César Rincón, maestro y modelo
César Rincón nace en Bogotá el día 5 de septiembre de 1965, en el seno de una familia humilde. Desde muy temprana edad inicia su afición por los toros, guiado de la mano de su padre, Gonzalo Rincón, que en su juventud fue novillero, y quien por aquella época trabajaba como fotógrafo taurino.
Comienza a torear desde 1978, y pronto es considerado niño prodigio del toreo por su forma de hacer las cosas frente a las becerras con las que se inició. En ese momento, la Unicef de Francia, con el interés de resaltar los valores de los niños, hace un cortometraje de la corta vida de Julio César que estudiaba en un colegio público, trabajaba y entrenaba con la ilusión de querer ser torero.
El 8 de diciembre de 1982 toma la alternativa en la Plaza de Toros La Santamaría de Bogotá. A partir de entonces comienza su odisea, se endeuda y viaja a España durante varios años. Tiene que pagar los gastos de su sostenimiento y además tiene que pagar por torear. Lo poco que ganaba en Colombia, lo “invertía” en España, buscando una oportunidad. A esa situación tan complicada, se le suma la trágica muerte de su madre y su hermana en agosto de 1982, fallecidas al incendiarse la pequeña vivienda donde vivían en Bogotá.
Hasta que en el año 1990 tiene una oportunidad importante, después de tocar muchas puertas durante ocho años. Viaja a España de la mano del apoderado Luis Álvarez, torea 14 corridas de toros, deja una buena imagen y crea gran expectativa en el público por la verdad del toreo que interpreta.
De regreso a América, es contratado para torear en todas las ferias colombianas y algunas en los países vecinos. Empieza su temporada en la ciudad de Palmira (Colombia). Aquella tarde de noviembre de 1990 sufre una grave cornada en la pierna derecha al entrar a matar su primer toro, que tras una grandiosa faena, lo prende por la ingle derecha partiéndole la arteria femoral y la safena. Pierde mucha sangre, por lo que es trasladado de urgencias al hospital de Palmira, donde le intervienen haciéndole transfusiones de sangre por la constante pérdida de la misma. Después es trasladado al hospital universitario de la ciudad de Cali, donde le tienen que operar de nuevo.
Milagrosamente, gracias a su fuerza de voluntad y determinación, reaparece el 8 de diciembre del mismo año en la Feria de Quito, en la que arrasa con todos los trofeos. Seguidamente, torea en la mayoría de ferias colombianas donde sigue cosechando éxitos y regresa a España en el año 1991.
Ése es el año más importante de César Rincón como torero; en esa temporada abre cuatro veces consecutivas la puerta grande de la Plaza de Toros de Las Ventas de Madrid, convirtiéndose en el único torero en la historia que ha cosechado esos triunfos en la catedral del toreo. Y después vino la quinta puerta grande en el año 1995.
Triunfos logrados con la entrega, el amor a su profesión y una gran perseverancia para superar las dificultades, sobreponerse y volver a levantarse. En el año 1999 se retira forzosamente de los ruedos, a causa de una hepatitis C que le estaba haciendo mucho daño. Después de tres años de un agresivo tratamiento, vuelve a los ruedos porque como él mismo eñala: “Quería torear para sentirme vivo”.
Reaparece y triunfa de nuevo en todas las Plazas de Toros más importantes de España, Francia y América. En el 2005 abre su sexta puerta grande de Las Ventas de Madrid, a la que él llamó “un homenaje a la vida”.
En febrero de 2008, y después de 25 años de alternativa, se despide de los aficionados y de las Plazas como torero, pero sigue vinculado a través de la ganadería de lidia en Colombia y en España. Otro andar importante de su vida, otro reto que vive diariamente en la ganadería “El Torreón” en Extremadura y en “Las Ventas del Espíritu Santo” en Colombia.
Pero su actividad no termina aquí. Su espíritu perseverante le lleva a nuevos retos de manera constante. El último, como conferenciante (HiCue Speakers), le ha vinculado al mundo empresarial. Desde hace tres años, César Rincón compagina su faceta de ganadero con la de conferenciante, de la cual hemos podido ser partícipes y que aquí reflejamos. Su calidez, sencillez, carisma y humildad son cualidades que hacen que conecte con un público tan complejo como el de los empresarios y directivos.
