Denise Holt: el equilibrio entre culturas
Denise Holt (Viena, 1949), hija de un diplomático británico, posee una amplia experiencia del mundo hispánico y cursó estudios de español, francés y Ciencias Políticas antes de ingresar en el Ministerio de Asuntos Exteriores y de la Commonwealth en 1970.
Como analista para la Península Ibérica, un puesto que ocupó hasta 1984, observó directamente la extraordinaria transición de España y de Portugal a la democracia. En 1984 fue nombrada primera secretaria de embajada en Dublín. Posteriormente fue Directora de la Sección de América Central del Ministerio de Asuntos Exteriores y de la Commonwealth y primera secretaria de embajada en Brasil.
En 1993, Denise Holt pasó a ocupar el puesto de Subdirectora de la sección encargada de las relaciones con los nuevos países surgidos en Asia Central y en el Transcáucaso. En 1996 fue nombrada subdirectora (y, posteriormente, Directora) de Recursos Humanos del Ministerio de Asuntos Exteriores y de la Commonwealth.
Regresó al binomio de la transición política y el mundo hispánico con su nombramiento como embajadora en México en 2002, poco después de la elección del Presidente Vicente Fox. En 2005, volvió a Londres para crear una nueva Dirección de Migraciones en el Ministerio de Asuntos Exteriores y de la Commonwealth, reflejo del surgimiento de esta cuestión como una de las principales prioridades de los programas de acción nacional e internacional.
En mayo de 2007, Denise Holt tomó posesión del cargo de embajadora británica en Madrid, siendo la responsable, ante el Gobierno británico, de todos los aspectos de las relaciones del Reino Unido con España. En el momento de tomar posesión de su cargo, la embajadora declaró: “Es para mí un inmenso honor haber sido nombrada embajadora británica ante España. Tengo la impresión de haber regresado a mis orígenes: comencé mi carrera profesional trabajando en temas relacionados con la Península Ibérica y siento verdadera pasión por España desde mis días de estudiante”. Asimismo señaló: “Los lazos entre el Reino Unido y España son sólidos y se están fortaleciendo aún más gracias a los estrechos vínculos comerciales que existen entre empresas, los elevados flujos de turismo en las dos direcciones y el trabajo conjunto desarrollado entre los gobiernos y las autoridades a todos los niveles. Mi cometido será fortalecer y ampliar esos lazos colaborando con socios españoles y británicos y la idea me entusiasma”.
FRANCISCO ALCAIDE: Para empezar embajadora, cuéntenos cómo se organiza una embajada y cuáles son sus principales objetivos y funciones.
DENISE HOLT: Uno de nuestros principales objetivos es promover las relaciones comerciales entre España y el Reino Unido. En este sentido ofrecemos servicios a las empresas británicas que buscan contactos comerciales en España y a las compañías españolas que quieren invertir en el Reino Unido.
Igualmente es misión de la Embajada defender los derechos de los ciudadanos británicos en España, tanto los de 17 millones de turistas que llegan cada año como los de cerca del millón de británicos que han decidido vivir todo o parte del año en España.
Por supuesto, la embajada representa, a su vez, una plataforma para el gobierno británico. Tenemos personal de la policía británica que trabaja en colaboración con la policía española para proteger la legalidad y evitar que criminales británicos entren en España. Asimismo, un agregado del Ministerio de Defensa trabaja directamente con el propio Ministerio en temas de cooperación entre las fuerzas armadas y en la gestión de las visitas navales o militares.
Además, contamos con esa pequeña parcela tradicional que representa los intereses de las escuelas británicas que están aquí en España, y que quieren que sus calificaciones académicas sean reconocidas de manera equivalente a las españolas y permitan a los estudiantes acceder directamente a la universidad.
En ocasiones también trabajamos conjuntamente con España en terceros países en temas de interés común como, por ejemplo, la lucha contra el cambio climático. En resumen, podríamos decir que no existe prácticamente ningún aspecto en las relaciones entre Reino Unido y España que no pase por la Embajada Británica en España.
F. A.: ¿Cómo se distribuyen los recursos en la embajada?
D. H.: Recientemente hemos estado elaborando nuestros objetivos para el año que viene y analizando los recursos con los que contamos para realizar el trabajo: el 60% de nuestros recursos están dedicados a los servicios consulares y a UK Trade & Investment, un 15-20% tiene que ver con mantenimiento y a la parte política se destina otro 15-20%. Esto tiene sentido si tenemos en cuenta que existen 9 consulados y otros 9 consulados honorarios (18 en total situados en Baleares, Málaga, Canarias, Alicante, Bilbao...) y, por tanto, tenemos personal repartido por todo el país.
