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Londres 2012, la construcción de un legado deportivo

(Tiempo estimado: 9 - 18 minutos)

ESTRATEGIA / LIDERAZGO / TALENTO / TRABAJO

La pasada edición del Global Sports Forum Barcelona contó con la participación de Sebastian Coe, actual presidente del Comité Organizador de Londres 2012 (LOCOG), tras haber sido el presidente de la candidatura de Londres 2012. Doble campeón olímpico y 12 veces récord mundial en atletismo, Sebastian Coe ganó la medalla de oro en 1.500 m. y plata en 800 m., en los Juegos Olímpicos de Moscú 1980 y Los Ángeles 1984, respectivamente. Se retiró del atletismo de competición en 1990 y se convirtió en diputado del Partido Conservador y Secretario Particular de William Hague. En 2002 recibió el título “Lord Coe de Ranmore” y, cuatro años después, también el de caballero.

Asimismo, es vicepresidente de la Asociación Internacional de Atletismo, accionista de The Complete Leisure Group, miembro del Consejo de Administración, a título no ejecutivo, de AMT-Sybex Group y presidente del Sports Honours Committee.

Durante su conversación en el GSFB, desveló los detalles de la organización de los Juegos Olímpicos de Londres y cómo esta celebración está marcando su vida, desde hace ya una década.

El entorno de los Juegos Olímpicos ha cambiado drásticamente. Para la celebración de los de 1984, el Comité Olímpico hubo de convencer a Los Angeles para que organizase este acontecimiento. Hoy, la celebración de los Juegos se ha convertido en un evento multimillonario al cual intentan acceder muchos países. Las autoridades, tanto estatales como locales, se han dado cuenta de su auténtico valor, y la competencia por albergarlos ha crecido exponencialmente. Este concurso se ha transformado en algo que requiere estrategia y gran competitividad. El esfuerzo necesario para celebrar los Juegos Olímpicos con Campeonato Mundial de Fútbol exige grandes compromisos políticos y financieros. Estos proyectos involucran elevadísimos niveles de habilidades estratégicas, financieras y publicitarias, superiores incluso a la campaña de elección de un presidente norteamericano. Los Juegos Olímpicos son hoy grandes emprendimientos con mayúsculas. Pero, ¿qué es lo que hace que una candidatura sea efectiva?

FEDERICO FERNÁNDEZ DE SANTOS: Es usted uno de los dos únicos campeones olímpicos que ha organizado una Olimpiada (el esquiador francés Jean-Claude Killy gestionó los Juegos Olímpicos de Invierno de Albertville). ¿Qué ha sido más importante: ganar el oro olímpico o dirigir la organización?

SEBASTIAN COE: La mejor forma de contestar a esta pregunta es recordar la tarde anterior a la votación que nos hizo conseguir la Olimpiada de 2012. Habíamos invitado a comer a unos cuantos atletas, que formaban parte del proceso de la candidatura –como son Daley Thompson (dos medallas olímpicas en decatlón), Colin Jackson (recordman de 110 metros vallas) y Jonathan Edwards (medalla olímpica de triple salto y recordman mundial)– y, comentando sueños y deseos, les pregunté si estaríamos dispuestos a perder todos nuestros éxitos deportivos individuales a cambio de conseguir la nominación de Londres como sede de las Olimpiadas de 2012. Aunque a Daley le costó un poco más decidirse, todos estuvimos de acuerdo en que el objetivo de una Olimpiada en Londres lo merecía todo.

Reconocimos, independientemente de nuestra especialidad deportiva o la involucración en el proyecto, que la capacidad para llevar a cabo algo de tal envergadura y que nos comprometía a siete años de trabajo intenso y colectivo –implicando al Gobierno, al Comité Olímpico Internacional, a las diferentes organizaciones y empresas del país, a todos los accionistas, etc.– tenía detrás un espíritu mucho más profundo que nada de lo que nosotros hubiéramos realizado antes individualmente.

Los Juegos Olímpicos tienen un porqué: la pasión por el deporte y lo que pueden hacer por la sociedad moderna. Pero también un cómo, que es más complejo.

Recuerdo que cuando tenía 12 años vi por televisión los Juegos de México de 1968, los cuales no solo cambiaron la forma en la que concebía el mundo sino que también me cambiaron personalmente. El impacto de aquellos Juegos hizo que orientase mi vida hacia el deporte; el resto ya es conocido.

