Skip to main content

Superabundancia: a más población, más recursos

(Tiempo estimado: 8 - 15 minutos)
Superabundancia, Fundación Rafael del Pino

Tras analizar el precio de cientos de productos básicos, bienes y servicios a lo largo de dos siglos, los profesores Gale Pooley y Marian Tupy descubrieron que, en contra de la creencia tradicional, los recursos se volvían más abundantes a medida que crecía la población. Más aún, descubrieron que la abundancia de recursos aumentó más rápido que la población, una relación que ellos llaman “superabundancia” y que da nombre a su último libro, publicado por Deusto. Pero, ¿qué factores alimentan el ciclo de la superabundancia? 

El autor Marian L. Tupy, editor de HumanProgress.org y analista de políticas públicas del Centro para la Libertad y la Prosperidad Global, compartió mesa de debate en la Fundación Rafael del Pino con dos referentes del Instituto Cato: Deirdre N. McCloskey, catedrática Isaiah Berlin de Pensamiento Liberal, e Ian Vásquez, vicepresidente de Estudios Internacionales y director del Centro para la Libertad y la Prosperidad Global. Bajo la moderación de Gabriel Calzada, presidente de la Mont Pelerin Society y rector de la Universidad de las Hespérides, hicieron una revisión de las dinámicas económicas y demográficas y explicaron por qué el crecimiento de la población genera una mayor abundancia de recursos.

Conocimiento humano

Para Marian L. Tupy, “lo interesante de los seres humanos es que, a diferencia de los animales no humanos, somos capaces de razonar, de planificar a largo plazo. En otras palabras, de generar ideas e innovaciones. Cada bebé que llega al mundo no viene simplemente con el estómago vacío sino también con un cerebro capaz de crear nuevos conocimientos que nos permiten ampliar nuestra base de recursos.

Por ejemplo, hace unos 100 años, dos científicos alemanes, Bosch y Haber, se dieron cuenta de que se podía convertir el gas natural en amoniaco y desde entonces utilizamos fertilizantes artificiales para aumentar el rendimiento de nuestros campos. Como consecuencia, hoy tenemos suficiente comida para alimentar a todos hasta el punto de que la obesidad en Occidente se ha convertido en un gran problema, más que la desnutrición. O pensemos en el iPhone, que ha resultado reemplazar a una cámara de fotos, a un televisor, a una radio, a una brújula, a una calculadora y muchas cosas más. De esa manera, estamos ahorrando muchos recursos que se destinarían a fabricar esos dispositivos electrónicos de manera individual y, en su lugar, tenemos uno llamado iPhone. "A través de las ideas podemos acrecentar nuestra base de recursos, disminuir su precio y aumentar nuestros niveles de vida". Marian L. Tupy

Como pueden ver, es a través de las ideas que podemos acrecentar nuestra base de recursos, disminuir los precios de los mismos, aumentar nuestros niveles de vida y proporcionar lo suficiente para el florecimiento humano en todo el mundo”.

Una gran sociedad, apuntó Deirdre Nansen McCloskey, “tiene más personas con distintas ideas y con quienes intercambiar bienes; así que, el resultado es que el crecimiento de la población en el mundo moderno es bueno para nosotros. Cada uno somos único, pero podemos conversar y aprender los unos de los otros. El idioma es la clave; sin idioma, sin hablar, es muy difícil gestionar una sociedad”.

En defensa de la libertad

El Instituto Cato ha determinado la relación que existe entre la libertad y los indicadores del bienestar humano. “La evidencia es patente –explicó Vásquez–. A mayor libertad, mayor prosperidad y bienestar para los países. Lo que verdaderamente importa es el trasfondo de políticas, instituciones, incluso valores culturales que apoyan a las instituciones de la libertad, porque cuando crece esa libertad, cuando el entorno liberal se crea, entonces es cuando apreciamos una explosión de riqueza”.