F. A.: ¿Cómo ve el mundo en que vivimos desde su posición de embajadora?
D. H.: Estamos en un mundo con oportunidades que jamás hubiéramos imaginado. Hoy día el mundo es muy diferente en comparación a cuando empecé en el servicio diplomático. En términos de nuestros servicios, el 30% de nuestros recursos a nivel global se dedican a Europa. Estamos intentando cambiar esto porque vemos que dentro de la UE nos conocemos muy bien, somos como una familia y muchos temas pasan por Bruselas, mientras que en China, por ejemplo, la cuarta economía del mundo, casi no tenemos presencia. Tenemos que reequilibrar nuestro esfuerzo para reconocer el mundo en que vivimos actualmente, lo que implica reducir los recursos destinados a Europa y destinarlos a aquellos países emergentes que más están creciendo: China, India, Brasil y México. Es importante incluirlos en nuestros debates y discursos. Cuando presidimos el G-8 en 2005, invitamos a estos países a participar, precisamente para concienciar a los países de que el mundo está cambiando y que estos países cada vez tendrán más peso en la escena internacional. Por ejemplo, en términos de cambio climático no podemos llevar a cabo todas las reformas que queremos si no incluimos a estos estados en el discurso internacional. En términos de crecimiento y prosperidad sucede lo mismo, porque representan el futuro. Las oportunidades están ahí y hay que aprovecharlas porque si no lo hacemos puede ocurrir algo parecido a África donde existen muchos conflictos, miseria o SIDA, y esto es porque no hemos sido capaces de trabajar con esos países para que salgan de estos problemas. Es un ejemplo de lo que podría suceder si no actuamos con una visión global. La postura del Reino Unido es que Europa es muy interesante, estamos muy cómodos, es nuestro continente, pero Europa de manera excluyente carece de sentido, porque hay más mundo y ese mundo va a determinar el futuro de Europa, y la única manera de afrontarlo es demostrando nuestro compromiso global.
F. A.: ¿Cuáles son los principales argumentos estratégicos del Reino Unido como destino de las inversiones de las empresas españoles?
D. H.: Uno de los aspectos que más valoran las empresas españolas es que el Reino Unido tiene un sistema en el cual el gobierno mantiene una posición muy distante en las relaciones comerciales entre las empresas. Tratamos de crear una sociedad bien regulada con leyes y luego dejar trabajar a las empresas con libertad. Los reguladores vigilan de manera muy independiente. No son nombrados por el Estado. El gobierno no tiene nada que ver con la opinión de los reguladores. Aunque a veces puedan existir diferencias de opinión con el regulador, las empresas saben que el Gobierno está al margen de la disputa y no intenta defender a las empresas británicas sino que se rige por un sistema competitivo. Cada empresa opera en las mismas condiciones. El Reino Unido está muy abierto a la inversión con independencia de la bandera que hay detrás. Cualquier compañía que quiera invertir en energía, agua, servicios, aeropuertos... puede hacerlo con independencia del país de origen. Tambiñen los empresarios españoles me han resaltado la alta preparación del personal británico y la buena gestión de las compañías. Y Otro aspecto que también valoran es la flexibilidad del sistema laboral británico.
F. A.: Wall Street ha sido durante mucho tiempo la primera plaza financiera del mundo. ¿Podría la City tomar el testigo como primera referencia financiera mundial y por qué?
D. H.: Un periodista de The Economist me decía hace poco que la City ya había superado a Wall Street por dos razones. Primera, por la ubicación geográfica. En timelines puede funcionar con Estados Unidos y con Japón. Resulta muy práctico tener sede en Londres en comparación con otros países. El segundo motivo es que el Reino Unido tiene una larga historia de servicios financieros y bancarios. En algún lugar de Londres se usan diariamente 240 idiomas. Es una ciudad global que resulta confortable a cualquier extranjero ya que siempre encontrará una colonia de su país. Algunas voces aseguraron que si el Reino Unido no entraba en el euro, Londres perdería peso como centro financiero, pero la realidad ha demostrado que no ha sido así y el debate parece irrelevante. La mayor parte de las entidades operan en varias divisas, con lo que la no incorporación británica a la moneda única no ha supuesto un problema grave.
F. A.: La lucha contra el cambio climático es un tema de enorme interés y en el que Reino Unido ha mostrado gran preocupación. ¿Cuál es el grado de avance respecto a esta cuestión, qué pasos se van a dar y cuáles son los mayores obstáculos a sortear?
D. H.: Los científicos afirman que hay problemas y nosotros en nuestra vida cotidiana también percibimos que el clima no es lo que era. Inundaciones, sequías o el aumento de temperaturas son sólo algunos ejemplos de la nueva realidad en la que vivimos. Por tanto, tanto a nivel científico como del ciudadano, existe una percepción de que hay que hacer algo. El principal problema viene a la hora de implantar los cambios. Muchas de las medidas propuestas por los gobiernos implican que cada uno de nosotros modifiquemos aspectos de nuestra forma de vivir, lo que no siempre resulta fácil de llevar a cabo. Por ejemplo, queremos usar el coche para todo, y en el futuro dudo que esto sea posible salvo que se descubran consumos menos contaminantes para los vehículos.