Por eso hemos dado tanta importancia a la promoción e imagen de los Juegos Olímpicos de Londres. Nunca quisimos luchar por los aspectos puramente logísticos o comerciales, sino que, desde el inicio de nuestra candidatura, centramos toda la campaña en hacernos entender y utilizar los Juegos para estimular a la juventud a participar en ellos. Esa es la visión que hemos tenido desde el primer día y que hemos intentado transmitir.

Evidentemente, hay muchas más cosas, como el hecho de centrarnos en una parte de la ciudad que ha cambiado su realidad y su entorno. Si el siglo XX se focalizó en traer y acercar los deportes al mundo, los Juegos en el siglo XXI deben centrarse en aproximar el deporte a los jóvenes.

Estamos cambiándole la cara a nuestra ciudad gracias al deporte. El impacto será tremendo, pues hemos aumentado las zonas verdes en un 7%, acercado al centro una playa y creado áreas residenciales accesibles, cambiando la suerte económica de todo lo que rodea a esta zona. Además, el turismo generado será un gran motor económico. Podemos decir que, dentro del movimiento olímpico, se están produciendo unos legados transformadores de una importancia nunca antes conocida.

F.F.S.: Este impacto al que alude tuvo su origen en Barcelona, ¿no es cierto?

S.C.: La primera visita que realicé, una vez definidos los objetivos de la candidatura, fue a esa ciudad, para sentarme con Pasqual Maragall. Barcelona es un ejemplo de cómo las Olimpiadas sirven para cambiar la percepción del deporte y cómo influye este en los entornos sociales y en las ciudades.

F.F.S.: Cuando comenzó el proyecto, los titulares ponían en duda la capacidad de realización, algo sostenido durante bastante tiempo, aunque los hechos desmienten estas dudas. No solamente se ha mantenido dentro de los presupuestos y tiempos establecidos sino que este proyecto se caracteriza por la inclusión de la diversidad y de las mujeres a niveles nunca antes conocidos en la organización de un evento similar. El equipo organizador debería ser ejemplo para las grandes corporaciones internacionales. ¿Qué filosofía ha existido para poder llegar a ese punto de diversidad cultural y social y a esos niveles de integración de la mujer?

S.C.: Quisiera darle algunas cifras que constatan nuestro objetivo de que la organización reflejase la realidad del país: tenemos una estructura que aproximadamente reúne a 3.200 personas, cifra que se doblará en los meses precedentes a la ceremonia de apertura y durante la celebración; nos propusimos que el 20% de los puestos de trabajo se generasen en la comunidad local, y que el 15% de ellos fuese cubierto por desempleados de las zonas donde se iban a desarrollar los Juegos; y más de la mitad de las personas que ostentan puestos de liderazgo dentro de la organización son mujeres. Para nosotros era muy importante reflejar en la organización la realidad del país y de la comunidad.

Nuestra candidatura se celebró en un momento de elevada competencia. Desde el principio incorporamos al proyecto grandes organizaciones, dado que el volumen financiero necesario era tremendo (3.2 billones de dólares). Nuestro objetivo de recaudación en el mercado doméstico era de 700 millones de libras. Reunimos a 44 sponsors y más de 50 licenciatarios de merchandising.

Creamos un equipo comercial interno, en lugar de utilizar agencias o consultoras externas, pues consideramos que debíamos manejar esta estructura desde dentro por razones evidentes.

F.F.S.: Hacer todo esto a tiempo y ciñiéndose al presupuesto es complejo, pero más aún si se tiene a la prensa mirando con lupa todos los movimientos…

S.C.: Es cierto, y no creo que hayan existido otros Juegos Olímpicos donde la prensa haya tenido una actitud tan tenaz e incisiva. Aunque, si hemos de ser justos, esto solo ha hecho que seamos incluso mejores.

No estamos en guerra con los medios de comunicación, de hecho tenemos una relación estrecha y de mutua ayuda. Es más, ocasionalmente sus análisis nos han hecho ver cosas que se podían mejorar. Estar bajo la lupa hace que estés siempre atento. Simplemente pienso que tener una prensa libre que esté observando y monitorizando es algo positivo, aunque a veces se produzca algún tipo de roce.

