Barack Obama: cómo se forja un líder
Estamos ante el primer líder político auténticamente global (otros iconos, como Mandela, Churchill, Kennedy o Havel, lo fueron primero en sus países y lograron un impacto mundial a posteriori). Un presidente electo de los Estados Unidos que debe resolver una crisis económica (en realidad, una crisis de valores, generada por la codicia y que ha minado la confianza en el sistema) sin precedentes en los últimos 80 años.
Teniendo en cuenta que el liderazgo necesario en campaña electoral no es necesariamente el mismo que debe aplicar como presidente electo, ¿podemos predecir cómo lo hará Barack Obama? A través del análisis de cómo se ha “forjado” como líder tal vez comprendamos qué debemos esperar de Obama, en qué consiste su “audacia de la esperanza” y qué le espera con él al planeta. Con la ayuda de su biografía, Los sueños de mi padre, la opinión de quienes mejor le conocen y sus propias ideas, podemos explicarnos satisfactoriamente cómo se forja un líder de tal magnitud.
Confianza: Nieto de un chamán de Kenia, junto al lago Victoria. Hijo de un pastor de cabras que asistió a la escuela rural, fue becado en Nairobi y, en vísperas de la independencia del país, fue elegido para asistir a una universidad de los EEUU. En 1959 ingresó en la de Hawai (el primer africano que estudió en esa institución), estudió econometría y se graduó en tres años como el primero de la clase. En un curso de ruso conoció a una tímida joven (blanca) de Kansas de 18 años, Ann Dunham, que se doctoró en antropología en esa universidad. Se casaron y tuvieron un hijo. Barack padre obtuvo una beca para doctorarse en Harvard, pero no tenía dinero para marchar a Boston y tuvo que volver a África. Se separaron cuando Obama tenía dos años, en 1963. Su madre y sus abuelos se inculcaron la confianza y el entendimiento mutuo. “La confianza que mi madre había depositado en las virtudes tradicionales dependía de una fe que yo no tenía, una fe que ella se habría negado a admitir como religiosa; que, de hecho, su experiencia le decía que era sacrílega; una fe racional en que las personas juiciosas podían moldear su destino. En un país donde el fatalismo era una herramienta necesaria para soportar la penuria, donde la verdad última estaba al margen de la realidad cotidiana, ella era un testigo solidario del humanismo secular, un soldado del New Deal, del Cuerpo de Paz, del liberalismo convencido”.
Diversidad: Ann se casó de nuevo, con un indonesio, Lolo (“loco”, en hawaiano), y la familia se trasladó al país asiático. Obama es un afroamericano, un mestizo en realidad. Hasta que no cumplió los 6 años, el Tribunal Supremo no declaró que la prohibición de matrimonios mixtos violaba la Constitución. Desde esa edad hasta que acabó el bachillerato (en 1979), el presidente electo vivió en Yakarta. Como no tenían dinero para que fuera a la Escuela Internacional, complementaba su formación con lecciones por correspondencia desde EEUU. Su madre llevaba a casa libros sobre los derechos civiles, discos de Mahalia Jackson, discursos de Martin Luther King. Y le decía que “Harry Belafonte es el hombre más guapo del planeta”.
Compromiso. Inició la Universidad en el Occidental College, a pocos kilómetros de Pasadera (California). Aprendió que la universidad es “un grado avanzado de compromiso”. Por un programa de intercambio con la Universidad de Columbia, pudo ir a estudiar a Nueva York en 1991, a estudiar Ciencias Políticas con una especialización en Relaciones Internacionales. Se licenció en Columbia en 1983. En esa etapa se dio cuenta de las enseñanzas de su padre: “incluso en su ausencia, su poderosa imagen me había proporcionado un asidero sobre el que crecer, un modelo para imitar, o para desilusionarme”.
