Isidro Fainé: “La tecnología nos permitirá cosas inimaginables, pero las personas debemos establecer el destino, el camino y los límites”
“Liderazgo en tiempos de IA” fue el lema escogido para el XXIII Congreso anual que la Fundación CEDE, presidida por Isidro Fainé, celebró en A Coruña. Como en ocasiones anteriores, sus palabras –y las de S.M. El Rey– clausuraron el encuentro de directivos. Estos fueron sus mensajes más destacados:
Siempre cerca de las personas
“El directivo tiene que ser el emprendedor del siglo XXI. Su papel y su responsabilidad son vitales para el desarrollo de un tejido empresarial que haga progresar nuestra economía, porque el verdadero motor de una economía libre y progresista está formado por aquellos empresarios y directivos capaces de salvar obstáculos de todo tipo y que consiguen llevar adelante sus proyectos, ya sean tiempos fáciles o difíciles.
Los empresarios y directivos españoles sabemos que el mundo tiene abiertas muchas ventanas de oportunidad, y tenemos que acabar de explotarlas. No nos faltan razones para ser ambiciosos y optimistas, puesto que nuestros productos y servicios cuentan con la calidad suficiente para ser competitivos en todos los mercados, y los directivos españoles han demostrado preparación, carácter, para desenvolverse con éxito en este mundo tan complejo.
No olvidemos que los jóvenes son nuestro futuro y tenemos que conseguir que el intercambio de conocimiento entre generaciones sea una realidad estimulante dentro de nuestras empresas (la Fundación CEDE desarrolla diversas actividades para este fin). En CEDE queremos dar protagonismo a la generación mejor preparada de la historia, puesto que no podemos perder el talento de aquellos en quienes hemos invertido lo mejor de nosotros mismos.Tenemos que conseguir que el intercambio de conocimiento entre generaciones sea una realidad estimulante dentro de nuestras empresas
Otro de nuestros frentes de actuación se dedica a poner en valor tres elementos básicos de la función económica y social que desempeñan empresarios y directivos y donde, difícilmente, podrán ser sustituidos por las máquinas. Primero, saber asumir los riesgos compaginando coraje y templanza. Como bien resaltó el profesor del IESE Rafael Termes: ‘El poder creador del riesgo es infinito’. Segundo, la iniciativa o el empuje emprendedor, porque desde siempre los hombres y mujeres inconformistas y con energía transformadora han sido quienes han revolucionado los negocios y el mundo, creando lo que otros no podían ni imaginar. Y tercero, la innovación, siempre al servicio de las demandas del mercado y de los valores sociales. No en vano, los directivos siempre hemos estado de una u otra forma del lado de la creatividad, de la experimentación y de la libertad de pensamiento crítico.Los directivos siempre hemos estado del lado de la creatividad, la experimentación y la libertad de pensamiento crítico; y esto va a ser muy importante en esta nueva era donde las tecnologías del big data y de la IA pueden apagar la creatividad humana y propiciar el pensamiento único
Uno de los rasgos más decisivos de los grandes directivos es que no entregan su cabeza a nadie, y esto va a ser muy importante en esta nueva era donde las tecnologías del big data y de la IA pueden apagar la creatividad humana y propiciar el pensamiento único. En CEDE, queremos ser activos para conseguir que todos estos factores que hemos mencionado se refuercen a través del aprecio de la sociedad. Por este motivo, quisimos que la IA fuese la protagonista de este Congreso.
IA, un tiempo de oportunidades
La complejidad y la incertidumbre se han convertido en normalidad. Los cambios son constantes, unos previstos y otros inesperados, unos bienvenidos y otros indeseados. Este contexto ha venido para quedarse. Por tanto, no tenemos más opción que aceptar esta nueva dinámica, adaptarnos a ella y buscar las maneras de anticiparnos a los grandes cambios que, con toda seguridad, nos pondrán a prueba.
En ese entorno, es del todo necesario afianzar la figura del liderazgo, de quienes tienen la responsabilidad de llevar el timón de nuestras empresas, de la sociedad. Todos los directivos debemos asumir el reto de dirigir y gestionar con mirada larga, superando todo tipo de fronteras y estando siempre cerca de las personas. Pero también prestando atención a todo lo que se mueva a nuestro alrededor en cada momento, porque cada poco tiempo aparecen avances tecnológicos que sorprenden a todo el mundo, también a los expertos.
