regulaciones… y, sobre todo, has de ser capaz de transmitir toda esa información a los ingenieros, de manera comprensible y que puedan entender fácilmente. Recalco esto porque es frecuente que un piloto, o un probador, sienta cosas que son muy obvias para él, pero que son muy difíciles de transmitir a los ingenieros para que puedan modificarlas.

Por otro lado, está el aspecto que comentabas: cuando el conjunto moto-piloto está tan integrado que forma una unidad. Personalmente, esto me sucede más cuando estoy en una carrera, donde ya no importa mucho cómo va la moto, sino que debo estar totalmente compenetrado con ella porque, ante cualquier reacción, me va a acompañar. Tratas de ser más objetivo cuando estás en pretemporada y ser uno cuando ya estás en la carrera.

ALBERTO PUIG: Ingeniero diría que es la palabra exacta. Evidentemente, un piloto de motos de carreras tiene que tener talento. Además de la técnica para poder pilotar, debe entender qué le pasa a la moto. Hay pilotos muy rápidos, incluso campeones del mundo, que no han sabido asimilar o comprender plenamente qué ocurre entre ellos, la moto y el asfalto, pues percibir todas las sensaciones que esta transmite es muy difícil. Además del asfalto, también hay que considerar los neumáticos, que están en contacto con el suelo; de ahí para arriba pasando por las ruedas, el chasis y el motor hasta llegar al propio cuerpo, que es el que lo siente. Como en todas las profesiones, y los pilotos no son una excepción, no todos tienen esa sensibilidad capaz de detectar la influencia en el comportamiento de cada uno de los elementos que integran su herramienta de trabajo. Eso no quiere decir que vayan a ser pilotos lentos, sino que no optimizarán tanto la moto. No conseguirán sacarle el máximo partido para ir lo más rápido posible y de la manera más cómoda.

En las carreras es posible ver pilotos que rebotan, se mueven en la moto y no toman las curvas como otros. Son esos pilotos que hacen que la moto vaya “por pelotas”. En cambio, otros intentan no enemistarse con la máquina durante los 45 minutos que dura la carrera, y para ello procuran conseguir el set-up correcto. El piloto perfecto es el que reúne ambas facetas.

F.F.S.: También nos decía López-Alegría que cuando él trabajaba en la Ciudad de las Estrellas, en Rusia, las diferencias de la mentalidad y la cultura de los rusos respecto de los americanos eran grandísimas, y que esto exigía una adaptación por parte de todos. En vuestro caso, ¿cómo afrontáis esa colaboración con la cultura japonesa, tan diferente a la española?

D.P.: En mi caso, como imagino que en el de los profesionales de otros ámbitos, a veces resulta difícil saber realmente dónde está el límite: cuánto tienes que apretar, cuándo puedes exigir más o menos sobre algo... Ese entendimiento es algo que se va adquiriendo con el tiempo, aunque también depende de la persona. Al principio es más complicado, pues ni siquiera sabes cómo piensan. Crees que te están entendiendo, pero al cabo de los meses compruebas que lo que dijiste no ha salido como esperabas, y te das cuenta de que ha habido un problema de comunicación.

La manera de pensar es tan distinta, que el choque es muy fuerte. Creo que lo importante es que ambas partes se conozcan, para conseguir una mejor coordinación, sobre todo en método y en tiempo.

Después de lo que he vivido, puedo decir que los japoneses son personas que trabajan mucho en grupo, necesitan la aprobación de los otros, es decir, no tienen un líder sobre el que recaiga toda la responsabilidad. Ellos necesitan que todo esté perfectamente verificado y aprobado por ingenieros diferentes antes de mandártelo. En Europa, por ejemplo, esto es totalmente al contrario.

Nos ha costado unos años encontrar ese punto de coordinación, pero ahora sé dónde remarcar más, qué cosas ellos consideran importantes, aunque yo no les dé tanta importancia… Con los años he ido adquiriendo capacidad para gestionar ese tira y afloja.

185 pedrosa miradoporpuigA.P.: Pienso que la esencia de la respuesta es la experiencia. En mi caso, creo que lo que he podido comprender –y aprender de– la cultura japonesa ha sido gracias a la experiencia. Empecé a correr joven –mi primer Campeonato del Mundo fue en el año 87-88– y, al principio, nuestra relación era complicada. No entendía nada… o quizás eran ellos los que no me entendían.

