Skip to main content

Bill Clinton, sobre empleo juvenil y educación en Europa

24 de Junio de 2013//
(Tiempo estimado: 8 - 16 minutos)

EMPLEO / LIDERAZGO / TRABAJO

En la actualidad, existen en Europa más de dos millones de puestos de trabajo que no se cubren debido a la falta de perfiles adecuados. La paradoja es que, al tiempo, tenemos los mayores niveles de desempleo juvenil de las últimas décadas. En la Universidad Europea en Madrid se celebró recientemente un coloquio al más alto nivel para analizar esta situación, que no responde a problemas cíclicos sino estructurales.

Frente a esta dificultad, fueron tres las propuestas planteadas. En primer lugar, una colaboración mucho más estrecha entre instituciones gubernamentales y educativas y empleadores. En segundo lugar, el análisis de las políticas de aquellos países que han tenido éxito en la reducción del desempleo juvenil. Encontramos así una serie de denominadores comunes, tales como una mayor proximidad entre la educación y la empresa, y una institucionalización de esta colaboración. En último lugar, y viviendo en un entorno de destrucción creativa generada por la tecnología –algo que se ha vivido a lo largo de la historia–, son esenciales las iniciativas legislativas que faciliten y defiendan la creación de nuevas empresas.

Douglas Becker, fundador y presidente de Laureate International Universities, red global de instituciones de educación superior de la que la UE forma parte, el 42º presidente de los Estados Unidos, Bill Clinton, y Su Alteza Real el Príncipe de Asturias, fueron los encargados de clausurar el foro The Laureate Summit on Youth & Jobs in Europe, que convocó a numerosos representantes del mundo de la empresa, el gobierno y la educación para buscar soluciones a la difícil situación de desempleo juvenil que afronta Europa.

En su segunda visita a la Universidad Europea, Bill Clinton manifestó que “esta temática, el desempleo juvenil y cómo preparar la juventud para el futuro, me ha obsesionado durante más de 30 años. El año en el que nací, mi Estado natal tenía una renta per cápita ligeramente superior al 50% de la media americana; cuando fui elegido gobernador del Estado, en los años 80, sufrimos un colapso que afectó a la economía americana, especialmente al centro de los Estados Unidos. Durante mis primeros nueve años como gobernador, nuestro desempleo medio juvenil se situó por encima de la media del país. Trabajamos en la reestructuración de la economía y en la reeducación durante todo ese tiempo, consiguiendo llegar al crecimiento de puestos de trabajo en el décimo año. Entiendo que no hay ninguna solución mágica, pero si se cambia el mix de la educación de un país, también se cambia el mix de su economía. Por eso es tan importante (…).

Esta jornada sobre las necesidades en la formación, en un momento donde la gente está tan frustrada, preocupada, e incluso enfadada, y donde muchos no saben qué hacer respecto a este problema, ni incluso saben si se podrá solucionar, es muy valiosa y constructiva. No es un tema sencillo y no será resuelto de forma instantánea, pero los aquí presentes del entorno empresarial y del Gobierno hacen lo adecuado.

Creo que hay algunos cambios macroeconómicos esenciales para conseguir una plena recuperación. Países como Italia, Grecia o España, e incluso el resto de Europa que está siendo afectado, no pueden tener una completa recuperación si se mantiene una austeridad continuada en tiempos donde no hay crecimiento y las tasas de interés están por debajo de la inflación. La eurozona va a necesitar ayuda del Banco Central Europeo para hacer evolucionar la economía. Hay medidas que cada país puede tomar para acelerar la velocidad de recuperación, y propiciar la creación de puestos de trabajo”.

Exponemos a continuación una selección de las reflexiones que el ex presidente norteamericano compartió, a partir de algunas de las preguntas formuladas por el público.

¿Cuándo puede empezar a producirse un incremento en la contratación de los jóvenes?

BILL CLINTON: Será diferente dependiendo del país. En la eurozona en general, donde los índices de crecimiento están por debajo de áreas como Asia y los Estados Unidos (donde se comienza a crecer lentamente), se tardará más. Es llamativa la analogía con mi país. De una forma individual, todos nuestros Estados tuvieron que aplicar austeridad ante el colapso. Sus economías se mantuvieron a flote, en parte, gracias a las transferencias de ayudas del Gobierno central para pagar el desempleo y la alimentación. El Gobierno debe mantener unas condiciones básicas, además de ser ayudado por las políticas de la Reserva Federal, nuestro equivalente al BCE.

