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Dr. Pedro Alonso, liderazgo científico internacional

(Tiempo estimado: 8 - 15 minutos)
Pedro Alonso

Doctor en Medicina, catedrático de la Universidad de Barcelona, director del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), director del Centre de Recerca en Salut Internacional de Barcelona (CRESIB) y jefe del Servicio de Salud Internacional y Medicina Tropical del Hospital Clínic, ha publicado más de 300 artículos en revistas internacionales y ha recibido varios premios y distinciones. Uno de los más recientes, su nombramiento como “Miembro Honorario Internacional” de la Sociedad Americana de Medicina Tropical e Higiene (ASTMH) en reconocimiento a su importante contribución a la medicina tropical y, en particular, al campo de la malaria.

Durante su exposición en el programa Transformational Leadership, el Dr. Alonso se sirvió de uno de los grafismos desarrollados por Hans Rosling –profesor del Karolinska Institutet y cofundador de la Fundación Gapminder, la cual ha creado un programa para convertir series estadísticas en gráficos interactivos– para ilustrar por qué en los últimos 150 años se ha dado la mayor revolución en la historia de la humanidad, “que es la de la salud, posiblemente solo equiparable al control del fuego o el desarrollo de la rueda”. El gráfico muestra dólares que representan una forma de renta per cápita a lo largo de los años en el eje de abscisas, y la esperanza de vida manifestada en años, como medida del estado de salud de una población, en el de ordenadas. Con esa gráfica, Pedro Alonso inició su relato; una historia de esperanza para el África subsahariana, que sintetizamos en las siguientes líneas:

“Viendo la imagen, podemos concluir que hace 200 años, los países eran básicamente pobres, homogéneos, con una baja esperanza de vida…, pero mi sospecha es que así había sido el mundo en los últimos 10.000 años, e incluso en los últimos cuatro millones, en los que posiblemente poco o casi nada habría cambiado.En el siglo XXI, África dobla la esperanza de vida gracias a la ciencia y al conocimiento aplicado, pero sigue igual de pobre

Si dejamos pasar 50 años del siglo XIX, vemos que el mundo varía poco, pero más tarde, con la revolución industrial, algunos países empiezan a hacerse más ricos y a ganar esperanza de vida, aumentando la heterogeneidad; mientras que otros siguen igual de pobres y con la misma mala salud. A partir de aquí, se produce la mayor transformación en la historia de las poblaciones humanas sobre este planeta. Entrado el siglo XXI, África dobla la esperanza de vida gracias a la ciencia y al conocimiento aplicado, pero sigue igual de pobre. Otros países se han hecho extraordinariamente más ricos y también han ganado esperanza de vida. La dispersión y la desigualdad han aumentado como nunca antes. El lugar donde uno nace determina radicalmente sus expectativas de vida.

En promedio, en los últimos 100 o 120 años, hemos ganado una media de 25 años de esperanza de vida. Jamás en la historia las poblaciones humanas han ganado tanta salud y tanta esperanza de vida como en los últimos años. La revolución industrial, la revolución de las tecnologías de la información, la revolución de la ciencia, el conocimiento de la medicina… han propiciado esta transformación. Somos testigos del mayor cambio jamás producido, pero seguimos teniendo enormes retos. 

No es aceptable que en el siglo XXI existan poblaciones con más de 30 años de esperanza de vida menos que los países más desarrollados del mundo, simplemente porque el lugar donde uno nace determina sus posibilidades.

Con el fin de construir instituciones que aborden la capacidad de generar conocimiento y transformarlo en acción para mejorar la calidad y las posibilidades de vivir, creamos en Barcelona el primer Instituto de Investigación y ahora el primer Instituto de Salud Global, uno de los pioneros en el mundo, gracias fundamentalmente al apoyo de “laCaixa”. Pero también hemos intentado crear las capacidades en algunos de los países más pobres para generar ese conocimiento. 

