Hacia un nuevo orden mundial

El mundo está experimentando un cambio de paradigma geoestratégico sin precedentes desde la Segunda Guerra Mundial, cuyos desafíos merecen ser analizados.
El ascenso de China y el auge de líderes autoritarios han cuestionado el orden liberal internacional. La pandemia de COVID-19 evidenció la vulnerabilidad de las economías interdependientes, mientras que la guerra en Ucrania mostró el resurgimiento del uso de la fuerza en la política internacional. En este marco, el liderazgo estadounidense ha evolucionado hacia una visión mercantilista y proteccionista, impulsada por la figura de Trump, cuya política transaccional ha debilitado la cooperación internacional.
La globalización no ha desaparecido, pero está cambiando. Si bien el proteccionismo gana espacio, los expertos coinciden en que el aislamiento no es viable. La reconfiguración de las cadenas de suministro y la reducción de la dependencia de ciertos mercados son tendencias clave. Las políticas estadounidenses han llevado a Europa a reflexionar sobre su propio papel en el mundo. La UE enfrenta retos de gobernanza, un mercado único incompleto y un exceso de regulación que afecta su competitividad, a pesar de tener fortalezas económicas.
En términos de seguridad, Europa ha descuidado su capacidad militar, dependiendo en gran medida de EE.UU. para su defensa. La invasión de Ucrania sacó a la luz esta debilidad y la brecha en tecnología militar, en comparación con los americanos, es difícil de cerrar en el corto plazo.
España, en este contexto, tiene oportunidades en la exportación de servicios y el desarrollo tecnológico, pero ha de mejorar su competitividad, simplificar regulaciones, capacitar talento y fomentar un ecosistema de inversión más dinámico.
La incertidumbre se cierne sobre el nuevo orden mundial, pero también brotan oportunidades. Sobre ellas hablaron los expertos convocados por la consultora tecnológica Qaracter y APD en un reciente encuentro.
Claves para competir en el nuevo escenario geoestratégico_
“El equilibrio global atraviesa una de las etapas más complejas y dinámicas de las últimas décadas, probablemente la más importante después de la II Guerra Mundial”, afirma Enrique Galván, CEO de Qaracter.
“Vivimos un tiempo en el que las viejas certezas que han convivido con nosotros desaparecen. Comprender el nuevo orden mundial no es solo cuestión de análisis y debate, es una necesidad para anticipar los desafíos que nos traerá el futuro”. Con este propósito, Qaracter reunió a un plantel de voces autorizadas que, con una mirada amplia y abierta, analizaron los puntos clave de las actuales tensiones geopolíticas, el papel de la UE y de España en el mundo, los desafíos económicos y medioambientales, y otros tantos elementos que, como el directivo de la consultora tecnológica apuntó, “merecen una lectura profunda para competir y prosperar”."Comprender el nuevo orden mundial no es solo cuestión de análisis y debate, es una necesidad para anticipar los desafíos que nos traerá el futuro". Enrique Galván
“Estamos ante un cambio de paradigma –advertía José Manuel Casado, presidente de Qaracter–. Y, como decía Thomas Kuhn, ‘cuando un paradigma cambia, todo vuelve a cero”. La motivación por dar forma a ese reinicio fue la que alentó a los expertos participantes del encuentro “Hacia un nuevo orden mundial”, co-organizado con APD.
“En los últimos 500 años se han producido cambios de poder tectónicos que han transformado mucho más que la forma de relacionarnos comercialmente –reflexionaba Casado–. En mi opinión, el primer cambio tiene que ver con la emergencia de Occidente a partir del siglo XV y su apogeo en el XVIII, cuando empieza la modernidad (ciencia, tecnología, comercio, capitalismo). El segundo se produce fundamentalmente a finales del siglo XIX, momento en el que Estados Unidos se industrializa y comienza a ser la nación más potente del mundo, un estatus que mantuvo todo el siglo XX. Sin embargo recientemente, en los años 2000, emerge un mundo multipolar con la ascensión de los llamados BRICS. Actualmente, asistimos a otro gran cambio donde tres personas, tres mandatarios con un cierto ego susceptible de control, están cambiando las reglas internacionales. Hemos oído hablar de neoliberalismo y neoconservadurismo, pero ahora estamos asistiendo a una especie de neoimperialismo. ¡No olvidemos las palabras de Trump en su discurso de investidura!”, apostilló.
