La humanidad frente a la economía de los datos
“La digitalización supone más crecimiento, más empleo de calidad y más sostenibilidad e inclusión; pero es el momento de decidir cómo queremos que suceda”. Así lo afirmó José María Álvarez-Pallete, presidente ejecutivo de Telefónica, durante el Desayuno organizado por la Fundación CEDE (Confederación Española de Directivos y Ejecutivos). Estas fueron algunas de sus reflexiones para contextualizar y resolver esta encrucijada.
IA: EL ORIGEN DE NUEVOS PROBLEMAS
Desde que se enunció la ley de Moore, se ha producido la mayor acumulación de tecnología de la historia de la humanidad. Estamos viviendo el equivalente a cuatro veces el impacto que tuvo en PIB per cápita la revolución industrial. Cuando parecía que esta ley se agotaba por el espacio físico en los chips, estamos en los albores de la computación cuántica, que volverá a suponer una revolución en la forma de procesar los datos.
Es una época en la que hay más progreso, más salud, menos pobreza y más conexiones; y sin embargo, también es una era de conflictos. ¿Por qué, teniendo toda esta tecnología tan maravillosa a nuestro alcance, estamos perdiendo la fe en el progreso?
La tecnología es sí misma no es ni buena ni mala, no tiene valores; todo depende de lo que hagamos con ella. El primer conflicto aparente es la ciberseguridad. El número de registros expuestos aumenta exponencialmente y día a día, pues cada vez hay más software, más probabilidad de vulnerabilidades y el perímetro de defensa es mayor.
Hoy toleramos, porque lo aceptamos en los contratos, que la IA (que se entrena leyendo) pueda leer nuestros e-mails; toleramos estar permanentemente geolocalizados o que nuestra televisión inteligente nos escuche aunque esté apagada. Y empiezan a surgir problemas nuevos, como la suplantación de identidad.
La revolución digital es muy difícil de tangibilizar. Como no sabemos cuánto valen nuestros datos, los damos gratis
Este es el mundo de la IA. Un mundo que la pandemia aceleró, porque cuando se cerró el mundo físico nos refugiamos en el digital. Cada semana de confinamiento ha sido como un año en adopción digital. Perdimos el miedo a comprar por internet, a teletrabajar; la pymes tuvieron que irse a la nube y los colegios se digitalizaron. Y todas estas tecnologías pasan por las redes. Son muchas y todas confluyen a la vez y se retroalimentan unas a otras. La realidad virtual aumentada, la fibra de 5G, ciberseguridad, machine learning, edge computing, IA, virtualización, network slicing… Todas ellas acelerándose.
Esto supone un gran desafío, pues cuando se produce más tecnología y hay más conexiones, pasan más cosas por la red. Cada año tenemos que transportar un 50% más de datos, y el tráfico tiene un crecimiento exponencial y no va a parar.
UN NUEVO FACTOR DE PRODUCCIÓN
Se están creando plataformas con tamaño superior al de países. La capitalización bursátil de las llamadas GAFA ya representa la tercera economía mundial. Pero las reglas no están preparadas para esto, no fueron pensadas para un mundo digital, sino físico. Los que nacimos en el mundo físico competimos en el digital con otras reglas, y ni siquiera los reguladores comprenden lo que está pasando, ni su magnitud. Las reglas de competencia están mal definidas cuando, sin nosotros, sin el sector de telecomunicaciones, esta realidad no estaría sucediendo, porque todo va por nuestras redes.
Estamos ante una nueva economía –la economía de los datos–, que tiene un nuevo factor de producción. Solo un coche conectado, cuando esté totalmente sensorizado, va a generar entre 5.000 y 20.000 gigabytes al día. Cuando conectemos todas las cosas al mundo de la IA, la explosión de datos va a ser brutal. El problema es que la revolución digital es abstracta, muy difícil de tangibilizar. ¿Cuánto valen nuestros datos?