FEDERICO FERNÁNDEZ DE SANTOS: Decía Rutger Hauer en su papel como replicante en la película Blade Runner: “He visto naves de guerra ardiendo en las puertas de Thanhauser... y todos esos momentos desaparecerán como lágrimas en la lluvia”. Esa sensación de pérdida, de no poder compartir experiencias vividas, ¿ha sido la motivación que le ha llevado a reciclarse en conferenciante? Porque es curisoso que, habiendo triunfado, no haya optado por el camino habitual de las grandes figuras del toreo.
CÉSAR RINCÓN: Evidentemente, las motivaciones son diversas, pero el trasfondo de la felicidad está ahí. A través de esta actividad puedo sentir que mi profesión no se ha estancado y trasladar mis sensaciones, toda mi experiencia vital, a personas a las cuales pueden, reteniendo algo de lo que digo en mis conferencias, obtener conocimientos que les ayuden en su profesión y su vida.
Yo cuento la historia de mi vida, que para mí ha sido bonita y que muchos califican como impresionante; una vida a la que no le cambiaría ni una coma.
En esta nueva etapa es precioso poder sentir que, tras haberme quitado el traje de luces, la gente aún sigue pendiente de lo que digo; que se emociona y me aplaude. Esta nueva profesión de conferenciante me permite seguir teniendo sensaciones en línea con aquellos tiempos. Es un privilegio poder seguir sintiendo aquello que los toreros, cuando se retiran, siempre echan en falta: el pasado valor frente a la cara del toro, la conexión con el público… Eso es algo tan esencial y gratificante que, cuando de repente dejas tu traje de luces, te hace pasar a un mundo plano, sinrazón. Por eso, este nuevo aspecto de mi vida me llena, me hace feliz sentir que mis experiencias realmente tienen eco. Las reflexiones y sensaciones que cada cual pueda tener el día depués de escucharme me llenan.
F.F.S.: Es decir, que la mayor satisfacción como conferenciante es que sus palabras lleguen al auditorio.
C. R.: Lo más lindo de las conferencias, como de los festejos taurinos, es que aquello que has hecho trascienda. Lo que más me halaga es sentir que llegan esos detalles que hemos puesto respecto de los valores, como la perseverancia, el sacrificio, la mirada fija en los objetivos... La gente me comenta que le gustaría que sus hijos hubiesen escuchado mi conferencia.
Lo que me llena es, como las faenas, que se van quedando en el tiempo. Recuerdo la que hice en Madrid con el toro de Baltasar Iván, “Bastonito”. Han pasado 16 años, pero por la calle aún me siguen diciento: “Yo vi la faena más importante de tu vida”. El boca a boca es muy importante. Gracias a eso, mi manager de Colombia ya no necesita vender las conferencias, se las piden.
Mi conferencia se llama “Luces y Sombras” porque, aunque durante mucho tiempo llevé un traje de luces, ha habido sombras y dificultades a superar a lo largo de mi vida.Todo lo que he hecho en mi vida se ha desarrollado en un contexto de humildad y cariño, centrado siempre en mi familia
Lo que intento con mis palabras es, sencillamente, compartir la historia de mi vida de una forma sencilla. No soy modelo ni actor, sino que hablo con el corazón, y no sé hacerlo de otra manera. La gente lo percibe. Todo lo que he hecho en mi vida se ha desarrollado en un contexto de humildad y cariño, centrado siempre en la familia, en mi familia.
Mantener la atención de quien me escucha durante la hora y 20 minutos que dura mi exposición es para mí un factor de estímulo.
F.F.S.: El público al que se dirige ahora es, sin duda, un público mucho más complicado que el del tendido siete. Es un público especializado y con un alto nivel analítico, capaz de detectar la verdad y la sinceridad tras las palabras, además de valorar la profundidad de los conceptos y la utilidad de los mismos. Es decir, su nivel intelectual hace que sea un público difícil de entusiasmar y, sin embargo, salen entusiasmados de sus conferencias. ¿Cuáles son los valores y el conocimiento que les transmite para poder cautivar sus intelectos y sus corazones?
C.R.: Lo que dice en parte responde a la pregunta: los valores. Ésa es la clave. A veces perdemos los valores y nos olvidamos de que sobresalir no es sencillo, nos dejamos llevar por la imagen y no prestamos atención a los valores; pero la vida no puede ser tan light.
Creo que nos hemos olvidado del valor del esfuerzo humano. Las nuevas tecnologías, la riqueza que nos rodea, hacen que no le prestemos atención. Nos adaptamos con facilidad a esta vida y a todo lo que nos ofrece diciendo, ¡disfrutémoslo!, pero debemos hacer nuestros propios esfuerzos. Valores como la perseverancia, o esa “distancia” (como término taurino) que es el respeto a las personas desafortunadamente se están perdiendo. Esas “distancias” creo que son de los elementos más claves e importantes -y menos valorados- que existen.