Sin embargo, no somos grandes innovadores. Personas como el general Marshall, secretario de Estado norteamericano, ya entendía perfectamente a mediados del siglo XX el papel clave de la salud para transformar la vida de las poblaciones atrapadas en el círculo vicioso de la enfermedad y la pobreza, y promover su desarrollo económico y social. No solo faltaban herramientas y conocimiento para conseguirlo, sino también recursos económicos, estabilidad política y social, solidez de los sistemas de salud de los países, capital humano cualificado...Las enfermedades que causan el 90% de la carga mundial de enfermedad solo reciben el 10% de la financiación mundial

Si analizamos los flujos económicos mundiales dedicados a la investigación biomédica, comprenderemos la llamada “brecha 10/90”. Si uno cuantifica las enfermedades en el mundo, el 90% del peso se concentra en los países en vías de desarrollo. Si atendemos a los fondos investigación mundiales, se produce la paradoja de que las enfermedades que causan el 90% de la carga mundial de enfermedad solo reciben el 10% de la financiación mundial, lo que entendemos como una brecha estratégica. Debemos generar recursos para poder investigar las grandes enfermedades (malaria, tuberculosis, SIDA) que afectan a las poblaciones más pobres, pero que constituyen una falla de mercado.

En los últimos años, a través de un programa de colaboración entre el gobierno de España y el gobierno de Mozambique, con las instituciones técnicas y académicas de Barcelona, el Hospital Clínic, la Universidad de Barcelona, el Instituto de Salud Global, la Universidad de Mozambique, instituciones de la sociedad civil mozambiqueña y la Fundación para el desarrollo de la comunidad, hemos desarrollado el Centro de Investigación en Salud de Manhiça, una zona rural al sur de uno de los diez países más pobres del mundo: Mozambique. Una iniciativa así solo es posible gracias a socios fundadores con permanencia de largo plazo, y a la búsqueda constante de sinergias. Colaboramos activamente con instituciones académicas, industrias farmacéuticas, organismos multilaterales y fundaciones privadas norteamericanas. 

Cuando llegamos allí en el año 1995, acababa de terminar la guerra y los cascos azules neozelandeses todavía estaban desminando el país. Comenzamos en un pequeño hospital rural en Manhiça. En el año 1998, empezamos a construir infraestructura con nuevos laboratorios y capacidades, hasta que por fin en el año 2003 pudimos ampliar la infraestructura y realizar un esfuerzo muy notable en formación, con más de 50 investigadores mozambiqueños, pues son ellos los que tendrán que salir adelante. Muchos han obtenido sus doctorados por la Universidad de Barcelona. 

Las nuevas infraestructuras son laboratorios de última generación donde podemos desarrollar la investigación más avanzada en el lugar donde está el problema. Para esto, hemos contado con la colaboración de mucha gente. Bill y Melinda Gates visitaron el Centro hace más de diez años y nos han prestado una ayuda tremenda, al igual que la viuda de Nelson Mandela, y otros. Ellos nos han permitido desarrollar y mantener uno de los principales centros de investigación africanos, avanzando la ciencia, tratando de aportar beneficios reales a las poblaciones de los países más pobres y ayudando a formar el capital humano”.

187 pedroAlonso grupo

Los alumnos del “Transformational Leadership” tuvieron la oportunidad de consultar sus dudas al Dr. Pedro Alonso. Estas fueron algunas:

¿Va a seguir creciendo la esperanza de vida? Todo apunta a que así será, y por lo tanto las desigualdades seguirán aumentando. Lo que más me preocupa es lo que suceda en los países más desfavorecidos. Creo que tenemos herramientas y oportunidades como nunca antes en la historia de la humanidad para transformar la realidad de esas poblaciones, de esos 1.200 millones de personas que todavía hoy viven con menos de un dólar al día. Tenemos incluso la capacidad de transformar su esperanza de vida sin alterar o tener que incidir realmente en su situación económica. Es una oportunidad histórica.

¿Qué rasgos destacaría de la población africana? Para mí África ha sido, es y seguirá siendo una parte central de mi biografía. Es el lugar donde me siento cómodo, alegre y motivado. Allí aprendes de sus ganas de progresar, de su manera de enfrentar las dificultades, del respeto que profesan a sus mayores, de su alegría… 

¿Cómo controlar el crecimiento de la población en África? Aunque parezca contra intuitivo, la mejor manera de controlar el crecimiento poblacional es disminuir la mortalidad, y ese es otro reto en zonas como el África subsahariana.