Comunidad. En 1983 decidió ser organizador comunitario. “Cambio en la Casa Blanca, donde Reagan y sus acólitos continuaban jugando sucio. Cambio en el Congreso, sumiso y corrupto. Cambio en el talante del país, maniático y egocéntrico. Cambio que no vendrá de las altas esferas, diría yo. Cambio que vendrá desde la movilización de la base. Eso es lo que haría: organizaría a los negros. Desde la base. Desde el cambio”. Se convirtió en director del DCP (Proyecto de Comunidades en Desarrollo) en el sur de Chicago. Necesitaba formar parte de una comunidad. Aprendió de Marty, un colega, que “si quieres organizar a la gente debes evitar las cuestiones periféricas e ir directo a sus corazones. A lo que les hace vibrar. De otro modo no conseguirás establecer la relación que necesitas para que se involucren”. Durante tres años (1985-1988) lideró los proyectos de ayuda en el South Side, una de las zonas más deprimidas de Chicago, y aumentó el presupuesto de 70.000 a 400.000 $. Le enseñaron que “la vida es corta; si no intentas de verdad cambiar las cosas, será mejor que lo dejes”. A mediados del 88, viajó a Europa durante tres semanas y a Kenia, a conocer a su familia paterna, durante cinco. Orgullo, respeto. “La verdad es el mejor antídoto”.
Reglas. A finales del 88, ingresó en la Facultad de Derecho de Harvard. En su segundo año, fue elegido Presidente de la Harvard Law Review (el primer afroamericano de la historia). “La ley también es memoria; y además recoge un extenso diálogo, una nación discutiendo con su conciencia”. Lideraba un equipo de 80 editores. En verano de 1991 se doctoró en Harvard magna cum laude.
Tándem. La publicidad como primer negro responsable de la revista jurídica de Harvard le otorgó una beca de investigación y una oficina para escribir un libro sobre relaciones raciales, que finalmente derivó en una especie de memorias (Los sueños de mi padre). De 1992 a 2004 fue profesor de Derecho Constitucional en la Universidad de Chicago, combinando su labor docente con el trabajo en un bufete de abogados especializado en litigaciones civiles y desarrollo económico urbano y con su pertenencia a distintas ONGs. Obama conoció a su esposa Michelle cuando ella ocupaba un alto cargo directivo y él apenas era un meritorio. Aún así, le invitó a ir a una reunión de comunidades pobres. Para Barack Obama, Michelle es “la roca” que le da perspectiva a su vida.
Audacia. Desde 1985, Barack Obama ha asistido a los servicios religiosos de Jeremiah Wright, considerado uno de los pastores negros más influyentes de EEUU. Él casó a los Obama y bautizó a sus dos hijas. Del reverendo Wright escuchó un sermón titulado La audacia de la esperanza (título de su segundo libro). Vivimos en “un mundo donde los grandes cruceros tiran más comida en un día que la que los habitantes de Puerto Príncipe ven en un año, donde la avaricia de los blancos dirige un mundo de pobreza, en el hemisferio el apartheid, en el otro la apatía… ¡Ese es el mundo sobre el que se asienta la esperanza!” En La fe de Obama, Stephen Mansfield recoge las palabras de Obama en una convención religiosa: “De algún modo, en algún punto del camino, se dejó de usar la fe para unirnos y se empezó a usarla para separarnos. La fe fue secuestrada… en parte a causa de los así llamados líderes de la Derecha Cristiana, que siempre han ansiado explotar aquello que nos divide… Siempre les han dicho a los cristianos evangélicos que los demócratas no respetamos sus valores, que no nos gusta su iglesia, sugiriéndole al resto del país que los estadounidenses religiosos sólo se ocupan de temas como el aborto o el matrimonio entre homosexuales, la oración en las escuelas y el diseño inteligente del universo… Incluso hubo una época en la que la Coalición Cristiana determinó que su prioridad legislativa era reducir los impuestos para los ricos… no sé qué Biblia estarán leyendo, pero por cierto no coincide con la versión que yo leo”.
Influencia. En 1996, Obama fue elegido Senador por Illinois y propuso una reforma de las leyes de ética y asistencia sanitaria. Repitió en 1998 y 2002. En el años 2000, optó por un puesto en la Cámara de Representantes, que perdió contra Bobby Rush por un margen de 2 a 1. En las elecciones de 2004 fue candidato a senador y realizó un discurso de apertura en la convención demócrata de Boston que elegiría a John Ferry (para muchos, el de Obama fue el mejor discurso de la convención): “No existe un América conservadora y otra liberal; sólo existen los Estados Unidos de América”. Se convirtió en una figura nacional y ganó las elecciones al senado (70% de los votos frente al 27% de su rival republicano, el mayor margen de la historia en Illinois).