F.F.S.: La realización de los Juegos Olímpicos significa el mayor proyecto de construcción en Londres de los últimos 150 años. ¿Puede darnos algunos detalles?

S.C.: En julio de 2005 el Comité Olímpico Internacional otorgó a Londres los Juegos Olímpicos de 2012. Entonces era difícil creer que la zona del este de Londres podría sufrir la transformación que todos podrán ver este verano. Lo que antes eran zonas industriales e incluso vertederos se han convertido radicalmente en una combinación de zonas húmedas, cauces y espacios verdes. Recuerdo estar en lo alto de una torre, al comienzo del proyecto, viendo la localización actual del parque y señalar una montaña de electrodomésticos abandonados diciendo “ahí es donde estará el centro acuático” o “veis esas bicicletas tiradas a la orilla del río, pues al lado estará el estadio…”. Haber tenido la suerte de vivir esa transformación me obliga a rendir tributo a las autoridades que tuvieron la responsabilidad de regenerar la zona del este de Londres y construir los lugares donde se celebrarán los eventos.

Todo este proceso implica problemas, sobre todo cuando estás continuamente inmerso en discusiones sobre lo que es un presupuesto racional, los costes de las infraestructuras o las inversiones en la comunidad. Eso son los temas en los que el Comité Olímpico siempre ha tenido que involucrarse, pero hemos de reconocer su magnífico trabajo.

Aprendimos y pudimos poner en marcha muchas cosas, como la localización de las organizaciones. Nos dimos cuenta de que, a veces, se producían desconexiones entre el Comité Organizador y los encargados de la realización de las infraestructuras. Por eso, dispusimos en el mismo edificio ambas estructuras, de modo que el máximo responsable del control estaba a unos metros de pasillo de mi despacho. Cuando había que discutir algo, no teníamos que comunicarnos por escrito sino que entrábamos en el despacho del otro. Por eso podemos asegurar que el CEO del proyecto se reunió varias veces con la máxima autoridad del Comité Olímpico para la realización de estos Juegos. Poder mantener esa relación tan próxima fue siempre de gran ayuda.

No hay ningún otro aspecto esencial que reconocer. Es evidente que se ha producido un cambio en el entorno, pero el legado es lo esencial. Las zonas residenciales, el hospital, los millones de toneladas de tierra que se descontaminaron (el 95% de los materiales son reciclados)… Todo esto ha permitido la transformación de las personas a través del deporte, cambiando en solo cinco años lo que, en circunstancias normales, hubiese tardado 25 o 30.

F.F.S.: Si comprobamos en lo que se ha convertido Barcelona, Seúl o incluso Atlanta, se pueden ver y medir los impactos que el deporte ha tenido sobre estas ciudades 20 años después. Dentro de dos décadas, imaginamos que Londres se habrá transformado mucho. ¿Cómo prevé que suceda?

S.C.: La realidad es que, hace unos siete años, el 70% de los ingresos de esta zona dependía de los muelles del puerto. Todo esto se colapsó y desapareció una gran cantidad de negocios del área, llegando a unos niveles de desempleo de hasta el 40% en determinados lugares. El ejemplo que utilizamos es que si uno llega hasta la línea de metro de Jubileo, cerca del parque olímpico, cada vez que alcanza la siguiente estación en la línea debe saber que la población allí pierde un año de esperanza de vida con respecto a la del centro de la ciudad. En estos Juegos Olímpicos nos jugamos algo mucho más importante que simplemente la capacidad de celebrarlos, nos jugamos el regenerar una amplia zona de la ciudad, un objetivo que siempre formó parte de la visión de esta organización.

F.F.S.: Antes de la celebración, están organizando una serie de encuentros para presentar y probar todas las infraestructuras. ¿Cómo están siendo estas pruebas?

S.C.: No podemos hablar de pruebas sin antes referirnos a los valores centrales del proyecto, unos valores orientados a cómo transformar la vida de los jóvenes. Poner a los actores –los deportistas– en el centro del proyecto es algo que estaba planificado en la segunda fase. Si pones al actor en el centro de todo el proceso, harás que todo salga mucho mejor y no cometerás errores. Esto es fácil de decir por mi parte, ya que he sido competidor en varias Olimpiadas, pero no es algo que diría a la ligera, sino que tiene sentido intelectual. No puedes eliminar del proyecto ni obviar la opinión de alguien que ha pasado la mitad de su vida pensando cómo llegará a esta Olimpiada que, por otra parte, marcará su futuro. Las zonas de entrenamiento y las residenciales serán su sancta sanctorum durante tres semanas. Por ello, es fundamental ponerles en el centro del proyecto.

