CaixaBank Research pone en marcha el primer monitor del mundo para seguir en tiempo real la evolución de la desigualdad económica y el papel del estado del bienestar en España. El objetivo del Monitor de Desigualdad es dar a conocer el impacto que está teniendo la crisis de la COVID-19 en los hogares españoles y, especialmente, en los colectivos más vulnerables de la sociedad, así como contribuir al debate sobre la efectividad de los mecanismos de protección del sector público.
Esta iniciativa, pionera a nivel internacional, se ha puesto en marcha a través de una colaboración público-privada desarrollada por un equipo de investigadores de la Universidad Pompeu Fabra, el Institute of Political Economy and Governance (IPEG) y CaixaBank Research.
Uno de los aspectos que hace especialmente relevante el lanzamiento del Monitor de Desigualdad es que, a día de hoy, los datos sobre desigualdad social se publican con varios años de retraso. Sin embargo, el Monitor de Desigualdad ha logrado extraer e interpretar datos de desigualdad en tiempo real, convirtiéndose en el primer proyecto en obtener y publicar resultados, de manera inmediata, a nivel internacional. Además, los datos obtenidos permiten segmentar los resultados además de por nivel de ingresos, por género, edad, región de origen, características geográficas del lugar de residencia y comunidad autónoma de residencia, ofreciendo un nivel de detalle inexistente hasta el momento.
Los resultados se publicarán con una periodicidad mensual en una plataforma de libre acceso en la que se mostrará la evolución de la desigualdad mediante gráficos interactivos. Además, los datos serán descargables para facilitar su análisis y distribucion y también se recopilarán todos los artículos divulgativos y técnicos que el equipo de investigación vaya publicando sobre el análisis de la desigualdad.
Técnicas de big data para medir la desigualdad en España
Uno de los aspectos más relevantes y que convierten a este Monitor en un proyecto diferencial es que utiliza técnicas de big data para analizar la evolución de cerca de 3 millones de nóminas cada mes, debidamente anonimizadas. Gracias a esta tecnología, es posible gestionar el gran volumen de información disponible y obtener una estimación precisa y representativa del conjunto de la sociedad de la distribución de los salarios y de su evolución a lo largo del tiempo. También hace posible analizar con detalle el impacto que está teniendo la crisis en distintos subgrupos.
Para medir la evolución de la desigualdad económica, se ha tenido en cuenta distintos indicadores y variables. El más relevante es la distribución mensual de los ingresos salariales antes y después de las transferencias que provee el sector público, por grupos de población (género, edad, características geográficas del lugar de residencia, y país o región de origen).
También se ha tenido en cuenta la evolución mensual del índice de Gini, medida económica que sirve para calcular la desigualdad de ingresos, tanto antes como después de las transferencias públicas, tanto para el conjunto de España como por grupos de población (género, edad, país o región de origen, características geográficas del lugar de residencia y comunidad autónoma de residencia).
Los primeros resultados
Los primeros resultados del Monitor de Desigualdad que se han hecho públicos este mes de noviembre, y que CaixaBank ha recogido en el dossier de su Informe Mensual, demuestran que la crisis de la COVID-19 habría provocado un aumento pronunciado de la desigualdad si la actuación del sector público no lo hubiera amortiguado en parte. También reflejan que las elevadas cotas de desigualdad registradas durante el pico de la crisis (abril y mayo) empezaron a disminuir de forma gradual gracias a la recuperación de la actividad.
No obstante, los datos obtenidos también concluyen que el impacto de la crisis no está siendo igual entre los distintos colectivos de la sociedad: está siendo especialmente acusado entre las personas que antes de la pandemia ya tenía unos ingresos más bajos. Entre los meses de febrero y abril, el porcentaje de personas sin ingresos aumentó 15 puntos porcentuales, un tercio de las personas con ingresos bajos (con salarios o transferencias inferiores a 1.000 euros) se quedó sin ingresos, y un tercio de las personas con ingresos medios (entre 1.000 y 2.000 euros) pasó a tener ingresos inferiores (un 13% pasó al grupo de ingresos bajos y un 20% se quedó sin ingresos). Una proporción significativa del grupo de mayores ingresos (superiores a 2.000 euros) también vieron sus ingresos reducidos, aunque en este caso el grueso pasó al grupo de ingresos medios (un 20%). Durante el mes de mayo, y especialmente a partir del mes de junio, el relajamiento de las medidas de confinamiento reavivó la actividad económica de forma muy destacable, y ello también tuvo su reflejo en la distribución de ingresos: la proporción de personas sin ingresos se redujo de manera considerable y volvieron a ganar peso los grupos salariales más elevados, especialmente los de ingresos más altos e ingresos medios.
Sin embargo, cuando en la evolución de la distribución de los ingresos se tienen en cuenta las transferencias del sector público, las dinámicas cambian sustancialmente y dejan de manifiesto el importantísimo papel que están desempeñando para amortiguar la dureza de la crisis. Así, el porcentaje de personas sin ingresos aumentó en 7 puntos entre febrero y abril, frente a los 15 si no se toman en consideración las transferencias públicas. Dicho de otra manera, las transferencias del sector público ofrecieron cobertura a cerca de la mitad de las personas que dejaron de tener ingresos del trabajo entre febrero y abril. Estas transferencias tuvieron una especial incidencia entre las personas que perdieron el empleo y que antes de la pandemia tenían unos ingresos medios, proporcionándoles una cobertura del 66%, mientras que entre las personas de ingresos bajos la cobertura fue del 27%.
Si se tiene en cuenta el índice de Gini, los resultados también son reveladores: antes de las transferencias del sector público, el índice experimenta un fortísimo repunte (11 puntos) entre febrero y abril, mientras que después de las transferencias se mantiene más estable en el tiempo y “solo” aumenta 2 puntos entre febreroy agosto.
En cuanto a los efectos de la crisis por colectivos, el análisis concluye que los jóvenes de entre 16 y 29 años, que ya partían de un nivel de ingresos claramente inferior al de las personas de mayor edad, es uno de los grupos de población que más está sufriendo: un 42% de los jóvenes que tenían ingresos medios antes de la pandemia pasó a tener un nivel de ingresos bajo o a quedarse sin ingresos y, entre los que tenían unos ingresos bajos, el 44% se quedó sin ingresos. De nuevo, cuando se cuentan las transferencias del sector público el aumento de las personas que se quedaron sin ingresos se reduce a la mitad (11,8 p. p. en el caso de los jóvenes).
El impacto de la crisis también está siendo más acusado entre los nacidos fuera de España: como en el caso de los jovenes, los inmigrantes presentan una distribucion de ingresos sesgada hacia rentas mas bajas, que son las que mas padecen durante la crisis. Sin tener en cuenta las transferencias del sector publico, el número de personas sin ingresos nacidas fuera de España aumentó en 21 p. p. entre febrero y abril (de 10, 2 p. p. después de las transferencias).
Según se desprende del Monitor, la crisis no ha hecho prácticamente distinciones en función del género en cuanto a desigualdad se refiere, y está siendo más cruenta en las zonas urbanas de España que en las rurales. A nivel regional, los resultados exponen que pese a que el aumento de la desigualdad fue pronunciado y generalizado en todas las comunidades autónomas, el repunte fue especialmente elevado en las Islas Baleares y en las Canarias, dos comunidades en las que el turismo tiene un peso particularmente alto. No obstante, una vez se tienen en cuenta las transferencias del sector público, las diferencias entre comunidades se reducen de forma sustancial.