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La fórmula Mollinedo

(Tiempo estimado: 6 - 12 minutos)

El profesor Mollinedo había bajado la intensidad de la iluminación en el aula después de una breve interlocución introductoria. A través de las ventanas abiertas al fresco de la tarde de primavera, se podían oír los chillidos de los vencejos en el atardecer de Sevilla.

- “Llevamos ya varios seminarios hablando de liderazgo, con gran placer por mi parte y satisfacción por la suya, (a tenor de su alto nivel de asistencia); les he hablado de muchas de esas cualidades que caracterizan a un líder; virtudes que, seguramente, ustedes ya suponían o que habrán oído y leído  por ahí y, hasta puede que, después de muchas reflexiones, ustedes hayan ya interiorizado. Los más ingenuos (ja, ja) y menos avisados se me habrán venido abajo pensando que ellos no son ese dechado de perfecciones que forzosamente ha de salir del retrato robot que venimos aquí dibujando (risas).Hemos pergeñado ni más ni menos que al yerno/ nuera, perfectos, encarnados en líder empresarial... (más risas)…: ese hombre/mujer de mirada de tigre, claridad de objetivos, mandíbula  tipo Artur Más e incapaz de  contratar cuñados o dar trato de favor a suegros.

“Sí, ustedes pueden serlo, líderes, digo. Todo dependerá de cuánto  sean ustedes capaces de acercarse a esa figura mitificada por la historiografía y por las modernas escuelas de negocios. Perfectos no, claro, pero es su responsabilidad acercarse lo más posible a nuestro paradigma.”

“Me gustaría que vieran una escena de una vieja película americana, de la época del cine; cuando el cine era cine (gesto de decepción) y no estas películas comerciales que se hacen ahora y que son todas lo mismo… pero bueno: ese es otro tema….La película en cuestión se llama “Marcado por el Odio“, dirigida por Robert Wise y protagonizada por Paul Newman. Es de 1956 y (no me pongan mala cara) en blanco y negro. No es importante, en este caso, el argumento; sólo quiero que se fijen ustedes en el mensaje de la escena que les voy a proyectar.”

Mario, intelectual conspicuo, aparecía encantado mientras Carlos miraba a Octavio con resentimiento:

- “¿Sesión de cinefórum? – parecía decirle sin palabras…

Mollinedo, parsimonioso, dio entrada al vídeo:

Rocky /Paul Newman con el rostro algo desfigurado por las huellas de un combate reciente lee la pagina de deportes y, señalando una pequeña noticia con el dedo dice: “mira, aquí pone que soy una joven promesa del peso medio”.

El barman, un hombre ya experimentado repone: “todos los jóvenes prometen, Rocky. Luego a muchos habría que demandarlos por incumplimiento de promesa…” 

- “Breve y al punto, (apuntó Mollinedo, encendiendo las luces). Tengo que confesarles que a mí estas películas de jóvenes desesperanzados y, por tanto, rebeldes de las películas americanas, no solo me gustan  sino que me dan mucho juego para mis charlas; me dan argumentos para exponer ejemplos de afán de superación y, en este caso, para hacer hincapié en lo que se espera de ustedes.”

“Déjenme que me ponga perfectamente serio en lo que les voy a decir: ustedes pertenecen a familias más o menos acomodadas, tienen un nivel intelectual razonable (tampoco nos pasemos), han recibido una educación, digamos tradicional, en la que no han faltado ejemplos de cómo hacer las cosas de acuerdo con la ortodoxia… Quizá  hayan tenido algunas lecturas, dispersas y sin método, claro, pero lecturas al fin y al cabo, idiomas (nivel medio)…. Bien: no me cabe duda de que las bases para  hacer de ustedes unos pequeños coroneles existen, pero” 

… concluyó, doctoral, terminando de ojear el montón de currículos que tenía sobre la mesa, mientras iba endureciendo la mirada.

- “¿Han creído, ni por un momento, que me interesa su historial académico? ¿Han creído que para ser líderes de nada son suficientes sus calificaciones? ¡No señores, no¡ ¿A quién le importa si ustedes saben leer un balance o conocen algo de Derecho Administrativo? ¡Como ustedes los hay a miles¡ (Mollinedo ya totalmente enfurruñado). ¡Yo formo líderes, gente comprometida, que asume riesgos, que da ejemplo. Gente que hace de la RESPONSABILIDAD UNA FORMA DE VIDA. No me dedico a formar técnicos ni gente bienmandada. Gente que se la juega por su gente y que no los abandona a su suerte¡¡¡”

El profesor Mollinedo se sentía levitar, el éxtasis de la formación, contemplado por veinte pares de ojos que no sabían si todo eso era una puesta en escena o realmente ese hombre había alcanzado las más altas cotas de la excelencia docente.

