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El tiempo del liderazgo transformador

(Tiempo estimado: 7 - 13 minutos)

De acuerdo con el carácter extraordinario de los tiempos que corren, por primera vez el Congreso de Directivos CEDE se celebró siguiendo un formato híbrido, combinando el aforo presencial restringido en el Palau de les Arts Reina Sofía de Valencia con la retransmisión en streaming. A pesar del contexto excepcional, los directivos y ejecutivos siguieron dejando claro que esta cita es el principal referente nacional para el diálogo y la reflexión de los más destacados líderes españoles.

Un año más, el Congreso contó con la presencia y el respaldo de S.M. El Rey, quien agradeció a los empresarios “el gran esfuerzo de adaptación que estáis realizando y que es inevitable para poder mantener y, en un futuro, ojalá sea lo antes posible, crear empleo y generar riqueza. Sois una parte muy relevante de la solución, y así lo habéis demostrado en los peores momentos de la pandemia”.

Estar a la altura 

Una de las expresiones más repetidas del encuentro fue la de “estar a la altura”. Durante su discurso de clausura, Isidro Fainé, presidente de la Fundación CEDE y de la Fundación Bancaria “la Caixa”, hizo un llamamiento a los representantes políticos para “acordar y comprometer una agenda de reformas estructurales amplias, profundas y estables”, y pidió a las distintas fuerzas políticas “que estén a la altura que exige el momento actual y que antepongan los intereses del conjunto del país a cualquier otra consideración”.


"España necesita de líderes empresariales que busquen y encuentren la manera de potenciar y mejorar el tejido productivo". S.M. El Rey


En opinión de S.M. El Rey, el lema del Congreso, ‘El tiempo del liderazgo transformador’, “describe perfectamente el momento en el que nos encontramos. Estamos viviendo una transformación del modelo productivo, de la forma de trabajar y de relacionarnos. Por ello, España necesita de líderes empresariales que busquen y encuentren la manera de potenciar y mejorar el tejido productivo (…). Se trata, pues, de sentar las bases de una economía a la altura de los retos del futuro, que faciliten una modernización para que la cohesión social y las denominadas por los expertos industrias de la vida, es decir, aquellas que son esenciales para el bienestar personal, sean resultado del avance de nuestra sociedad”. Para conseguir este cambio, Felipe VI reiteró su confianza en el “conjunto de directivos ‘de altura’, capaces de hacer frente a cualquier reto por complicado que sea. Y hoy, conscientes todos de vuestra capacidad de adaptación –interpeló a los presentes–, estoy convencido de que lo volveréis a lograr”. 

Precisamente, una de las mesas de debate reunió a los directivos de dos sectores –distribución y banca– cuya actividad fue declarada servicio esencial durante el confinamiento de marzo, y que demostraron una capacidad de reacción y adaptación ejemplar. 

Para Juan Roig, presidente de Mercadona, la única forma de gestionar la situación era “estando al pie del cañón. Nuestros trabajadores estuvieron dando servicio desde el inicio (…). Por supuesto, hemos gastado 300 millones de euros en medidas que garantizasen la salud de nuestros clientes y empleados, pero nunca nos detuvimos. Cuando el coronavirus irrumpió, estábamos haciendo un fuerte plan de inversión de 1.600 millones para este año, y lo hemos continuado”.

El presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri, lamentó “haber tenido análisis de riesgo de todo tipo, desde ataques terroristas hasta terremotos, pero no un plan contingencia para una pandemia”. A pesar de que ninguna empresa pudo prever una crisis de esta naturaleza, la entidad logró dar servicio a sus clientes en todo momento, “bien desde su casa si querían trabajar con nosotros o bien desde las oficinas, pues tuvimos abiertas el 90%”, explicó el directivo. También destacó “el sentimiento del equipo de servicio al cliente”, y su capacidad de adaptación y flexibilidad: “Durante tres meses cambiamos todo nuestro catálogo de productos. Empezamos a vender productos que no conocíamos antes –como la moratoria, los préstamos ICO…–, y todo eso fue desarrollado por las personas de los servicios centrales que estaban teletrabajando”.

Preguntados por la dicotomía entre salud o economía que subyace tras esta crisis, Roig dejó claro que son indisolubles. “Es como respirar o comer, ¿qué preferimos? Debemos mantener ambas a la vez. Hay que cuidar la salud y tomar las medidas para controlar el virus, pero sin perder de vista que en el 2021 y 2022 se avecina una gran crisis económica, y cuanto menos tiempo le prestemos atención a la economía, peor”. En opinión de Goirigolzarri, no estamos ante “un planteamiento binario, no es o salud o economía, sino que tenemos que adaptarnos a vivir en esta situación y optimizar la gestión de la misma, algo que no en todos los países se está haciendo de la misma manera (...). Es más, a veces pienso que hablar tanto de la vacuna nos vuelve fatalistas, porque creamos expectativas que luego se ven frustradas y porque hace que no nos focalicemos en las capacidades que tenemos en este momento, en las cosas en las que podemos influir”. Igualmente, reclamó ese foco para el debate político, centrándose en las prioridades concretas de los ciudadanos, “como son la crisis desde el punto de vista sanitario y económico, en definitiva: salvar vidas y crear puestos de trabajo, o generar el ambiente para crearlos”.