"Estamos asistiendo a una especie de neoimperialismo. No olvidemos las palabras de Trump en su discurso de investidura". José Manuel CasadoLa pretensión del presidente americano de que EE.UU. vuelva a ser una nación “que crezca, se enriquezca y se expanda geográficamente”, justificando este fin cualquier medio, añade aún más incertidumbre a este nuevo orden mundial; pero, “toda incertidumbre tiene también altas dosis de oportunidad”, como señaló Enrique Galván. Para detectarlas, el directivo de Qaracter moderó un enriquecedor debate entre el general Francisco José Dacoba Cerviño, exdirector del Instituto Español de Estudios Estratégicos; José Antonio Álvarez, vicepresidente no ejecutivo de Banco Santander; Judith Arnal, investigadora principal del Real Instituto Elcano, y María José Hernando, jefa de Unidad de Riesgo País en Cesce.
El reto de superar la confrontación
ENRIQUE GALVÁN: María José, ¿cómo valoras la reconfiguración del tablero geopolítico?
MARÍA JOSÉ HERNANDO: Además de los conflictos bélicos a nuestro alrededor y que afectan a regiones cercanas a Europa, la situación internacional se ha vuelto tan compleja y ciertos aspectos de carácter geopolítico, o geoestratégico, han ido cobrando tal protagonismo que las empresas han acabado tomando conciencia de lo relevante que son estos asuntos para su toma de decisiones diaria.
Esto es algo que me gustaría destacar en primer lugar porque, hace apenas dos o tres años, eran temas que únicamente competían a los departamentos financieros de los bancos; a las aseguradoras de crédito, como es nuestro caso, o a los think tanks.
Sin embargo, estos temas controvertidos y preocupantes vienen de atrás. Quizá sea demasiado retrotraer la reconfiguración a los atentados de las Torres Gemelas de EE.UU., pero sí existen varios aspectos muy relevantes. El primero es el ascenso de China como gran potencia; inicialmente un ascenso silencioso y solo en lo económico, pero que, a medida que el país iba ganando peso, reclamaba para sí mayor protagonismo en la escena internacional. Eso ha coincidido con la llegada de un determinado estilo de liderazgo autoritario, como es el de Xi Jinping, y también con la demanda de otros países de tener un lugar, lo que podríamos denominar el ascenso de las potencias medias. Estos países no solo ascienden en lo económico y en lo político, sino que tienen unos líderes muy potentes que ponen en duda el antiguo orden liberal internacional, asentado una vez que termina la Guerra Fría y basado en unas reglas a la medida de los países occidentales; reglas que no sirven para los intereses de estas potencias medias.
Ese cuestionamiento va creciendo con el paso del tiempo, igual que la serie de políticos con un perfil que ya no buscan tanto la cooperación como el reforzamiento de sus posiciones de una manera asertiva, e incluso casi violenta (Xi Jinping en China, Putin en Rusia o la primera llegada de Trump a la Casa Blanca).
"Las empresas han acabado tomando conciencia de lo relevante que son los asuntos de carácter geopolítico, o geoestratégico, para su toma de decisiones diaria". María José Hernando
Existen además tres momentos históricos que actúan como aceleradores de este entorno distinto:
- La pandemia del COVID-19, que evidencia que la interconexión que se había producido de manera tan amplia con la globalización de la economía mundial y la dependencia e imbricación de unos países con otros ya no constituía una fortaleza, sino que era también una fuente de vulnerabilidad.
- La guerra de Ucrania, que vino a demostrar que existía un país capaz, sin ningún tipo de pudor, de saltarse las normas establecidas tras la II Guerra Mundial, con las que habíamos decidido que un país no iba a invadir a otro, que no se iban a discutir las fronteras, que los problemas que pudiera haber se solventarían en una mesa de negociaciones y no en el campo de batalla. Putin hace justo lo contrario y, además, la comunidad internacional no ha podido evitarlo, resultando las sanciones inútiles o muy poco útiles. Esto ha mostrado que el uso de la fuerza volvía a estar sobre la mesa como una herramienta de negociación.
