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Persiguiendo la excelencia

23 de Abril de 2012//
(Tiempo estimado: 4 - 8 minutos)

LIDERAZGO /HABILIDADES DIRECTIVAS

Quiero ser el mejor, pero me aproximo a este deseo paso a paso, con objetivos a corto plazo. Cuando alcanzo uno de ellos, me pongo otro que sea razonable y pueda lograr si trabajo duro. Cada éxito cerca del siguiente. Cada vez intento visualizar dónde quiero estar y qué tipo de persona o de jugador quiero ser. Tengo siempre un fin en mente, intento saber con exactitud a dónde quiero llegar, y para ello me focalizo en alcanzar esa meta. Se trata de algo mental: únicamente me concentro en el siguiente paso.

No me da miedo preguntar nada a nadie, ¿por qué habría de tenerlo? Todos los pasos son como piezas de un puzle que, cuando están juntas, forman una imagen. Si está completa, alcanzas el objetivo; pero si no lo está, no te deprimas.

No pienses en el fracaso

Nunca me centro en las consecuencias del fracaso. Cuando haces algo así, estás visualizando un resultado negativo. Si me enfrento a una situación, siempre pienso que puedo tener éxito e intento borrar de mi mente cualquier desenlace perjudicial. Son muchas las personas que se paralizan por el miedo al fracaso, pues piensan en los efectos de un resultado negativo, incluso a veces en la vergüenza o en la imagen negativa que proyectarían.

De joven me di cuenta de que, si quería alcanzar algo en esta vida, tenía que ser agresivo, tenía que enfrentarme a las situaciones y sobreponerme a ellas. Nunca alcanzarás nada siendo pasivo. Soy consciente de que para muchas personas el miedo es un fracaso, para mí solo es una ilusión. Cualquier miedo es una ilusión.

Muchas veces piensas que algo bloquea tu camino, pero en realidad no hay nada salvo una oportunidad para hacer las cosas lo mejor que puedas y triunfar. Si, aun habiendo dado lo máximo, esto no es suficiente, siempre me queda el saber que no tuve miedo a intentarlo. Quizás no tuviese la capacidad para hacerlo o no fuese lo bastante bueno, pero no hay nada malo en no obtener el resultado deseado, si lo has intentado con todas tus fuerzas. En mi caso, el fracaso siempre me ha hecho volver con más fuerza.

Por eso, mi consejo es ser siempre positivo y convertir el fracaso en energía para probar de nuevo. El fracaso te hace avanzar y aproximarte más a aquello que quieres obtener. Todos conocemos ese dicho de que “las grandes invenciones tuvieron cientos de fracasos antes de encontrar las respuestas”.

Frecuentemente el miedo nace de la falta de concentración. Si sabes que estás haciendo lo correcto, relájate y actúa. Olvídate del resultado, pues no siempre puedes controlarlo todo. Cuando haces una presentación profesional, has de centrarte en todo lo que sea necesario y objetivo para la misma, pero después de ella el resultado final está fuera de tu control, depende del cliente o de un comprador, así que no te preocupes más.

Puedes aceptar el fracaso –de hecho, todos fracasamos alguna vez–, pero lo que no debes aceptar es dejar de intentarlo. No importa que no ganes siempre que hayas puesto toda la carne en el asador. Si estabas al 110% de ti mismo y pusiste el corazón en lo que hacías, puedes quedarte tranquilo y contento. Además, cuando dedicas toda tu capacidad y esfuerzo a algo, los resultados terminan por llegar.

Por eso, no puedo hacer las cosas a medias ni dedicarles solo una parte de mi atención. Sé que si solo hiciese los esfuerzos a la mitad, solo podría esperar la mitad de resultados. De ahí que afronte los entrenamientos de la misma forma que me enfrento a los partidos. No puedo esconderme durante los entrenamientos y esperar tener ese extra de potencia y concentración al final de un partido. Lo cierto es que hay muchas personas que actúan así, y por ello fracasan.

Sobreponte a los obstáculos

En todos los entornos empresariales vemos lo mismo: un millón de excusas para no pagar el precio. “Si me hubiesen dado una oportunidad” o “si mi jefe me apreciase un poquito más y confiase en mí, podría haber obtenido tal resultado”; esto son solo excusas. Es cierto que existen obstáculos y distracciones en el camino, pues siempre que intentas algo aparecen dificultades, pero no puedes permitir que te frenen. Si te enfrentas a un muro, no te rindas. Descubre cómo saltarlo, rodearlo o incluso atravesarlo.