Uno de los mayores temores para un deportista antes de la competición es enfrentarse a algo desconocido o que no haya podido probar cien veces previamente. La final de una prueba no es el momento para descubrir las condiciones de la pista, o de la instalación que sea. Muchos, y yo personalmente, nos hemos pasado horas analizando la calidad de las pistas, los ángulos de giro, las inclinaciones, etc. Hablando con los atletas descubrimos que aún nos quedan cosas por mejorar y por cambiar, y eso no me preocupa. Esa presión ahora es muy buena, dado que nos permitirá tener probados a tiempo los entornos donde se va a competir. No quiero tener que mirar a la cara a un atleta sin tener la conciencia tranquila por haber dejado aspectos sin verificar. No tener esta actitud puede significar la diferencia entre que un atleta se quede en las semifinales o pase a la final. Que un atleta –u otro deportista– no sea víctima de nuestras incapacidades se ha transformado en un mantra para todos en la organización.

F.F.S.: Faltan pocos meses para la celebración de algo en lo que ha invertido casi una década. ¿Cómo se mantiene la compostura frente a la prensa y el entorno?

S.C.: Estos proyectos son tan largos que uno aprende a no involucrarse en las subidas y bajadas emocionales. La mayoría estamos aquí desde hace siete años y algunos, como yo, le hemos dedicado casi una década. Uno no puede sentirse excesivamente eufórico por lo mejor ni excesivamente deprimido por lo peor, porque la vida, generalmente, se encuentra a mitad de camino.

F.F.S.: Hay dos temas de especial significación y complejidad: la seguridad y el transporte. ¿Cómo se enfrentan a estas dificultades?

S.C.: Estos temas son claves en la celebración de los Juegos Olímpicos. Desde la perspectiva de gestión de proyectos, son dos aspectos que se ponen encima de la mesa de una forma secuencial e incremental en la evolución, dado que se van comprendiendo cada vez más conforme avanza el proyecto. Esto es inevitable.

Con respecto al transporte, nos reunimos con los responsables de transporte de Londres para organizar los horarios, calcular los volúmenes necesarios, valorar los posibles escenarios, etc. Hay que considerar todas las sesiones deportivas e integrar varias zonas. Nuestro equipo siempre enfocó esto como un gran proyecto y una gran historia para el transporte público. Ha habido pocos proyectos olímpicos que hayan sido capaces de mover, o que vayan a ser capaces de hacerlo, a tantas personas por hora. Para conseguirlo se involucrarán nueve ferrocarriles que permitirán entrar o salir de la zona olímpica a 25.000 personas por hora, y se tardarán seis minutos del centro de Londres al parque olímpico. No pretendo decir que poner en marcha todo este sistema de transporte en una ciudad como Londres, con 9 millones de habitantes y diseñada alrededor de una arquitectura medieval, sea algo sencillo. Londres no es una ciudad moderna en este sentido y contar con un sistema de transporte rápido siempre es complejo.

Respecto de la seguridad, creo que lo estratégicamente más lógico es no discutirla en detalle. Trabajamos de forma coordinada con el Gobierno y con la Policía Metropolitana para poner en marcha unos Juegos Olímpicos seguros. No existe ningún deseo público de tomar atajos el respecto.

Hay también otro tema, desde mi perspectiva, muy importante. La seguridad debe ser proporcional y proporcionada. Este no es el evento que requiera de mayor seguridad en el mundo. Esta es la mayor celebración del deporte y queremos que la gente venga a Londres, pero que no tengan la impresión de estar en una ciudad en estado de sitio.

F.F.S.: Uno de los aspectos en los que más hincapié hace es en el legado, en lo que llegará después de la celebración de los Juegos Olímpicos. Uno de los programas más interesantes que ha puesto en marcha es “International Inspiration,” en el cual participan casi 15 millones de niños de 25 países. ¿Puede hablarnos de él?