Nuestras culturas son muy diferentes pero, a base de cometer errores, hablar e interrelacionarme con ellos (dentro de la empresa Honda), vas adquiriendo conocimientos y entendiendo determinadas conductas que te permiten saber qué camino se ha de tomar. Esa relación de aprendizaje de los errores ayuda mucho, porque cuando se trabaja con los japoneses se percibe que nuestra forma de ser es demasiado agresiva; somos mucho más directos y enérgicos. Esto provoca tensiones frente a las cuales hay que saber dar un paso atrás; ya sea porque les guste hacer algo a su manera o porque entienden las situaciones de modo diferente al nuestro, es necesario el entendimiento.

Cada persona es un mundo y, en mi caso, como soy muy directo, hemos tenido momentos de confrontación. Echando la vista atrás se aprende que, a través del trato con el mismo grupo, se acaba generando la comprensión y el conocimiento mutuo. Los digamos “errores” que se puedan tener como persona terminan entendiéndose y, aunque no se olviden, sí se ponen en un contexto adecuado. Tenemos que ser capaces de respetar y, sobre todo, llegar a un nivel de comprensión que solo se alcanza con los años de trato. Evidentemente, hay gente que necesita menos tiempo para lograrlo, pero en la vida la experiencia es muy importante y ayuda a mejorar la colaboración.

F.F.S.: En los entornos anglosajones, está muy implantado el concepto de mentor, es decir, personas que aportan su conocimiento, profesionalidad y experiencia a otras más jóvenes que, a su vez, les responden con aprecio, admiración y aprendizaje. Nos da la impresión de que desde el principio ha nacido entre vosotros un vínculo similar, que ha generado un círculo virtuoso: Daniel reconoce tu experiencia y sinceridad profesional, y la recibe con humildad y ganas de aprender, al tiempo que tú, Alberto, has tenido la generosidad y visión para trasvasar desinteresadamente tu conocimiento a Dani. ¿Esta impresión es cierta? ¿Os ha ocurrido algo similar?

D.P.: Nos ha ocurrido exactamente lo que tú has narrado, pero de una manera natural. No ha sido un plan, ni una estrategia ni ha habido ningún momento en el camino para redirigir algo, sino que ha sido espontáneo.

Yo era muy pequeño cuando conocí a Alberto y, desde el primer momento, hubo una buena conexión, eso “místico” cuyo origen desconoces, pero que ahí está. Desde entonces, ha existido reciprocidad y siempre hemos intercambiado opiniones y experiencias. También creo que depende mucho de las personalidades. Yo era muy abierto y absorbía sus palabras como una esponja. Siempre entendía cualquier cosa que me dijese, cualquier cambio, como algo que realmente me iba a ayudar y que tenía que hacerse así, sin cuestionarlo. Con esa edad (13 años), es algo que se te queda dentro del cuerpo. Alberto siempre me ha aportado su experiencia desinteresadamente y yo la he recibido intentando recogerlo todo, sin que nada se me escape. Esto me ha servido de mucho, sobre todo hoy

Existe entre nosotros una aceptación mutua y, aunque evidentemente también tengamos opiniones diferentes, Alberto siempre me ha aportado su experiencia desinteresadamente y yo la he recibido intentando recogerlo todo, sin que nada se me escape. Esto me ha servido de mucho, sobre todo hoy.

A.P.: El tema es largo y complicado. Todo parte de la creación de un campeonato (gracias a Telefónica y Dorna) cuyo objetivo era hacer crecer a jóvenes talentos. La creación de este campeonato ocurrió justo tras mi retirada y tuve la fortuna de que pensasen en mí para liderarlo.

Tengo la teoría de que cuando un deportista se retira por causas ajenas a su voluntad, se queda con la “bestia” dentro. Cuando uno se retira tras una carrera profesional, exitosa o no, pero consciente de que ha llegado al cénit, de que se va y no deja nada pendiente, todo es diferente. Yo tuve un accidente grave, estando en una buena posición en el Mundial, y quiero pensar que si no me hubiese accidentado habría podido hacer algo. Soy consciente de que en aquel momento ganaba, sí o sí, Mick Doohan. En condiciones normales no le habría ganado nadie, pero sí creo que yo podría haber tenido unos años buenos, con algunas victorias; en cambio, tuve que parar; me fue imposible seguir; me destrocé la pierna. Y el hecho es que lo intente, ¡de verdad que lo intente!... pero la pierna no me funcionaba. Me fui a casa con la “bestia” dentro y pensaba: “Yo no he acabado esto. Tengo ganas…”. Tengo la teoría de que cuando un deportista se retira por causas ajenas a su voluntad, se queda con la “bestia” dentro

Surgió entonces este campeonato al cual llegaron cantidad de chavales. Después de muchísimas pruebas, de 5.000 chicos seleccionamos a 25, entre ellos estaba Dani. Estuvimos una semana entera en el Jarama, desde las seis de la mañana hasta que se iba el sol.