Hoy en día, la IA ya es el frente de avance tecnológico más sobresaliente, puesto que tiene el potencial de alterar profundamente cada aspecto de nuestras vidas: el trabajo y la empresa, las ciencias y las artes, el ocio y las costumbres, e incluso la forma de relacionarnos con nuestros seres queridos. Ante una fuerza tan arrolladora, es inevitable hacerse algunas preguntas: ¿Debe el directivo modificar los pilares de su manera de pensar y de actuar? ¿Podemos olvidar los valores y los hábitos que han favorecido el crecimiento de nuestras empresas en nuestro país a lo largo de la historia? Nada más lejos de ello. Debemos abrazar la innovación, tomando la iniciativa de los cambios culturales y organizativos que vienen de la mano de las nuevas tecnologías, pero preservando los valores humanos y sociales que definen nuestra identidad
Creo firmemente que los empresarios y directivos debemos abrazar la innovación, tomando la iniciativa de los cambios culturales y organizativos que vienen de la mano de las nuevas tecnologías. pero preservando los valores humanos y sociales que definen nuestra identidad. Esto es lo que nos enseña y aconseja lo que aconteció en otros momentos de la historia. La invención de la máquina de vapor o el desarrollo de Internet son ejemplos de sucesos que impulsaron el progreso humano y que, sin embargo, en sus momentos iniciales se presentaron como innovaciones radicales que parecían destruir los equilibrios morales y sociales. Afortunadamente, los malos augurios no se cumplieron. Pero no fue por casualidad, sino gracias a que la sociedad supo mantenerse cohesionada, superando las tensiones y los conflictos que, inevitablemente, surgieron en aquellos momentos.
Ahora, con la misma rotundidad con la que afirmamos que la IA puede catapultar a la humanidad hacia una nueva era de progreso, también debemos ser conscientes de que este futuro solamente será posible si mantenemos a las personas en el centro de la ecuación, si utilizamos la tecnología para que nos ayude a construir una sociedad más justa y con menos desigualdades.La IA puede catapultar a la humanidad hacia una nueva era de progreso, pero este futuro solamente será posible si mantenemos a las personas en el centro de la ecuación
En este sentido, desde CEDE nos sumamos a todas aquellas voces que propongan una visión ética del diseño y de los usos de la IA y enfatizamos la importancia de contar con marcos regulatorios robustos que mitiguen los riesgos en materias tales como la privacidad, la ciberseguridad y los sesgos discriminatorios que pueden estar presentes en los algoritmos, para que siempre respeten la dignidad de las personas.
También creo que es aconsejable que nos acerquemos a la IA intentando conjugar dos grupos de virtudes. Por un lado, la prudencia y la humildad; y por otro, la ambición y el optimismo. En lugar de hablar de que la IA es el final del mundo, pensemos que estamos ante el principio de un nuevo mundo que va a ser mejor. Dicho de otra manera, trabajemos para controlar los riesgos y las amenazas, pero no dejemos que la obsesión por la regulación y el control nos impidan la visión de las oportunidades.
Trabajemos para controlar los riesgos y las amenazas, pero no dejemos que la obsesión por la regulación y el control nos impidan la visión de las oportunidades
Nosotros, directivos y empresarios españoles, debemos estar preparados para aprovechar las oportunidades. Para ello, es fundamental la formación continua.
La exigencia del aprendizaje permanente
La formación se enfrenta a una obsolescencia inevitable en muchos conocimientos y empleos, como resultado de la llegada de la IA. El mundo para el que se prepararon los mayores de 40 años nada que ver con el que ahora existe.
Una vez más, y de manera global en esta ocasión, surge la necesidad del estudio continuo y del aprendizaje permanente al que tantas veces nos hemos referido. Los directivos estamos en la complicada posición de gestionar lo desconocido y, con seguridad, estaremos obligados a transformar la cultura de toda la organización, en lugar de seguir aplicando las fórmulas tradicionales. Warren Buffett dijo en una junta general que las empresas deben hacer todo lo posible para evitar que les afecte el virus ABC: la A de la arrogancia, la B de la burocracia y la C de la complacencia. Transformar una empresa es un reto mayúsculo, pero esto ha ocurrido siempre que hemos vivido innovaciones disruptivas.
La historia empresarial demuestra que quienes mejor aprovecharon los avances y resultaron ganadores fueron aquellos que no postergaron el análisis sobre cómo iban a incorporar a sus negocios los avances que el progreso les ofrecía, sino que además pudieron actuar con rapidez y con determinación, pero sin dejar de lado la cautela y la prudencia adecuadas. Por así decirlo, la curiosidad intelectual debe ganar la batalla al continuismo y hay que recordar que quien da primero da dos veces.La curiosidad intelectual debe ganar la batalla al continuismo
El gran economista Joseph Schumpeter explicaba que el mundo de los negocios consiste en procesos sucesivos de creación y destrucción. O sea, funciona de forma similar al nacimiento y la muerte de las células de un ser vivo. Y la vida de las empresas, como también la economía de un país, languidecen cuando este proceso se detiene; lo cual suele ocurrir cuando el liderazgo y el talento no cumplen su misión. Si una región no va bien es porque ni el líder, ni el talento, ni la gente cumple con su misión.