F.F.S.: Entrando un poco más en materia, ¿cuáles son las vivencias que transmite en sus conferencias y dónde afirman la importancia de esos valores de los que habla?
C.R.: Uno de los factores esenciales que transmito en mis conferencias es el origen. De dónde viene uno, cuál es nuestra propia identidad. Cuando uno pierde su identidad, se queda vacío, le falta la estructura fundamental que te da la raíz. La raíz es lo que hace que todo se sostenga. Ésa es la parte fundamental, conocer quién es uno y de dónde viene.
Otra parte relevante es la perseverancia en el logro de los objetivos propuestos. En cualquier situación, la perseverancia es la cualidad que hace la diferencia. Yo tenía seguramente un pequeño talento para ser torero, pero lo que más me ayudó fue el ser juicioso. Como juicioso defino una persona que es perseverante en las cosas y, cuando uno tiene esa perseverancia, es capaz de alcanzar lo que se proponga.
F.F.S.: Una de las profesiones que menor nivel de éxito (o mayor nivel de fracaso) tiene es el ser torero. Muchos lo intentan, pero son pocos los que lo consiguen. Dentro de ese proceso de la gestión de su carrera, ¿cuáles han sido las claves para poder triunfar?
C.R.: Las claves han sido muchas. En primer lugar, el estudio del toro. La preparación adecuada que uno debe tener para poder enfrentarse a él. El valor que requiere estar frente al toro es mínimo, en comparación con la preparación que exige.El valor que requiere estar frente al toro es mínimo, en comparación con la preparación que exige
El estudio que tengas de la tauromaquia hace que ese valor se minimice. Tu preparación y dedicación hacen que, al final, el valor sea algo relativo. Yo puedo tener mucho valor, pero si no tengo el estudio del toro, el valor por sí solo no me vale para nada. Este concepto lo pongo en el contexto de cualquier empresa. La preparación en mi profesión, o en cualquier otra, es lo que te ayuda a tener la seguridad para que tú mismo te sientas valiente. Nelson Mandela decía en su libro que aunque uno no tuviese valor, aparentarlo era importante. Y le creo.
Probablemente, yo no tenía mucho valor, pero lo aparentaba gracias a mi preparación, a mis ganas y a mi deseo de llegar a los objetivos. Dentro de esos deseos, hay una cosa que se llama la motivación. ¿Y por qué me motivaba? Pues en parte por los compañeros, y por la necesidad de la “platica” que había a ganar. Si no la conseguía, las cosas iban mal. Creo que se conjuntaron varios factores.
F.F.S.: Cuando usted era joven más de uno podría haber pensado que acabaría como fotógrafo, al igual que su padre. En cambio, a los 10 años ya utilizaba a su perro Príncipe como “becerro” para dar sus primeros capotazos. Recibió mucho apoyo de todo su entorno, pero ha sido el único de toda su familia que eligió esta profesión. ¿Por qué?
C.R.: Por mi papá y por la fotografía taurina. Él quiso en algún momento ser torero. Yo no llegué a verle torear, era muy pequeño, pero me inculcó la afición. Cuando uno es niño, juega a identificarse con una profesión, pero conforme iba cumpliendo años me gustaba más y más, y veía a los toreros con mucha plata… algo que también me marcó, más aún proveniendo de una familia tan humilde.
F.F.S.: En una carrera siempre se habla más de los éxitos que de los fracasos. Pero la verdad es que todos hemos tenido nuestros malos momentos, nuestros fracasos, y eso enseña mucho. ¿Cuáles han sido los suyos y qué ha aprendido de ellos?
C.R.: Los momentos más malos de mi carrera los viví en los años 80. Desde el año 82 hasta 1990. Por aquella época, no toreaba nada y debía muchísimo dinero. Ésa fue la parte más dura de mi carrera. Esos momentos fueron más duros que las cornadas que después recibí. Las cornadas son accidentes de un trabajo y uno asume esa situación de riesgo, pero lo duro es llamar a la puerta y que nadie te apoye.