Yo, por haber pasado toda mi vida entre motos, conocía el entorno. Evidentemente, nadie acierta al 100%, pero sentía confianza en mi instinto. Vi aquel chaval, y me llamó mucho la atención. Era pequeño, pero con determinación. Le pusimos a correr y estaba fuera de todos los parámetros: casi fuera del programa por su edad (el más pequeño), el que menos cuerpo tenía… y estaba rodeado de todo lo mejor. Así que, empezamos a trabajar y recibí de su parte respeto pero, por encima de todo, interés. INTERÉS con mayúsculas. Que un chaval con 13 años tenga interés en hablar con un tipo de treinta y algunos es raro. Cuando hablas con chavales como él, lo habitual es que se den la vuelta y se piren (“a mí este tío qué me cuenta…”); en cambio, Dani estaba allí, escuchando. No sé si comprendía que aquello que le decía era lo correcto (yo pensaba que lo era), pero allí permanecía y aguantaba el “rollo”. Entonces me di cuenta de que había algo. He tenido la suerte de tratar con muchos chicos durante mi carrera de preparador y, aunque algunos luego lo hacen bien, van paso a paso. Dani iba de tres en tres

Tras acabar de correr y con un buen bagaje de experiencia, comenzamos a intercambiar información… ¡y la cosa fue hacia arriba! ¡Una progresión geométrica! ¡Le decías una cosa y él la multiplicaba por tres! He tenido la suerte de tratar con muchos chicos durante mi carrera de preparador y, aunque algunos luego lo hacen bien, van paso a paso. Dani iba de tres en tres. Le explicábamos una cosa, la entendía y la llevaba a la práctica. Además de su capacidad para aprender, era tremendamente disciplinado. Si se tenía que hacer “esto”, exactamente “eso” era lo que hacía. Cuando uno empieza en cualquier deporte, que alguien te explique cómo ahorrar unos pasos para ir directo al objetivo pienso que es una ventaja y, que comenzásemos a tan temprana edad, lo potenciaba todo.

Yo, aun sin ser padre, rápidamente comprendí lo complejo que es tratar con chicos. Sin embargo con Dani –aunque no diría que me fue fácil– no era tan complicado. No era necesario explicarle algo 50 veces, ¡con una bastaba!

A partir de ahí, la relación se fue intensificando. Si al principio nos veíamos algún día en las carreras, poco a poco fuimos pasando más tiempo juntos. Su padre lo traía a mi casa para entrenar juntos –nunca he dejado de entrenar–, y así fue progresando nuestra relación: 13, 15, 17 años… y antes que te des cuenta ya era todo un tío. En esta evolución hay un período, de los 13 a los 17-18 años, donde los jóvenes progresan y aprenden mucho, llegando un momento en el cual se ha de dar un paso atrás y callarse. En el caso de Dani, empezamos y casi sin darnos cuenta ganó el primer Campeonato del Mundo de 125. Comprendí entonces que pocas cosas más había que contarle.

Evidentemente, uno se amolda a la situación, ajustando su conducta; pasé de una función inicial muy técnica –venía directamente de correr–, a otro plano donde mi cometido era explicarle y hacer que comprendiese cómo pensaba yo que era este mundo y este negocio.

El mundo de las motos es un mundo tremendamente complejo donde existen intereses diferentes. Mucha gente desea que otros no consigan ciertos objetivos (pues si otros los consiguen, ellos no). También hay buenas personas, pero debes estar muy atento. En esta fase, creo que uno ha de intentar proteger al piloto. Ahora, en este último período, con Honda, he desempeñado más un rol de gestión del equipo. En el pasado ejercía de team manager y ahora, aunque no lo soy de una forma literal, en el caso de Dani sí que coordino todo su equipo a nivel deportivo y de gestión. Realizo un trabajo multifunción.

F.F.S.: Para el filósofo José Antonio Marina, la generosidad en las relaciones es un síntoma de inteligencia. Dani, tú ocupas la posición de “estrella” en tu equipo, pero también eres consciente de la generosidad que has de tener con él y con la gente que te ha ayudado. ¿Qué importancia tiene el concepto de la lealtad en tu entorno? Y Alberto, ¿cómo se gestiona este crecimiento deportivo de Dani y cómo se “deja volar” profesionalmente a alguien tan próximo?

