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El lado más solidario de Ana Botella

(Tiempo estimado: 4 - 8 minutos)

Fundación Integra surge en 2001, de la mano de Ana Botella y un grupo de líderes empresariales que se unen para dar una nueva oportunidad laboral a personas pertenecientes a colectivos de exclusión social.

Esta organización sin ánimo de lucro nace para lograr un empleo normalizado para aquellas personas que por diversas circunstancias encuentran especiales dificultades para su inserción real en la sociedad, entre otros: mujeres víctimas de violencia, reclusos, drogodependientes, personas con discapacidad, sin techo, jóvenes en riesgo, etc.

Empresas líderes -como Indra, Eulen, Barceló, Acciona, Dragados, Ferrovial, Leche Pascual, Cofares o Esteve, entre otras- forman parte de su Patronato.

En la celebración de su décimo aniversario, los resultados de Fundación Integra no pueden ser mejores: más de 2.300 personas incluidas en el mercado laboral y normalizadas, y más de 70 empresas solicitando candidatos para sus plantillas.

A continuación, su presidenta fundadora y su directora nos hablan del origen y el presente de la Fundación, así como de sus buenas expectativas de futuro.

“LA VERDADERA INTEGRACIÓN SE PRODUCE CON LA INCORPORACIÓN A UN CENTRO DE TRABAJO”
 
Ana Muñoz de Dios, directora de Fundación Integra, y Ana Botella.
 
FEDERICO FERNÁNDEZ DE SANTOS: ¿Qué causas le llevan a poner en marcha una iniciativa como la Fundación Integra?
 
ANA BOTELLA: Esta iniciativa es fruto de  observar la realidad española -aunque es algo que se puede hacer extensivo a cualquier país-. En una época de crecimiento como la que vivía en ese momento nuestra sociedad –hablamos de 2001, siempre hay un grupo de personas que se queda fuera de esa cadena de crecimiento. Y, probablemente, lo más difícil sea romper esa exclusión.
Si nos damos cuenta, en casi todos los órdenes de la vida se repit en modelos. Así se da el mismo patrón entre quienes han tenido una familia con problemas, desestructurada; quienes han sufrido situaciones extremas de diversa índole: desarraigo, pobreza… Al final, este círculo es muy difícil de romper y nuestro objetivo es conseguir que esa persona que ha vivido en un ámbito de lo que normalmente se llama exclusión se integre en la “vida normal”.
Alguien me dio una definición muy dura, pero muy real, para calificar a estas personas. No en todos, pero sí en muchos casos, “son personas a las que no ha querido ni su madre”. El lugar de nacimiento y las oportunidades de unos y otros nos marcan y hacen distintos. Es verdad que hay quienes, aun en un mundo muy adverso y con unas circunstancias personales muy complejas, consiguen salir; pero no todos.
 
F.F.S.: En este proyecto, un perfil como el suyo actúa como palanca conseguidora, pero también puede ser un foco para atraer “rayos” y críticas. ¿Dónde está el equilibrio? ¿Cuáles son las claves para movilizar sin perjudicar?
 
A.B.: En este caso, realmente creo que no se perjudicaba a nadie. La discreción ha sido absoluta en todo el proceso y es algo que tuve claro desde el principio.
Conozco muy bien cómo es esta sociedad y que es mejor ser discreto –en muchas ocasiones-, si quieres conseguir algo. Es verdad que el papel de mujer del presidente del Gobierno no existe como tal, pero da oportunidades de hacer cosas útiles sin necesidad de publicidad.
La Fundación siempre me pareció un proyecto que merecía la pena. Además, cuando empecé con Integra, tampoco pensé si iba a tener continuidad o no. Hay miles de iniciativas que comienzan y no todas perviven. Afortunadamente, ésta ha ido para adelante y tuve la suerte de escoger a la persona y el equipo adecuados.
Sin duda, la experiencia con una serie de empresarios importantes ha sido fundamental. Cuando al inicio les pedimos su implicación y que empezasen por una aportación muy pequeña, accedieron. Creo, sinceramente, que con el tiempo ellos mismos se han ido encariñando con el proyecto.
 
F.F.S.: Desde una perspectiva personal, decía hace unos días Íñigo Sáenz de Miera (director general de la Fundación Marcelino Botín) que ser generoso y bondadoso tiene raíces ligeramente egoístas, ya que le hace feliz a uno ayudar a los demás. Abundaba en este sentido el filósofo José Antonio Marina, quien decía que la bondad es un síntoma de inteligencia. ¿Podemos decir que su apoyo a la sociedad, entre otras cosas a través de Integra, es por “ser una persona egoísta e inteligente”?
 