S.C.: Lo que deseábamos con este tema era ser auténticos con nuestra propia naturaleza como país. Si uno observa lo que Reino Unido ha sido históricamente, lo que somos en la actualidad y, sinceramente, lo que espero que también seamos en el futuro, eso es una nación comprometida y que mira hacia el mundo. Esa es nuestra historia.

Tan importante como tener una dimensión internacional –Londres tiene más de 300 comunidades diferentes con 200 lenguas, una situación de diversidad a la que únicamente se aproxima Nueva York– nos pareció que este proyecto de Olimpiadas no fuera solamente una iniciativa para consumo local, sino que la ciudad se responsabilizase de promocionar esos valores más allá de la discusión doméstica. Los socios que nos hemos unido para este proyecto –como el Gobierno británico, Unicef, UK Sports, Asociación Olímpica Británica o la Premier League, entre otros– lanzamos juntos el reto del “International Inspiration”, con planteamientos sencillos y prácticos, sin excesiva sofisticación pero con impacto, tomándonos el tiempo necesario para entender la problemática del país y ver dónde podíamos ayudar a la juventud y al deporte. Además, estamos realmente comprometidos con la iniciativa, porque queremos que tenga continuidad en el futuro.

F.F.S.: Si hablamos de su especialidad deportiva, el atletismo, comprobamos que se ha reducido de forma importante el número de seguidores y el impacto que este tiene en la sociedad. ¿Qué ha de hacer el atletismo para recuperar ese protagonismo que tuvo cuando usted competía?

S.C.: Creo que también es comparable la situación del atletismo a la del fútbol, particularmente en mi país. Si vemos el fútbol de los años 70, que coincidió con el renacimiento del atletismo británico, observaremos que era, con mucha diferencia, un entorno más “complicado y hasta violento”, por lo cual muchos de los que lo practicaban se reorientaron hacia el atletismo. Además, coincido con una generación de atletas importantes. Mientras que Inglaterra no ha ganado un torneo internacional de fútbol como selección desde 1966, en aquellos tiempos, atletas como Daley Thompson, u otros, batían al mundo.

Hoy el entorno ha cambiado y, más que realizar pequeños ajustes, es necesario darnos cuenta de que el atletismo a niveles juveniles tiene que ser recreado. Hoy no es habitual que un chaval de 16 años haga lo que yo hice cuando tenía su edad, que era entrenar dos veces al día.

El atletismo no es un juego con una pelota y un equipo, por lo tanto tenemos que ser más creativos y capaces de implicar a los jóvenes. Tenemos que transformar un esfuerzo de unos segundos o minutos en algo más vinculado con el esfuerzo de equipo.

F.F.S.: Cuando terminen los Juegos Paralímpicos habrá finalizado el proceso y podrá mirar atrás y analizar la trayectoria de esta última década. ¿Qué emoción cree que sentirá?

S.C.: La verdad es que no lo sé. El coordinador de eventos que hay en mí desea que todo discurra de forma suave y coordinada, tanto para los deportistas como para el público. Quiero que los espectadores tengan una gran experiencia, que los sponsors obtengan buenos resultados, etc. Para mí, creo que todo se centrará en tener la capacidad de mirar a los atletas y comprobar que se sienten satisfechos; que aunque no haya podido estar llevándoles de la mano en la carrera, sí haya sido capaz de coordinar el entorno de la villa olímpica y lograr que se hayan sentido a gusto, que las pistas les hayan resultado satisfactorias y que les hayan dado todos los servicios necesarios para poder participar en las mejores condiciones y competir al máximo nivel. Creo que me sentiría satisfecho si, en retrospectiva, estuviese convencido de que hemos hecho todo aquello que estaba en nuestra mano para crear el mejor entorno posible.

Por supuesto que deseo que se produzcan grandes momentos y que consigamos muchas medallas, no porque representen mucho para mí, sino porque deseo que esas medallas permitan a las estructuras gubernamentales invertir en nuevos jóvenes competidores. Me gustaría dejar un legado deportivo que permita canalizar la energía política necesaria para promover el deporte y la juventud a nivel nacional. Sentado en el despacho dentro de 10 años, espero poder confirmar que todo este esfuerzo ha servido para construir un legado deportivo a largo plazo.


Entrevista publicada por Executive Excellence nº91 abr12

 

 


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