Skip to main content

Aristóteles frente a la realidad de nuestro tiempo

(Tiempo estimado: 4 - 7 minutos)
Aguado cara a cara con Aristóteles
No es la primera vez que Javier Fernández Aguado asume el difícil reto de revisar y poner al alcance de todos el pensamiento de Aristóteles. Abordar el desafío de “democratizar el conocimiento” del filósofo griego solo es posible cuando se transpira una profundidad y capacidad de pensamiento de talla similar. 
 
Ya en 2009, Aguado se embarcó en la ardua tarea de actualizar la obra de Aristóteles, Ética a Nicómaco, para resaltar las habilidades directivas y el arte del buen gobierno. “No es este un libro que pueda ser leído con premura. Exige esfuerzo para sumergirse en el inmenso piélago intelectual del autor, que acumula la sabiduría antecedente y procura ofrecer soluciones a problemas que cualquier persona pone ante sí a lo largo de su vida”, declaraba entonces. No menor fue su esfuerzo para la escritura de la obra: “El tiempo dedicado a investigar y procurar el difícil equilibrio entre la lealtad al original y el modo de expresión más inteligible ha sido largo”.

En esta ocasión, formula directamente al sabio griego preguntas de interés actual, a las que “Aristóteles responde” con sus textos del siglo IV a. C.  

A continuación, recogemos un adelanto de esta entrevista:

JAVIER FERNÁNDEZ AGUADO: Señor Aristóteles, le agradezco que haya encontrado el tiempo para atender mis preguntas a pesar de sus múltiples ocupaciones. Iré directamente al grano: ¿cree usted de verdad que las personas buscan el bien? Al contemplar la invasión de Ucrania por parte de Rusia, la guerra en Siria, el comportamiento de gobiernos como el nicaragüense, el venezolano, el chino y otros más cercanos, o el narcotráfico mexicano o colombiano, la difusión de la idea de que el ser humano engendrado y no nacido puede ser asesinado impunemente… da a la impresión de que con frecuencia no es así.

Vayamos por partes.

Toda acción humana libre tiende, de entrada, a un fin bueno, aunque solo lo sea subjetivamente. Se producen diferencias entre los fines: no es igual una actividad inmanente, sin reflejo externo, que un acto que genera fruto en hechos externos.  Toda acción humana libre tiende, de entrada, a un fin bueno, aunque solo lo sea subjetivamenteEl fin de la medicina es la salud; el de los astilleros, los barcos; el de la estrategia, el triunfo; el de la economía, la riqueza. En ocasiones, un conjunto de actividades está subordinado a un objetivo que engloba a otros. Por ejemplo, cuando se fabrican riendas y otros arreos para caballos, se hace en pro de la equitación y esta se dirige, junto con otras iniciativas bélicas, a ejecutar un plan encaminado a lograr una victoria. 

En cualquier acción, lo relevante es alcanzar los fines principales, a los que se subordinan los demás. Esto sucede también en las actividades intelectuales propias de las ciencias especulativas. 

J.F.A.: ¿En todo lo que hacemos hay un fin último? ¿No se puede actuar sin propósito? Da la impresión de que mucha gente así lo hace. 

Todo lo realizamos en función de un objetivo ulterior, pues si no hubiese una meta última, se daría un proceso al infinito. Conocer ese fin influye grandemente en nuestras decisiones, pues procederemos entonces con la consistencia de quienes apuntan a un blanco concreto.

J.F.A.: ¿Cómo establecer ese presunto reto último y unificador?

La política es la responsable de definir qué conocimientos son precisos en las ciudades, y qué y cómo debe aprender cada persona. A ella se deberían subordinar las facultades que más alta consideración tienen: estrategia, economía y retórica. Como la política se apalanca en las otras ciencias y señala lo que debe hacerse y lo que ha de evitarse, su fin subsume los de las demás y constituye, de ese modo, el bien de la persona.

