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Un cuerpo fuerte, un líder fuerte

20 de Marzo de 2012//
(Tiempo estimado: 3 - 6 minutos)

La mayoría de los líderes reconoce la importancia de la buena forma física y su relación con un liderazgo efectivo. John F. Kennedy pensaba así. Las fotografías del clan Kennedy nadando, navegando o jugando al fútbol están indeleblemente grabadas en nuestras memorias. Parte de esto, evidentemente, era un cálculo político, ya que estas escenas estaban destinadas a desviar nuestra atención de los múltiples achaques del presidente.

Kennedy dijo: “La buena forma física es una de las claves más importantes para tener un cuerpo sano, y la base para una actividad intelectual dinámica y creativa”. A pesar de ser un “canijo”, jugó al fútbol y estuvo en el equipo de natación de Harvard. A menudo habló de la necesidad de que las personas mejorasen sus niveles físicos: “Como nación, estamos infra-ejercitados”. En una de sus conferencias, en 1961, censuró este hecho: “Nos estamos transformando, cada vez más, en una nación de espectadores”.

Kennedy participó hasta donde su frágil cuerpo le permitía, nadaba diariamente y hacía gimnasia para fortalecer los débiles músculos de su espalda. Su capacidad, bien desarrollada, para gestionar el dolor y la incomodidad, le fue muy útil durante episodios como el de la crisis cubana de los misiles, cuando se vio forzado a pasar días prácticamente sin dormir y bajo una gran tensión y presión.

El presidente Kennedy no fue el primero en enfatizar la interrelación entre la buena forma física y el éxito en el liderazgo. Theodore Roosevelt era conocido como un abogado de lo que llamaba “una vida extenuante”. El hecho más llamativo fue, en su caso, el contraste entre lo que era como hombre y lo que había sido como chaval. En su autobiografía, escribió: “Era un chico enfermizo, delicado, y sufría de asma. Era frecuente que me tuviesen que llevar de viaje a sitios donde pudiera respirar bien”. El padre de Theodore, ante esta situación, se negó a ser indulgente con las debilidades físicas de su hijo. “Ya has conformado tus ideas”, le dijo su padre, “ahora es el momento de conformar tu cuerpo”. ¡Y vaya si lo hizo! Al presidente Theodore Roosevelt solo se le podía describir como una dinamo humana que, durante sus períodos como presidente en la Casa Blanca, adoraba boxear con sus jóvenes asistentes, jugar al tenis, hacer lo que hoy llamamos trecking o hacer expediciones de caza. Cuando los oficiales del ejército protestaron respecto de una orden por la cual habrían de probar su capacidad física montando a caballo durante 24 horas, él hizo 150 km. en dos días. “No admiramos al hombre de la tímida paz”, dijo el presidente, “admiramos al hombre que personifica el esfuerzo victorioso; al hombre que nunca hace mal a su vecino, que está siempre listo para ayudar a un amigo y que tiene las cualidades viriles necesarias para ganar frente a la disputada y dura realidad que es la vida”.

Uno de los hombres a los que admiraba el presidente Roosevelt era el general Ulysses S. Grant, que no destacaba por su presencia física. “Este no es un general”, exclamó un cabo del Ejército de la Unión cuando le notificaron que un hombre delgado y sin apenas galones en su uniforme sería su comandante en jefe. Pero la realidad es que el general Grant tenía gran fortaleza y resistencia física; de hecho, a esta buena forma física atribuyó gran parte de su capacidad para ganar la Guerra Civil Americana. El general Grant pensaba que su contrincante, el general Robert Lee, estaba físicamente poco dotado para la tarea que él mismo se había propuesto. “Es demasiado viejo para el servicio activo”, recordaba Grant en su retiro. “En el momento de la rendición en Appomattox, él tenía 59 años y yo solo 42. Un general, para tener éxito, necesita de salud, juventud y energía”, dijo. “No me gustaría tener que poner en el campo de batalla a un general con más de 50 años. Cuando yo estaba en el Ejército, tenía un físico capaz de resistir cualquier cosa: acostarme en el suelo o dentro de una tienda, dormir una o diez hora en un día; comer una vez, tres o ninguna, tumbarme bajo la lluvia sin preocuparme”. Aunque podía tirar adelante sin dormir cuando fuera necesario, al general Grant le gustaba dormir y era un firme convencido de que siete buenas horas de sueño cada noche es algo bueno. Cuando le dijeron que Napoleón se apañaba con solo cuatro horas, dijo: “Si se supiese la realidad, no tengo ninguna duda de que complementaba sus pocas horas de sueño por la noche con algunas siestecitas durante el día”.

El presidente Herbert Hoover se ejercitaba a menudo con lo que él venía a llamar su gabinete de pelota médica, pero eso no le ayudó a curar la gran depresión. Al contrario, la falta de una buena forma física puede tener graves consecuencias. Franklin Delano Roosevelt sufría de una parálisis infantil que, aun pudiéndole haber fortalecido espiritualmente, le debilitó físicamente. Esto, combinado con el enorme estrés que padeció, el esfuerzo en la Guerra durante cuatro años y la vida sedentaria a la que había favorecido la parálisis, fue claramente algo que contribuyó a su temprana y repentina muerte.

Winston Spencer Churchill disfrutó de la buena vida, y se le veía. Cuando visitó el Cuartel General del general Montgomery, durante la Segunda Guerra Mundial, se mostró decepcionado por la sencillez de las instalaciones y la comida. Peor aún, los vasos solo se llenaban con agua. Ante el refunfuño de Churchill, “Monty” respondió que él ni fumaba ni bebía y estaba al 100% de su forma física. El Primer Ministro le respondió entonces: “Yo fumo, bebo y estoy al 200% de mi forma física”. La realidad es que el gusto por los habanos, el brandy y las comidas copiosas hicieron poco para inhibir las capacidades de liderazgo en tiempos de guerra de Churchill. Cuando era joven, estaba en muy buena forma física, de tal manera que pudo servir hasta los 40 años de forma eficaz en las trincheras de la Primera Guerra Mundial. Además jugaba regularmente al polo –que no es un deporte para delicados– y lo practicó hasta entrados los 50.

Ser líder es, inherentemente, estresante. Muchos buscan en él sabiduría y ejemplo. De manera que no puede dar la impresión de estar en mala forma física para soportar el estrés y las tensiones que conllevan el ejercer una gran responsabilidad. Un líder fuerte necesita de un cuerpo en forma y fuerte. 


LIDERAZGO

John A. Barnes, autor de John F. Kennedy y el liderazgo y también de Ulysses S. Grant y el liderazgo.

Opinión de expertos: Eurest, una compañía de Compass Group, líder mundial en restauración.

Artículo de opinión publicado en Executive Excellence nº90 mar12 


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