Todo es cuestión de enfoque
En esta época del año, los periódicos anuncian en dobles páginas toda clase de Masters en mil cuestiones inverosímiles. Mientras los miro escucho a la Directora de Comunicación del ISEM Fashion Business School, Fernanda Parias, que me recuerda que he prometido escribir un artículo para celebrar un aniversario de Executive Excellence.
Al oírle y con esa imagen en la cabeza, no puedo dejar de recordar un artículo formidable que leí hace unos meses sobre “La mejor gestión empresarial” de Lucy Kellaway, una conocida periodista del diario económico inglés Financial Times, especializada en management. Nada mejor he pensado que brindar a una estupenda revista un punto de vista enfocado de forma diferente.
Sin ningún tipo de complejo, más bien todo lo contrario, esta mujer cuenta en, primera persona, con una dosis sorprendente de humor, realismo, humanidad y enorme sentido común, su experiencia al tener su último hijo.
Me pareció todo un reto, dirigido por una parte a tantas mujeres que se van a encontrar en su situación, y por otra un buen repaso hacia los pocos empresarios -esperemos que cada vez queden menos- que siguen llamando “vacaciones” a una baja de maternidad
“Como lección en liderazgo, explica esta periodista, el curso a domicilio en que he estado inmersa en los últimos cuatro meses no ha estado nada mal. Con una implicación de 24 horas al día, siete días a la semana, ha resultado más agotador que el más duro de los seminarios. Se me ha asignado el papel de gestora de un grupo de cuatro personas sin ayuda u orientación alguna.
Mi grupo está compuesto por individuos de entre cero y siete años, pero a pesar de su juventud sus integrantes tienen mucho en común con los altos directivos. Cada uno de ellos dispone de un ego insaciable, tiene muy claro lo que quiere y no quiere hacer, y muestra una inquietante combinación de sentimientos amistosos y hostilidad entre sí. Su voluntarismo es admirable y, sin embargo, resultan absolutamente incompetentes para el día a día, necesitando ayuda para tareas cotidianas como comer, dormir o cruzar la calle. (...)
Mi tarea ha sido, por tanto, similar a la que corresponde a un líder: lograr que un grupo de gente difícil trabaje armoniosamente en equipo. (...) Cuando uno ha visto a un niño de siete años peleando con su hermano de cinco por el reparto del dormitorio, el fracaso de la fusión entre Glaxo Wellcome y SmithKline Beecham resulta mucho más fácil de comprender. Sir Richard Sykes y Jan Leschly no se pusieron de acuerdo sobre quién iba a tener el control de la mesilla, ni sobre dónde se colocarían sus juguetes favoritos, así que les fue imposible compartir el mismo dormitorio. Apenas había iniciado el curso cuando me di cuenta de que la estrategia operativa tenía que centrarse en el ordeno y mando. Tristemente en el mundo empresarial este modelo ha perdido mucho predicamento. Pero en mi empresa las normas y las estructuras rígidas son esenciales
Como jefa ejecutiva me aseguro de que todo el mundo sepa que a las siete de la tarde hay que estar en la cama. También me he dado cuenta de que uno de mis peores enemigos es la posibilidad de elección(...) Un segundo problema es el jefe ejecutivo que me ha tocado en suerte. Aparece cuando no se le espera, con desprecio de las normas y luego tiene la cara de dar consejos en la curiosa creencia de que entiende de qué va el negocio.”
Tras narrar en esa misma clave de humor las peripecias de su gestión familiar, siempre en términos empresariales, llega a las, conclusiones. “Yo estoy en la cumbre y puede ser un lugar muy solitario. Por no hablar del estrés. El jefe de una gran empresa puede pasar noches en vela preocupado por la cotización de su firma, pero no sé si eso es peor que la experiencia de que te despierten los aullidos del más pequeño cada tres horas”.
“¿Solución? Es complicada, agotadora y casi imposible de aplicar. Tienes que ser firme, pero cercana y entrañable. Tienes que dominar los nervios y motivar a la gente para que les apetezca hacer lo que tienen que hacer. Como mi rendimiento no ha sido precisamente óptimo, me interesaré por el método que emplea Sir Richard Greenbury para mantener felices a sus empleados en M&S. “Soy muy tolerante con sus errores”, presumía recientemente. “Pero si veo que alguien comete el mismo error una y otra vez, puedo llegar a ponerme muy desagradable”. Parece que Sir Richard y yo tenemos el mismo estilo de management, concluía esta gran gestora, dentro y fuera de su familia.
Lástima que no haya publicado un segundo y tercer artículo sobre cómo compaginar su vuelta al trabajo al cumplir sus meses de baja por maternidad, para resolver uno de los más discutidos problemas en nuestro entorno: el de cómo hacer compatible el trabajo dentro y fuera de casa. Aunque, para mí este relato, además de dar claves certeras para dirigir y organizar la vida familiar con el rigor de una empresa, deja claro que la maternidad no sólo no malogra a la mujer sino que le proporciona tantos conocimientos de gestión como el mejor de los master que existen en el mercado.
Covadonga O´Shea, Presidenta de ISEM Fashion Business School
Artículo de opinión publicado en Executive Excellence nº50 may08