D.P.: Gracias a Alberto, he vivido ajeno a todo tipo de problemas y muy protegido en este mundo, donde hay muchos leones, y zonas grises y negras. Básicamente yo me concentraba en correr y no tenía que preocuparme por nada más. Digamos que estaba en una especie de jardín, en medio de la selva, donde él se preocupaba de que todo a mi alrededor estuviese tranquilo y controlado. Luego, y poco a poco, te vas haciendo mayor y entendiendo la realidad. Gracias a Alberto, he vivido ajeno a todo tipo de problemas. Yo me concentraba en correr y no tenía que preocuparme por nada más

Para mí la lealtad es algo importante y tengo muy en cuenta que no estoy aquí únicamente por mí. Siempre he intentado tener a mi equipo contento. Sé que soy la cabeza y que, según cómo afronte una situación –si estoy ilusionado, negativo, motivado…–, se producirá una reacción en cadena hacia todos mis mecánicos y hacia la gente que trabaja conmigo que, al final, ellos me devuelven. Por eso es muy importante mi actitud, porque tiene un efecto crucial en la organización. Sé que soy la cabeza y que, según cómo afronte una situación, se producirá una reacción en cadena hacia el resto del equipo. Por eso mi actitud es muy importante

A.P.: Durante todo este período no solo he tratado con Dani. Tengo relaciones con otros pilotos pero, por los motivos que sean y como en todas las relaciones (ellos tendrán sus razones y yo tengo las mías), no ha existido el mismo nivel de entendimiento. No se ha generado ese esencial respeto mutuo. Además, creo que el factor del agradecimiento, en todos los entornos profesionales, también es importante, y cuando este no existe, es más difícil que las relaciones puedan consolidarse.

En el caso de Dani, que ya es un adulto de 26 años, la gente puede pensar que vamos de la mano en todo pero, como en cualquier relación, existen divergencias de opinión. Yo soy una persona bastante explosiva y de reacción enérgica y rápida, mientras que él es una persona mucho más analítica y calmada. Pero, a pesar de nuestras diferencias de carácter, lo que nunca ha dejado de estar presente en nuestra relación es el respeto mutuo. A pesar de nuestras diferencias de carácter, lo que nunca ha dejado de estar presente en nuestra relación es el respeto mutuo

Al echar la vista atrás y recordar cómo empezó todo, no es que sienta nostalgia, pero sí reconozco la belleza que ha existido y existe en esta relación. Las cosas en la vida surgen siempre de la necesidad. En el fondo, ser piloto era su sueño; el mío era seguir haciendo cosas con las motos. Para ambos era una necesidad. En aquellos momentos, yo tuve la suerte de poder ofrecerle la oportunidad, y el acierto de dársela. También era consciente de que él necesitaba a alguien para correr. Por eso, como explicaba, para entender nuestra relación hay que ir al inicio.

Cuando el comienzo de una relación no es como debe ser, probablemente se rompa al mínimo problema. En cambio, cuando a nosotros nos llega algún momento complejo, solo nos hace falta echar la vista atrás y recordar los inicios para reconducir la situación. Siempre he procurado proteger a Dani del entorno (deportivamente hablando) y siempre ha habido un motivo, acertado espero, detrás de mis acciones. Ambos hemos tenido muy claro que corremos carreras porque él quiere hacerlo. No es ninguna obligación. El día que no quiera hacerlo, lo dejaremos y santas pascuas. Pienso que a este nivel, todo se ha de hacer con un convencimiento total. La primera máxima debe ser: “esto me hace feliz y quiero hacerlo”. Sin este axioma, la ecuación no funciona o al menos creo que no brota de la forma que debiera.

F.F.S.: Nos decía el torero César Rincón que el valor que se requiere para estar cerca de un toro es mínimo, en comparación con la preparación física y mental que exige (“Tu preparación y dedicación hacen que, al final, el valor sea algo relativo”). En vuestro mundo, ¿qué es lo más importante: la preparación o el valor?

D.P.: El valor tiene un grado de importancia pero, como bien dice él, una preparación previa es fundamental. Día a día, afrontas en los entrenamientos aquello que no te apetece, no te gusta o te cuesta más, ya sea porque te da miedo, porque duele (los músculos duelen, y después de una caída hay que levantarse y repetir sin parar), porque estás cansado… Lo difícil es afrontar eso, echarle coraje y ganas, y entrenarlo hasta que salga; porque esa preparación es la que hace que el día de carrera todo sea fácil, y que ese valor sea relativo.

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Hay que mirarse al espejo y ver dónde está el fallo. Creo que ahí radica el verdadero valor: el valor que hay que tener para mirarse al espejo y decir “voy a hacer esto hasta que me salga”.