El índice de libertad humana del Instituto Cato mide el nivel de libertades económicas, personales y civiles alrededor del mundo y abarca un par de décadas. “Medimos en cada país 86 diferentes indicadores para tener una idea del nivel de libertad humana que hay en el mundo y dentro de los países. Desde el año 2000, hemos podido documentar que el nivel de libertad humana ha ido incrementando hasta el año 2007 y desde entonces empezó un declive, resultado de la crisis financiera internacional y que coincidió con el auge de diferentes formas de gobiernos no liberales, populismos autoritarios, el auge de nacionalismos en diversas partes (países ricos y pobres, democráticos y no democráticos). En el año 2020, cuando irrumpió la pandemia, se produjo un colapso total con respecto a la libertad humana. Se trata de una pérdida de libertad que afectó a más del 90% de la población mundial y que representó una caída en casi todos los indicadores. A día de hoy, nos hemos recuperado, pero es razonable reconocer que todavía no estamos al nivel de libertad de enero del 2020."Cuando crece la libertad y el entorno liberal se crea, es cuando apreciamos una explosión de riqueza". Ian Vásquez Los países autocráticos son actualmente mucho menos libres de lo que eran antes. Pero también ha habido abusos en los países avanzados, donde los gobiernos se sobrepasaron en términos del control de información, del control de movimiento, en términos del Estado de Derecho, por no aplicar la ley de una manera igual para todos. La pérdida de confianza en sus gobiernos por parte de la población ha abierto un espacio para que los extremos de derecha e izquierda argumenten que las ideas de la libertad no funcionan y que, además, ellos tienen las respuestas”. 

Igualdad de permiso

Preguntada por una posible contradicción entre igualdad y libertad, la profesora McCloskey argumentó su desacuerdo. “En 1700 aparecen las ideas liberales. Antaño, la teoría era que los reyes siempre ganan, las mujeres siempre pierden; pero el liberalismo dice ‘no, vamos a darle la vuelta a esa tortilla’. Ahí surge una libertad que es el elemento que, en nuestra opinión, da lugar a esta explosión. Mis antepasados eran irlandeses pobres, pero aquí estoy. Si nos dignificamos, si no somos envidiosos y disfrutamos de la diversidad ajena, podemos avanzar”.

“De alguna forma –matizó Vásquez– eso hace que seamos desiguales. Los liberales creen en la igualdad ante la ley, en el derecho a un trato igual, en lo que Deirdre llama igualdad de permiso”.

“Sí, porque la igualdad de oportunidad es imposible de conseguir, pero no la de permiso”, afirmó la profesora. En su opinión, “el liberalismo es la convicción o la filosofía que dice que debemos tener igualdad de permisos, no igualdad de oportunidades o igualdad de resultados. Piensa en la vida como una carrera. Al inicio está la línea de salida y al final la línea de meta. 

Nuestros amigos socialistas –y yo lo fui una vez– creen en la igualdad en la meta, en que todos los ingresos deben ser iguales. Cuando era joven, yo misma pensé que eso era cierto. El problema es que cualquier sociedad que intente hacer esto a gran escala no funciona. Dentro de una familia o un pequeño grupo de amigos, la igualdad en la meta es buena, justa y deseable. En una familia, no queremos que Cenicienta se quede en casa haciendo las tareas del hogar mientras a sus hermanas se les permite ir al baile para competir por la mano del príncipe. Entonces, la igualdad de resultados, de ingresos, de consumo, es natural y sensata en una sociedad pequeña, pero no funciona en absoluto en una grande. Si pagamos a los neurocirujanos lo mismo que a los barrenderos, obtendremos muy pocos neurocirujanos y muchos barrenderos. Así que, no podemos hacer realidad el ideal socialista de igualdad en la línea de meta. 

Quizás podamos lograr igualdad en la línea de salida de la carrera de la vida, tener igualdad de oportunidades. De hecho, creo que durante muchos años fue lo que intentamos hacer en una sociedad justa: dar a todos la misma educación y a todos los mismos derechos. Hablamos mucho de derechos… El problema es que tampoco podemos hacerlo. Es imposible. ‘¿Por qué? ¿No se puede dar a la gente derechos y ventajas para que todos seamos iguales?’, nos preguntamos. Pues no. Por ejemplo, la mayoría de ustedes saben inglés y español; yo solo sé ingles. ¿Cómo vamos a igualarnos en la línea de salida si ya son más inteligentes? ¿Cómo hago para que olviden un idioma? Algunas personas nacen en Sudán del Sur y otras en Madrid. ¿Cómo igualamos eso? No podemos. Lo que es peor, una igualdad total en la línea de salida nos haría a todos idénticos y no habría base para el comercio o la conversación. Sería una estupidez.

