Ideas sobre el liderazgo
Volviendo del funeral de Lee Kuan Yew, uno de los grandes líderes de nuestro tiempo, tuve la oportunidad de reflexionar sobre el milagro de Singapur que, si en los años 60 tenía una renta per cápita de 1.000 dólares al año, hoy supera los 55.000 dólares. Merece la pena meditar sobre Lee Kuan Yew y su gestión.
Mi visión sobre qué características ha de tener una persona para ser un buen líder, independientemente del tipo de entorno –ya sea público, privado o tercer sector–, es que un líder ha de ser capaz de pensar con visión de futuro, debe ser capaz de exponer y comunicar con claridad, tiene que ser incluyente y, por supuesto, ser un buen ejecutor. Creo que es importante reconocer primero que no existe un único estilo de liderazgo, pero que lo más importante es la autenticidad del líder.
Una de las lecciones más importantes de mi vida la aprendí como estudiante de Georgetown, en la clase sobre grandes ideas del pensamiento occidental, dirigida por el profesor Hisham Sharabi. Cada semana, un alumno tenía que presentar un libro, para lo cual disponía de diez minutos. Para Sharabi, uno debía ser capaz de explicar el contenido de dicho libro en diez minutos; de lo contrario, querría decir que no lo había entendido.
Vivimos los tiempos más importantes e interesantes de la humanidad. La época con mayor interdependencia, debido a lo que sabemos, a dónde podemos ir y cómo nos podemos comunicar gracias a las tecnologías de la información.
Sin embargo, también hay problemas serios. En primer lugar, existe demasiada desigualdad en el acceso a la educación, al capital para emprender negocios y en los ingresos para mantener el movimiento de una economía basada en el consumo. Una sociedad comienza a devorarse a sí misma cuando existe un exceso de capital acumulado en la parte superior de la sociedad, y no se reinvierte en generar trabajos, empresas y elevar los ingresos de las personas.
Existe, además, demasiada inestabilidad en el mundo. Vivimos en un entorno donde existen estados débiles, en algunos casos con corrupción institucionalizada y grupos terroristas (no solo del ISIS, sino también Boko Haram y muchos otros). No se respeta la legitimidad, y esa inestabilidad es un gran problema.
Otro desafío al que nos enfrentamos es la forma en la cual producimos y consumimos energía y recursos, que no es sostenible. Tenemos que gestionar estas cuestiones de una manera que nos haga más ricos, y no más pobres.
El último asunto que debemos manejar es la identidad de las políticas. Estamos en un entorno donde prima la división, en lugar de la cooperación, algo que siempre se produce cuando es la inseguridad la que domina.
Ante tales problemas, nuestro impulso es hacer lo que siempre hemos hecho desde que éramos niños. Siempre que nos sentimos amenazados, queremos volver a casa, volver hacia dentro, cuando lo que necesitamos es extender las manos hacia fuera. Deberíamos acelerar las fuerzas positivas de la interdependencia y minimizar las negativas que nos separan. Por eso, tenemos que reducir estas desigualdades, minimizar la inestabilidad y encontrar una forma económica beneficiosa que sea justa para todos, cambiando la manera en la que producimos y utilizamos la energía y otros recursos, además de dejar atrás las políticas nacionalistas.
Creo que en tiempos complejos y retadores, ofrecer explicaciones es más importante que la elocuencia. Una explicación demuestra un respeto que aproxima a la posibilidad, a que el futuro puede ser diferente del pasado.
La inclusión es un aspecto fundamental del liderazgo y el mejor ejemplo es Nelson Mandela, que invitó a sus carceleros a su toma de posesión y, más importante aún, mantuvo en su gabinete a miembros del gobierno precedente, el mismo que le había mantenido preso. Recuerdo que me llamó diciéndome que le estaban haciendo la vida imposible. Le pregunté: –¿Quién? ¿Los Boers? Y me respondió: –No, ¡los míos! Le pregunté entonces qué explicaciones les había dado y me contestó: – Acabamos de votar por primera vez en 300 años. ¿Somos capaces de gestionar los bancos solos? ¿Y el ejército? ¿Y la policía? ¿Hay algo que podamos gestionar solos? La respuesta es no; así que vamos a tener que gestionar este país juntos, vamos a tener que construir este país juntos. Yo he estado en la cárcel 27 años. Si soy capaz de superar esto, vosotros también deberéis ser capaces.
Mandela no quiso cuentas. Estaba interesado en avanzar y para ello la inclusión fue crítica. El modo en el que se hacen las cosas es determinante.
Los equipos toman mejores decisiones que los individuos. Cuando en los equipos hay diversidad, se produce una cooperación creativa que genera los mejores resultados.
Las personas son los seres más cooperadores de la Tierra, por encima de las hormigas, las abejas y las termitas (los animales más cooperadores de la Tierra), y a diferencia de estas tienen inteligencia y conciencia, como dice el biólogo y Premio Nobel Edward Osborne Wilson, autor del libro político más importante que he leído jamás y que se titula La conquista social de la tierra. Sin embargo, también hay que reconocer que las personas son el mayor riesgo, pues la conciencia puede ser la precursora de la arrogancia que nos hace resistentes a reconocer los errores.
Creo que los años que uno lleva “de servicio” como líder importan tanto como lo que haces, y sin duda definen tu liderazgo. Ahora que soy abuelo, creo más firmemente que en la mayoría de los trabajos hay tres cuestiones esenciales que un líder debería considerar: “¿Están mejor las personas cuando se retiran que cuando entraron? ¿La juventud tiene un futuro mejor? ¿Las posiciones y formas de pensar se aproximan en vez de separarse?”. Si se puede responder positivamente a estas tres preguntas, entonces un líder puede considerarse como exitoso, sin que importe cuál ha sido el estilo, la imagen pública u otros aspectos. Para mí, es evidente que si se es capaz de responder positivamente es porque se ha tenido en cuenta la capacidad de ver el futuro, de comunicar, de explicar, de incluir y de ejecutar n
Bill Clinton, ex presidente de Estados Unidos
Artículo publicado en Executive Excellence nº125 noviembre 2015