A.P.: Yo tampoco le llamaría valor, en el sentido al que se refiere la pregunta. Creo que las personas nacen con aptitudes, y la que haya nacido para ir rápido en moto ni se plantea que eso es peligroso. Si a una persona normal le dicen que tiene que abrir un riñón o trasplantarlo, le entra el pánico. En cambio, un cirujano no lo piensa y, sencillamente, interviene. Lo que sí tengo claro es que el entrenamiento lo es todo. La repetición y el sacrificio son fundamentales.

Un entrenamiento bien planificado, programado y estudiado es lo que te va a llevar lejos, si tienes talento. Si, de repente, piensas en caerte de una moto a 300 por hora, puedes sentir miedo; pero ese parámetro no está en la cabeza de quienes corren. Si un piloto tiene miedo, no podrá pilotar bien. Es como el torero, que no piensa otra cosa más que en la técnica a emplear para torear. Evidentemente sabe que está haciendo algo peligroso –igual que el motorista es consciente de que puede salir a la pista y tener un accidente de consecuencias gravísimas–; pero no está todo el día pensando en eso, sino que procura alejarlo de su mente. Todos los que se dedican a actividades que entrañan peligro tienen compartimentalizado el miedo, de manera que no altere su concentración.

Está bien tener respeto, que no miedo, pues sin él un piloto se transforma en un peligro potencial para sí mismo, y para otros; pero no has de permitir que ese respeto te tensione. En una carrera, muchas veces no se piensa, sino que directamente se reacciona; se hacen las cosas de forma instantánea, pues previamente se han realizado repeticiones que las automatizan. No se va pendiente de si la próxima curva es a la derecha o a la izquierda, sino que se va analizando la carrera, a los otros pilotos y cómo va la moto.

F.F.S.: Son pocos los corredores que han demostrado un esfuerzo de superación similar al vuestro. Dani, ¿qué influencia tiene contar con alguien a tu lado tan duro como Alberto (que no se anda por las ramas) para superar las complejas situaciones a las que te enfrentas como piloto? ¿Cómo te ha ayudado esta forma de ser, Alberto, para sobreponerte a tus accidentes y lesiones?

D.P.: Para mí ha sido crucial. Tenerle a mi lado me ha permitido mantenerme en esa ventana de realidad y fantasía. Realidad es que, cuando las cosas se ponen negras o hay situaciones difíciles en las que es necesario avanzar, hay que mirarse al espejo y decir “ahora hay que hacerlo”; y fantasía, cuando las cosas están yendo bien pero no quieres que se te suba demasiado a la cabeza. Es necesario que controlar esos dos extremos.

Ha habido momentos en los que su visión objetiva me ha permitido darme cuenta de ciertas situaciones en las que hay que echar el resto, o ir un poco más corto y controlar. Empecé muy pronto en este deporte, y la experiencia es algo que ahora valoro mucho. Afortunadamente, Alberto siempre me ha ayudado a mantenerme dentro de los márgenes. Empecé muy pronto en este deporte, y la experiencia es algo que ahora valoro mucho

A.P.: Yo, por circunstancias, he tenido accidentes bastante malos que, como a muchos otros, me han exigido un gran esfuerzo para continuar. Desafortunadamente para mí, el último fue el definitivo, porque me destrocé la pierna pero, aun así, luché. Siempre he pensado que nadie te regala nada, y has de ser tú quien lo consiga. Para eso tienes que levantarte e ir a por ello. En un deporte de riesgo como este, te planteas dudas: “¿se encara uno con las adversidades de verdad o se deja de ir hacia delante?”. En mi caso concreto, y tras haberme hecho daño y terminado mi carrera, siempre he procurado transmitir lo importante que creo que es el no compadecerse de uno mismo. No creo que la autocompasión aporte nada ni te lleve a ningún lado. Cierto es que, quizás en algún momento, haya pecado de ser excesivamente duro. He aprendido que, dependiendo de cómo sea la otra persona, mi actitud le puede beneficiar o perjudicar. Hay gente que necesita mimos para seguir, mientras que otros no. Además, también he aprendido que todos vamos cambiando y necesitando cosas distintas a lo largo de la vida.

185 pedrosa albert mirandohorizonteEn cualquier caso, he procurado mantenerme fiel a la máxima de: “tío, esto es lo que hay. Si consigues el Campeonato, serás tú quien lo haga, nadie te lo va a regalar”. Todo el mundo va a intentar que no lo logres pero, si lo haces, estarás por encima, te reconocerán y será algo que llevarás hasta que la palmes, que siempre quedará ahí para tus hijos y los hijos de tus hijos. El mundo nos pone las cosas cuesta arriba para conseguir nuestros objetivos, pero si sobresales de la media y los consigues, acabas siendo un elegido para siempre.