"La guerra de Ucrania ha mostrado que el uso de la fuerza volvía a estar sobre la mesa como una herramienta de negociación"
- El propio Trump, que si en su primer ejercicio hacía declaraciones amenazadoras, pero después iba a negociar, ahora tiene una posición mucho más asertiva. Se ha rodeado de un equipo leal y convertido en un líder que utiliza esas amenazas y un estilo autoritario como sello personal, pero también como puro elemento de negociación, sirviéndose de todo el peso de la principal economía del mundo como un factor de coerción.
ENRIQUE GALVÁN: José Antonio, ¿estamos con Trump ante el principio del fin de la globalización que conocemos? ¿Nos dirigimos hacia un período cada vez más autárquico?
JOSÉ ANTONIO ÁLVAREZ: Creo que el fin no va a llegar y animo a no ser catastrofistas. La globalización, como la conocíamos, está a la baja y, aunque no creo que la autarquía se vaya a implantar, es cierto que existen elementos autárquicos en la política de Trump.
Diría que el proceso de globalización en el fondo comenzó en los ochenta, con China probablemente como elemento más representativo, con su entrada en el comercio internacional (con una OMC que tiene como objetivo bajar las barreras arancelarias), hasta que llega la primera administración Trump y centra el tema arancelario en China, aunque había conatos hacia otros sitios.
Pero, sobre todo, destacaría la visión mercantilista del presidente de EE.UU., la visión de que todo es transaccional, algo que nos descoloca pues, cuando hablábamos de política, a pesar de que en nuestra cabeza siempre hubiese esa parte transaccional, había también otra –la que llamamos política–, bajo la que se acuerdan decisiones que desde el punto de vista transaccional pueden no tener mucho sentido, pero hay un horizonte a largo plazo que justifica que esa transaccionalidad a corto no impere. En este momento, esto no sucede con Trump.
"En su segunda administración, Trump nos habla de tarifas, pero me resisto a creer que diferencias de competitividad muy grandes en determinados sectores, segmentos y productos vayan a ser anuladas con unas tarifas tan altas". José Antonio Álvarez
El COVID puso sobre la mesa el asunto de la longitud de las cadenas de suministro, lo cual significó un cambio en muchas empresas, sin que el foco estuviera explícitamente en los aranceles. Las empresas se dieron cuenta de que su logística tenía puntos débiles e iniciaron el proceso de reducir, por lo menos, la distancia física, algo que favorecía a países como México. Es en el transcurso de este proceso cuando sobreviene la segunda administración Trump y nos habla de tarifas.
Más allá del hype que esto puede producir a corto plazo y del nerviosismo en las empresas que pueden verse afectadas, yo me resisto a creer que diferencias de competitividad muy grandes en determinados sectores, segmentos y productos vayan a ser anuladas con unas tarifas tan altas, porque esas tarifas tienen que ser muy, muy altas; y probablemente no se eliminen esas diferencias. Además, los economistas dicen que el neto de las guerras comerciales siempre es negativo.
"Sentar a la mesa en pie de igualdad a presidentes o políticos democráticamente elegidos con jefes no homologables desde el punto de vista democrático no deja de ser un cambio muy significativo que yo no soy capaz de analizar ahora mismo"
En mi opinión, la principal distinción entre la política anterior y la actual es que antes trataba de generar situaciones win-win, o al menos ese era el espíritu; mientras que ahora es una política de gana-pierde, y además con la sensación de que si tú pierdes, yo no gano; lo cual es mucho peor. Esto nos genera un malestar y nos sitúa, efectivamente, en un nuevo paradigma aún sin definir, porque sentar a la mesa en pie de igualdad a presidentes o políticos democráticamente elegidos con jefes no homologables desde el punto de vista democrático no deja de ser un cambio muy significativo que yo no soy capaz de analizar ahora mismo.
E.G.: General, ¿será el siglo XXI la época de la confrontación clara y directa entre el gobierno chino y el americano?
