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Dos de mayo: talento y libertad

(Tiempo estimado: 2 - 3 minutos)

Estamos en plena celebración del bicentenario y algunos echamos a faltar una aplicación empresarial a los hechos heroicos del 2 de mayo. Textos como La Historia del levantamiento, guerra y revolución de España, del Conde de Toreno, las Cartas de España de José María Blanco White o Un día de cólera, de Arturo Pérez Reverte, bien pueden servirnos para entender qué pasó en aquella fecha y por qué hemos de sentirnos orgullosos de nuestros compatriotas.

Propongo que nos centremos en los siguientes aspectos:

Autoridad Moral: Napoleón se aprovechó del vacío de poder, pero a los ojos de los españoles ni él ni su hermano José Bonaparte fueron verdaderos líderes. Cuando sólo hay mando pero no credibilidad, se produce la “psicología del encarcelamiento”, contra la que las personas se rebelan. “Su venganza es terrible cuando se le traiciona” (Chateaubriand).

Utilizar el miedo: El detonante fue tratar de llevarse al infante don Francisco. La acción de castigo a la población le había funcionado al Emperador en El Cairo, Milán, Roma y Lisboa, pero no en Madrid. En una capital de 160.000 habitantes, 4.000 se lanzaron a la calle a defender su independencia: un “hervidero de odio”. 

Desprecio: Napoleón nunca se tomó demasiado en serio a este país (“una monarquía corrupta y una Iglesia todopoderosa maniatan al pueblo supersticioso e ignorante”). Sin embargo, “como el miedo, el valor es contagioso”. No conviene desestimar a personas valerosas.

Carácter: Los afrancesados, como Moratín, se equivocaron. Murió en París “amargado y estéril, atormentado por la traición”.  Se ha escrito sobre él: “si cambió de parecer, es porque nunca lo tuvo”. 

Tándem: En el parque de Monteleón, los capitanes Luis Daoiz y Torres y Pedro Velarde pasaron a la historia defendiendo a la patria. La unidad de Liderazgo es el tándem.

Orgullo: El talento es Capacidad por Compromiso en el Contexto adecuado. A pesar de que 10.000 soldados franceses ocupaban la ciudad y 20.000 esperaban fuera, la población dio la batalla. “Desdeñaron su interés sin ocuparse más que de la injuria recibida. Se indignaron con la afrenta y se sublevaron ante nuestra fuerza, corriendo a las armas. Los españoles en masa se condujeron como un hombre de honor” (Napoleón).

Una comunidad orgullosa e indomable: ése es el propósito de toda acción social. ¿Valieron la pena los más de 1.200 muertos (según Toreno) de aquella jornada? Sin duda. El mismo mes de mayo, Cartagena, Valencia, Zaragoza, Murcia y León se levantaron. El 19 de julio, el ejército napoleónico fue derrotado por el general Castaños en Bailén. El emperador destinó 300.000 soldados a la “maldita guerra de España”, durante seis años.


Juan Carlos Cubeiro, director de Eurotalent

Artículo de opinión publicado en Executive Excellence nº50 may08


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