Cambio. El 10 de febrero de 2007, Barack Obama anunció su candidatura a la presidencia de EEUU en el mismo edificio donde Lincoln pronunció uno de sus mejores discursos (Casa Dividida, 1858). En el primer semestre de 2007, su campaña recaudó 58 M$ (récord absoluto), un tercio por donaciones de menos de 200 $. En un mes (enero de 2008) recaudó 36’8 M$, la cifra más alta obtenida nunca. En las primarias, superó a la favorita Hillary Clinton al movilizar amplios sectores de la población que habitualmente le daban la espalda a la política. El 3 de junio, Obama fue proclamado vencedor y cuatro días más tarde Hillary se unió a su campaña. El 28 de agosto, en Denver, Obama fue presentado como candidato ante 84.000 personas. El pasado 4 de noviembre, obtuvo el 64’9% de los votos electorales. En Chicago, frente a cientos de miles de sus partidarios, declaró: “El camino por delante será largo. Nuestro ascenso será empinado. Puede que no lleguemos en un año o quizás en un mandato, pero EEUU nunca ha tenido tanta esperanza como en esta noche”. Yes, we can.
Equipo. Primera comparecencia como Presidente electo. Le respaldan su VP Joe Biden, el inversor Warren Buffet, Timothy Geither (presidente de la Reserva Federal de Nueva York), Paul Volcker (presidente de la Reserva Federal durante 17 años), Robert Reich (ministro de trabajo con Clinton), el ex congresista David Bonior, Eric Schmidt (CEO de Google), Jennifer Granholm (gobernadora de Michigan), Antonio Villaraigosa (alcalde de Los Ángeles) y los presidentes de Time Warner, Xerox, Hyatt, entre otros. Como él mismo ha dicho, “no va a ser fácil salir del agujero”, pero cuenta con un gran equipo para ello.
Los líderes no nacen (el talento no es genético), ni se hacen (si no quieren). Los líderes se forjan. El Liderazgo de Obama se ha forjado así: partiendo de pepitas de hierro (la férrea voluntad que le inculcaron su madre y sus abuelos, los sueños de su padre), confianza y diversidad. Se prende fuego (carbón vegetal, basura orgánica) con el compromiso y el sentido de comunidad (el estudio universitario, la solidaridad con los más necesitados). Las piezas de acero sin forma se “purifican” a través de la fe y esos “ladrillos” se martillean y se calientan, se martillean y se calientan (la influencia, el cambio, el equipo). El núcleo de una espada (esa “audacia de la esperanza”) se logra doblando el ladrillo de acero cinco veces (2x2x2x2x2=32 capas), 32 finísimas láminas soldadas entre sí. Los lados y el canto, que reciben mayores impactos, necesitan de 10 pliegues y el filo, lo que provoca el cambio, ha de doblarse otras 15 veces. El endurecimiento final del filo se hace con una capa finísima de barro y enfriando (la serenidad de un líder que ha de llegar a todos).
Como en el Canto a la espada de El Huésped del Sevillano (“Fiel espada triunfadora”), podemos decir –metafóricamente- del 44º Presidente de los EEUU: “Fiel espada triunfadora,/ que ahora brillas en mi mano,/ y otros hombres y otras lides,/ ya la gloria conoció;/ ya venero la nobleza/ de tu acero toledano,/ que del Tajo entre las aguas/ reciamente se templó./ ¡Brilla, tizona, / de fino acero,/ igual que un claro/ rayo de luna!/ ¡Brilla tizona, / que a tu luz quiero, / hallar la senda/ de mi fortuna./ Sé en las lides como rayo/ que no cede ni perdona,/ hiere siempre que le asistan/ el derecho y la razón!
Forjarse adecuadamente como líder. En esto consiste la Barack, la “buena suerte”.
Artículo de opinión publicado en Executive Excellence nº54 nov08