A.B.: Calificarse a uno mismo es muy complicado; de hecho, creo que son los demás quienes deben hacerlo. Los filósofos, como José Antonio Marina, se hacen las preguntas fundamentales del ser humano: por qué, para qué, a dónde… Desgraciadamente, son cuestiones que ya no se plantea mucha gente. Tenemos un exceso de información y una deficiencia de reflexión, profundización, búsqueda de criterio propio y análisis. Aunque creo que la inmensa mayoría buscamos el sentido de utilidad de nuestra propia existencia. Si algo me parecería triste cuando mirara hacia atrás, es pensar que mi vida no ha sido útil para nada o para nadie.
Creo que son círculos concéntricos. El primer círculo para el que tienes que ser útil es para los más cercanos a ti, para tu familia; y luego eso se va ampliando. Es cierto que lo que cada uno puede hacer es mínimo, es una pequeña gota en el océano, pero muchas gotas hacen el océano.
 
F.F.S.: España es, en algunos aspectos, cruel. Penalizamos el fracaso en exceso, ya sea a nivel empresarial, laboral o personal. Incluso la movilidad laboral se ve como algo problemático, cuando es un factor positivo en países como EE.UU. En Integra, la materia prima son casos de personas que previamente han sufrido fracasos, ¿qué cuidados tienen para que la sociedad no les penalice en su integración y que su intimidad sea respetada?
 
A.B.: Ésa fue una de las cuestiones fundamentales y la gran aportación que hacían las grandes empresas que contrataban gente. No hay nada más difícil para una organización, que trabaja con unos procesos de selección muy amplios y unos esquemas muy determinados, que hacer un proceso de selección distinto y con total discreción.
Todo el que ha trabajado en temas sociales sabe que existen muchas organizaciones y ayudas por parte de las distintas Administraciones, en las que se da un momento intermedio para ayudar a esas personas que tienen un problema, bien sea de exclusión, de discapacidad… Pero esos estadios intermedios no son un fin, sino un medio para llegar al objetivo último, que es la integración en el mundo normal.
Por ejemplo, en España, hay una Ley de Centros Especiales de Empleo, que ayuda a las personas con discapacidad. Muchas fundaciones tienen esos centros y cuentan con una serie de bonificaciones por parte de la Administración, para promover el trabajo de estas personas en distintos temas, pero siempre en grupos cerrados. La verdadera integración se produce cuando se da el salto de ese lugar intermedio y se integra en un centro de trabajo. Es decir, puede haber una asociación con un taller donde trabaja gente recién salida de la cárcel, y eso, como punto intermedio, está muy bien; pero lo que realmente demuestra que el proceso ha terminado, y cumplido con éxito, es cuando esa persona deja el grupo cerrado y se integra en un centro de trabajo normal.
De esta manera, es mucho más fácil que adquiera los hábitos de ese conjunto sin que el resto tenga conocimiento de que procede de una situación especial.
En Madrid, por ejemplo, existe el Centro de Inserción Social Victoria Kent, donde a una persona que ha estado en prisión se le concede el régimen abierto y se le da la oportunidad de utilizar su libertad para trabajar fuera durante todo el día y regresar al centro para dormir, sin ningún tipo de tutela por parte de la prisión, pero con un condicionante: si sabe utilizar su libertad, no tendrá que volver a prisión; si, por el contrario, comete algún tipo de delito, se considerará que todavía no está preparado para reinsertarse en la sociedad e ingresará de nuevo. De este modo, personas de dicho centro trabajan fuera, en diversos lugares. Esto es fundamental en un proceso de plena integración social y laboral.
 
F.F.S.: Desde Executive Excellence hemos colaborado con fundaciones que tienen como objetivo la mejora de la gestión del Tercer Sector. Creemos firmemente en la necesidad de su profesionalización como forma eficaz para optimizar los resultados. No basta con tener buena voluntad, sino también conocimiento, capacidad de gestión y medios. En Integra, empezaron con muy poco, pero ya tienen la experiencia de lo que se requiere para llevar a buen puerto estas iniciativas. ¿Qué opina del tema de la profesionalización? ¿Cuáles son las necesidades esenciales?
 
A.B.: Creo que se tiene que ir a una profesionalización total del Tercer Sector. Es más, creo que llegará un momento en el que su forma de funcionar sea lo más parecido a una empresa. También confío en que el sector privado ayude a obras sociales y obtenga una desgravación. En este sentido, creo en el sistema sajón, que es más avanzado.
 

Entrevista publicada en Executive Excellence nº82 jun11

Empleo, trabajo, mercado, cursos, gestión, estrategia, empresa.


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