Capítulo II: Obama y Guardiola, más allá de la sorpresa
Son dos de los mejores ejemplos de liderazgo de la historia reciente. El senador por Illinois que, contra todo pronóstico, se proclamó 44º Presidente de los Estados Unidos y el entrenador del FC Barcelona que ha conseguido ganarlo todo en la misma temporada.
Jóvenes profesionales (Barack Hussein Obama nació en 1961; Josep Guardiola i Sala, diez años después) sin experiencia previa en el cargo (el Presidente Obama nunca antes había ejercido el poder político; Guardiola nunca antes había sido entrenador de élite) pero con una enorme capacidad de comunicación (ambos directos, coherentes, creíbles, con una actitud serena, integradora, humilde; ambos son idealistas, comprometidos y pragmáticos y mantienen una excelente relación con los medios) que les ha permitido conseguir un éxito espectacular: Barack Obama pasó en menos de año y medio de ser un perfecto desconocido a conseguir la Presidencia de la nación más poderosa del planeta con un caudal de ilusión inusitado. Pep Guardiola obtuvo Copa, Liga y Champions, Supercopa de España, de Europa y Mundial de Clubes con un estilo de juego admirable y con los valores de la cantera blaugrana. El primer presidente afroamericano de los EE.UU. y el primer coach catalán que gana la Champions. El Premio Nobel de la Paz y el considerado unánimemente mejor entrenador del mundo. En un entorno de grave crisis, dos faros, dos iconos, dos incomparables generadores de ilusión. “Yes, they could”.
Un año después de jurar su cargo como Presidente, Obama reconoce que ha perdido su anterior conexión con los ciudadanos. La inesperada victoria republicana en el Senado por Massachusetts, escaño que desde 1962 ostentaba Edward Kennedy (con lo que los demócratas pierden la mayoría cualificada de 60 senadores sobre 100) va a provocar que la reforma sanitaria quede descafeinada (de hecho, el 53% de los estadounidenses está en contra de la reforma, no porque no quieran un sistema de salud más decente, sino por el coste de 975.000 M $). La guerra de Afganistán (para el Presidente USA, una “guerra justa”) no la entienden muchos ciudadanos y amenaza con convertirse en un nuevo Vietnam, en un nuevo Irak. Wall Street sigue su propio camino tras haber sido “rescatado” (“Si estos tipos quieren pelea, estoy listo para tenerla”, ha declarado Obama). La izquierda que le apoyó le considera demasiado moderado (“Estoy a punto de abandonar a Obama, que parece decidido a confirmar todas las dudas que yo y otros teníamos sobre si iba a ser capaz de luchar por aquello en lo que sus seguidores creían”, ha escrito el Premio Nobel de Economía Paul Krugman). Y la derecha que le aborrece le tacha de “Carter negro” (un mandatario con un enorme respaldo popular que, tras una serie de traspiés, debe dejar el cargo tras su primer mandato).
Pep Guardiola no podrá en el 2010 repetir el pleno (el Sevilla ha apeado al conjunto blaugrana de la Copa del Rey). Presionado por Laporta y por el barcelonismo para firmar su continuidad, ha zanjado momentáneamente la polémica con un “contrato verbal” y una foto con su presidente que refleja la falta de sintonía entre ambos. Guardiola tendrá que hacer un esfuerzo extra por lograr que la campaña electoral en el club de sus amores no afecte decisivamente al equipo, en una temporada en la que la final de la Champions se juega en el Bernabéu. Por si todo esto fuera poco, en el último año y medio el entrenador más laureado ha sufrido un desgaste físico evidente. Como Barack Obama, otra persona elegante con cara de buen chico (nada que ver con el gesto de pillo de Robert Downey Jr. como Sherlock Holmes), el ejercicio de tan intensa actividad le ha pasado una extraordinaria factura.
Como diría Marshall Goldsmith, el más famoso coach americano: “What got you here won’t get you there” (lo que te trajo hasta aquí no te llevará allí). Una cosa es la promesa y otra es la entrega. Barack Obama logró un mayoritario apoyo de los estadounidenses pero eso no le garantiza que los senadores y congresistas, los poderosos lobbies, los pesos pesados de Wall Street, estén dispuestos a perder sus privilegios. Por cierto, el Tribunal Supremo de EE.UU. acaba de liberalizar las donaciones a campañas electorales, lo que no parece una buena noticia para la salud del sistema democrático. Pep Guardiola es el responsable primero y último en la elaboración de las alineaciones, en quién juega y no juega, y tiene mucho que decir (aunque no todo) en los fichajes. Pero poco más en lo que al club respecta. Es el equipo presidencial el que manda, por lo que Guardiola no quiere ser rehén de un futuro presidente del Barça con el que no sintonice.
Es el “síndrome de Coriolano”, una de las tragedias menos conocidas de Shakespeare. Plutarco nos cuenta en sus Vidas paralelas que Cayo Marcio Coriolano era un brillante general romano, héroe de guerra, que pretende que el Senado reconozca sus méritos. Los tribunos, por el contrario, consiguen su destierro. Coriolano se alía con los volscos, sus antiguos enemigos, para dirigirse a Roma. Ya en las murallas de la ciudad eterna, los senadores consiguen que su madre, su mujer y su pequeño hijo le imploren que no destruyan la ciudad. Coriolano cede, consigue un tratado favorable para los volscos y vuelve con ellos a Lazio. Sus aliados se sienten traicionados y le hacen matar en la plaza pública. “Los que hacen las revoluciones a medias, no hacen más que cavar sus propias tumbas” (Saint Just).
Kennedy no pudo con el “complejo militar industrial”. Se enfrentó a él y murió asesinado. Mandela cambió las reglas políticas de su país (el apartheid), pero no las económicas. ¿Podrán Obama y Guardiola transformar el poder, supuestamente desde dentro? No perdamos la esperanza.
Presidente de Eurotalent
Artículo de opinión publicado por Executive Excellence nº 67 feb.10