"Emprendizaje" y confianza
¡Que inventen ellos! Unamuno en 1909. Es decir hace 100 años. Hoy en día, hemos demostrado a través del número de patentes registradas, por ejemplo, que sabemos inventar. Somos creativos, rompemos moldes, cuestionamos paradigmas.
La primera pregunta sería si también nos gusta emprender y continuar ese emprendizaje. La segunda es si está extendida esa cultura del “emprender” o si más bien se trata de raras avis.
Bajo mi doble perspectiva como empresario y como académico, las respuestas que daría a esas preguntas no serían muy halagüeñas. Estamos aún muy asentados en la comodidad y la seguridad. Y eso, sin duda, no ayuda mucho al emprendizaje. Mejor… ¡que aprendan ellos!
Este artículo trata sobre aquello a lo que podemos echar mano para cambiar esa realidad.
El ser emprendedor exige un trabajo de integración personal
El emprendedor ha superado su etapa de dependencia y ha decidido volar por su cuenta. Y eso no es fácil.
De entrada, tiene que ser consciente de la importancia de conseguir la inclusión de dicotomías que con frecuencia aparecen disociadas.
Tiene que conjugar la inteligencia y la afectividad, la corporalidad y la espiritualidad, la intuición y la voluntad, su visión interior y su visión exterior, sus obligaciones y sus deseos, y su racionalidad con su emocionalidad.
El emprendedor de hoy sabe que la calidad no es suficiente
Y es consciente de que no vale “más de lo mismo”. Su preocupación fundamental tiene que estar en la búsqueda permanente de un diferencial.
Y saber que la calidad es ofrecer al cliente lo que espera, de manera reiterada, y conseguir la plena aceptación de éste.
Y sin embargo “los dos milímetros a más”, como diría Anthony Robbins, es decir, la excelencia significa hacerlo de manera sobresaliente. Además de calidad, se exige innovación, tanto para sorprender a los clientes y atraer a otros nuevos como para desarrollar soluciones singulares.
El emprendedor tiene que reunir competencias singulares
Por un lado, tiene que partir de un sueño, una visión que marque el destino hacia el que se va a encaminar.
Tres capacidades complementarias: capacidad para interpretar señales, capacidad de inspirar a la gente y capacidad para encontrar soluciones.
Por otro lado, contar con un capital relacional activo, es decir, una red de contactos con el mínimo de confianza necesario para poder acudir a ellos en cada momento.
Y esa intuición que representa un sentido de percepción muy desarrollado; más aún, el talento para cambiar información de campos diferentes. En definitiva, dos motores de acción: la curiosidad y el inconformismo positivo.
El emprendedor sabe que con su solo talento no vale
La economía y la competitividad en la era del conocimiento se basan fundamentalmente en el procesamiento de la información para convertirla en conocimiento útil y aplicable. Y ese conocimiento va ligado al talento humano. Cada uno cataliza y procesa la información y la convierte en conocimiento, basándose en su experiencia, inteligencia, capacidades y personalidad.
Es esencial atraer, desarrollar y conseguir que ese talento se sienta a gusto en la organización. Es la única vía para crear valor y crecer consistentemente.
El emprendedor coge su fuerza desde una doble confianza
El emprendedor sabe que su camino, en cada momento, tiene que estar siendo construido en base a la confianza en sí mismo y a la confianza en el futuro. Cualquier tropiezo en su gestión y en el mercado no son sino estimuladores de su camino.
El emprendedor razona en términos de futuro y, desde su autoconfianza, se atreve y procura confiar en los demás, lo cual provoca un efecto devolución de esa confianza.
Y de esta doble confianza surge la pasión. Un emprendedor es un apasionado de su negocio, de su desafío continuo.
El emprendedor trabaja desde ciertas actitudes
Por un lado, piensa en logros más que en acciones. Está dispuesto a arriesgar y es consciente de que en algunos momentos se pierde y en otros se gana. Siempre se está preguntando: ¿qué estoy aportando de diferencial? ¿qué están aportando otros que yo no aporto? y ¿qué podría aportar que aún no estoy aportando?
El emprendedor como actitud vital tiene que recoger el dicho de Nietzsche: “Lo que no me mata, me hace más fuerte”.
El emprendedor de hoy tiene que diseñar una empresa con cultura de la innovación
Ya no basta ser innovador en un momento determinado. Ni siquiera tener un gran departamento de innovación. La innovación tiene que ser cosa de todos.
La consideración de una organización como innovadora se tiene que basar fundamentalmente en el sentir, pensar, comportarse y asimismo disfrutar de la innovación a lo largo y ancho de la organización. Esto implica la existencia de una cultura de la innovación que sirve de seña identificativa, cohesionadora y diferenciadora.
Epílogo: El difícil equilibrio
“Ve plácidamente entre el ruido y la prisa.
Recuerda que la paz puede estar en el silencio. Sin renunciar a ti mismo, esfuérzate por ser amigo de todos. Di tu verdad, quietamente, claramente.
Escucha a los otros, aunque sean torpes e ignorantes; cada uno de ellos tiene también una vida que contar. Evita a los ruidosos y agresivos, porque ellos denigran el espíritu. Si te comparas con los otros, puedes convertirte en un hombre vano y amargado; siempre habrá cerca de ti alguien mejor o peor que tú. Alégrate tanto de tus realizaciones como de tus proyectos.
Ama tu trabajo, aunque sea humilde; es el tesoro de tu vida. Sé prudente en tus negocios, porque en el mundo abundan las gentes sin escrúpulos. Pero que esta convicción no te impida reconocer la virtud; hay muchas personas que luchan por hermosos ideales; y dondequiera, la vida está llena de heroísmo.
Sé tú mismo. Sobre todo no pretendas disimular tus inclinaciones. No seas cínico en el amor, porque cuando aparece la aridez y el desencanto en el rostro, se convierte en algo tan perenne como la hierba. Acepta con serenidad el consejo de los años y renuncia sin reservas a los dones de la juventud. Fortalece tu espíritu, para que no te destruyan inesperadas desgracias. Pero no te crees falsos infortunios. Muchas veces, el miedo es producto de la fatiga y la soledad. Sin olvidar una justa disciplina, sé benigno contigo mismo. No eres más que una criatura en el Universo, no menos que los árboles y las estrellas; tienes derecho a estar aquí. Y, si no tienes ninguna duda, el mundo se desplegará ante ti. Vive en paz con Dios, no importa cómo lo imagines; sin olvidar tus trabajos y aspiraciones mantente en paz con tu alma, pese a la ruidosa confusión de la vida. Pese a tus falsedades, penosas luchas y sueños arruinados, la Tierra sigue siendo hermosa. Sé cuidadoso. Lucha por ser feliz”.
Inscripción fechada en el año 1692 (Encontrada en una tumba de la vieja iglesia de San Pablo de Baltimore)
Para terminar, el emprendedor tendría que ser consciente de aquello que decía Aristófanes: “Educar a las personas no es llenar un vaso. Es como encender un fuego”.
José María Gasalla, conferenciante, escritor y profesor de ESADE Business School. www.gasalla.com
Artículo de opinión publicado en Executive Excellence nº75 nov10.