Excepto en China, en ningún lugar del mundo se ha controlado la fertilidad si antes no se ha controlado la esperanza de vida con la mortalidad. Primero tiene que caer la mortalidad, y después caerá la fertilidad. Las poblaciones con alta mortalidad y fertilidad crecen mucho. Cuando ambas se controlan, se llega a una situación como la nuestra, de crecimiento negativo. Si la mortalidad se reduce, y por tanto aumenta la esperanza de vida, la fertilidad se controla. Si esto no es así, seguirá habiendo un crecimiento poblacional desordenado.La mejor manera de controlar el crecimiento poblacional es disminuir la mortalidad

¿Qué avances subrayaría de su investigación contra la malaria? La malaria es una de esas grandes enfermedades relacionadas con la pobreza, junto con la tuberculosis y el SIDA. Son las big three. 

Las cifras son apabullantes. La malaria está causada por un parásito transmitido por la picadura de un mosquito. Ahora mismo, hay transmisión en más de 100 países, es decir, algo más del 45% de la población mundial está en riesgo o vive en países donde hay transmisión de la malaria. Cada año se producen entre 250 y 300 millones de casos en el mundo, y entre 700.000 y un millón de muertes al año.

Hace diez años, la inversión mundial en investigación ante lo que es claramente una de las grandes enfermedades de la humanidad era de unos 20 millones de dólares al año, hoy estamos viviendo la época dorada, y se invierten unos 200 millones. 

Científica y biológicamente, la malaria es una enfermedad extraordinariamente complicada. El parásito tiene una serie de mecanismos para evadir las respuestas inmunes, cambiar su configuración antigénica, etc. Se trata de un gran reto científico, pero hay escasez de herramientas y de investigación –por eso se llaman enfermedades relacionadas con la pobreza, no solo porque afecten fundamentalmente a los pobres sino porque son enfermedades pobres en recursos para investigar–. Por eso, es necesario poner a las mejores mentes a trabajar en ello.La malaria es una enfermedad relacionada con la pobreza, no solo porque afecte fundamentalmente a los pobres, sino porque es pobre en recursos para su investigación 

187 PedroAlonso microscopioLos progresos también han sido enormes. Tenemos nuevos fármacos y esperamos una primera generación de vacunas en los próximos meses. Igualmente, se está avanzando de forma muy notable en nuevas medidas de lucha contra el mosquito. 

¿Qué porcentaje de esos 200 millones de inversión proviene de contribuciones filantrópicas o privadas y cuánto de gobiernos? La aportación filantrópica proviene, en gran medida, de la Fundación Gates y de la Fundación Wellcome Trust de Reino Unido, cuya contribución también es significativa. La inversión gubernamental procede de Norteamérica, a través de los Institutos Nacionales de la Salud, y algo de la Unión Europea. Aproximadamente, dos terceras partes es financiación privada, filantropía, y una tercera parte es dinero público.

Mientras la filantropía se mantenga firme, hay una cierta capacidad de arrastre del dinero público. Los presupuestos de la Unión Europea reflejan claramente que el foco está en las poblaciones europeas. Sin duda, el proceso de envejecimiento es un problema importante, pero hay una tendencia a dejar atrás los grandes problemas de la salud global, y esto es muy preocupante.

Las últimas noticias sobre el SIDA parecen alentadoras. ¿Cómo está evolucionando realmente esta enfermedad? La gran dificultad del SIDA es que se sospecha que, en el momento en que lo tratas y consigues mantener al paciente libre de los llamados niveles detectables de virus, cuando retiras el tratamiento la enfermedad reaparece. Esto quiere decir que el virus está escondido en un ganglio o en algún otro lugar. Según las últimas noticias –aunque no conozco la información con detalle– parece ser que, por primera vez, se ha tratado y suspendido el tratamiento en una persona, y el virus no ha reaparecido.Tenemos nuevos fármacos y esperamos una primera generación de vacunas contra la malaria en los próximos meses

El SIDA es otro drama, pero ha tenido “la suerte” de ser una enfermedad que nos ha afectado a nosotros (de Norteamérica a través de San Francisco, California, pasó a la Costa Este y llegó a Europa); por lo tanto, la inversión y el esfuerzo de investigación y desarrollo que se ha hecho ha sido incomparablemente mayor al de la malaria; no así su prevención. La inversión se ha destinado a fármacos para el tratamiento, porque los sistemas públicos o los seguros norteamericanos lo pueden pagar. Sin embargo en África, además de tratamiento, necesitas prevenirlo. La inversión en prevención y en herramientas, como una vacuna, supone una centésima parte del tratamiento, pero ahí no hay mercado, a pesar de que sea nuestro gran reto.El SIDA es otro drama, pero ha tenido “la suerte” de ser una enfermedad que nos ha afectado a nosotros