Tienes que mantener tu plan y tu objetivo. Son muchos los que quieren reducir su propio nivel, al ver que no alcanzarán un determinado resultado, y sin duda muy pocos quienes lo consiguen utilizando atajos. Hay que buscar el éxito de una forma honesta, planteándose objetivos y comprometiéndose con ellos. Nuestra sociedad tiende a dar mucho glamour a la consecución del éxito, sin tener en consideración el proceso para obtenerlo. ¿Qué ocurre cuando tienes un consejero delegado con una gran idea pero sin personas para ponerla en práctica? Si no tienes todas las piezas en su sitio, especialmente en las primeras líneas, esa gran idea no tiene ningún significado. Puedes tener a los mejores vendedores del mundo, pero si quienes fabrican el producto no son buenos, este tampoco lo será y nadie lo comprará.

Los gestores, igual que los entrenadores, han de encontrar la manera de utilizar los talentos individuales de modo que rindan lo mejor posible y sirvan a los intereses de la compañía. Todo este proceso conlleva generosidad. En nuestra sociedad, es frecuente hablar de lo difícil que resulta realizar una actividad en equipo y generosamente, en vez de ser una superestrella. Tendemos a ignorar o a no respetar todas esas partes que hacen que el éxito sea posible. El talento puede ganar partidos, pero el trabajo en grupo, con inteligencia, es lo que hace a un equipo ganar campeonatos.

Todo lo que he alcanzado a lo largo de mi carrera tiene su origen en la aplicación de unos fundamentos básicos. No importa lo que hagas ni la posición en la que estés, no puedes olvidar tus principios si quieres ser el mejor. La realidad es que muchas personas no quieren enfrentarse a esto y buscan una satisfacción inmediata, saltándose incluso los pasos más esenciales. Están tan centradas en crear una obra de arte que no le dan importancia a las escalas ni a las medidas. Puede que así lideres las primeras etapas, pero al final esa falta de atención al entorno y al equipo te acabará alcanzando y te hará fracasar. En el instante en el que te apartes de los fundamentos, ya sea una técnica adecuada, una ética del trabajo o una preparación mental, terminará desapareciendo el suelo en el que te apoyas y perderás el partido, el proyecto o tu puesto de trabajo. Solo cuando seas capaz de entender cuáles son los cimientos en los que se sustenta tu objetivo o tu trabajo, serás capaz de tener la visión global necesaria para alcanzar el éxito.

El conocimiento de los temas más básicos permite operar con más inteligencia. Este concepto puede parecer sencillo, pero no lo es. Has de monitorizar esos fundamentos de forma continua, pues lo único que cambia en ellos es la atención que les prestes. Los principios son inmutables: hay una forma correcta y otra incorrecta de realizar las cosas. Si eres capaz de tener tus fundamentos, tus ideales, tus ideas y tu ética claros y respetarlos, todo lo que está a tu alrededor crecerá, incluido tú.

Lidera dando ejemplo

Siempre he intentado dar ejemplo cuando he liderado. Nunca he tratado de motivar hablando, ya que los hechos son más importantes. Una imagen vale más que mil de palabras, por eso me he esforzado en dar una imagen de trabajo duro y disciplina. Si quien está liderando no trabaja duro, ¿por qué habrían de hacerlo quienes le siguen?

Un líder se tiene que ganar ese título. No se es un líder por ser el mejor jugador del equipo o la persona más inteligente o popular de la empresa. Además, nadie te puede dar ese título, sino que has de ganar el respeto de los demás a través de tus acciones. Tienes que ser consistente en tu actitud hacia el trabajo, ya sea entrenar al baloncesto, ser un vendedor o relacionarte con tu familia. Es esencial que quienes están a tu alrededor sepan qué esperar de ti y confíen en que tu rendimiento será constante y consistente, partido tras partido, especialmente en momentos como este, en momento de crisis.

Al final, tanto los jugadores como los entrenadores pueden decir aquello que se les pase por la cabeza, pero si no lo respaldan con rendimiento y trabajo duro, lo que digan no significará nada. La calidad debe existir en todo lo que haga, en la pista o fuera de ella, en el despacho o fuera de él. Un líder no puede dar excusas y ha de saber transferir sus habilidades y motivación a cualquier entorno, siendo capaz de sacrificar los objetivos personales por el bien del equipo. Un líder ya ha conseguido éxitos en el pasado, no tiene miedo de arriesgarse y dirigir a otros en ese camino, y está dispuesto a defender aquello en lo que cree y mantener sus convicciones. Cada casa, cada empresa, cada entorno necesita de alguien que lo lidere. 


Michael Jordan, jugador de baloncesto.

Opinión de expertos: Eurest, una compañía de Compass Group, líder mundial en restauración.

Artículo de opinión publicado en Executive Excellence nº91 abr12


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