La única enseñanza que tengo de esos momentos es la importancia de ser perseverante. La perseverancia me ayudó a mantenerse en el camino recto y seguir. En 1982, tuve muchos amigos alrededor que vivían bastante bien gracias a otras actividades, y tuve tentaciones. Finalmente me di cuenta de que no sirve el afán de ganar dinero rápido, sino que también es necesario sentir que uno tiene una identidad y logra el reconocimiento por haber seguido un camino recto. Cuando uno es ídolo de los niños, tiene una gran responsabilidad. Si uno es humilde y quiere salir de los barrios marginales, necesita alguien a quien poder mirar, un modelo
Con el tiempo, me siento orgulloso de haber conseguido el reconocimiento no solamente entre los taurinos, sino de la gente en general, especialmente entre los niños. Cuando uno es ídolo de los niños, tiene una gran responsabilidad. Si uno es humilde y quiere salir de los barrios marginales, necesita alguien a quien poder mirar, un modelo. Con todos los respetos, hace no mucho tiempo critiqué una serie de televisión que pasaron en Colombia, llamada El Capo, donde hacían un “homenaje” al capo más importante que ha tenido el país: Pablo Escobar. Cuando se preguntaba a los niños sobre lo que querían ser, todos coincidían en responder: “Yo quiero ser capo”. Esa imagen me dio mucha rabia. Los niños se deben identificar con la buena gente, y si yo tengo una solidez en ese aspecto, si yo tengo esa imagen, no la puedo dañar. Me parecería una irresponsabilidad.
F.F.S.: Decía que es la técnica y la preparación lo que da el valor, pero la realidad es que cuando uno tiene un morlaco de 600 kilos de frente, embistiendo, tiene un problema serio. Da la impresión de que le quita hierro a las condiciones necesarias para ejercer su profesión. ¿Hasta qué punto ha llegado a pensar que ya había suficiente “platica” en el banco y que no merecía la pena arriesgarse más?
C.R.: Cuando cumplí 25 años de profesión hice un análisis de desde dónde vine y hasta dónde había llegado. Me dije a mí mismo que tenía que hacer un alto en el camino. El toro llega y te mata, aunque es verdad que cada vez que me vestía de torero nunca pensaba que el toro me iba a coger. Siempre pensaba en triunfar. Pero llegó un momento en el que mi situación económica era buena. No quiero decir con esto que me sienta el más millonario del mundo, pero sí que gané plata, la suficiente para estar bien. Así que, analizando mi punto de partida y dónde me encontraba, pensé que el dinero no lo es todo en la vida. También hay que saber disfrutar de la familia, del entorno, y lo importante ahora es poder mantener lo poco o mucho que tenga. Por eso dije: “Hoy me retiro”.
Después de 25 años, después de haber llegado a ser figura del toreo, después de haber luchado y superado la enfermedad –volviendo a triunfar y a ver satisfecha esa necesidad de demostrarse a uno que es torero–, hice lo que nosotros decimos: “Al toro hay que pararlo”.
F.F.S.: Decía José Antonio Marina que la bondad es un síntoma de inteligencia. Por lo que hemos podido averiguar, a su alrededor no se ha generado ningún mal ambiente, gozando siempre del respeto y aprecio de quienes le rodean. Por lo tanto, según la teoría de José Antonio Marina, es usted una persona inteligente. ¿Cómo lo ha conseguido?
C.R.: Creo que con el temple. Eso lo aprendí del toro de lidia. El temple, y traducido a la vida, es el equilibrio que uno ha de tener en ella. Ni muy rápido, ni muy despacio. Ni la voz alta, ni baja. Ni sentir que soy el mejor, ni sentirse el peor. El equilibrio que te da la vida es lo que me ha ayudado a tener ese reconocimiento y que la gente me abra sus puertas. Cada vez que estoy en una situación complicada cierro los ojos y digo: “Temple, equilibrio”. Ésa es la palabra más importante que tengo que tener en cuenta cada día.
F.F.S.: ¿Y qué hacer para que a uno no se le suba el éxito a la cabeza?
C.R.: Justamente ser equilibrado. He tenido muy cerca grandes deportistas, cantantes, futbolistas... que lo han tenido todo y, en un instante, se han embriagado de triunfo. Parecían como un globo, que al principio sube y sube, pero luego de un pinchito todo desapareció. Recuerdo el caso de un boxeador colombiano, Pambelé, que en una época dura –él nació en una familia muy humilde– ganó mucha plata. Hoy día pide en la calle. El no tener juicio (las malas compañías, las discotecas, las mujeres…) lo llevó a la ruina.