FRANCISCO JOSÉ DACOBA CERVIÑO: Lo que está claro es que, en ese nuevo orden mundial, ambos actores van a jugar un papel determinante.
El hecho de que los occidentales, europeos, españoles, pensásemos que la guerra, al menos en Europa, estaba fuera de lugar y descartada, nos ha llevado a cometer muchos errores en todos los aspectos, también en el militar; y esto a veces nos impide ser conscientes del dibujo global y nos lleva a poner el foco en lo más perentorio.
La profunda reconfiguración del orden internacional nos está haciendo transitar de ese orden multilateral a uno multipolar, asimétrico, o a una nueva bipolaridad en la que impera el interés particular de cada uno de los actores. Y, en este campo, los grandes actores juegan con absoluta ventaja. Trump (y Putin) están encantados, al igual que Xi Jinping, pero también lo están Netanyahu, Modi y Erdogan.
"La profunda reconfiguración del orden internacional nos está haciendo transitar de ese orden multilateral a uno multipolar, asimétrico". Francisco José Dacoba CerviñoHace tiempo que se viene hablando del Great Power Competition de grandes potencias. Hay un refrán africano que dice que “cuando dos elefantes se pelean es la hierba la que sufre”. En esa pelea, en ese great power competition, en ese choque entre China y Estados Unidos, con la inapreciable colaboración de Rusia y de la India –un país absolutamente relevante en el escenario internacional–, a los demás nos toca hacer el papel de hierba.
Opino que la globalización ha venido para quedarse, aunque haya que darle muchas vueltas, dado que el “campo de juego” se ha achicado, el mundo es cada vez más pequeño y las interacciones, por lo tanto, son inevitables. Eso aumenta las opciones de colaboración, pero también las de confrontación.
"La globalización ha venido para quedarse, aunque haya que darle muchas vueltas. En un mundo cada vez más pequeño, las interacciones son inevitables. Eso aumenta las opciones de colaboración, pero también las de confrontación"
De hecho, estamos viviendo una confrontación transversal que es económica, comercial, tecnológica, geopolítica y también militar, donde el concepto de amigo, aliado, enemigo, adversario, se diluye cuando no se confunde. Sé que no es un approach muy optimista, pero sí sincero.
Remachando Europa
E.G.: José Antonio, ¿cómo crees que debería reaccionar Europa?
J.A.Á.: Europa tiene dos problemas estructurales. Por un lado, un déficit de gobernanza interna, hacia dentro; cuestión que no se ha podido abordar en ningún momento y que, probablemente como consecuencia de ello, da lugar al segundo problema, que es un mercado único inacabado y muy imperfecto.
También añadiría un tercer elemento, ahora altamente cuestionado desde EE.UU., como es la pretensión de Europa de convertirse en el líder mundial de la regulación, sobre todo en los últimos cuatro a seis años, con la emisión de regulaciones relacionadas con el mundo digital, la IA, la protección de datos, el clima, etc. Se suponía que, dado el peso económico de Europa en el mundo, de alguna manera todos los operadores internacionales, también multinacionales, estarían obligados a seguirlas. Sin embargo, esta “especialización regulatoria” de la UE, que ya venía estando cuestionada por el extra coste que supone operar aquí, al final ha derivado en demasiadas normas, algunas sin utilidad práctica. Este asunto merece una revisión profunda.
A pesar de todo, no soy tan pesimista. Europa es una potencia económica, no tiene los problemas estructurales de los países emergentes. Europa tiene capital, un nivel de educación alto y unas infraestructuras muy buenas. Por lo tanto, es una cuestión de gobernanza y de dirección, no es una cuestión de falta, como les sucede a los países emergentes aquejados de carencias. Aquí hay un problema de voluntad. "Europa es una potencia económica con un superávit comercial de medio trillón al año". José Antonio Álvarez
El general decía que seremos la hierba, pero la hierba también está ahí por alguna razón. Otra cosa es que eso guste más o menos. Considero que Europa normalmente ha avanzado con las crisis, y esta es una de ellas, así que confío en que el cuestionamiento de su papel en el mundo dé lugar a que se solucionen algunos de sus problemas.