Sostenibilidad y digitalización 

“Hemos entrado en una década que estará marcada por la transformación digital; que los ciudadanos del mundo teñirán de verde en el marco de la lucha contra el cambio climático; que será testigo de transformaciones profundas en los hábitos y formas de consumo de los clientes; y que requerirá el compromiso de todos para conseguir un modelo más justo socialmente”. Estos cuatro desafíos, subrayados por Isidro Fainé, son especialmente significativos para José María Álvarez-Pallete, presidente ejecutivo de Telefónica, y Francisco Reynés, presidente ejecutivo de Naturgy.

Para el primero, “la recuperación y la reinvención económica de España van de la mano de la digitalización”. Como guía para gestionar la transición digital, aludió al Pacto lanzado por su compañía; un pacto basado en las personas y con cinco ejes prioritarios: “impulsar la digitalización para una sociedad y economía más sostenible; abordar las desigualdades invirtiendo en las aptitudes digitales y adaptando el Estado de bienestar; construir una conectividad inclusiva y sostenible; garantizar una competencia justa mediante la modernización de los marcos fiscales, regulatorios y de competencia; y mejorar la confianza mediante un uso ético y responsable de la tecnología”.

El directivo explicó que la pandemia no solo ha acelerado la digitalización de las empresas tres o cinco años, sino que ha evidenciado la necesidad de invertir en la formación de los trabajadores, promoviendo las competencias que el nuevo mundo digital demanda. “Debemos adaptar el sistema educativo para ajustarlo a las necesidades empresariales del siglo XXI. Si hasta ahora pensábamos que la educación digital era el futuro, ahora sabemos que es ya el presente”. Actualmente, Telefónica avanza dando ejemplo y cuenta con “el mayor programa de formación de Europa con 22.000 personas”.

“Esta crisis ha sacado lo mejor de Telefónica. Nuestra misión nunca ha tenido tanto sentido: hacer un mundo más humano conectando la vida de las personas. Y eso es lo que hacemos, con ética y valores”, concluyó.

Para Reynés, el sistema energético español también ha demostrado su eficacia en estos tiempos difíciles. Si bien el reto de la transición energética es anterior a la pandemia, ahora la diferencia radica en que será “uno de los motores tractores” de la inversión en los próximos años, “teniendo en cuenta que el país y el mundo necesitan tractores de inversión y de generación de empleo más que nunca”. En su opinión, asistiremos a la promoción de la economía del hidrógeno, de la generación distribuida y de la digitalización de las redes, por parte de las compañías energéticas.

El presidente ejecutivo de Naturgy estimó que la demanda de una forma de generar, transportar, distribuir y consumir energía “más compatible” con el medio ambiente se verá beneficiada por el “gran avance tecnológico” experimentado. Además de contar con la tecnología necesaria para abordar este proceso, ahora las empresas están “comprometidas con la sociedad”, declaró.

Desde su perspectiva, el desafío vendrá marcado por la capacidad de canalizar estos planes de transición energética en “proyectos concretos” que puedan salir adelante, ya sea porque su modelo de negocio lo permita o porque se adapten adecuadamente al paquete de estímulos que va a llegar de Europa.

A la espera de los fondos europeos 

La estela de los ansiados fondos de la UE sobrevoló casi todas las intervenciones de los ponentes del Congreso. Tal y como expresó Isidro Fainé: “Empresarios y directivos estamos interpelados para que España aproveche todas las posibilidades del Plan Europeo de Recuperación (…). Debemos completar cuanto antes los deberes que tenemos atrasados, a fin de poder cumplir, primero, las condiciones que establezca la Unión Europea para recibir los fondos anunciados; y, segundo, para reactivar la economía sin perder la estela de Alemania y Francia (…). Los próximos meses serán decisivos, porque a mediados del año que viene tendrán lugar dos acontecimientos cruciales: por un lado, se estarán concretando los proyectos de inversión que recibirán fondos del tan esperado Plan Europeo de Recuperación. Y por otro, el Banco Central Europeo estará revisando los términos de sus Programas monetarios de emergencia”.


"Sería una irresponsabilidad tremenda no utilizar los fondos para invertir en proyectos que generen riqueza, porque nos estamos jugando el futuro de las próximas generaciones de este país", José Ignacio Goirigolzarri, presidente de Bankia


En palabras del presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri, “las grandes ‘autopistas’ en las que tenemos que invertir están claras y son compartidas por todos. El tema es pasar del concepto al procedimiento, y eso significa traducir los conceptos en inversiones concretas. Me parece que las autoridades deben poner un marco de seguridad jurídica, fiscal o laboral, en el cual se establezca una regulación básica; pero, a partir de ahí, creo que los auténticos protagonistas, quien realmente va a conseguir que esas inversiones sean productivas va a ser el mundo empresarial”. Según Goirigolzarri, estamos ante una oportunidad de “transformar las debilidades de nuestra economía, y sería una irresponsabilidad tremenda no utilizar estos fondos para invertir en proyectos que creen riqueza, porque nos estamos jugando el futuro de las próximas generaciones de este país”.