Nosotros trabajamos en el sur de África, posiblemente en el punto más caliente del mundo, con un 40% de la población infectada, personas de entre 15 y 45 años. Esto no hay tratamiento que lo pare, eso solo se puede conseguir con medidas preventivas y el esfuerzo general que se está haciendo al respecto es muy escaso. 

Con su trabajo, han conseguido convertirse en una autoridad mundial en la investigación sobre la malaria. ¿Cómo les ha ayudado este liderazgo? Nuestro modelo ha estado muy basado en cuatro aspectos clave, que han sido nuestra hoja de ruta y que no se han modificado. Primero, una visión muy clara de cuál es el problema y el papel de la ciencia como manera de abordarlo. Tenemos un firme compromiso con el mundo de la desigualdad como uno de los grandes retos de la humanidad, y consideramos inaceptable la brecha de la esperanza de vida. 

En segundo lugar, una manera de relacionarnos con los países y las poblaciones endémicas. Entendemos que no vamos a resolver el problema sino a ayudar, a colaborar, a trabajar juntos. Creo que el respeto hacia el país y la sociedad que te acoge es clave.

En tercer lugar, nuestra vocación de permanencia y compromiso a largo plazo. Desde el día uno, hemos ido para quedarnos, siempre que ellos –desde la población más básica hasta el gobierno– quieran que estemos allí. Esta es una actividad de años, y ya llevamos 20. Si lo desean, seguiremos siendo socios y colaboradores. 

Por último, la credibilidad, un elemento que ha ido evolucionando con el tiempo. Todo esto hay que explicarlo, hay que ganar credibilidad internacional, y solo se consigue porque tenemos muy claro que jamás comprometemos la excelencia. 

Cuando hacemos un estudio de una vacuna de malaria somos tanto o más rigurosos si lo hacemos en Barcelona o en Boston, y eso lo podemos demostrar. Nos da credibilidad, reconocimiento y, por lo tanto, capacidad de atraer recursos, proyectos y socios. 

¿Cómo captan al talento que está trabajando en los proyectos en África? ¿Tienen dificultades? Reclutamos poco. Buscamos talento en los países endémicos, pero podemos mencionar dos tipos de expatriados. Por un lado, mucho estudiante americano y del norte de Europa que solicita pasar temporadas allí para aprender, y por otro, el profesional expatriado senior. Buscamos a gente de altísima cualificación. El más junior de nuestro equipo es veterinario o demógrafo con diez años de experiencia y doctorado. Para dedicarse a esto, necesitamos a los mejores profesionales, a personas que hayan demostrado ser altamente competitivas en su país de origen, y la mayoría de ellas financiadas con distintos mecanismos de selección de talento y excelencia. Esta ha sido una de las pocas cosas que también hemos tenido claras desde el primer día, tienen que ser los mejores de su categoría desde un punto de vista profesional.Jamás comprometemos la excelencia

No es suficiente con tener un alto compromiso; en ciencia se nos mide por resultados, y para poder competir internacionalmente por los fondos necesitamos la credibilidad de nuestros resultados.

¿Cómo se coordinan con los profesionales de otros países que estudian las mismas enfermedades? La relación es a menudo de colaboración y casi siempre de competencia. 

Los proyectos de investigación son altamente multidisciplinares y con entramados complejos, de manera que cada uno aporta algo. En este sentido, si yo tengo algo que tú necesitas para avanzar, colaboraremos. No hay ningún problema. Al final, el investigador principal del proyecto es, en cierta medida, un manager de disciplinas y de equipos situados en distintas zonas del mundo. 

Al mismo tiempo, la competencia es continua. Este es un mundo extraordinariamente competitivo por ser quien tiene la mejor idea, quien la escribe y la explica mejor. La competencia es feroz; de hecho, el 80% de nuestra financiación son fondos competitivos. Si no ganas, mueres.


 Publicado en Executive Excellence nº111 abril 2014


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