Algunas decisiones adoptadas en España, como añadir una mayor flexibilidad al mercado laboral, son buenas. También creo que tener políticas de inmigración abiertas entre los miembros de la zona euro es positivo. El potencial económico y el capital humano europeo es tremendo.

La demografía determina el destino de un país, y hasta el de un continente. La juventud importa, y los jóvenes de España son su futuro. Una de las razones por las cuales soy optimista respecto de los Estados Unidos es que somos más jóvenes que Europa, excepto Irlanda. Incluso, vamos a ser más jóvenes que China, debido a su política de un solo hijo y de inmigración.

El general, en Europa hay un exceso de capital humano, de infraestructura incorporada, de capacidad productiva… Creo que, en un momento determinado, se podrá salir de esta situación; pero, si no hay inversión que compense la austeridad presupuestaria, será difícil.

¿Cómo valora la distancia en el tiempo entre la mejora económica y los efectos que esta puede tener sobre la juventud?

Esta pregunta fue formulada por Ursula von der Leyen, ministra de Trabajo de Alemania, quien aprovecho su intervención para llamar la atención sobre la compleja situación en los países de la eurozona: “Como sabe, nos hemos introducido en un círculo vicioso, donde las deudas soberanas han ido creciendo hasta no generar confianza para los inversores extranjeros. Este proceso por el cual nos damos cuenta de que solo podemos gastar lo que producimos, en valores, hace que al final nos movamos hacia la unión fiscal, una ventaja que ya existe en los Estados Unidos entre los 50 Estados. Estoy de acuerdo en la necesidad de reformar los mercados de trabajo, pero nuestra situación actual es la de invertir en estructuras saneadas, antes de ofrecer préstamos con intereses moderados para aquellas pymes saneadas que, en este momento, no reciben capital porque los bancos nacionales tienen problemas. Son estas empresas saludables las que pueden generar trabajo y recibir encargos del exterior. En paralelo, a medio plazo pensamos en la necesidad de establecer mejores estructuras para la formación profesional, para que las nuevas generaciones puedan incorporarse a la educación empresarial con las habilidades necesarias en el futuro.

En resumen, en Europa estamos en un proceso de reforma, que nos hace ganar tiempo y, por supuesto, invertir en el momento y con la velocidad adecuados para tener crecimiento de nuevo. Esa es la compleja situación en la que nos encontramos, creo que necesitamos un “new deal” para invertir en  trabajos sostenibles, sin olvidarnos de reformar nuestros países, porque ahora competimos en un mercado global.

B.C.: Alemania ha invertido mucho en los últimos años, y creo que el resto de Europa tiende a subestimar este esfuerzo.

El deseo de ser pagados de los acreedores es ilimitado y si todas las financiaciones se hacen efectivas justo antes de que cumplan estas deudas, estos recursos irán a los acreedores y no a la inversión en nuevas empresas y puestos de trabajo. Es una situación muy compleja.

Me gustaría hacer un poco de historia recordando las reuniones que mantuve, siendo presidente, con el canciller Helmut Kohl y el presidente Chirac. Ellos me comunicaron su interés en realizar una unión financiera antes de una unión fiscal o política. Les respondí que la apoyaría, pero que deberían tener en cuenta qué pasaría si algún país se encontraba en problemas. No me gusta la deuda, y durante mi mandato se redujo en términos absolutos. Creo que existe un límite para que cualquier política fiscal funcione y, si se bajan los niveles de interés, habrá más actividad privada que compense la retracción pública. Esa fue la situación en la que me encontré, mucho más fácil que su dilema actual.

Mencionaba usted a las pequeñas y medianas empresas. Si fuera líder hoy de cualquier país europeo preocupado por el desempleo juvenil, me plantearía averiguar quién lo está haciendo mejor en una situación económica comparable. Además de por la situación financiera, Alemania se merece mucho crédito por tener un excelente sistema de formación, flexible y en cambio continuo, según las necesidades y cambios de los mercados. Además de una gran habilidad para conseguir que empresas pequeñas y medianas exporten. España acaba de conseguir su primer superávit de balanza de pagos desde hace muchos años. Mi preocupación radicaría en cómo puedo conseguir mejores programas de formación con prácticas, imitando al mercado alemán o a cualquier otro que tenga un nivel de desempleo juvenil más bajo. Después me fijaría en el que haya hecho un buen trabajo, consiguiendo que las pymes exporten.

