La importancia de la salud prostática
Quizá todavía no sepa hasta qué punto una visita al urólogo puede influir en su productividad laboral. Muchos hombres asumen ciertos síntomas urinarios como una condición propia de su edad, y por desconocimiento o por vergüenza no van al médico.
Esta resistencia es un indicativo del desconocimiento que existe acerca de la salud prostática. A partir de los 40 años, la próstata puede experimentar un crecimiento progresivo de carácter benigno. La Hiperplasia Benigna de Próstata (HBP) es una enfermedad crónica muy común, con una alta incidencia y prevalencia, que afecta aproximadamente al 50% de los varones entre 50 y 60 años. Tiene tratamiento, y su diagnóstico temprano es tan valioso como sencillo. Por eso, una mayor información y concienciación en el entorno empresarial, y especialmente en el directivo, es clave. La decisión de considerar la patología prostática en las revisiones médicas de empresa puede ayudar a prevenir enfermedades y mejorar la calidad de vida de los empleados.
José Manuel Cózar, presidente de la Asociación Española de Urología, nos abre los ojos sobre la rentabilidad de invertir en prevención y nos explica más detalles de la HBP, una patología que es, precisamente, el primer motivo de consulta en los servicios de Urología.
EXECUTIVE EXCELLENCE: El Dr. Valentín Fuster nos advertía que “más importante y barato que tratar un infarto es prevenirlo, promoviendo la salud”. ¿Hasta qué punto esta afirmación es igualmente aplicable a las patologías urológicas?
JOSÉ MANUEL CÓZAR: Totalmente aplicable. De hecho, ya estamos previniendo las enfermedades urológicas, que afectan sobre todo a personas por encima de los 45-50 años, aunque podríamos hacerlo todavía mejor.
Hoy la gran preocupación de la mayoría de los ciudadanos es cómo prevenir el cáncer. Una forma es conociendo los agentes nocivos que lo producen, para eliminarlos. Lamentablemente, esto no siempre funciona. Todos sabemos que el tabaco es un agente nocivo del cáncer de pulmón, y sin embargo sigue siendo el tumor más prevalente en nuestro país, y posiblemente en el mundo.
Existen otras enfermedades, como es el caso del cáncer de próstata, donde desconocemos los agentes nocivos. Sí sabemos que este cáncer se da en países desarrollados en los que consumimos gran cantidad de grasas saturadas; por lo tanto, los hábitos alimenticios están relacionados con su aparición. Por ejemplo, es sorprendente la diferente incidencia entre Estados Unidos y la India, donde no se consume ese tipo de grasa. Europa se sitúa en la línea intermedia, aunque también se producen muchos más tumores de cáncer de próstata en los países del norte que en los del sur. Se dice que el sol y la vitamina D son factores protectores del cáncer de próstata, pero no podemos utilizar estudios ecológicos o macronacionales que se relacionen con la dieta para que el individuo prevenga esta enfermedad.
También conocemos que la raza es otro factor influyente, siendo en Estados Unidos más frecuente en la raza negra que en la blanca. De igual modo, afecta el factor genético, hasta en un 10%. Por eso, si tu padre o tu hermano han padecido ese tipo de cáncer, es necesario prevenir antes.
La conclusión es que estamos ante una de las enfermedades urológicas que más preocupan y no tenemos un agente nocivo. En este caso, el único método de prevención es la detección precoz.
E.E.: ¿Qué puede hacer un hombre para detectar la enfermedad a tiempo?
J.M.C.: Diagnosticar las enfermedades en las etapas donde es posible su curación es determinante. En el cáncer de próstata, podemos hablar de tres grandes pilares para ese diagnóstico precoz.
Primero, el reconocimiento de los síntomas, tales como: la necesidad de ir varias veces al servicio, incluso por las noches; la dificultad para empezar a orinar, una micción dolorosa… El varón tiende a negar y encubrir estos síntomas, porque los interpreta como una señal de envejecimiento; algo que no está bien visto en una sociedad de la imagen como en la que hoy vivimos.
El segundo pilar es la visita al urólogo para hacer una exploración a través del recto, ya que el varón no puede palparse la próstata por sí mismo. Con la misma naturalidad que si nos sale un bulto en la mejilla no dudamos en acudir al médico, así debería suceder con la próstata.
