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¿Qué legado queremos dejar?

(Tiempo estimado: 2 - 4 minutos)

A menudo definimos legado como aquello por lo que nos gustaría ser recordados, una vez hayamos dejado este mundo o, simplemente, pasado a la vida contemplativa del jubilado inactivo. En nombre de todos los que trabajamos por liderar con los valores de la excelencia, me gustaría formular un legado que contiene dos ideas.

Una. Empresas, u organizaciones en general, que se forjan en la pasión por el trabajo bien hecho, la autoconfianza, los valores éticos y el desarrollo de sus capacidades. Dos. Organizaciones que generan un impacto positivo y duradero en la sociedad.

Las organizaciones son como los seres vivos: nacen, crecen, envejecen y finalmente mueren. La expectativa de vida de una organización hoy está entre 15 y 20 años. Solamente una de cada 20 perdura más de 50 años. Las causas del envejecimiento varían de unas a otras. Algunas se embriagan de éxito y comienzan a resistirse a los nuevos retos. Las más se bloquean mentalmente y se dejan llevar por los hábitos. Algunas se burocratizan. Otras, en fin, podríamos continuar citando más y más señales de un proceso de envejecimiento que puede ser sutil y omnipresente. Sin embargo, en ocasiones nos encontramos con organizaciones que se resisten a envejecer, se reinventan y consiguen crear nuevo valor para sus grupos de interés. Entonces, ¿qué hacen los líderes de esas organizaciones para romper las rigideces mentales de aquellos en posiciones críticas para el cambio requerido?

Voy a compartir tres observaciones. Los líderes con excellence touch: 1) Proporcionan un marco contextual positivo para el cambio. El vuelco que Steve Jobs dio a Apple nos muestra el impacto de un mensaje sencillo, positivo y pasional: “Think Different”. 2) Crean mecanismos para que la gente contribuya resolviendo problemas, generando conocimiento desde dentro. El Kaizen en Toyota, con sus selfmanaged teams, ha demostrado ser un buen vehículo. 3) Fortalecen el benchmarking e intercambio de experiencias con otras organizaciones. Las organizaciones necesitan un entorno que permita a sus gentes intercambiar perspectivas y debatir preocupaciones con gente también de otras organizaciones, para así crecer y progresar. Aunque esto suena bien, muchas empresas aún están dotadas solamente para implantar y ejecutar estrategias y planes de negocio.

Cambiar esa cultura predominante es responsabilidad del CEO y de sus líderes, es decir, crear y gestionar la cultura corporativa. Las organizaciones raramente poseemos todas las capacidades que necesitamos para tener éxito en un nuevo contexto. Para subsanarlo utilizamos diferentes estrategias. Podemos forjar las capacidades internamente, obtenerlas prestadas a través de acuerdos y alianzas, adquirirlas contratando personas y tecnologías y hasta incluso podemos comprarlas invirtiendo en otras compañías. Todo eso está muy bien, sin embargo si la organización no valora la exploración y experimentación de, o con, nuevos enfoques y la asunción de riesgo controlado, incluso cuando el resultado sea insatisfactorio, arriesgará perder gente valiosa, creativa e innovadora, a manos de otras organizaciones. Se pueden perder así las capacidades más necesarias para el cambio y la adaptación.

Hay instituciones familiares, académicas y religiosas que en la historia han perdurado y perduran aún, a lo largo de los siglos, influyendo en el desarrollo de la humanidad. Consideremos por un momento tres ejemplos muy claros.

Uno. La familia Medici, en la Toscana de los siglos XIV al XVII, que marcó la transición desde la Era Medieval a la Europa moderna. Dos. La universidad de Oxford es una de las más antiguas y permanece dentro del top 10 de las universidades de todo el mundo. Tres. La Iglesia Católica, que es la institución más grande y antigua del mundo occidental y que, en su forma actual, existe desde el siglo IV, promoviendo un sólido sistema de valores. A pesar de sus muchos escándalos a lo largo de los tiempos, la Iglesia es una organización con gran éxito y de rápido crecimiento. Desde 1950 hasta la actualidad, ha pasado de tener algo más de 400 millones de miembros a cerca de 1.200 millones.

Si familias, universidades o instituciones que moldean sociedades, e incluso cambian el mundo, son una posibilidad duradera, me pregunto: ¿podemos forjar otras “grandes” instituciones en nuestra sociedad actual?, ¿podemos aplicar modelos de empresas que prosperan para crear más empresas que también lo hagan?
La respuesta es obvia, por eso ahora yo te pregunto: ¿quieres tú también trabajar para dejar un legado así? 


 Juan Liquete, secretario general del Club Excelencia en Gestión

Artículo de opinión publicado en Executive Excellence nº105 sept13

GESTIÓN EMPRESARIAL / LIDERAZGO

 


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