También tenemos un euro que puede ser una moneda fuerte, pero no lo es porque no hay Tesoro detrás. Decimos que Europa no es competitiva, pero tiene un superávit comercial de medio trillón al año. Por lo tanto, Europa dispone de unas fortalezas intrínsecas muy grandes.
Cuestión distinta es que, hoy, un emprendedor español que monta una empresa lo hace con una mentalidad española, no europea; y, en un mundo donde la tecnología, la digitalización y la IA borran las fronteras, la escala importa. Mientras sigamos pensando en bases nacionales y teniendo múltiples restricciones económicas y obligaciones a cumplir (como las que se dan cuando, por ejemplo, dos pymes se quieren fusionar), no avanzaremos.
E.G.: Judith, ¿cuál es tu opinión?
JUDITH ARNAL: Tradicionalmente, la regulación financiera en la Unión Europea se ha centrado, por razones que tienen mucho sentido, en proteger la estabilidad financiera y proteger al consumidor financiero, al inversor. Pero creo que es importante añadir un tercer elemento y tener en cuenta la competitividad."Si las tendencias en Estados Unidos son puramente desregulatorias, en el corto plazo esto reduce la competitividad de nuestro sector financiero/bancario, además de poder generar problemas de estabilidad financiera que acaben por contagiarse a la UE". Judith Arnal
Si las tendencias en Estados Unidos son puramente desregulatorias, en el corto plazo esto reduce la competitividad de nuestro sector financiero/bancario, y en segundo lugar, puede generar problemas de estabilidad financiera que acaben por contagiarse a la UE.
J.A.Á.: A esto se añade que partimos de una situación en la que la banca financia el 25% de la economía de EE.UU. versus el 75% que financia en Europa. Es decir, que la banca allí no llegase a ser tan competitiva es un mal relativamente menor. En Europa, que no lo sea o que las continuas exigencias de más capital limiten la capacidad de financiación, es un problema grave ahora mismo. Como también lo es que, cuando estábamos ganando el 6% sobre el retorno de capital, nadie decía que nada, pero cuando pasamos a ganar el 12% nos ponen el impuesto. Eso resta competitividad.
La banca no puede estar más de acuerdo en que la estabilidad y el crecimiento son fundamentales, pero para crecer se necesita movilizar recursos financieros. Europa los tiene; el capital no es el problema. El problema es movilizarlos en Europa y para eso tiene que haber no incentivos económicos, sino un ecosistema de negocios que facilite esa movilización. De lo contrario, los recursos se terminan movilizando hacia EE.UU. En este momento, una parte significativa del ahorro europeo (recordemos el superávit por cuenta corriente de medio trillón al año) se está enviando mayoritariamente a EE.UU.
¿Por qué aquí no existe un ecosistema que favorezca que los negocios se desarrollen? ¿Por qué no hay venture capital, capital de desarrollo, o lo hay de forma mucho más escasa? ¿Por qué las regulaciones para empezar un negocio son mucho más intensas y extensas? ¿Por qué las consolidaciones de empresas son tan difíciles? Estamos creando costes de entrada.
E.G.: Centrándonos ahora en defensa, ¿qué podemos hacer en política de seguridad, General?
F.J.D.C.: Si Europa es un gigante comercial y regulatorio, hay que reconocer que siempre ha sido –y se nos ha reprochado– ser un enano militar; como ha quedado de manifiesto con los acontecimientos de los últimos años en Ucrania, cuya invasión de 2022 nos puso a los europeos ante nuestras propias debilidades militares.
Europa, en términos militares, está desnuda. Cuando tuvimos que apoyar a los ucranianos, abrimos nuestros almacenes y polvorines y lo que había era telarañas... Como ya mencioné, nos habíamos creído que una guerra en Europa ya no era una opción y hemos cometido una serie de errores militares que nos han traído hasta aquí."Europa no está en condiciones de garantizar su propia seguridad". Francisco José Dacoba Cerviño
Hemos jibarizado nuestras Fuerzas Armadas de una manera temeraria. Pensábamos que la guerra del futuro se iba a hacer con joysticks y pantallas desde una cafetería en California; pero Ucrania nos ha demostrado que la guerra vuelve a ser como en el siglo XIX, con decenas de miles de muertos, pero también del siglo XXI, con Starlink, drones y toda la sofisticación tecnológica.