La política es la responsable de definir qué conocimientos son precisos en las ciudades, y qué y cómo debe aprender cada persona. A ella se deberían subordinar las facultades que más alta consideración tienen: estrategia, economía y retórica

Aunque el bien del individuo y el de la ciudad es de algún modo idéntico, parece evidente que es mejor obtener y defender el del colectivo. Lograr el bien de la persona es deseable. Conseguir el de un pueblo es de índole divina. Lograr el bien de la persona es deseable. Conseguir el de un pueblo es de índole divinaUn mano a mano excepcional 

185 aristoteles

Aristóteles compone, junto a Hegel y Tomás de Aquino, la triada de más relevantes pensadores de la historia de la humanidad. Miles de personas se inspiran en las reflexiones de estos tres intelectuales. Con frecuencia se subraya la dificultad de acceder de forma comprensible a sus aportaciones. 

 Por primera vez en la historia alguien ha entrevistado a quien fuera el coach de Alejandro Magno. Con preguntas oportunas, Javier Fernández Aguado, a modo de reportero, tira de la lengua a Aristóteles para facilitar el acceso a su pensamiento.  "Confío en que esta enriquecedora entrevista ayude a muchos, directivos o no, a mejorar su rendimiento y la vida del máximo número de personas". José María López Rodríguez, presidente de CEDERED y prologuista del libro 

José María López Rodríguez, presidente de CEDERED, escribe en el prólogo: “Confío en que esta enriquecedora entrevista, que rezuma sabiduría por todos los poros, fruto de una penetrante conversación entre Aristóteles y Fernández Aguado, ayude a muchos, directivos o no, a mejorar su rendimiento y la vida del máximo número de personas (…).

Con esta entrevista al estagirita, el madrileño conocido por muchos como el Peter Drucker español, profundiza en su loable afán por poner las reflexiones aristotélicas al alcance de un público más amplio. Su brega es de agradecer en esta sociedad líquida en la que, con frecuencia, la especulación de muchos se diluye en lo gaseoso, cuando no en la mera ausencia de capacidad reflexiva”.


Diez enseñanzas de Aristóteles, por Javier Fernández Aguado

Aristóteles no ofreció soluciones de autoayuda, sino cimientos firmes para que cada uno de nosotros, como causa de nosotros mismos, nos fuéramos haciendo más personas.

1.- La valoración ética de cualquier acción pasa por la libertad con la que se llevó a cabo.

2.- Somos lo que no somos. Somos lo que queremos llegar a ser. Somos fruto de nuestras ilusiones puestas en práctica con arresto.

3.- Cada uno de nosotros tenemos la capacidad de cambiar parte del mundo. Al menos, el entorno que nos rodea.

4.- Lamentarse no sirve para nada. Solo quienes se lanzan a navegar en medio de las tempestades descubren nuevos mundos.

5.- El lenguaje crea realidad. De lo que no se habla no existe. El liderazgo pasa por el control de la propia lengua.

6.- Los cobardes no son quienes tienen miedo, sino quienes, a pesar de padecerlo, se atreven a seguir adelante.

7.- Acumular bienes materiales resulta conveniente, porque de ese modo podemos ayudar a otros. Error es convertir el propio patrimonio crematístico en ídolo al que venerar.

8.- Para formar personas, la exigencia es esencial. Las sociedades que ensalzan la pereza y la mediocridad acaban siempre en el fracaso colectivo e individual.

9.- La política es la profesión más sublime si se desenvuelve al servicio de los ciudadanos. Si quienes ocupan puestos públicos solo piensan en su disfrute, se convierten en los seres humanos más deleznables y execrables.

10.- Mejorar la propia formación no es un capricho, sino la línea roja que hace que algunos se limiten a durar, mientras otros viven con plenitud.


Publicado en Executive Excellence n185, marzo-abril 2023. 


Últimos artículos

Rey Felipe VI
Personajes con talento
29 de Noviembre de 2024
Claudio Fernández-Aráoz
Directivos
28 de Noviembre de 2024