- “Ustedes son mis alumnos en un seminario sobre liderazgo y les aseguro que cuando terminemos y, terminen este máster, voy a perseguirles allá donde ustedes estén trabajando, seguiré sus carreras y si no responden a las expectativas se lo demandaré. Entraré a verles y repasando lo que les he enseñado y su forma de actuación, les cantaré las verdades del barquero. No estoy yo aquí perdiendo el tiempo si, de verdad, no están ustedes dispuestos a comportarse como yo les estoy enseñando…”

- ¡Flipo, tío! susurró Carlos a sus dos compañeros de fila. Yo no sé si este tío lo dice en serio…

- “No están ustedes en edad de ser escépticos. Dejen esa lucidez para cuando sean viejos. Decía Ernesto Sábato que la única actitud digna de un viejo es el escepticismo, probablemente tenía razón… ¿Han leído ustedes a Ciorán? ¡no claro¡ es muy interesante para mentes formadas pero ahora no es lo que más necesitan, les conducirá a la desesperanza y a la duda metódica de casi todo. Cuando sean viejos y desengañados  podrán regodearse en su lectura... Pero lo que ustedes ahora necesitan es entusiasmo y compromiso. Un escéptico no puede liderar nada".

En el silencio del aula estas últimas palabras sonaron como un susurro. Las guías del bigote blanco de Mollinedo se desplomaron.

- “¿Para qué quieren ustedes ser líderes ¿preguntó retóricamente Mollinedo?”

- “¿Saben ustedes donde se meten? apostilló, suplicante.”

- “Ser líderes comporta  una responsabilidad abrumadora. Sueldo, sí. Chalet, sí; plan de pensiones, oropel: Vanitas, vanitatum, omnia vanitas. Eso no es nada. Pongan la contraparte: responsabilidad, soledad, noches sin dormir, decisiones impopulares… Su componente narcisista les impulsa pero es conveniente que no olviden que esa satisfacción egocéntrica les va a dar muchos disgustos en el futuro.”

- Pero, (a Mollinedo le cambió el rostro) pero, si aún así están ustedes decididos a poner en peligro su estabilidad mental y a su futura familia, (amplia sonrisa, cómplice mirada) y dispuestos a pasar revista conmigo de sus logros dentro de veinte años, si vivo para entonces; les daré la receta “Mollinedo” que no viene en ningún manual:

La tiza voló sobre el encerado…

SENTIDO DEL HUMOR: No quiero cenizos como líderes, esos tipos estreñidos incapaces de afrontar la vida como si no fueran el centro del mundo, como de si de sus decisiones dependiese la estabilidad del universo. Ustedes, como todos, no son más que personas corrientes que han decidido complicarse la vida porque quieren, nadie les obliga. A trabajar hay que llegar llorados de casa, no valen lamentos ni echar la culpa al empedrado. Hay que relativizar y no tomarse demasiado en serio, ríanse de sí mismos. Una buena dosis de ironía es muy saludable. Cuando dirijan un equipo creen buen ambiente, hagan bromas cuando el momento lo requiera, relajen la presión, no la transmitan toda a sus subordinados. A ustedes les toca la mayor parte y si no lo pueden soportar dejen el sitio a otro. El sentido del humor es lo que distingue al hombre de los animales….

DECENCIA: los antiguos llamaban a esto vestirse por los pies: “un hombre se viste por los pies”, decían. Como el liderazgo no es solo masculino, creo que es más sencillo definirlo como “sentido del honor”. ¿Qué quiero decir con esto?  pues que la integridad, el cumplimiento de la palabra dada, el juego limpio, el Código de Conducta, el respeto a los compromisos con empleados, clientes, accionistas y proveedores es imprescindible para que todos ellos les respeten. Un líder no se comporta como un asaltacaminos. Un saltimbanqui como dice Fernández Aguado, no merece el respeto de nadie y dura poco.

RESPETO POR LOS DEMÁS: No recuerdo al autor de la cita pero decía que cuando tengas que hacer daño a alguien por la vía de los hechos no se lo hagas además de palabra. Tendrán que tomar medidas traumáticas en su carrera que, seguramente, se traducirán en despidos del personal. Esto es muy serio: detrás de cada despido hay un drama personal y familiar, una persona que va a sufrir por su decisión y cuya autoestima va a quedar por los suelos, una familia que, en el mejor de los casos, se va a ver sometida a la zozobra de la inseguridad económica.

No le hagan el trago más amargo siendo desabridos en el tono. No olviden que con cada despido se evidencia su propia falta de capacidad de gestión para sacar partido de un trabajador. Despedir es la solución más fácil, no crea valor, solo destruye, desmotiva a los demás empleados y hace cundir el pesimismo en la organización.