El tercer método, y más sencillo –sobre todo cuando se niegan los primeros síntomas y no se va al urólogo por miedo al tacto rectal–, es a través de un análisis de sangre. Desde hace tres décadas, sabemos que el Antígeno Prostático Específico (PSA) es un marcador que no existe en ningún otro tumor de la anatomía humana. El PSA es una proteína que segregan las células de la próstata cuando se están dividiendo. Solamente refleja que la próstata está creciendo. Luego habría que investigar si ese crecimiento prostático es benigno o no.
E.E.: Hablando de prevención, percibimos una mayor preocupación por parte del entorno educativo a la hora de concienciar a las jóvenes de la necesidad de realizarse exploraciones mamarias y revisiones ginecológicas. Sin embargo, no vemos este mismo énfasis para promover la salud en el caso del género masculino. ¿Por qué la visita al urólogo sigue siendo una asignatura pendiente?
J.M.C.: Como médico, pienso que todo lo que se ha hecho en la prevención y diagnóstico del cáncer de mama está bien, y aún se debería hacer más. No sería justo hablar de una discriminación positiva, porque el cáncer de mama es una patología que afecta a mujeres más jóvenes y es además una enfermedad con graves connotaciones.
En el caso del cáncer de próstata, ha habido distintas fases. Hace aproximadamente una década, toda Europa y Estados Unidos se preguntaba si era mejor hacer un screening –como se estaba haciendo en el cáncer de mama, es decir, para detectar un tumor y quitarlo– o un diagnóstico precoz.
Se hicieron estudios a través de un programa en el que participaron entre 30.000 y 50.000 hombres. A algunos se les hacía screening y a otros detección precoz. En el primer caso, a cualquier varón por encima de los 50 años se le hacía un PSA y se le daba seguimiento. Si el PSA subía, se le hacía una biopsia, y si aparecía el cáncer, se trataba. En el caso de la detección precoz, no se hacía PSA a todos los varones, sino únicamente a aquellos que acudían a la consulta por síntomas.
A largo plazo, los resultados han demostrado que aquellos que se diagnostican mediante síntomas tienen la misma supervivencia que aquellos que se diagnostican mediante un screening. Es decir, que la ventaja de operar a un paciente diagnosticado por screening respecto a la mortalidad de la enfermedad no es relevante con respecto a la ventaja de operar al paciente cuando se hace con diagnóstico precoz.
Esto hace que no recomendemos el screening, como en el caso del cáncer de mama, porque eso encarecería los recursos sanitarios dedicados a la población, y se ha demostrado que no mejora ni la curación ni la supervivencia del enfermo de cáncer de próstata.
Por eso, ni en Estados Unidos ni en Europa (me refiero a España, Francia, Alemania, Inglaterra e Italia) sentimos que es conveniente, ya que estaríamos sobretratando la enfermedad. Al contrario, quizá le estaríamos causando ciertos efectos secundarios de la cirugía a ese paciente, como anticipar la disfunción eréctil. Es decir, no por operarse antes se tiene mayor supervivencia que por hacerlo cuando se presentan los síntomas. De ahí la importancia de acudir al urólogo cuando estos aparecen.
E.E.: Al final, esa resistencia solo contribuye a una mayor confusión, porque el crecimiento de la próstata y la dificultad para miccionar no tienen por qué ser sinónimo de cáncer de próstata, ¿verdad?
J.M.C.: Claro que no. De hecho, la enfermedad más frecuente de la próstata, y el primer motivo de consulta en los servicios de Urología, es la Hiperplasia Benigna de Próstata (HBP).
A partir de los 40 años, la próstata puede experimentar un crecimiento progresivo de carácter benigno. La uretra queda comprimida, lo que impide el paso de la orina y provoca, por tanto, dificultad para miccionar.
Aunque, en la mayoría de los casos, esta enfermedad no supone una amenaza para la vida, sus síntomas pueden afectar negativamente a la calidad de vida de los hombres que la padecen.
Además, algunos pacientes con HBP pueden presentar complicaciones más graves, como la retención aguda de orina, una obstrucción completa del tracto urinario o la necesidad de cirugía para tratar la HBP. En algunos casos, puede causar indirectamente infecciones urinarias e incluso alteraciones en la función de la vejiga y otros con repercusión en los riñones, que podrían acabar provocando una insuficiencia renal. Por eso, es recomendable que todos los varones que presenten síntomas a partir de los 50 años consulten con su médico.
E.E.: ¿Cuántos hombres se ven afectados actualmente por la HBP?