En mi opinión, lo más lamentable es que nosotros, como Fuerzas Armadas, hemos renunciado a nuestra razón de ser, que es estar preparadas para el combate. Gusta hablar eufemísticamente de operaciones de paz siempre fuera del territorio europeo, pero lo que sucede en Ucrania es una guerra en el corazón de Europa.
Nos pensábamos que el ejército estaba para “apagar incendios” pero nadie se gasta 14.000 millones al año para tener un magnífico cuerpo de bomberos. Lo que cabe exigir a las Fuerzas Armadas españolas y europeas es que estén bien dotadas, bien equipadas, bien adiestradas y con capacidad de combate. La realidad, y lo estamos viendo en tiempo real, es que Europa no está en condiciones de garantizar su propia seguridad.
Por lo tanto, no somos soberanos en términos de seguridad. El “cese de la convivencia” que se avecina entre Estados Unidos y Europa nos pilla en un pésimo momento, esperemos que no drástico, porque si lo fuera tendremos un enorme problema militar.
Aunque la voluntad sea la de flexibilizar las condiciones de austeridad y déficit, emitir bonos y conseguir dinero, no tenemos tiempo. El gap de capacidades militares, formado a lo largo de décadas, entre EE.UU. y las Fuerzas Armadas europeas de todos los países europeos, es inabarcable de hoy para mañana, aunque hubiere dinero. Las capacidades que necesitamos, y que no tenemos, de altas tecnologías disruptivas requieren décadas para desarrollarse, implementarse y dotarnos con ellas."Las FF.AA. tenemos un componente emocional. Primero hay que crear el bien superior a defender (que en nuestro caso es la patria España) y luego creamos la herramienta, pero no podemos hacerlo revés"
Ahora hay un proyecto europeo fantástico de un avión de combate de sexta generación –el FCAS–, pero no llegará hasta 2040. Hemos acordado por fin desarrollar una única plataforma de carros de combate, también para entonces. Y mientras tanto, ¿qué tenemos que hacer? ¿A dónde va a ir ese 3% de gasto público en defensa? Pues a seguir comprando a EE.UU. toda la artillería y munición de largo alcance, los sistemas de mando y control de los que carecemos, etc.
Entre nuestra muchas insuficiencias, además de las capacidades convencionales que he mencionado, está el tema del ciberespacio, del espacio exterior, y sobre todo la gobernanza. Contamos con un comisario de Defensa y Espacio de la Unión Europea, Andrius Kubilius, a quien no voy a minusvalorar en absoluto, pero las Fuerzas Armadas tenemos un componente emocional, porque estamos hablando de jugarnos la vida. Y, primero, hay que crear el bien superior a defender, que en nuestro caso es la patria España, y luego creamos la herramienta; pero no podemos hacerlo revés. No podemos crear las Fuerzas Armadas Europeas pensando que un soldado español va a morir por Dinamarca, porque un soldado danés tampoco moriría por España, al menos de momento. Dicho lo cual, hemos de ponernos en marcha y hacer de la necesidad virtud, pero siendo muy conscientes de que partimos de una situación no optimista.
De izda. a dcha.: Enrique Galván, CEO de Qaracter; el general Francisco José Dacoba Cerviño, exdirector del Instituto Español de Estudios Estratégicos; Judith Arnal, investigadora principal del Real Instituto Elcano; María José Hernando, jefa de Unidad de Riesgo País en Cesce, y José Antonio Álvarez, vicepresidente no ejecutivo de Banco Santander.
España: las opciones de un estado miembro
E.G.: Si en España tenemos talento, capacidad de trabajo, dinero e inversión, ¿podremos, si somos inteligentes, reposicionarnos para ser un buen hub de servicios para Europa?
M.J.H.: La exportación de servicios es uno de los factores que más ha crecido en los últimos tiempos y es responsable de la reciente transformación de la estructura económica. Con lo cual, ahí tenemos una oportunidad, aunque no me parece nada sencillo.