Pero podemos tener la gran igualdad que se introdujo en el pensamiento occidental en Holanda, Inglaterra y Escocia en el siglo XVIII: la igualdad de permisos. No permitimos que el Estado impida que las mujeres se conviertan en pilotos de avión, ni que nos impida comprar en el extranjero, ni que nos regule hasta el punto de no poder iniciar un negocio. En todo el mundo, hay miles de obstáculos que introduce el Estado. La gran idea en el siglo XVIII fue eliminarlos; evitar que el Estado impida que la gente haga lo que quiere hacer.

Es como el idioma español. El Estado prácticamente no tiene nada que ver con la evolución de la lengua española. Las nuevas expresiones pasan a formar parte de la lengua; es lo que llamamos un orden espontáneo. Sucede como una evolución natural y así debería ser la economía. No deberíamos intervenirla constantemente. El liberalismo es darnos, unos y otros, los mismos permisos. "No podemos tener la misma línea de salida ni de meta, pero sí los mismos permisos para sumarnos a la carrera. Eso no significa que todos terminen comenzando o acabando en la misma posición, pero a todos se les permite unirse a la carrera. Esa es la igualdad de permiso". Deirdre N. McCloskey

No podemos tener la misma línea de salida ni de meta. Pero mañana podemos tener los mismos permisos. Podemos eliminar todos los obstáculos inmediatamente. Eso no significa que todos terminen comenzando o acabando en la misma posición, pero a todos se les permite unirse a la carrera. 

Creo que el liberalismo tiene valor en sí mismo, trata a las personas con respeto, les da permiso para amar a quien quieran, para ser quienes quieran, para probar cosas; y así es exactamente como funciona la evolución natural y se produce el progreso".

El filtro del mercado 

Una era de superabundancia no se sostiene únicamente con más personas que tengan más ideas, puesto que no todas ellas son buenas. Para Marian L. Tupy, este es el proceso: “La superabundancia es igual a población por libertad. Empezamos con seres humanos con sus ideas. El mercado diferencia las buenas de las malas, diferencia las que van a dar lugar a invenciones o innovaciones de las que no, y luego las pone a prueba. Como dice Deirdre McCloskey, al final tienes innovaciones útiles que van a mejorar la productividad y nuestra calidad de vida”."El libro Superabundancia evidencia empíricamente que no se nos están agotando los recursos y que estos son cada vez más abundantes, no menos, cuando ha habido explosiones poblacionales". Ian Vásquez

En este sentido, Ian Vásquez defiende que lo más importante es que bajo esa propuesta subyace el concepto de la libertad: “El liberalismo que aflora hace unos siglos es el que ha conformado al mundo moderno, ha dado lugar a la explosión de riqueza y es responsable de los incrementos llamativos en el bienestar. Aun así, existe un planteamiento pesimista de que todo va a peor, cuando no es verdad. En mi opinión, lo más novedoso de Superabundancia de Marian es que evidencia empíricamente que no se nos están agotando los recursos, que el crecimiento de la población no es un problema que vaya a desembocar en mayor escasez, sino al revés: los recursos son cada vez más abundantes, no menos, cuando ha habido explosiones poblacionales. Llevamos décadas oyendo lo contrario. Lo que defiende Marian es que aparte del crecimiento de la población, las instituciones, las políticas de libertad, son esenciales para este proceso”."Los economistas están de acuerdo en que más personas producen más conocimiento e innovación; sin embargo, la opinión pública y los medios están 20 años por detrás de la disciplina económica". Marian L. Tupy

“Exacto. Para mí –apostilló Marian–, las ideas son creación de nuevos conocimientos. Y el conocimiento tiene una propiedad muy especial: cuanto más conocimiento consumas, más vas a tener. Es decir, la llave para la creación del conocimiento es doble. En primer lugar, es imprescindible que el mercado funcione para diferenciar entre las ideas buenas y las malas. Pero esta creación también exige una sociedad buena y libre donde se pueda hablar, publicar, reunirse, atender a otras opiniones. Cuando no es posible tener en cuenta las ideas de otras personas porque su pensamiento ha sido cancelando, entonces no es posible incorporarlas al pensamiento propio ni razonar libremente... y los esclavos no innovan. Los economistas están de acuerdo en que más personas producen más conocimiento y más innovación; sin embargo, la opinión pública y los medios están 20 años por detrás de la disciplina económica”."Es imprescindible que el mercado funcione para diferenciar entre las ideas buenas y las malas". Marian L. Tupy