Las personas que ocupan un cargo crítico en cada Ministerio de la eurozona deberían estar familiarizadas con lo que hacen los demás, sobre todo si sus resultados son mejores. La impresión que tengo, hablando con personas de muchos países, es que no hemos maximizado las posibilidades de aprender lo que otros hacen. Muchas veces, en política se tiene miedo de no recibir alabanzas si se copia a alguien. Creo que es la cosa más inteligente se puede hacer y nos ahorra mucho tiempo.

Una de las preocupaciones de Laureate International Universities es conocer hacia dónde va el empleo. Parece claro que hacia las pequeñas empresas y el autoempleo. ¿Qué piensa de esto?

B.C.: Estoy de acuerdo, pero la tendencia actual –y continuará así la próxima década– es que muchas de las firmas en todo el mundo que han despedido a mucha gente después del crash (forzadas a ser productivas pero a las que ahora les va muy bien, y en cuyos sectores ha habido avances tecnológicos y nuevas aplicaciones) no volverán a contratar a quienes despidieron si sus negocios se duplican o triplican. Preferirán el outsourcing, que genera grandes oportunidades para quienes sean capaces de montar sus propios negocios o formar parte del entorno de estas empresas. Es decir, hay un gran cambio estructural y las ayudas financieras deberían estar orientadas en este sentido.

Hoy en día, quien busque trabajo en la empresa necesita conocimientos técnicos y actitud, pero quien desee crear la suya propia necesita además conocimientos para su gestión financiera. ¿Hasta qué punto es importante esta formación que pocas universidades proveen?

B.C.: Toda universidad que ofrezca cualquier titulación debería aportar conocimientos para ayudar a la creación de empresas, enseñando a los estudiantes lo que necesitan saber para este tipo de actividad. Conocimientos que tienen que estar actualizados por los rápidos cambios que se producen en el entorno. Se lo debemos a nuestros jóvenes y al ansia que tienen por saber cómo mantenerse y contribuir (…).

A veces, para encontrar un trabajo, parece que la única forma es la emigración a economías emergentes. ¿Hay otras alternativas?

B.C.: Es una gran parte del futuro. Si miramos México, vemos el tremendo crecimiento de las universidades, acompañado del hecho de que, en el último año, no haya habido emigración neta hacia los Estados Unidos. Si queremos que la inteligencia esté distribuida de forma equilibrada y que, en el tiempo, la preparación y las oportunidades estén cada vez más repartidas equitativamente, parece razonable pensar que aquellos que parten de más abajo tendrán un nivel de crecimiento más alto cuando comiencen sus actividades. Si además, en estos lugares, no hay restricciones de población, será posible encontrar un trabajo mejor que el que se puede conseguir en el ámbito local. Ahora bien, idealmente para alguien joven, uno debería ser capaz de elegir trabajar en su país. Por eso es tan importante que se pueda restablecer el crecimiento en la zona euro.

Habrá momentos donde se produzcan ralentizaciones globales, regionales o locales. Habrá entornos que tengan más recursos naturales y podrán estar mejor. La situación será muy flexible, por ello la educación adquiere más importancia, pues se tendrá que redefinir el concepto de seguridad lejos del concepto de poder vivir y trabajar en un sitio indefinidamente. Las vidas tendrán más nivel de cambio, lo cual las hará más interesantes pero con un menor nivel de seguridad.

En Europa, y especialmente en España, estamos inmersos en la peor crisis laboral después de la Segunda Guerra Mundial. ¿Cómo se inspira a la gente joven para no perder la esperanza?

B.C.: En primer lugar, siendo sinceros y honestos con ellos. Les debemos una disculpa colectiva, ya que no tienen nada que ver con esta situación. Tienen que comprender, particularmente en Europa, que estamos en un proceso de nacimiento de un nuevo mundo. Una de las razones de los problemas en Egipto es que sus universidades producían 400.000 graduados, y la economía  egipcia no les daba trabajo. Esto ocurre en todo el mundo, agravado por las capacidades tecnológicas que hacen que los trabajos sean cada vez más productivos y eficientes. El empeoramiento de la situación en Europa, como ocurrió antes en Estados Unidos, procede de errores cometidos. Lo que ocurre en Europa es que no toleró los efectos que una unión monetaria tiene sin una política fiscal común, sin una política común de estímulos (…).

Si los jóvenes son lo suficientemente flexibles, si tienen la actitud adecuada y son capaces de buscar trabajo donde lo haya, hasta que puedan volver a donde debería haberlo, podrán salir adelante.