Con Dani he sido muy duro y le he dicho que se mentalice. Puedo estar equivocado, pero creo que el deporte profesional es muy duro, es como una guerra llevada a otro terreno, y las personas que no sean realmente duras difícilmente tienen cabida en él. En este sentido, creo que Dani, como persona, ha mejorado mucho. Ha tenido mala suerte en los últimos años, pues se ha hecho mucho daño, a veces daño gratuito por causas que no se le podrían atribuir. En su caso lo que más valoro es que, con sus dimensiones y características físicas, su situación siempre ha sido complicada, pero él ha luchado y se ha superado. A su manera, y con su sistema, siempre ha procurado ir hacia delante. Otros pilotos en su situación habrían tirado la toalla. Creo que Dani, de no haberle pasado lo que ha pasado, ya tendría más de un campeonato de moto GP en su haber. Y volviendo a la pregunta, creo que uno ha de ser fiel con lo que piensa, y hay de motivar empujando.

F.F.S.: A principios de marzo se celebró en Barcelona el Global Sports Forum, donde estuvimos con el surfista Laird Hamilton quien, a sus 48 años, nos decía que la exigencia de estar siempre listo y al 100% desgasta muchísimo; por eso hay unos profesionales que se mantienen en la cumbre durante años, y otros no lo consiguen. En un mundo hipercompetitivo como el vuestro, ¿cómo se mantiene el hambre de triunfos? ¿Hasta qué punto es importante la capacidad psicológica para continuar en la cumbre? ¿Qué pasa cuando a uno se le termina la carrera?

D.P.: No creo que existan claves, sino que se trata de algo personal, es el fuego que tú tienes dentro, que sigue ardiendo o se apaga. En realidad es como el amor, si te motiva es porque todavía la quieres y la deseas. Evidentemente, si te vas renovando, esa llama que está dentro y que te quema te empuja a seguir luchando y ganar, pero al final es algo que cada uno decide personalmente. Creo que es algo que va con uno mismo, y no tanto algo que se actualiza.

No es la primera vez que escucho que ha habido gente que, estando arriba del todo, ha tenido que dejarlo porque mentalmente ya estaba agotado, por la gran exigencia psíquica que requiere.

A.P.: Depende mucho de la ambición. Hay pilotos que lo han ganado todo, y más veces que nadie. Y aún siguen. Cuando uno está en la cumbre, creo que hay que mantenerse por ambición, pero siendo inteligente. Esa ambición debe estar acompañada de cierta perspectiva; perspectiva de éxito. Perspectiva respecto a quiénes vienen detrás. Perspectiva de lo que uno ha sido… y no es nada fácil ponerse en la piel de alguien grande. Yo solo puedo intentar imaginarlo. Quizás el querer seguir puede ser la consecuencia al miedo a no saber qué hacer –ni desear hacer nada– fuera de este mundo que has mamado desde pequeño. Hacerlo –mantener esa ambición– no solo es complicado, sino que hace falta mucho valor y certeza. Me viene a la cabeza Michael Schumacher… ¿quién puede decir que no consiga ganar otro gran premio?, ¿debe seguir?… Es un tema difícil y muy personal y que, desde fuera, es difícil opinar.

Si realmente notas que tienes ambición estando arriba y la puedes mantener, eso es bestial; es lo máximo. Que pase el tiempo y sigas con ganas, y ganando, es acojonante, pero muy difícil. Rossi lo ha hecho mucho tiempo y ha sido muy, muy, muy grande. Ha sido uno de los deportistas más bestiales. El problema es cuando la cosa no pinta tan bien. Yo no estoy en su lugar y no sabría qué responder. ¿Quién puede asegurar que no encuentra “su moto” y vuelve a estar arriba?

A veces, cuando uno alcanza una meta, baja el interés. Yo no creo que sea un problema de fuerza psicológica sino más bien de ambición, porque todos los que llegan arriba son fuertes. Pero, simplemente, una vez que han llegado, imagino que algunos se cuestionan: “¿tengo ambición?, ¿quiero más?” Y continúan, mientras que otros dicen: “¡ya lo he hecho!”. No sabría explicar el porqué de tomar un camino u otro.