J.M.C.: La falta de una definición clínica estandarizada de la HBP dificulta la realización de estudios epidemiológicos que valoren adecuadamente su prevalencia. Utilizando criterios histológicos, la prevalencia aumenta con la edad, afectando aproximadamente al 42% de los hombres entre los 51 y 60 años, y al 82% entre los 71 y 80 años.
En función de este porcentaje, en España serían susceptibles de tener HBP más de un millón y medio de varones. Actualmente, entre 850.000 y 900.000 hombres reciben un tratamiento para esta enfermedad.
E.E.: ¿En qué consiste este tratamiento?
J.M.C.: En la última década, la urología ha asistido a una revolución de los fármacos. En el caso de la HBP, la mejora en el conocimiento de su epidemiología y evolución natural, la aparición de nuevos medicamentos, así como el desarrollo de nuevas tecnologías para su tratamiento quirúrgico, han permitido un mejor diagnóstico y tratamiento. Según ese diagnóstico y el perfil del paciente, este puede requerir diferentes fármacos.
El tratamiento de la HBP se realiza en función de la fase en que se diagnostica. En las fases iniciales, con síntomas leves, puede que el paciente solo necesite recomendaciones dietéticas: de control de ingesta de líquidos, de sus horarios, etc., y medidas de salud, como evitar el sedentarismo, hacer deporte, etc.
En fases de síntomas moderados o graves, el médico de Atención Primaria lo evaluará y decidirá si lo trata él o lo deriva al urólogo. En España tenemos un consenso elaborado por las tres Sociedades Científicas de Atención Primaria y por la Asociación Española de Urología para manejar adecuadamente a los pacientes con síntomas de HBP.
Cuando todos los tratamientos médicos fracasan, recurrimos a la cirugía mínimamente invasiva (RTU de próstata, Láser) o abierta (adenomectomía). Por eso es importante acudir al urólogo en fases tempranas.
Hace una década, un varón de cada 10 que tenía disfunción eréctil en España consultaba a su urólogo, hoy lo hacen entre 6 y 8. Es decir, se ha producido un gran avance. Creo que hemos sabido transmitir que existen tratamientos que realmente pueden ayudar al paciente. Ahora debemos lograr el mismo grado de sensibilización hacia la HBP.
E.E.: Algunos expertos en gestión de capital humano sitúan en torno a los 50 años la fase de plenitud en el rendimiento. En ese momento, un directivo alcanza una alta eficacia, es capaz de resolver los problemas más fácilmente, etc. Es a esa edad cuando se produce un agrandamiento de la glándula prostática. ¿Cómo puede afectar la HBP a la productividad del hombre?
J.M.C.: Un hombre que presente los síntomas más graves de la HBP puede sentirse agobiado por la necesidad de planificar su vida, no solo su trabajo, en torno a esta enfermedad. Por ejemplo, puede sentir la necesidad de saber en todo momento dónde está el baño y de elaborar estrategias para estar siempre cerca de él. También es posible que le preocupe la forma en que los síntomas le impiden disfrutar de la intimidad con su pareja; incluso, esta también puede ver interrumpido su sueño, si él tiene que levantarse por las noches para ir al baño.
Obviamente, toda empresa quiere que sus empleados estén sanos y vayan descansados a su puesto de trabajo, pues esto afectará a su rendimiento y eficiencia. Pensemos en la responsabilidad de un conductor de una ruta escolar o de alguien que desempeñe su trabajo en las alturas. Para ellos, el descanso nocturno es fundamental. No debemos obviar que detrás de muchos accidentes laborales, hay un problema de próstata.
Creo que tendríamos que hacer prevención de la salud en la inspección del trabajo. Tan importante como controlar la tensión, la presión ocular o la diabetes, sería preguntarle al empleado cuántas veces se levanta por la noche.
Invertir en la resolución de esta enfermedad de forma preventiva puede ser rentable para la empresa y para la sociedad en general.
E.E.: ¿De qué manera los entornos laborales pueden concienciar a sus empleados de la importancia de la salud prostática y ayudarles a detectar posibles problemas?
J.M.C.: En casi todas las empresas, el servicio médico se basa en hacer una analítica, controlar la tensión, el fondo de ojos y algún aspecto particular que el paciente-empleado le pueda consultar, pero yo les recomendaría a esos médicos de empresa explorar bien el tema de la patología prostática, porque es algo muy sencillo.