Hace poco, en Europa se decía que “hay que invertir mucho, hay que invertir más, hay que invertir bien”, y para eso no existe un manual de instrucciones que explique cómo hacerlo. Creo que España debe mirar hacia el mercado único una vez más. Tenemos la ventaja de que la mayor parte de nuestras exportaciones, tanto de bienes como de servicios, van enfocadas al mercado europeo y puede seguir siendo así, pues nuestra exposición a Estados Unidos es menor. Por lo tanto, considero que hay que mirar mucho más al mercado europeo, profundizar en esa integración y ver si se van desarrollando otras áreas de servicios, como se ha hecho en los últimos años; pero no me parece tarea evidente ni sencilla.
E.G.: Judith, ¿crees que las nuevas tecnologías nos van a ayudar?
J.A.: Me gustaría hacer un inciso primero, pues puede parecer que todo ha de venir de la UE, a la que vemos como si fuera un bloque absolutamente homogéneo, cuando no es así. Si tomamos los distintos factores que en teoría explican la competitividad (inversión en I+D+i, acceso a financiación alternativa, capacitación del talento digital, costes energéticos, etc.), al final son siempre los mismos estados miembros los situados en la parte superior del ranking –habitualmente los países nórdicos–, y tendemos a ser siempre los mismos los que estamos en la inferior. Por lo tanto, no podemos pretender que toda solución nos venga desde la UE, sobre todo porque hay muchos elementos en los que no tiene competencias."Es una falacia que los mercados de capitales de la UE no estén desarrollados. De hecho, están mucho más integrados que el sector bancario". Judith Arnal
También creo a veces se produce un problema de diagnóstico. Por ejemplo, se dice que los mercados de capitales de la Unión Europea no están desarrollados y que están fragmentados. Esto es una falacia. Hay mercados de capitales de algunos estados miembros muy desarrollados, como el caso de Suecia, Dinamarca y Países Bajos. De hecho, los mercados de capitales están mucho más integrados en la UE que el sector bancario. Lo que sucede es que hay algunos estados, como España, donde esto no se produce. En definitiva, no se trata tanto de mirar a EE.UU. ni siquiera a Bruselas, sino de plantearnos qué reformas nacionales estructurales tenemos que implementar. Para ello, Suecia, con una cuenta de ahorros minoristas como la ISK o con el desarrollo de un pilar 2 D de pensiones, puede ser un buen espejo.
Esto se aplica, por supuesto, también al ámbito digital. Creo que el evento DeepSeek, más allá de algunas dudas acerca de si realmente es tan eficiente como parece y si es un modelo que se ha apoyado en el trabajo hecho antes en EE.UU., lo que pone de manifiesto es que el talento bien organizado nos puede ayudar a avanzar. En mi opinión, España debe tratar de posicionarse mejor en capacitación digital, en talento digital, pues estamos algo por debajo de la media de la UE.
E.G.: José Antonio, ¿cómo ves la posición de España para aprovecharse de esta crisis e intentar recapturar lo que nunca debimos perder?
J.A.Á.: No podemos negar que la variable competitividad de la economía española ha mejorado, aunque sigue sesgada tremendamente hacia el sector servicios, lo cual es una tendencia mundial, pero en nuestro caso más acentuada.
Si nos referimos al sector industrial, debemos admitir que históricamente nunca hemos tenido un rol fuerte, no hemos sido más que ensambladores. España posee una industria del automóvil muy fuerte, pero no tiene origen en España. Son multinacionales que, aprovechando las ventajas competitivas que ofrece el mercado español por infraestructuras y el mercado laboral, se han implantado aquí. Lo mismo ocurre con la segunda industria más importante, la química, cuyas motivaciones son parecidas. Si nos acercamos al servicio de industria ligera, probablemente veamos oportunidades más amplias, porque dependen en mayor medida de la capacidad de emprender."Ganará el entorno que se lo ponga fácil a las personas que tienen talento, capacidades y ganas de emprender". José Antonio Álvarez
En este sentido, la combinación acertada siempre es la misma: talento más ecosistema de financiación o de capital. Ganará el entorno que se lo ponga fácil a las personas que tienen talento, capacidades y ganas de emprender. No podemos pretender controlar con una ley, un decreto o una orden ministerial todo lo que uno hace en la vida. Hay que dejar espacios para que la gente innove, cree, invierta y, si cae, que vuelva a levantarse y vuelva a innovar, a crear y a invertir.
