Empleo, tamaño y tecnología, factores imprescindibles en el relanzamiento económico.
En la crisis del COVID-19 la principal preocupación continua siendo la salud, pero la incertidumbre ante la duración de la pandemia, hace que la incidencia en la economía tome un importante protagonismo y ha puesto de manifiesto debilidades de la estructura económica española.
De todos los escenarios posibles para la recuperación, va tomando fuerza una salida en forma de W alargada, con el PIB cayendo por encima del 10% en 2020 y una tasa de paro superior al 20%, por un desplome sin precedentes del consumo (-9% en 2020) y un reducido gasto en bienes duraderos, siendo el automóvil paradigma, con ventas en torno al -40% en 2020; la recaudación publica podría caer más del 50% que llevaría a un déficit del 12% y una deuda superior al 120%, y entraríamos en una situación económica muy dependientes de la ayuda europea.
Junto al problema de empleo está el cierre de empresas debido a su debilidad endémica por tamaño reducido, al que se une su baja capacidad tecnológica para reaccionar con resiliencia.
Empleo, tamaño y tecnología son tres problemas vinculados, que serán decisivos en el cómo de la salida de la crisis, en la que será necesario un proyecto en el que tanto el Gobierno y la oposición, como las empresas y la población acepten compartirlo.
Por parte del Gobierno poniendo en marcha un Plan de iniciativas que estimulen y fomenten el empleo, e incentiven fusiones y alianzas para aumentar el tamaño de las empresas, y apoyen la aplicación de nuevas tecnologías, basándose en criterios pragmáticos fuera de dogmatismos.
Las empresas deben estar abiertas a la colaboración, alianzas y fusiones para conseguir tamaños que les permitan contar con recursos financieros e infraestructuras para lograr empleo sólido y ser más competitivas internacionalmente.
Las personas en edad laboral tienen que prestar atención a la formación, a la movilidad y al compromiso como factor de libertad personal, y ser conscientes de participar de forma activa en mantener una economía social de mercado como la que gozamos.
La industria como sector que moviliza más recursos, empleos e inversiones debe considerarse el motor sobre el que se planifique la recuperación, tratando de aumentar su peso en el PIB.
No obstante el tejido industrial español se caracteriza por el predominio de microempresas, (son el 94,5 %) la mayoría con recursos financieros insuficientes, que les impide disponer de infraestructuras competitivas, talento y tecnología, y capacidad para internacionalizar su actividad.
Y como los costes por hora trabajada son comparativamente bajos, lo preocupante es su baja productividad, unida a un alto absentismo, que está en el 8%, frente a tasas inferiores a la mitad en competidores europeos. (la productividad media es un 29% inferior a la de la UE). Pero no es menor la carencia de formación profesional aplicada a las necesidades, y otros factores como los elevados costes comparativos eléctricos que ponen en riesgo la supervivencia de algunas actividades en suelo español.
La manufactura es más que producción de objetos físicos, ya que los productos actualmente incorporan elementos virtuales, como sensores para facilitar su uso, el mantenimiento y su reciclaje, y adicionales ingresos en el tiempo. La digitalización transforma los procesos con robótica, Iot(Internet de las cosas), análisis big data, impresión 3D, Inteligencia Artificial, realidad virtual, etc., que cambia no solo como se fabrica y donde, sino los productos, incorporando al cliente como elemento central de la definición de necesidades. Pero con poca implantación en microempresas.
La actitud de empresarios para realizar procesos disruptivos, rompiendo con viejos paradigmas, es más importante que disponer de la tecnología, pero este periodo de confinamiento ha acelerado la mentalización en lo digital, no solo por teletrabajo y el comportamiento de los consumidores comprando Online, sino por la necesidad de controlar actividades desplazadas sin presencia física, con soluciones mediante pago por servicio, accesibles a las microempresas.
Existen otros factores que penalizan el crecimiento, provocando que los emprendedores prefieran dividir en dos sociedades cuando crecen, que ser una empresa de mayor tamaño, por cargas adicionales una vez alcanzan los 50 empleados y superan los 6 millones de facturación anual, desde obligaciones fiscales, a otros requisitos como la necesidad de autoría externa y la obligación de crear comités sindicales.
Es la hora de la economía, pero esencialmente es la hora de la industria, y le corresponde al Gobierno la solución, poniendo en marcha un Plan urgente con un Comité formado por representantes de las instituciones involucradas y profesionales con experiencia, para lograr empleo, aumentar el tamaño de las empresas y aplicar tecnología mediante:
1.- Un programa de estímulos directos para aumentar el peso del sector industrial en el PIB, alcanzar el 15% en el 2021.
2.- Dotar Fondos especiales y créditos para optimizar el tamaño de las empresas mediante fusiones y alianzas.
3.- Ampliar la consideración de empresa pequeña como propone la Unión Europea a los 250 trabajadores y hasta 50 millones de euros de facturación y 43 millones de € de activos.
4.- Poner en marcha desde el CDTI, ENISA y otras instituciones apoyos específicos para impulsar la transformación digital especialmente en pymes.
5.- Dotar de fondos para promover la internacionalización y la multilocalización de empresas.
Carlos Mallo, Catedrático de la Universidad Carlos III de Madrid
Manuel Gago, vicepresidente de CEDE y presidente de NEO