F.F.S.: Estando conPedro de la Rosa, nos contó una anécdota con Tom Walkinshaw, que le dijo: “No está mal esto que has hecho, para ser un español”. ¿Notáis algún cambio sobre la percepción internacional que se tiene de los españoles en el mundo del motor (que hasta hace no muchos años era un entorno inglés e italiano)?

D.P.: Era un entorno italiano e inglés porque las marcas que hacían motos y coches, excepto las japonesas, eran italianas o inglesas. No había nada más, y de ahí salían sus pilotos. Poco a poco ha habido españoles que han tenido la suerte de encontrar algo de dinero para entrar en este mundo (Nieto, Gaspar, Crivillé, Herreros, etc.), y han ido abriéndonos la puerta a los que estamos, permitiendo que ahora podamos mirar arriba y decir “eso es posible”.

También hay que reconocer el fuerte trabajo con las Federaciones, tanto Española como Catalana. Gracias a todo esto, tenemos tantos pilotos ganando carreras en las diferentes categorías.

A.P.: Hoy en día no hay discusión, la moto es española. Nuestros pilotos han hecho una progresión brutal en los últimos 10 años y, ya desde Ángel Nieto, España es un país muy motero. Además, durante muchos años, tuvimos una industria motociclista muy importante. Siempre ha habido una gran afición y hemos tenido grandes campeonatos.

Por otra parte, el trabajo de la Federación Española ha sido magnífico, se han hecho circuitos y tenemos una gran fortaleza en el mundo motociclista. Sin ningún tipo de duda, hoy somos los primeros.

Cierto es que antes dominaron los italianos, pero ya no. Además esto es algo que no solo ocurre en el mundo de las motos. España es un referente mundial a nivel deportivo. Tenemos magníficos deportistas en todas las especialidades, lo que claramente indica que somos un país muy caliente, muy apasionado y donde nos gusta competir. Somos un referente a nivel mundial.

Luego están las interpretaciones. Podrán decir lo que quieran, pero la realidad es la que es, y al que no le guste que se tome un café. España es hoy la envidia del mundo en muchísimos deportes. Las motos son un ejemplo de un trabajo bien planificado, donde los patrocinadores han invertido, y las instituciones y Federaciones, junto con Dorna, han realizado un magnífico trabajo de base. Y ahí están los resultados.

F.F.S.: Antes hablábamos de López-Alegría cuya carrera como astronauta ya ha terminado, por la edad, y que tiene ganas de hacer otra cosa, aunque sea en otro sector, pero que aún está buscando “una nueva pasión”. ¿Piensas que te ocurrirá lo mismo, Dani? ¿Estás pensando hacia dónde quieres ir? Cuando Dani deje de correr, ¿cómo te imaginas tu futuro profesional, Alberto?

D.P.: A veces me han hecho esta pregunta, y no sé qué contestar. Cuando tienes un trabajo tan extremo como puede ser este deporte, con un nivel tan alto de exigencia (y si, además, tú mismo te exiges tanto), acabas tan metido en algo que te gusta y deseas tanto que, una vez que te retiras, creo que es muy difícil encontrar otra cosa que te llene igual. Se queda un vacío difícil de llenar, no existe nada que te impulse a hacer algo con el mismo deseo que te movía.

Cuando estás acostumbrado a hacerlo todo por el todo, luego no puedes hacer algo a medio gas. Es posible que haya gente que encuentre esa segunda pasión, pero para mí es difícil pararme un segundo y decir “qué hay que me apasione tanto como esto”. Supongo que encontrar una respuesta llevará tiempo. A lo mejor encuentras otra pasión similar, por eso mucha gente se convierte en entrenador; incluso hemos visto cómo ha habido entrenadores que han sido mucho mejores que jugadores.

Nunca sabes cuándo ni cómo te puedes sorprender a ti mismo, pero evidentemente no encontrar nada que te llene tanto como para tener esa motivación de seguir haciendo otra cosa es algo que da un poco de miedo.

A.P.: Una de las cosas que siempre he procurado ha sido continuar montando en moto. Dejé de correr, pero seguí entrenándome durante muchísimos años (y sigo), al tiempo que he estado en el equipo, he hecho televisión…, pero nunca he dejado de ir en moto, y ese es mi patrimonio más importante. Nunca he dejado de ir en moto, y ese es mi patrimonio más importante. El poder coger una moto con 45 años e ir rápido es algo de lo que me precio

El poder coger una moto con 45 años e ir rápido es algo de lo que me precio. Además me permite tratar con gente de diferentes edades y no ser visto como un carca. Partiendo de este punto, no se cómo seguiré manteniendo las sensaciones de piloto… Eso sí, seguiré en el mundo de las motos. Ahora estoy con Dani, y como dices, no sé cuánto durará. Pero mientras tanto procuro estar al día en mi profesión. Estoy al corriente de todo lo que sucede tanto a nivel de patrocinios, de tecnología y de todas aquellas áreas que puedan afectar a este deporte.

