La autoridad de la tarima
Hace unos meses leí en un periódico las declaraciones de un juez de menores de Granada (Emilio Calatayud) cuyo titular decía: “Hay que recuperar la autoridad de la Tarima”. Este juez, del que recomiendo escuchar alguna de sus intervenciones (búsquenlas en YouTube, merecen la pena), venía a decir que hemos perdido el norte en la educación de nuestros hijos y que los derechos de los chicos han taponado, cuando no expulsado, los deberes que nosotros, como padres, deberíamos imponerles.
Quizá sea nuestra poca, ¡poquísima!, tradición democrática la que nos impide darnos cuenta que una cosa es la imposición autoritaria, es decir, absurda, y otra muy distinta la imposición necesaria para llevar a una persona por la senda adecuada. Parece como si cada vez que reclamamos deberes a alguien, o sea, responsabilidades, tengamos la sensación de ser unos tiranos. O peor, pues si no tenemos esa sensación, todo a nuestro alrededor se pone en contra y nos mira mal.
La generación a la que pertenecemos este juez y yo hemos vivido una etapa escolar donde los profesores tenían autoridad sobre nosotros y, sobre todo, nuestro respeto. Recuerdo, por ejemplo, que cada vez que un profesor entraba en clase todos nos poníamos de pie y esperábamos su señal para sentarnos. Es decir, la autoridad de quien presidía la Tarima era incuestionable. Nos es que añore, ni mucho menos, una educación como aquella pero creo que ha llegado el momento de recuperar viejas costumbres muy relacionadas con los deberes y responsabilidades y mezclarlas adecuadamente con las nuevas fórmulas para liderar personas, sea cual sea el proceso al que nos referimos.
Si en la educación de nuestros hijos no me cabe la menor duda que hemos perdido el norte, menos duda tengo de esa pérdida en las fórmulas o modelos de Liderazgo que imperan en estos días. Me explico. Yo creo que también debemos recuperar el concepto de deberes, y no sólo de derechos, en lo que se refiere a ese difícil ejercicio que muchos directivos tienen que hacer a diario con su gente.
Quizá sea un reflejo de nuestros modelos sociales, al fin y al cabo la empresa es un ente social, pero en los últimos tiempos la palabra Líder viene exclusivamente unida a las responsabilidades y deberes que éste tiene que cumplir. Sin embargo, es difícil escuchar o leer algo referido a los deberes y responsabilidades de las personas a las que ese líder dirige. Toda la responsabilidad recae en el líder: si no estoy motivado…, la responsabilidad es del líder; si no se trabaja en equipo…, la responsabilidad es del líder. ¿Sigo…?
Sinceramente, me recuerda a lo que los chicos dicen de sus profesores: No me motivan, me tienen manía… Pero lo que es ponerse a estudiar, más bien poco.
Juan Mateo, presidente de La factoría de cine empresarial
Artículo de opinión publicado en Executive Excellence nº50 may08