Sin dudarlo, McCloskey respaldó la idea de que el mercado es el sistema más altruista que existe: “Cada año, en Estados Unidos se prueban 30.000 nuevos bienes de consumo envasados. Solo alrededor del 5% sobrevive y se convierten en artículos estándar en el supermercado, en la ferretería o donde sea. Pero solo si se da permiso a los consumidores para probarlos y elegir, la economía evoluciona y todos salimos ganando”."El mercado es el sistema más altruista que existe". Deirdre N. McCloskey

Narrativa: el reto del liberalismo

Los tres ponentes estuvieron de acuerdo en que los liberales tienen el desafío de convencer a la gente pesimista con respecto al mundo. “Es cierto, el liberalismo lleva a más y mejores cosas. Eso es un argumento materialista. Los liberales, no obstante, no somos materialistas como los marxistas, sino que nos preocupamos por la libertad; eso es lo que nos importa. Tenemos por delante la tarea de insistir en que defendemos una sociedad justa. A la mayoría no le preocuparía la desigualdad si una persona consigue por sus propios méritos los logros que quiera; en cambio, sí le molesta que el resultado se consiga mediante favoritismos y trampas. En el corazón del liberalismo, se defiende que este no solo es el mejor sistema y el que funciona, sino que además es el más moral, el más ético, porque se basa en el intercambio voluntario de todo lo que es pacífico; se basa en la persuasión, no en la fuerza; se basa en que las cosas se acuerdan por mutuo acuerdo”, declaró Vásquez.  

Para el autor de Superabundacia también influye la psicología, pues “los humanos escuchamos mucho más a la gente pesimista que a la optimista racional”, y esto sucede incluso cuando hay evidencia científica que ratifica que los hechos van a mejor. En ese punto, McCloskey llamó la atención sobre el trabajo del –ya fallecido– profesor sueco Hans Rosling, quien a través de la confrontación de datos y análisis crítico aportó una visión del mundo basada en hechos.  "En el liberalismo defendemos que no es el papá-mamá Estado quien tiene el poder correcto, sino que somos adultos y hay que comportarse como tal en una sociedad libre". Deirdre N. McCloskey

Cada escuela de pensamiento tiene su propia narrativa, convinieron los tres expertos. Para Ian Vásquez, “la gran narrativa del liberalismo es que creó muchísima prosperidad y mejoras en el ser humano, sin precedentes de hecho”. Para Deirdre Nansen McCloskey, “en el liberalismo defendemos que no es el papá-mamá Estado quien tiene el poder correcto, sino que somos adultos y hay que comportarse como tal en una sociedad libre. Lo que nos gusta es la creatividad, la innovación, y eso procede de la libertad”. 

“Puedo elegir mirar hacia atrás y compararme con las personas que estaban antes que yo y estar agradecido porque vivo en una democracia occidental, próspera –prosiguió Marian L. Tupy–, o bien puedo mirar hacia adelante a una utopía que nadie ha visto nunca, pero que algunos han imaginado, y estar lleno de resentimiento porque todavía no vivo en ese mundo. Como sostenía Nietzsche, el resentimiento es la peor de las emociones humanas y hace que la gente sea muy desgraciada”.


 Deirdre N. McCloskey, catedrática Isaiah Berlin de Pensamiento Liberal en el Instituto Cato y profesora emérita en la Universidad de Illinois; Ian Vásquez, vicepresidente de Estudios Internacionales y director del Centro para la Libertad y la Prosperidad Global del Cato Institute, y Marian L. Tupy, editor de HumanProgress.org y analista de políticas públicas del Centro para la Libertad y la Prosperidad Global, en la Fundación Rafael del Pino.

Entrevista publicada en Executive Excellence n191, junio-agosto 2024.


Últimos artículos

Lo más leído
Expertos
20 de Diciembre de 2024
Trabajar desde casa o vuelta a la oficina
Expertos
19 de Diciembre de 2024
Charles Handy
Expertos
17 de Diciembre de 2024
Daniel Goleman en Drucker Forum TV
Personajes con talento
17 de Diciembre de 2024
Howard Yu en el 16th Global Peter Drucker Forum
Personajes con talento
13 de Diciembre de 2024