Por su parte, la vicepresidenta tercera y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño, hizo un repaso de las ayudas procedentes de Europa, y que comenzarán a desplegarse a partir de 2021, para después advertir que, “en tiempos de cambio, es indudable que hacen falta liderazgos transformadores como los del Gobierno, los agentes sociales y el de los directivos empresariales, que han de tener un papel fundamental en la transformación de nuestro modelo productivo. Solo actuando conjuntamente se pueden sacar proyectos de país de esta envergadura”. 

Una crisis catalizadora 

A pesar de que se aproxima “un periodo de dificultades cuya duración e intensidad son inciertas”, el presidente de la Fundación ”la Caixa”, Isidro Fainé, en calidad de presidente de la Fundación CEDE, cerró el evento con algunas reflexiones alentadoras que ayudan a discernir lo importante de lo urgente y a tomar conciencia de la oportunidad de éxito (o fracaso) que España, y sus empresas, tienen ante sí. Estas fueron algunas de ellas:

“Esta crisis y la posterior recuperación tendrán efectos muy desiguales: unos países se desenvolverán mejor que otros; unos sectores funcionarán mejor que otros; unas empresas saldrán fortalecidas, mientras que otras se debilitarán e incluso podrían desaparecer; y unos colectivos sociales, en última instancia, sufrirán más que otros, como ya se empieza a ver.

Estar en uno u otro grupo dependerá de varios factores: de la solidez y la flexibilidad que tuviera cada país o empresa antes de la irrupción de la pandemia; de la capacidad de gestión durante la crisis, en todos los ámbitos de las esferas públicas y privadas; y de la rapidez para adaptarse al nuevo entorno que surgirá después de este traumático episodio.

Esta pandemia no es una crisis cualquiera, es una crisis transformadora. Está actuando como catalizador de diversas fuerzas de cambio que ya estaban en marcha. Y además ha sido el desencadenante de otras nuevas tendencias.


"Empresarios y directivos estamos interpelados para que España aproveche todas las posibilidades del Plan Europeo de Recuperación", Isidro Fainé, presidente de la Fundación CEDE y presidente de la Fundación ”la Caixa”


España tiene bazas a jugar para situarse entre los ganadores. Pero no nos engañemos, no lo tenemos nada fácil. Por un lado, hemos comprobado, con cierta frustración, lo que ya sabíamos: que antes de la crisis, no habíamos hecho todos los deberes para construir una economía sólida, flexible y, por tanto, resiliente, como las de algunos países del Norte de Europa. Por otro lado, hemos visto con esperanza que las políticas públicas, así como las actuaciones de las empresas y de los trabajadores, han intentado proporcionar las mejores respuestas posibles. Pero los resultados han sido más bien dispares, ya que en algunos casos, no han alcanzado los niveles deseados. Aún estamos a tiempo de mejorar.

Los representantes políticos deben acordar y comprometer una agenda de reformas estructurales amplias, profundas y estables. Culminar reformas de esta envergadura pasa por alcanzar consensos políticos amplios. Y en esta materia, solo podemos confiar en la racionalidad de nuestros líderes políticos.

Las empresas españolas han dado una buena respuesta durante estos ocho meses tan duros. Pero es necesario hacer más y hacerlo mejor, en nuestra adaptación a la “nueva normalidad”. Es un momento idóneo para que busquemos luz en aquellos principios de gestión empresarial básicos, que han demostrado utilidad a lo largo de los años y en todo tipo de circunstancias y avatares.

Las empresas excelentes potencian las capacidades de sus colaboradores a base de gestionar el cambio de manera eficaz, tanto dentro como fuera de ellas. Son capaces de transformarse continuamente, no ya para adaptarse a las circunstancias anticipando el futuro, sino para incidir sobre el propio entorno creando este futuro. Esta clase de empresas son las que protagonizan el progreso empresarial y económico.

En los tiempos actuales de crisis económica y social, la relevancia de la misión de la empresa adquiere una importancia singular. El auge de la responsabilidad social corporativa es un movimiento que debemos recibir con agrado. Estamos en un excelente momento para que las empresas redoblen los esfuerzos y hagan más visible su trayectoria de compromiso con la sociedad; su presente de lucha contra los más afectados por la pandemia y su interés por el bienestar de las generaciones futuras y la sostenibilidad del planeta”. 


Congreso de Directivos CEDE, Confederación Española de Directivos y Ejecutivos

Texto publicado en Executive Excellence nº171, noviembre 2020


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