Hablar de IA es también un buen motivo para reiterar que sin talento no es posible la innovación. Europa, y España en particular, deben invertir en la educación y en la formación de la próxima generación de profesionales, en todas las áreas del conocimiento. Ellos serán quienes potenciarán un ecosistema digital y empresarial de la máxima calidad, para que el país siga viajando en este tren del progreso.
Me gustaría que en pocos años tuviéramos en España, a través de nuestras excelentes universidades, un sistema excelente de generación de talento; y un tejido industrial asociado que sirviera para generar miles de puestos de trabajo de alta calidad. Si lo conseguimos, habremos puesto a España en el mapa mundial de la tecnología que ya domina y dominará el mundo. Sin duda, estamos ante un gran desafío, pero estoy convencido de que podemos lograrlo.
Liderar es hacer crecer
El fundador de “la Caixa”, Francesc Moragas, siempre decía: ‘Lo imposible solo es un poco más difícil que lo difícil’. Y yo me lo aplico. Como directivos y empresarios sabemos muy bien que el liderazgo dentro de las empresas es un elemento muy valioso para el progreso de un país, porque liderar no es otra cosa que hacer crecer. Empoderar a nuestros equipos y conseguir ser apreciados por aquellos que se han convertido en líderes a nuestro lado es algo que enorgullece a cualquier directivo
Como afirmaba Jack Welch: ‘Antes de ser un líder el éxito consiste en tu propio crecimiento. Una vez alcanzado el liderazgo, tu éxito se basa en tu capacidad de hacer crecer a los demás’. Empoderar a nuestros equipos y conseguir ser apreciados por aquellos que se han convertido en líderes a nuestro lado es algo que enorgullece a cualquier directivo.
Esencialmente, porque condensa el entender el liderazgo como servicio. El ejercicio del liderazgo implica trascender el ego, ponernos en el lugar del otro, ser humildes y agradecidos. Escuchar y aprender para crecer. Porque, a pesar de todos los avances, lo que de verdad distingue a una organización de otra son las personas con capacidad de servicio. Yo, personalmente, es lo que más valoro. A pesar de todos los avances, lo que de verdad distingue a una organización de otra son las personas con capacidad de servicio
Además, es crucial el trabajo en equipo. En un mundo donde cada día el conocimiento es más extenso y se actualiza a mayor velocidad, es irracional pensar en personas que tengan todas las respuestas. Un buen líder se nutre de otras opiniones, se rodea de expertos, de gente buena; estudia y analiza los temas, se apoya en su equipo y cultiva una mentalidad curiosa con el aprendizaje continuo como eterno compañero de viaje.
De hecho, en mi opinión, el futuro del buen liderazgo será cooperativo y no meramente competitivo, y en absoluto autoritario. El gran literato y filósofo alemán Johann Goethe dijo: ‘Trata a una persona tal como es y continuará siendo de esta manera. Trata a una persona en función de lo que puede y debe ser y se convertirá en lo que puede y debe ser’. Un buen líder se apoya en su equipo y cultiva una mentalidad curiosa con el aprendizaje continuo como eterno compañero de viaje
Como síntesis, mi mensaje central es algo tan repetido como trascendental: la era digital no tiene sentido si olvidamos darle una perspectiva humanística. Los valores son nuestras señas de identidad como personas y como sociedad, y tienen que ser la base de cualquier evolución tecnológica.
La tecnología nos permitirá cosas inimaginables, pero somos las personas quienes debemos establecer el destino, el camino y los límites. Por tanto, no se trata de competir contra los robots sino que las personas y las máquinas debemos establecer una sinergia poderosa, capaz de aprovechar lo mejor de ambos mundos.Ejercitemos la capacidad de seguir admirando y aprovechando lo que el progreso nos regala, lideremos con proyectos ambiciosos, no con recuerdos
Como bien decían los clásicos, con el paso del tiempo no solamente acumulamos años, sino que acumulamos vida y experiencia. Los directivos jóvenes y veteranos no tenemos derecho a acomodarnos, debemos seguir dando lo mejor de nosotros mismos. Pongamos en valor nuestro talento, propiciemos el intercambio entre generaciones, ejercitemos la capacidad de seguir admirando y aprovechando lo que el progreso nos regala. Lideremos con proyectos ambiciosos, no con recuerdos, porque esta es nuestra responsabilidad, y este sería el mejor legado que podríamos pasar a generaciones futuras”.
Isidro Fainé, presidente de la Fundación CEDE y de la Fundación "la Caixa", en la clausura del XXIII Congreso CEDE.
Publicado en 2024.