E.G.: El tema energético es fundamental y nos gustaría conocer vuestras impresiones sobre la autonomía energética europea, el coste de la energía, si las políticas renovables van a ayudar a ser menos dependientes en cuanto al suministro energético de otros países, etc.
M.J.H.: Creo que está ocurriendo, aunque es un asunto que implica un recorrido muy largo. El esfuerzo conjunto de la Unión Europea, a raíz de la guerra de Ucrania, para intentar disminuir la dependencia que teníamos de Rusia y de las fuentes fósiles ha sido relevante y se ha notado tanto en los suministros como en la balanza de pagos. Como en España, en muchos países las energías renovables ya han adquirido un peso muy importante.
Veremos cómo continúa esto, porque en el actual contexto nos vemos obligados a tomar medidas que no queríamos o a retrasar en parte el proceso de descarbonización. Es un camino que está en marcha, pero todavía hay dependencias, como en el transporte, donde las renovables aún tienen muchísimo que hacer.
J.A.Á.: Yo creo que no se ha hecho prioridad depender menos. Si la prioridad fuera depender menos, no se cerrarían las nucleares. Sí estamos con las energías renovables, pero no con la menor dependencia.
Al finalizar el encuentro, la presidenta de APD, Laura González-Molero, compartía esta reflexión: “Europa se enfrenta a una encrucijada. Por un lado, tiene el reto de preservar su competitividad y relevancia en un mundo donde las grandes potencias avanzan con estrategias de alto impacto. Por otro, cuenta con una oportunidad única: la de construir una identidad propia basada en la innovación, la sostenibilidad y el liderazgo regulatorio.
"Europa se enfrenta a una encrucijada, en la que cuenta con una oportunidad única: la de construir una identidad propia basada en la innovación, la sostenibilidad y el liderazgo regulatorio. La gran cuestión es si estamos preparados para asumir ese papel". Laura González-Molero
La gran cuestión es si estamos preparados para asumir ese papel. Hoy hemos escuchado análisis sobre el impacto de la política fiscal de EE.UU., sobre la posición de Europa ante la transformación tecnológica y sobre los esfuerzos en materia de seguridad y defensa. Y el mensaje es claro: la velocidad de respuesta marcará la diferencia”.
- El campo de batalla cobra protagonismo, por encima de la mesa de negociaciones. Con la guerra de Ucrania, Putin hace estallar las reglas acordadas tras la II Guerra Mundial.
- La confrontación busca imponerse a la colaboración. Progresivamente prima el interés particular de los actores protagonistas (EE.UU. y China, de manera predominante) en un “campo de juego” cada vez más reducido y con tintes autárquicos.
- Europa es una potencia económica con un superávit comercial de medio trillón al año, pero le falta gobernanza, dirección, voluntad y un ecosistema de negocios que facilite la movilización de esos recursos financieros.
- La seguridad y la defensa son factores estratégicos clave. El gap de capacidades militares entre EE.UU. y las FF.AA. europeas es insalvable en el corto plazo, además de la ausencia de “un bien superior a defender” para los europeos.
- La competitividad española ha mejorado en los últimos años. España tiene potencial para consolidarse como un hub de servicios en Europa, pero debe mejorar su ecosistema de inversión y simplificar regulaciones para atraer capital y talento.
Encuentro APD-Qaracter: Hacia un nuevo orden mundial. Claves para competir en el nuevo escenario geoestratégico
Mesa de debate moderada por Enrique Galván, CEO de Qaracter. Con la participación de: General Francisco José Dacoba Cerviño, exdirector del Instituto Español de Estudios Estratégicos; Judith Arnal, investigadora principal del Real Instituto Elcano; María José Hernando, jefa de Unidad de Riesgo País en Cesce, y José Antonio Álvarez, vicepresidente no ejecutivo de Banco Santander.
Publicado en marzo de 2025.
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