Creo que estos son los tiempos más interesantes y excitantes de la historia de la humanidad. Hemos identificado 20 planetas fuera de nuestro sistema solar que pueden soportar la vida, analicemos lo que hemos aprendido sobre la secuenciación del genoma humano, analicemos lo que descubrimos cada día… Vivimos en la sociedad más diversa de la historia, los jóvenes tienen menos prejuicios raciales que nunca, y la tecnología nos une de formas inimaginables.

Hay que ser optimista, pero no se puede esperar que alguien te dé una oportunidad, hay que buscarla. Tenemos que enfrentarnos a la realidad de que nuestros padres y abuelos no hayan podido predecir los problemas que han acaecido (…). Cuanto menos tiempo pasemos quejándonos y más pensando, más fácil será conseguir buenos resultados y hacer cosas.

Antes de terminar, me gustaría añadir que todas estas discusiones sobre problemas tan complejos son muy positivas, porque nadie posee la verdad absoluta. Cuantas más mentes analicen juntas las dificultades, más sencillo será conseguir soluciones y acuerdos. Hoy el mundo pertenece a quienes practican una cooperación constructiva.

Mi recomendación a los jóvenes es que estén todo lo preparados que puedan, que disfruten de las cosas que les pasan en la vida y presionen a los responsables políticos para que continúen realizando cambios que les generen más oportunidades. No hay razones para desesperar. El mundo ha cambiando de forma drástica en los últimos 20 años, algunos de esos cambios son negativos: existe demasiada desigualdad, no hemos respondido adecuadamente al cambio climático y hay una crisis de identidad en todo el mundo; pero, si analizamos la situación del pasado, si pensamos en conflictos como el de los Balcanes o el genocidio en Ruanda podemos estar tentados de reescribir la historia. Los jóvenes deben mirar al futuro con optimismo y ser claros transmitiendo las decepciones que les hemos causado, para intentar arreglarlas. No hay nada irresoluble, así que les aconsejo a los jóvenes que intenten arreglarlo y que además disfruten haciéndolo.

Por último, quisiera compartir con vosotros que, cuando conocí al Príncipe Felipe, él acababa de terminar sus estudios militares e iniciaba su formación universitaria en mi universidad, Georgetown. Sus padres me pidieron que cuidase de él, cosa que nunca hice y algo por lo que él estuvo inmensamente agradecido. El Príncipe Felipe es un gran ejemplo de lo que una gran educación puede hacer por un buen hombre.

A continuación, tomó la palabra Su Alteza Real el Príncipe de Asturias. Estas fueron algunas de sus aportaciones:

“Para resolver el problema del empleo y la necesidad de una mejor educación y formación, así como la búsqueda de nuevas áreas de rápido crecimiento que provean de nuevos trabajos, y de las mejores prácticas y políticas públicas del mundo (…) necesitamos que todos se involucren. Es un reto colectivo que ha de ser resuelto desde una perspectiva colectiva y amplia, como se ha hecho en este foro, antes de entrar en acciones más específicas.

Creo que podemos todos estar de acuerdo en que lo inteligente es escuchar lo que los expertos nos tienen que decir y analizar los puntos de vista de países, gobiernos, intelectuales, educadores, empleadores y políticos. Estos actores son cruciales a la hora de encontrar soluciones. Los gobiernos y las instituciones públicas tienen la responsabilidad de diseñar e implementar políticas que hagan crecer empleos estables. Las escuelas y las universidades deben proveer a los jóvenes de las habilidades necesarias, y las empresas tienen que crear oportunidades para el crecimiento profesional en un entorno cambiante.

Debemos transmitir, como el presidente Clinton, un mensaje de optimismo a los jóvenes que sufren las consecuencias de la crisis, que impide su acceso al mercado de trabajo y que bloquea sus legítimas demandas de un trabajo, así como sus aspiraciones a una carrera profesional exitosa que les permita prosperar. Tenemos que animar a los jóvenes a enfrentarse a estos problemas con una actitud proactiva y positiva. Esta actitud es esencial para sobreponerse a las dificultades.

Soy consciente de que no es fácil decirles esto, cuando ya luchan con resolución y firmeza ante una realidad que a veces es dura; pero necesitan saber que todos estamos implicados y que sus retos personales son también nuestros retos colectivos, que pertenecen a toda la sociedad (…).

Hoy la situación hace que sea imperativo encontrar soluciones. En muchos casos, es una cuestión de supervivencia y un riguroso examen para nuestros modelos de gobierno, que se enfrentan a una realidad moderna y global. No podemos permitirnos perder la esperanza y debemos trabajar duro para asegurarnos de que exista”.


 

Entrevista publicada en Executive Excellence nº104 jun13