Un paseo por las nubes
En el mundo, el comportamiento de los mercados, consumidores y usuarios es cada día más imprevisible y las compañías necesitan innovar, adaptándose constantemente, para seguir siendo competitivas. A ese reto se suma el estar mucho más conectados.
La colaboración ya no es cosa exclusivamente de los jóvenes. Además estos, al llegar al mundo empresarial, introducen en él su forma de pensar y relacionarse.
En la era de las redes sociales, los nuevos empresarios y directivos no se ven como islas independientes sino como estaciones de metro en permanente conexión, recibiendo y dando ideas, negocios y productos que cada vez más son el resultado del trabajo y de las interacciones entre múltiples intervinientes, como ya estamos viviendo con las APS del iPhone.
Con estas nuevas reglas, no basta crear una infraestructura robusta y aislarla de los ataques informáticos; hay que disponer de sistemas óptimos, equilibrando robustez y seguridad frente a rapidez, flexibilidad y colaboración.
Ventajas de la nube
Últimamente muchas empresas se han volcado en los servicios en la nube o cloud computing para aprovecharse de las ventajas en ahorros de costes y flexibilidad que aporta este tipo de servicios a sus comunicaciones de datos y voz y soluciones a Tecnologías de la Información.
El cloud computing permite alojar todos los servicios de forma externa en la red.
Según el INSEAD, el cloud computing aportará un 0.3% al PIB europeo en 2010; en España creará 55.000 empresas y 69.000 empleos, cifras que subrayan la importancia de este segmento del mercado. Estas previsiones tienen que estimularnos para ser más optimistas y mejorar la confianza en nuestras capacidades para crear empleo e incrementar nuestra productividad.
Otra ventaja es la flexibilidad de la nube, que permite adaptar el servicio a las necesidades del momento. Negocios estacionales con puntas de demanda; situaciones
de crisis con miles de llamadas al servicio de atención al cliente; fusiones, adquisiciones o crecimiento orgánico. Frente a todas estas situaciones, la escalabilidad de la infraestructura y los servicios permiten pagar sólo por aquello que se usa.
Esta flexibilidad se traduce en un aumento de productividad, ya que los empleados pueden acceder a las redes corporativas, y a sus aplicaciones habituales, desde cualquier sitio, incluso desde su casa. En segundo lugar, el tiempo de respuesta para instalar más capacidad o un nuevo servicio es realmente reducido: cuando una empresa española, en su expansión internacional, abre una nueva sede en Nueva York, Sao Paulo o Shanghái, los servicios TIC están funcionando en cuestión de horas y no meses. Y tercero, porque en caso de incidencias como cortes de luz, incendios o terremotos, las empresas podrán continuar sus operaciones porque otros servidores se hacen cargo automáticamente de las aplicaciones del servidor que no esté disponible.
Pero la principal ventaja competitiva es que las empresas, al poner en manos de un especialista la gestión de los servicios tecnológicos que necesita, pueden centrarse en su actividad principal y poner en ella toda su energía.
Sin embargo, la nube va más allá de la infraestructura: también muchos servicios de datos y voz son perfectamente externalizables, como el correo electrónico, las redes corporativas, contact centers, conferencias, seguridad y en general todo el software necesario para las operaciones diarias de las empresas. Ya no hace falta afrontar por adelantado el pago de licencias, con todos los riesgos que eso conlleva, sino que cada mes se paga únicamente por lo que se usa. La previsibilidad de las facturas por servicios TIC (Tecnologías de la Información y las Comunicaciones) se incrementa.
Innovación y control de los riesgos
La nube es un facilitador de la innovación. Es capaz de transformar los costes de creación y mejora de nuevos servicios, creando un ecosistema fértil en el que estos servicios son desarrollados y probados eficazmente evitando los elevados desembolsos asociados tradicionalmente a su lanzamiento.
La adopción del cloud computing también supone afrontar algunas incertidumbres. Entre ellas destacan la seguridad, la privacidad y la protección de datos. Sin embargo, lo que los usuarios necesitan es tener la capacidad de evaluar los beneficios de la nube frente a los riesgos. Si bien los proveedores tienen ante sí el reto de garantizar el nivel adecuado de los servicios bajo estas tres importantes áreas, los usuarios no pueden transformar estos puntos tan vitales en meras objeciones sin antes comprenderlos y evaluarlos en detalle.
Con la externalización de los servicios en la nube, los departamentos TIC de las empresas ya no tendrán que preocuparse tanto por las incidencias, porque de éstas se hace cargo el gestor externo de los servicios. El director de tecnología de la compañía podrá dedicarse plenamente al fomento de la innovación dentro de su empresa: identificar los retos que afronta y desarrollar las innovaciones necesarias para superarlos. Será el usuario final quien se beneficie de ello, porque recibe un servicio de mayor calidad a menor precio; resultado, más satisfacción.
La red
Con todo este movimiento, la red continúa desempeñando un papel esencial como facilitador de estos nuevos servicios y parece evidente que sus capacidades, alcance y robustez tendrán que seguir creciendo… Ya estamos asistiendo al debate de cómo se va a poder financiar ese crecimiento exponencial si, como hasta ahora, su precio baja y si son otros los actores de los servicios que se montan sobre ella.
La red debería poder ser utilizada por todos en igualdad de condiciones y quienes necesiten más ancho de banda, en buena lógica, tendrían que pagar más. En esto se incluyen tanto los proveedores de contenido como los usuarios. Se ha lanzado con éxito la banda ancha y sus servicios en todo el mundo, pero hay que entender que ahora, en la medida en que se han desarrollado servicios de mayor calidad, se tiene que pagar más por éstos que por otros de menor condición. Creo que este paso marcará la diferenciación en la red. Los servicios de la red ofrecen ya muchas opciones para discriminar lo que los usuarios necesitan. La banda ancha puede considerarse todavía joven y, en la medida en que ésta se incremente y haya mayor disponibilidad, crecerá la demanda así como las posibilidades de ofrecer servicios diferenciados.
El hecho incuestionable es que el mantenimiento y el desarrollo de la red tienen un coste. Nadie niega que su uso proporciona beneficios, no sólo económicos, a muchas personas, empresas e instituciones. La pregunta no es si hay que pagar por la red: si existe, es porque alguien la ha pagado. La pregunta es ¿cuál es la forma más razonable de financiar su coste?
No es pues razonable que quien más invierte en ella no se beneficie. Sin un retorno adecuado caerá la inversión, generándose ralentización, y hasta un estancamiento, en su desarrollo. La polémica está servida. Los servicios en la nube son ya una realidad que afecta al bolsillo y a los modelos de negocio futuros de muchas compañías tecnológicas. En los próximos meses -o años- asistiremos a nuevas formas de pago de la red, por ser ésta ya una parte de la realidad empresarial.
Los recursos de TI en la nube de Internet serán ofrecidos como servicio y comercializados mediante la fórmula del pago por uso. La era del cloud computing está aquí y nos aporta una lluvia de ventajas y nuevas oportunidades de negocio. A través ella, las empresas podrán acceder a las mejores soluciones del mercado, de forma escalada y rápida, en función de sus necesidades; y además haciendo variables sus costes de explotación.
¡Quién se hubiese imaginado hace poco tiempo que “estar en una nubes” podía ser una alternativa tan sensata!
Ana Lledó, directora de Producto y Diseño de Soluciones de Cliente, y miembro del Comité Regional de BT Global Services de Iberia y Latinoamérica
Artículo de opinión publicado por Executive Excellence nº72 jul10