En cuanto a las líneas de actuación, el esfuerzo tiene que venir de varios frentes: uno, de la ciencia y tecnología para desarrollar productos (coches, casas,..) con menor consumo de energía; una segunda línea actuación tiene que ver, como señalaba, con la educación de la gente para que acepte el mundo en que vivimos y esté dispuesta a cambiar hábitos en favor del medio ambiente; un tercer ámbito de actuación consiste en entender la verdadera ciencia (no sólo la ciencia aplicada) del cambio climático. Todavía hay muchas personas que tienen dudas acerca del cambio climático y esto requiere una mayor capacidad de persuasión y comunicación.
F. A.: ¿Seremos capaces de hacer frente a estos retos?
D. H.: Si vamos a lograr las metas marcadas todavía es pronto para saberlo. Todos los países tenemos por delante un reto complicado, pero creo que esto es bueno porque implica que los objetivos son difíciles. Si todo el mundo logra los objetivos fijados, probablemente es porque fueron demasiado fáciles. Establecer objetivos casi inalcanzables nos obliga a trabajar duro para lograrlos aunque nunca se consigan enteramente.
F. A.: ¿Qué es lo más difícil de su posición como embajadora del Reino Unido en España?
D. H.: Lo más complicado es conseguir que dos culturas fuertes, independientes y con largas historias a sus espaldas se entiendan. Actuar como intérprete de dos sistemas: el británico y el español.
F. A.: Vd. ha sido embajadora en México, primera secretaria de embajada en Brasil y ahora es la embajadora en España. ¿Cuáles son las principales diferencias que se aprecian al gestionar embajadas en diferentes países?
D. H.: Cada embajada es diferente porque el tipo de relaciones con cada país es distinto. En España tengo muchos departamentos del Gobierno británico ubicados en la embajada que forman parte de mi equipo y que en México no los tenía. Las relaciones con un país con el que tenemos una historia de 500 años y con el que somos socios en la Unión Europea o en la OTAN, es diferente a la de un país como México con el que, a pesar de su tamaño, no tenemos relaciones tan tradicionales. No obstante, desde el punto de vista personal, cada destino ha sido muy educativo. Cuando estuve en México, durante la época de Vicente Fox, aprendí mucho sobre las relaciones comerciales así como del conjunto de reformas que se llevaron a cabo en esos años. En España, las relaciones son más amplias en contenido debido a nuestra relación en la Unión Europea y también con todo lo que tiene que ver con los servicios consulares, que representan una parte importante de mi trabajo y que en México casi no teníamos.
F. A.: ¿Cuáles son las cualidades personales que definen a un buen embajador?
D. H.: Un buen embajador tiene que tener la confianza de su propio gobierno y la del gobierno al que está enviado, y esto no siempre es fácil de conseguir. Luego, para ser diplomático, hay que tener interés por penetrar en una sociedad que no es la propia y estar abierto a entender lo que piensa la gente. Cuando un embajador llega a un nuevo país se enfrenta a una sociedad que muchas veces no comprende porque cada cultura tiene sus códigos.
F. A.: A lo largo de la carrera profesional se suceden momentos dulces y amargos. ¿Cuál ha sido su peor momento, cómo lo gestionó y qué lección aprendió?
D. H.: Ha habido muchos momentos difíciles y cada dos o tres meses hay nuevas situaciones complicadas. Probablemente los peores momentos los viví en México. Fue en una ocasión con seis espeleólogos británicos que pertenecían al Ministerio de Defensa pero que en ese momento no estaban de trabajo oficial sino que se encontraban en el país a nivel personal. Estaban investigando unas cuevas y se perdieron. Aquello desembocó en una cadena de incidentes que llevó a que fueran detenidos y conducidos a un centro de inmigrantes ilegales con toda la prensa británica fuera haciéndose eco de la noticia. No había nada excepcional pero captó el interés de los medios de comunicación. Al Gobierno de México le resultaba difícil entender a qué se debía esa enorme expectación y los británicos no podían entender qué sucedía con nuestros compatriotas. La principal lección que extraje de aquella experiencia es la permanente necesidad de traducir y conciliar sistemas y culturas diferentes. Mi trabajo en aquellos momentos fue principalmente interpretar. Hay que poner un enorme esfuerzo por tratar de comprender lo que piensa todo el mundo y después ser capaz de unirlo. Hay que escuchar muy bien y entender a todas las partes.
Entrevista publicada en Executive Excellence nº50 may08