Es momento de reimaginar el management, por Gary Hamel

Algunos de ustedes estarán familiarizados con el argumento que Michele Zanini y yo hemos venido defendiendo en los últimos años. Creemos que ya es hora de revisar radicalmente el modelo de gestión burocrática que sigue sustentando la mayoría de las organizaciones del mundo.

Consideramos que en un mundo de desafíos sin precedentes y cambios acelerados, ya no podemos permitirnos instituciones apáticas, escleróticas y sin espíritu.

Por eso, debemos trabajar primero para imaginar y construir después instituciones que sean tan diferentes del statu quo burocrático como Netflix es diferente de la BBC, Zoom de una llamada de teléfono fijo o ChatGPT de una búsqueda en Google.Es hora de revisar radicalmente el modelo de gestión burocrática que sigue sustentando la mayoría de las organizaciones del mundo

Dados los retos que enfrenta hoy la humanidad, desburocratizar las instituciones del mundo es tan necesario como descarbonizar la economía global. Y, en ambos casos, el objetivo es cero neto. Así que ahora, mientras que en algunos casos nuestras instituciones nos superan, en muchos sentidos son dramáticamente menos capaces que el bípedo promedio. Individualmente o en pequeños equipos, somos audaces, resilientes, creativos y enérgicos. Pero cuando nos reúnen por miles en corrales burocráticos, muchas de esas admirables cualidades quedan pisoteadas.

Desburocratizar las instituciones del mundo es tan necesario como descarbonizar la economía global. Y, en ambos casos, el objetivo es cero neto¿Por qué, entonces, la tarea de revitalizar nuestras instituciones ocupa un lugar destacado en Davos, es el centro de los debates políticos nacionales, está en la agenda de las principales fundaciones y es el principal objetivo de los investigadores en gestión? ¿Por qué jugueteamos en los márgenes, adoptando medias tintas como las iniciativas Agile, Teams y DEI, en lugar de aplanar la pirámide, eliminar los procesos burocráticos, reasignar a millones de directivos a funciones de creación de valor y garantizar que cada empleado de primera línea tenga las capacidades, la libertad y los incentivos para pensar y actuar como un propietario?

Por qué no reasignamos a millones de directivos a funciones de creación de valor y garantizamos que cada empleado de primera línea tenga las capacidades, la libertad y los incentivos para pensar y actuar como un propietario

Este mes se celebra en Azerbaiyán la COP29. Preguntémonos, pues, qué haría falta para convocar una conferencia de las partes, metafóricamente hablando, centrada en la creación de instituciones que fueran tan resilientes, audaces y creativas como necesitamos y merecemos.

Obviamente, hay que empezar por reunir los datos que sugieren la necesidad de tal esfuerzo. El equivalente organizativo de los datos sobre las emisiones de CO2, temperaturas de los océanos y retroceso de los glaciares.

Ahora bien, dentro de cada institución hay una cantidad casi infinita de problemas rentables que resolver. Y nuestras instituciones deben mejorar radicalmente su capacidad a la hora de aprovechar las capacidades humanas que han sido desperdiciadas por estructuras jerárquicas que crean un sistema de castas entre pensadores y realizadores, por la inclinación burocrática a considerar a los seres humanos como meros recursos, y por políticas engorrosas y normas infantilizadoras que estrangulan la iniciativa y el ingenio.

Nuestras instituciones deben aprovechar las capacidades humanas que han sido desperdiciadas por estructuras jerárquicas, políticas engorrosas y normas infantilizadoras que estrangulan la iniciativa y el ingenio

Permítanme terminar con una cita de Alexis de Tocqueville, de su obra maestra de 1831, Democracy in America. De Tocqueville sostenía que el principal peligro que enfrentaba la joven república no era la amenaza del totalitarismo, sino el impacto desvitalizador de un gobierno central invasivo y en constante expansión. Uno que, y cito, “cubre la superficie de la sociedad con una red de pequeñas y complicadas reglas, diminutas y uniformes, a través de las cuales las mentes más originales, los caracteres más enérgicos no pueden penetrar para elevarse por encima de la multitud. La voluntad –argumentó Tocqueville– no se destroza, sino que se suaviza, se dobla y se guía: rara vez se obliga a las personas a actuar, pero constantemente se les impide hacerlo. Un poder así no destruye ni impone, sino que impide la existencia. No tiraniza, pero comprime, enerva, extingue y atonta”. Hoy, no son solo los organismos gubernamentales los que anestesian el espíritu humano, sino toda gran burocracia. Esto no es una opinión; es un hecho

El retrato que hizo De Tocqueville de un Estado prepotente fue misteriosamente clarividente. Pero hoy, no son solo los organismos gubernamentales los que anestesian el espíritu humano, sino toda gran burocracia. Esto no es una opinión; es un hecho, que ignoramos por nuestra cuenta y riesgo.Necesitamos catalizar un esfuerzo a nivel social para revitalizar nuestras instituciones

Así que, por todas estas razones y más, necesitamos catalizar un esfuerzo a nivel social para revitalizar nuestras instituciones. Creo que se trata de una iniciativa noble que debería unirnos a todos los que nos preocupamos por el futuro del management en una causa común. 

Gary Hamel, director de Management Lab y profesor de London Business School, en su intervención para 16th Global Peter Drucker Forum.

Publicado en 2024.