A través del cuestionario IPSS (Índice Internacional de Síntomas Prostáticos), que plantea ocho preguntas concretas sobre los hábitos de micción, es posible detectar si estamos ante un enfermo prostático, o no. Si al IPSS le sumamos la palpación prostática, el médico de empresa tendrá un diagnóstico correcto de la salud urológica que tiene tu plantilla.
Incluso, los propios empleados pueden hacer este test. La puntuación obtenida tras la suma de las respuestas revela si tiene síntomas leves (de 0 a 7), moderados (de 8 a 19) o graves (a partir de 20).
También existe la ecografía urológica integral, que no aporta gran información en lo relativo a la próstata, pero sí detecta un incremento de su volumen, un aumento de retención en la vejiga y observa los riñones. Esta ecografía no es invasiva, se hace en 10 minutos y permite descartar la litiasis renal, prevenir un cólico nefrítico e incluso diagnosticar un tumor de riñón en estadios tempranos, antes de que aparezcan los síntomas.
Con acciones muy sencillas, como rellenar el test, un PSA o una ecografía, podemos diagnosticar con antelación y evitar sufrir enfermedades urológicas avanzadas.
E.E.: ¿Por qué en el ámbito de los Recursos Humanos no ha impactado este tema que, como demuestra la Asociación Española de Urología, es relevante y tiene una clara incidencia en el desempeño de los trabajadores de más de 50 años, entre ellos muchos directivos?
J.M.C.: La Asociación Española de Urología se enfoca en los temas más prevalentes trabajando con los hospitales públicos para llegar a grandes masas. Es cierto que no hemos llegado específicamente al entorno directivo, pero el ámbito de nuestra atención es universal. Somos una sociedad que tiene unos 2.500 urólogos, de los que prácticamente el 90% trabaja en el ámbito público, aunque muchos de ellos también se dediquen a la medicina privada. Por eso creo que esta entrevista permite dar visibilidad al tema de la salud prostática en el entorno directivo.
Muchas veces, el ejecutivo de 50 años puede ver afectado su rendimiento por este problema. La primera pregunta que los ejecutivos de esa edad tendrían que hacerse es si su padre o algún hermano ha sufrido cáncer de próstata. Si es así, aunque no tengan síntomas, con 45-50 años deben consultar al urólogo.
Siempre digo que el mejor calmante ante cualquier enfermedad es la información. Saber que algo tan sencillo como pedir un PSA en la analítica de la empresa te puede ayudar.
En el caso de los ejecutivos, a veces ya no es solamente el encubrimiento de los síntomas por el miedo al envejecimiento, sino el tiempo, algo que ellos valoran especialmente. No “tener tiempo” para visitar al urólogo (por no querer hacer cola, por no apuntarse a una lista de espera, etc.) hace que no conozcan el estado de su próstata. Por eso, les recomiendo gestionarse como consideren (delegando en otros la petición de esa cita, acudiendo a un urólogo conocido o privado, etc.), pero obligarse a hacer estas revisiones. Quizá “pierdan” media hora de su tiempo, pero están ganando 30 años de vida.
E.E.: Además de presidente de la Asociación Española de Urología (AEU), dirige el Servicio de Urología del Hospital Universitario Virgen de las Nieves (Granada), teniendo a su cargo a un equipo de 140 profesionales sanitarios. Durante el periodo de crisis, se ha producido una sensible reducción de la contratación pública, con el consecuente envejecimiento de los cuadros médicos. ¿Cómo ha afectado esta situación al sistema sanitario? ¿Cuáles son las necesidades que tendrá que enfrentar la sanidad española en el próximo periodo?
J.M.C.: Antes de nada, me gustaría decir que podemos sentirnos orgullosos de nuestro sistema sanitario y de la profesionalidad de quienes hacemos medicina.
La no sustitución al 100% de las plantillas en comparación con el incremento no solo de enfermedades sino de detección de enfermedades que antes no se diagnosticaban se está amortiguando, porque la eficiencia y eficacia de cada profesional se ha disparado. Donde antes un médico diagnosticaba 15 patologías, gracias a las nuevas tecnologías hoy puede diagnosticar el doble; donde antes una enfermera hacía 10 determinaciones, hoy hace 20 con ayuda de la informática.
Los avances tecnológicos han facilitado esta situación, siendo los mismos o incluso menos profesionales sanitarios. Esto es algo que las autoridades saben. La tecnología nos permitirá seguir diagnosticando mejor y tratando de manera más adecuada a nuestros pacientes.