Volviendo al caso de los cirujanos, estos además de operar, se mantienen al día; leen publicaciones científicas, dan conferencias... Lo que no quiero hacer es dejar de ir en moto (y prueba de ello es que ahora estoy lesionado por caerme). Lo cierto es que tampoco pienso demasiado en el futuro, ni me preocupa. Tengo un carácter especial, abrasivo y directo, que me pone en situaciones complejas con cierto tipo de personas, pero siempre he procurado mantener mi línea. Lo que tenga que venir, vendrá, y no lo miro con miedo, en el sentido de que conozco el mundo de la moto y, si quiero seguir en él, ya me buscaré la vida para intentar aportar a la gente o buscar nuevos proyectos.

F.F.S.: Dani, tú en cambio eres tranquilo, analítico, huyes de cualquier protagonismo… ¿Responde esto a una determinada estrategia de comunicación o a una necesidad? En tu caso, Alberto, la acumulación de experiencia con el paso de los años, ¿no te ha hecho ser más lógico y razonado a la hora de explicar y responder?

D.P.: No, es el carácter. No tiene nada que ver con una estrategia, un estilo o un plan, es solo mi carácter. Soy una persona tranquila, paciente y me desenvuelvo mucho mejor bajo presión.

Me encanta sentir la presión de los puntos en el campeonato o en una carrera, ese es mi momento. Al contrario que muchos, ahí consigo mantenerme más relajado y calmado. Puede que esa tranquilidad sea la que da esperanza y fuerza al resto de mi equipo; pero no es algo que haya elegido, sino que soy así. Me encanta sentir la presión de los puntos en el campeonato o en una carrera, ese es mi momento. Al contrario que muchos, ahí consigo mantenerme más relajado

A.P.: Creo que el carácter es una cuestión genética. Cuando no veo una cosa, no la veo. Igual ahora no te digo directamente que algo es una mierda, pero sí te digo que no la veo, y eso no siempre sienta bien. Seguro que más de una vez me he cerrado alguna puerta por mi carácter.

Ahora bien, al momento de tomar una decisión y decir que no estoy de acuerdo con algo, procuro emitir un juicio basado en la experiencia y ser objetivo con ese tema en concreto. Puede haber momentos determinados en los cuales se interponga un componente personal, es posible; pero con los años te das cuenta de que eso no aporta mucho. Al final, lo que soluciona es aportar un buen consejo, y que produzca resultados positivos. Con el tiempo vas acumulando experiencia y calmándote.

Además, en el mundo de las motos, uno ha de ir con cuidado con lo que dice. Una máxima que he aprendido a aplicar es que cuando alguien se sube en una moto, se puede hacer daño…Y si ese alguien se hace daño por algo que tú has dicho, lo vas a pasar fatal.

Cuando yo empecé con todo esto, cada fin de semana hacía correr a chavales de 14, 15 y 16 años. Siempre tenía en mente tener cuidado con lo que les decía, porque los chicos se podían hacer daño. Siempre que alguien ha llevado mis palabras de forma excesivamente literal (y al plano personal), yo lo he pasado mal, y sé lo que es. Por eso, procuro que todos mis consejos sean objetivos. Además, y esto es importante, he aprendido que si en algún momento no sabes algo, lo mejor es no decir nada.

F.F.S.: Una última pregunta, Dani. Muchos deportistas, especialmente norteamericanos, ejercen actividades humanitarias y acciones sociales (en parte para recibir una gratificación que ellos denominan “salario emocional”). ¿Estás involucrado en algo similar?

D.P.: Yo tengo un criterio un poco diferente al respecto. La línea que separa hacer algo así porque uno quiere o le gusta ayudar a los demás a hacerlo por protagonismo u otro tipo de afán es muy fina, realmente delgada.

Muchas de las cosas que yo he hecho han sido fuera de la prensa, fuera de los focos. Por algún motivo, tengo afinidad con los niños y me he centrado en ellos, en intentar sacarles una sonrisa. Todos los eventos y participaciones que he hecho en este sentido han sido muy gratificantes. Los niños han recibido algo muy importante, pero no se han dado cuenta de que yo he aprendido y recibido mucho más de ellos.


 Entrevista publicada en Executive Excellence nº92 may12

 

 


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