SERENIDAD Y CRITERIO: ¡Oigan! a ustedes los han puesto ahí para que dirijan un barco, de más o menos calado, sí, pero un barco al fin y al cabo, en el que hay muchos tripulantes. Ustedes tienen que saber a dónde quieren llegar, tienen que tener un objetivo claro que no puede ser, exclusivamente, satisfacer a los dueños. Tienen que llegar con la carga y la tripulación. ¿Serenidad?, pues sí: en la travesía tendrán que soportar tormentas, crisis, diríamos ahora. En ese momento todos los empleados van a mirar al capitán que son ustedes pidiendo instrucciones. Ahí, estarán solos frente a su responsabilidad. Como les vean corriendo como pollos sin cabeza, dando órdenes contradictorias, inseguros y faltos de temple habrán perdido su respeto para siempre. Muertos vivientes serán ustedes: kaputt, finitto. Se acabó.

CORTESÍA Y EDUCACIÓN: créanme, que no me equivoco: “fineza” que dirían los italianos. Cuanto más inteligente y culto es un líder, más se ponen de relevancia estas cualidades. Un directivo de primer nivel sabe dar la importancia que cada uno tiene, independientemente de la posición que ocupe en el organigrama de la compañía; es más, diría que cuanto más baja sea la posición más agradecido se muestra. Pero claro, esta “finezza” se demuestra no solo en la empresa sino en todos los órdenes de la vida. Es imposible disociar los diversos ámbitos: el que es un patán y un zafio en su vida personal no puede ser lo contrario en su desarrollo profesional. Háganme caso: si ustedes reparten sonrisas y cortesía recibirán el pago en la misma moneda, recibirán adhesiones y entusiasmo. En caso contrario se convertirán en un sayón.

Dos últimas cosas por hoy. (Paternal Mollinedo)

ADMINISTREN LAS DISTANCIAS: Ustedes tienen que estar muy próximos con su equipo de confianza pero su despacho no puede ser la Romería del Rocío. Cada uno tiene sus responsabilidades y debe atenderlas. No puede ser que todo el mundo tenga acceso directo: como decía el presidente de un gran Banco: “Estoy pensando en ir menos a recorrer oficinas porque cuando pregunto a los empleados qué quieren salgo con una relación de peticiones de cambios de mesa y renovación de percheros”.

HAGAN EQUIPO. RODEÉNSE DE COLABORADORES MEJORES QUE USTEDES EN SUS ÁMBITOS DE COMPETENCIA: Ustedes solos no son nadie. Se lo digo en serio. Ustedes tienen que definir qué quieren, encargárselo a los que saben y coordinar y corregir las desviaciones. No tienen  que ser el perejil de todas las salsas, dejen trabajar y pidan resultados. A este respecto estoy recordando la teoría del Profesor Arechabaleta en su monografía: “Zezenak, Toreatzaileak eta Zuzendariak” (Toros, Toreros y Directivos) sobre los directivos con y sin pitón: a ustedes les gustarán los toros y si no les gustan eso que se pierden. Pues bien cualquier faena que se hace a un toro afeitado (con la punta de los pitones cortada) carece de valor, no hay peligro, no hay emoción. Con los directivos pasa lo mismo: si contratan directivos “afeitados” harán lo que ustedes les digan, no serán asertivos y ustedes mismos no valorarán su opinión. Estarán ustedes solos y sin referencias discrepantes que enriquezcan el debate. Cómodos. Ahora bien, si sus directivos tienen pitón, es decir: criterio, solvencia, preparación, personalidad y lo que hay que tener…¡ojo, ojo¡: les resolverán los problemas, serán eficientes y exigentes; también con ustedes; tendrán  que saber parar , templar y mandar. Saber lidiarlos porque con ellos pueden salir de la plaza con las dos orejas y el rabo pero si no les miden las distancias y no están preparados para dirigir a estos profesionales lo que se llevarán será una cornada de caballo. Es lo que tiene, hay que ser muy toreo para dirigir a directivos de trapío. Conozco a muchos de ellos y, créanme, hay muy pocos que se dicen líderes, que puedan dirigirlos.

Ser un líder es un arte, no vale solo querer serlo. Se nace con cualidades personales pero hay que trabajar mucho en las competencias. Lean, lean mucho y aprendan de las reflexiones de autores que han vivido más que ustedes y de sus experiencias. Bueno, señores toricantanos, es todo por hoy. El próximo día, si les interesa, hablaremos de forma más ligera de algunos especímenes curiosos de seudolíderes y de toros, que son un reflejo estupendo de nuestra cultura. Buenas tardes.

Mollinedo se encasquetó bien la montera, se ciñó el capote y, mientras sonaban en sus oídos los acordes de “Nerva” salió del aula y recorrió los pasillos hasta la calle.


 Benigno Santiño, director de Desarrollo de Negocio y Relaciones Institucionales.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía, el domingo 23 de noviembre de 2014


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