En concreto, la urología es cada vez menos invasiva. Por ejemplo, antes era necesaria una cirugía abierta para quitar una piedra en el uréter, ahora se hace una endourología. O la cirugía mínimamente invasiva, como la laparoscopia, que permite el paciente no tener que estar ingresado una o dos semanas, pudiendo hacer más cirugías con las mismas camas y los mismos quirófanos. Por lo tanto, ese factor limitante entre recursos y población lo estamos supliendo con desarrollos tecnológicos.
Ahora mismo, lo más avanzado es la cirugía robótica, principalmente indicada en la cirugía de la prostatectomía radical. O la biopsia de fusión, una nueva tecnología que permite superponer la imagen de una ecografía a las imágenes de la resonancia magnética nuclear del paciente, para apreciar las zonas sospechosas, de manera que la probabilidad de que se escape un tumor sea nula. Es decir, estamos diagnosticando más, mejor y en menos tiempo gracias a la tecnología. Sin duda, el futuro pasa por seguir incorporándola en el ámbito sanitario.
E.E.: ¿Qué áreas están requiriendo un mayor esfuerzo por parte de la AEU?
J.M.C.: La Asociación existe desde 1911, tiene 104 años de historia. Como asociación científica, no vela tanto por los derechos laborales de los médicos, sino que pretende garantizar la mejor formación de todos los urólogos asociados.
A veces se nos acusa a los médicos de ser muy corporativistas, cuando en general somos poco dados al asociacionismo protector o exclusivista, en comparación con otros profesionales o gremios. Nosotros siempre queremos el bien del paciente. Esa es nuestra prioridad.
La Asociación se preocupa porque los 2.500 urólogos de España tengan toda la formación posible a su alcance y en su mente. No entendería que un urólogo del norte tuviera un conocimiento superior, y por lo tanto tratara mejor a sus pacientes, que uno del sur. La Asociación se preocupa porque el conocimiento sea igual en toda España, de tal manera que una técnica quirúrgica nueva se conozca en todo el territorio, se debata y discuta, y se llegue al consenso de cuál es el mejor tratamiento.
Actualmente existen nuevos tratamientos para el cáncer de próstata, incluso en los metastásicos. Hay nuevas moléculas que aportan más calidad de vida y supervivencia. Como asociación científica, garantizamos que todos los urólogos sepan las dosis y en qué pacientes se pueden administrar, así como los efectos secundarios. Nuestro objetivo es preservar la calidad de la asistencia sanitaria.
Es imprescindible estar al día de los tratamientos para atender a los pacientes con todas las garantías. En Estados Unidos, si un médico no demuestra su formación continua con créditos, puede llegar a perder su licencia. De alguna forma, el Ministerio ha confiado en las asociaciones para llevar a cabo esta gran labor de actualización. Además, a él también le interesa porque disminuye la variabilidad de la práctica clínica, reduciendo así los costes. Si somos homogéneos y aplicamos los tratamientos más eficientes (los que consiguen el mejor resultado al menor precio), estamos haciendo farmaeconomía.
Además de la formación, otro de los grandes pilares de la AEU es la investigación, no solo de moléculas nuevas –algo que no está a nuestro alcance, sino al de los laboratorios– sino de la investigación clínica, que es la que permite saber que en España se diagnostican 25.000 nuevos casos de cáncer de próstata al año.
Investigar para generar conocimiento nuevo sobre el que ya tenemos permite avanzar a la medicina. La investigación clínica es saber cuándo hay una serie de patologías de tumores y conocer los resultados de nuevas moléculas.
Como asociación, nuestra obligación es generar nuevo conocimiento en la ciencia, y esto se hace mediante estudios multicéntricos en toda España, donde cada hospital aporta su experiencia. Por eso, los congresos médicos también son necesarios como puesta en común para validar esa experiencia acumulada.
Desde la Asociación, somos partidarios de conseguir un sistema sanitario sostenible. Para ello, la medicina moderna tiene que enfocarse en la medición y evaluación de los resultados, porque a veces las moléculas son muy caras, como las que utilizamos en el caso del cáncer de próstata. En ocasiones compartimos estudios con los laboratorios siguiendo el código de buena práctica clínica, para saber si lo que hacemos aporta calidad de vida y supervivencia a los pacientes. Si no es así, hay que buscar otras moléculas, pero si las que tenemos son buenas, debemos seguir adelante y la sociedad ha de asumir ese coste.
Entrevista publicada en Executive Excellence nº126 enero 2016
Con la colaboración de
ESP/DUTT/0003/15 01/2016