F.F.S.: Me llama la atención su capacidad de comunicación, cuando se es una persona introvertida y humilde. Ni presume ni abusa de la palabra. Grandes deportistas, como Carlos Costa, nos confesaban que antes de enfrentarse a un auditorio de directivos tenían “un poco” de miedo escénico. ¿Cómo ha dado este salto para enfrentarse al mundo de los empresarios y de los gestores? ¿Qué se siente y cómo se supera?
C.R.: Cuando tengo delante a los directivos, también siento miedo. Tengo que estar tomando agua como si fuese a torear. Cuando me vestía de torero en Madrid, llegaba al patio de caballos y, al ir a escupir, no tenía ni saliva. Ayer precisamente era mi debut en España, y no paraba de beber agua. La angustia, los nervios... la situación es dura. Tienes que superar ese momento y concentrarte más para lograr comunicar y que tu objetivo llegue. Cuando tengo delante a los directivos, también siento miedo. Tengo que estar tomando agua como si fuese a torear
Yo no he tenido la oportunidad de estudiar, ni tampoco me he preparado para hablar en público de una forma específica, pero precisamente en mi debut aquí se me acercó un profesor y conferenciante, que también daba clases de cómo hablar en público, para felicitarme por mi poder de comunicación. Me dio mucha alegría, aunque sí que reconozco que soy un poco autodidacta y a través del contacto con el público he aprendido a expresar. Con el toro de lidia, además, entras en la universidad de la vida donde aprendes y te formas. Como torero, conoces a personalidades de todo tipo y eso es una de las cosas más grandiosas que me han pasado la vida. Gracias a mi profesión, tengo muchos amigos tremendamente valiosos que, a través de sus experiencias, me han ayudado a formarme.
F.F.S.: No podemos dejar pasar la ocasión sin preguntarle por su país, Colombia. ¿Como están las cosas por allí?
C.R.: Tuvimos una gran suerte al tener durante ocho años a nuestro presidente, don Álvaro Uribe. Ha trazado un camino, en el que incluyó la lucha contra la guerrilla y el narcotráfico, que ha marcado un rumbo. Ahora hay una gran confianza en el país, que ha favorecido que muchos empresarios españoles vayan a invertir allí. Hablo de empresas grandísimas como Telefónica, Banco Santander, BBVA, Gas Natural, Ferrovial y muchas otras. Se han realizado grandes inversiones en infraestructuras y el desarrollo que está teniendo es tremendo.
Colombia tiene dos mares y puede convertirse en la plataforma que está en el centro de conexión tanto de los Estados Unidos y Canadá hasta Chile. Hoy en día, con nuestro nuevo presidente Santos, que tiene continuidad con lo que representó la política de Uribe, también se genera una gran confianza. La confianza se ve cuando no hay una devaluación del peso. Hemos estado acostumbrados a guardar nuestra “platica” en dólares. Hoy en día, sin devaluaciones, el negocio no son los dólares. El negocio es tener pesos e invertir en Colombia, ya que el retorno es mayor. Se nota muchísimo cuando una ciudad está desbaratada (levantada y en obras) y ahora toda Colombia está desbaratada. Quizás no exista una buena planificación para dichas obras, queriéndose hacer todo a la vez, pero es realmente una economía muy activa. Vivimos un gran momento en Colombia.
F.F.S.: Tampoco podemos dejar pasar la oportunidad de preguntarle acerca de su opinión sobre la tremenda polémica de las corridas de toros en Cataluña. ¿Qué opina de esta situación?
C.R.: El panorama se ve muy triste, pero también nos ayuda a que nos demos cuenta que no podemos relajarnos. Hace muchos años que en Cataluña se empezaba a ver venir la situación, y no solamente en Barcelona. En Tarragona no se daban corridas de toros, ni en Sant Feliu de Guíxols u otros pueblos; pero que no se den toros en una plaza tan importante y espectacular como La Monumental de Barcelona es tremendo. Esto ha hecho que nos unamos todos y empecemos, de una vez por todas, a decir que esto no se puede terminar. Hay mucha gente aficionada, y otros que no lo son y a los cuales hay que respetar, pero es importante que a nosotros nos respeten también. Al igual que los antitaurinos, tenemos derecho a la libertad de expresión y ahí está el camino a seguir.
Desde luego, sin esa libertad de expresión y siendo coartados como estamos siendo, el toro de lidia terminará desapareciendo. Sería triste que se perdiese una identidad, una historia que durante siglos ha sido parte de nuestra cultura y ha unido a toda Hispanoamérica.
Entrevista publicada en Executive Excellence nº74 oct.10