En Telefónica sostenemos que esta revolución, como la industrial, ha generado un nuevo factor de producción. Hasta ahora convivíamos con dos: capital y trabajo; hoy con los datos, pero, como no sabemos lo que valen, los damos gratis. En el inicio de todas las revoluciones tecnológicas, se han producido asimetrías de conocimiento. Nuestro principal desafío es conocer lo que está pasando y gestionarlo, para que esta digitalización tan acelerada no deje gente atrás, o de lo contario no será pacífica.
Este no es el momento de la tecnología, que ya está aquí, sino de las ciencias sociales, de la sociología, la antropología, la política, el derecho, la economía... para decidir qué contrato social queremos que derive de esta revolución.
Las reglas de competencia están mal definidas cuando, sin nosotros, sin el sector de telecomunicaciones, esta realidad digital no estaría sucediendo, porque todo va por nuestras redes
La IA va a destruir, y generar, millones de empleos. El problema radica en hacer una transición donde haya formación profesional y empresas que inviertan en la capacitación de su gente; además de la actuación del Estado, pues no va a quedar más remedio que tener solidaridad social.
UNA TELEFÓNICA CADA DÍA MÁS JOVEN
En Telefónica nacimos en 1924 para dar voz, y la voz se nos ha muerto como producto. Hemos tenido la suerte de que nos ha surgido un producto nuevo, los datos; pero la fábrica que producía la voz, las redes de cobre y las redes 3G no dan abasto para producir los datos que la gente necesita; y por eso hemos tenido que hacer una nueva fábrica, que es lo que representa la fibra o el 5G.
Nacimos viejos para este mundo y competimos con gente que nace joven, pero tenemos el metabolismo revertido, y cada día rejuvenecemos. Además, contamos con muchas fortalezas que traspasadas al ámbito digital son increíbles. Instalar fibra no es un producto digital, es un producto bien físico que posibilita el mundo digital; y nosotros sabemos cómo hacerlo.
LÍDERES PARA EL METAVERSO
El futuro es un mundo donde internet va a pasar de ser en dos dimensiones a tres, eso es el metaverso de manera resumida. Nadie sabe exactamente qué puede significar, está empezando; pero sí sabemos que nuestras vidas se van trasladar todavía más al mundo digital, porque nuestro cerebro no está pensado para mirar en dos dimensiones. Nos cansamos en una videoconferencia mucho más que en una reunión. Imagínense videoconferencias en tres dimensiones. No sabemos si será realidad inmersiva o aumentada, pero ya hay posesiones virtuales.
Si FB mete sus 2,8 millones de usuarios en un metaverso cerrado, ¿quién manda ahí?
Nuestra vida se va a hacer distinta: metaespacios, viajes virtuales… pero, ¿ cuál es la soberanía? Si FB mete sus 2,8 millones de usuarios en un metaverso cerrado, ¿quién manda ahí? ¿Cuál es la moneda, cuál es la frontera, la identidad? ¿Y las metaempresas? Si ya tenemos un problema de fake news en el mundo bidimensional, imagínense quién certifica qué avatar realmente soy yo. ¿Y quién emite el DNI en el metaverso, quién es el banco central de las criptomonedas? ¿Estoy viendo un juego o la realidad, cómo voy a separar ambos?
También está llegando el 6G, que son comunicaciones holográficas en tres dimensiones, que van a requerir una nueva red (la Web3), en la que tendremos que invertir.
¿Qué tipo de líderes vamos a necesitar en todos los ámbitos para que esto sea aceptable? Además de los criterios financieros y ESG, será fundamental saber cómo nos vamos a autorregular en cosas que todavía no lo están.Las reglas que nos trajeron hasta aquí ya no valen, ni siquiera las fiscales que fueron pensadas para un mundo físico, porque ¿dónde tributan estas plataformas? ¿Cuál es el hecho impositivo? En el mundo digital, no tenemos los mismos derechos que en el físico.
Es el momento de una nueva constitución digital, sabiendo que no todo es digitalizable, como no lo es la empatía, la solidaridad, la cohesión ni el sentimiento de pertenecer a algo.
José María Álvarez-Pallete, presidente ejecutivo de Telefónica, en el Desayuno CEDE.
Artículo publicado en Executive Excellence n179, marzo 2022.