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El creciente interés por las rentas

(Tiempo estimado: 4 - 7 minutos)

Los inversores cada vez demandan más productos que generen rentas, entre los que destacan las acciones con atractiva rentabilidad por dividendo.

La crisis ha dejado tras de sí un escenario caracterizado por un débil crecimiento y unos bajos tipos de interés. Los bancos centrales han ido recortando las tasas de interés hasta llegar en muchas regiones a prácticamente cero y han recurrido a la relajación cuantitativa con el fin de sostener la recuperación económica. Los inversores se han visto obligados a asumir más riesgo para poder obtener rentabilidades algo más atractivas, lo que ha provocado importantes subidas en los grandes mercados de valores, muy por encima de los mínimos de la crisis y, en algunos casos hasta máximos históricos. 

En este contexto, los inversores van a continuar buscando rendimientos, porque en las grandes clases de activos la renta es, generalmente, un componente de las rentabilidades más fiable que la revalorización del capital. Tampoco hay que olvidar que en un entorno de restricciones macroeconómicas, puede ser más difícil conseguir una revalorización sostenida del capital que lograr rentabilidades sostenidas por rentas, por lo que estas últimas pesarán cada vez más en la rentabilidad total.

Pero, además, hay una tendencia demográfica que va a estimular aún más la demanda de estrategias orientadas a las rentas. La mayor esperanza de vida ha aumentado mucho en los últimos años, lo que se suma a un envejecimiento de la población. La agencia de calificación crediticia Moody’s ha estimado que el número de países ‘superenvejecidos’, que son aquellos que en los que más de uno de cada cinco habitantes son mayores de 65 años, pasará previsiblemente de los tres actuales (Japón, Alemania e Italia) a 13 en 2020 y a 34 en 2030. Un mayor número de jubilados que, además, vive más años provocará sin duda una mayor demanda de estrategias de renta en el futuro.

La inversión orientada a las rentas puede realizarse a través de diversos activos como son la renta fija, los inmuebles y la renta variable. En el mercado de renta fija es donde más se ha dejado sentir el prolongado escenario de débil crecimiento y bajos tipos de interés. El bono a diez años del Tesoro estadounidense y el ‘bund’ alemán, tradicionalmente considerados activos sin riesgo, ofrecen un interés muy por debajo de su media histórica, o incluso cerca de sus mínimos. Por eso, los inversores se han dirigido a activos con mayor riesgo dentro de la renta fija, lo que ha llevado a los diferenciales de la deuda corporativa, incluidos los bonos ‘high yield’, hasta niveles históricamente bajos.

La fase actual más madura del ciclo crediticio y la normalización de la política monetaria estadounidense tras el fin del programa de estímulos son factores que apuntan a un escenario de mayor riesgo potencial dentro de los mercados de deuda y obliga a los inversores a mostrarse más cautos. Los inversores, además de cuidar la gestión de la exposición a la duración y a los riesgos crediticios, deben permanecer atentos a las condiciones de liquidez, así como a otros riesgos potenciales, como los geopolíticos y los inflacionistas. La flexibilidad de un fondo de bonos con enfoque estratégico, gestionado por profesionales experimentados, podría ser la solución global eficaz para obtener rentabilidades ajustadas al riesgo a través de una gestión dinámica del riesgo.

Los inversores suelen recurrir a los inmuebles terciarios por su baja correlación con otros activos y su potencial de revalorización de capital. Sin embargo, el motor principal de las rentabilidades inmobiliarias a largo plazo son, con diferencia, las rentas, además de ser mucho menos volátiles que las rentabilidades sobre el capital. Tras la crisis, los inmuebles terciarios siguen ofreciendo oportunidades a los inversores que buscan rentas atractivas. Una de sus principales ventajas es la capacidad que tienen las rentabilidades por flujos de renta de ajustar al alza los alquileres, lo que proporciona un elemento de protección frente a la inflación.

La inversión en renta variable que genera rentas sigue siendo un enfoque atractivo porque, aunque, al igual que las bolsas, las acciones que abonan dividendos se han recuperado, la mejora de los resultados empresariales ha permitido incrementar de forma considerable los pagos de dividendos. Así la retribución sigue estando por encima de la media de los últimos 15 años en la mayoría de los grandes mercados. Además, las rentas que generan las acciones están baratas frente a las rentas de los bonos, por la caída de los rendimientos en todo el espectro crediticio tras la crisis. En Europa, por ejemplo, la proporción de empresas con rentabilidades por dividendo superiores a los rendimientos de su deuda sigue estando cerca de máximos.

Las empresas que pagan dividendo suelen estar concentradas en áreas defensivas, de forma que, además, suelen ofrecer protección a los inversores que quieren exposición bursátil y rentabilidades atractivas, frente a la mayor volatilidad potencial de los enfoques generales de mercado. La capacidad para incrementar los dividendos también es un elemento a tener en cuenta, ya que puede brindar un elemento de protección de la renta real. De ahí, que a la hora de buscar acciones con dividendos es necesario contar con un análisis fundamental profundo de los valores para determinar qué empresas no solo pueden mantener, sino también incrementar, la remuneración al inversor. 

En la actual fase de recuperación del ciclo mundial, activos como las acciones suelen ofrecer niveles más altos de rentas frente a los tradicionales, como la deuda pública o los bonos corporativos de alta calidad crediticia. De ahí que puede ser un buen momento para invertir en un producto que busca las rentas a través de los dividendos que ofrece la renta variable. Fidelity cuenta con más de 30 años de experiencia gestionando estrategias de renta variable con reparto de dividendos. Un enfoque relativamente nuevo, pero de rápido crecimiento, es el que invierte en el mercado global de acciones, que es el utilizado por el fondo FF Global Dividend Fund. Precisamente su perspectiva global al formar la cartera permite una mayor diversificación, lo que, a su vez, reduce el riesgo. El fondo no sigue ningún índice de referencia, sino que su cartera está compuesta por una selección de las 50 mejores ideas de inversión de su gestor, Daniel Roberts, elegidas principalmente entre valores de gran capitalización y de calidad. La gestión del riesgo es conservadora y busca el equilibrio entre obtener una rentabilidad atractiva y creciente a lo largo del tiempo.

La distribución geográfica de activos se centra en compañías de Estados Unidos y en valores de diversas industrias de la Eurozona que son líderes globales, tienen valoraciones atractivas y cuentan con buenos ‘payouts’. Su exposición directa a los países emergentes es pequeña, pero indirectamente supone alrededor del 20%, a través de las grandes marcas mundiales que forman parte de la cartera y que obtienen una buena parte de sus ingresos en estos mercados. Por sectores, dominan las empresas relacionadas con el sector salud, presentes en el fondo desde su lanzamiento por sus atractivos múltiplos. También destaca el sector de consumo básico y discrecional, que encaja muy bien con la estrategia del fondo y su rentabilidad se encuentra menos presionada que otras áreas del mercado. Entre las compañías con mayor peso en la cartera destacan grandes multinacionales como Roche, Johnson & Johnson, Kimberly-Clark, Novartis o Sanofi. Se trata, en definitiva, de un producto sin restricciones que busca las rentabilidades por dividendo más atractivas allá donde se encuentren con el objetivo de cubrir las crecientes necesidades de rentas de los inversores.


Artículo de opinión: Fidelity

 


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