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La UE frente a la Inteligencia Artificial

(Tiempo estimado: 7 - 13 minutos)

Este mes estuvimos en París con Axelle Lemaire, Rahaf Harfoush e Isaac Getz, entre otros, en la celebración del pre-evento del 10° GLOBAL PETER DRUCKER FORUM 2018, que tendrá lugar en el Palacio Imperial de Viena los próximos 29 y 30 de noviembre. También en ese gran encuentro estará presente Executive Excellence, para transmitirles lo más novedoso del mundo de la gestión empresarial. Deseamos agradecer a la sociedad Peter Drucker y a su presidente, el Dr. Richard Straub, la invitación a participar de estos eventos como primer medio asociado en castellano, lo cual representa la oportunidad de brindar a nuestros lectores el contenido del foro de gestión más importante de Europa.

Axelle Lemaire fue secretaria de Estado de Asuntos Digitales durante el gobierno francés de François Hollande y actualmente es responsable global del hub digital Terra Numerata–Roland Berger, un ecosistema de innovación abierta que busca apoyar proyectos digitales. La iniciativa trabaja con un equipo de científicos de datos, combinando el dominio científico y la visión estratégica, con el objetivo de desarrollar una verdadera gobernanza de datos en un momento que Lemaire califica como “el comienzo de la historia del data, los algoritmos y la Inteligencia Artificial”. 

En los albores de la IA

Por fin acaba el invierno para la Inteligencia Artificial (IA). Tras más de 50 años de investigación, finalmente estamos ya viendo aplicaciones concretas de IA; pero lo que viene después del invierno es la primavera, y no el verano. Siento que todavía hay una gran brecha entre las conversaciones teóricas y las realidades económicas en el dominio de la IA. En las grandes corporaciones aún estamos en los albores. Es por eso que es importante cuestionar el potencial de las tecnologías de IA, identificando los “puntos de dolor” de las organizaciones para descubrir qué pueden hacer esas tecnologías de IA para “aliviarlo”.

No hemos visto, ni de lejos, el potencial de la IA. En la actualidad estamos asistiendo al inicio de unas tecnologías básicas (reconocimientos visual, de textura o de voz...) dominadas por los grandes jugadores tecnológicos: los GAFA (Google, Amazon, Facebook, Apple), más Microsoft e IBM; y los BATX (Baidu, Alibaba, Tencent, Xiaomi), cuyas realidades económicas y poder probablemente sean inigualables en la historia de la humanidad. Su capacidad para invertir en investigación y desarrollo es tal que solo una de estas compañías, Amazon, invierte un promedio de 17 billones de dólares al año en I+D interno.

Estas empresas también tienen la capacidad financiera necesaria para adquirir las mejores compañías del mercado... o para invertir en las nuevas empresas más prometedoras y comprarlas más adelante, mientras que al mismo tiempo crean un entorno que atrae a los mejores talentos del mundo. No olvidemos que los investigadores son el activo principal, junto con los datos y la capacidad de acceder a ellos (la cual tienen), en esta era de la Inteligencia Artificial.

Al imaginar esta situación, uno puede pensar: ¿hay espacio para otros?, ¿hay un lugar para las empresas europeas?

Una estrategia común para las start-ups europeas

Estas preguntas no abarcan solo la economía o el liderazgo en los mercados. Hay importantes implicaciones subyacentes detrás de ellas: implicaciones sociales y societarias, además de dudas sobre cómo se está representando el mundo, especialmente si consideramos que la IA es un espejo de lo que somos; un espejo que se nutre de los datos recopilados por los algoritmos de aprendizaje que ayudan a crear nuevas soluciones.

Hoy es importante que nos hagamos preguntas como: ¿a qué tipo de mundo queremos que representen las tecnologías de IA? ¿Queremos ser diversos, queremos libre mercado, libertad de expresión, libertad de información...?

Si la información, distribuida por algoritmos, es dominada por solo unas pocas organizaciones y estas nos impiden saber cuáles son los criterios que introducen en esos algoritmos para seleccionar y utilizar la información, ¿seguimos teniendo libertad a la hora de informarnos?

¡La libertad, la diversidad y la forma en que se representa el mundo están en juego! Por eso creo que es muy importante centrarnos en el papel que las empresas europeas tienen en el panorama global actual; sobre todo en aquellas compañías que crean tecnologías disruptivas e innovadoras: las start-ups.

Si retrocedemos un par de décadas, comprobamos que los mayores inventos procedían de start-ups. Eran empresas emergentes que no estaban atrapadas en “organizaciones pesadas”, y eso les permitía pensar de una manera completamente diferente. Las start-ups siguen siendo atrevidas y ambiciosas. Es este espíritu y estas capacidades lo que las diferencia de las corporaciones, y por lo que estas últimas tienen que reconsiderar su papel y relación con las empresas de nueva creación. Al mismo tiempo, nosotros como sociedad deberíamos promover, acompañar y favorecer a las empresas de nueva creación de una manera mucho más intensa de la que lo estamos haciendo actualmente.

Según un estudio global que mide el número de start-ups dedicadas a la IA, hay 1.393 solo en los Estados Unidos.

Una consideración importante cuando comenzamos a analizar estos temas es que debemos enfocarnos no solo en los usuarios sino también, y sobre todo, en las corporaciones que usarán esta IA, ya que es a ellas a quienes de forma más intensa y positiva les va a afectar, debido a la reducción de costes y al aumento de la productividad, y por lo tanto a las mayores ganancias que les va a reportar. 

Ahora bien, cuando se trata de ver qué está pasando en el mundo y quién va a crear esas tecnologías que tomarán las decisiones que acaben impactando sobre lo anteriormente expuesto, solo hay una respuesta: ¡las start-ups!

Hoy en día, un 40% de las nuevas empresas, creadas o adquiridas, están en EE.UU. El segundo país más importante en start-ups de IA es China, con 383, y en tercer lugar Israel, con 362. Pero, ¿dónde está Europa? Europa se está quedando muy retrasada con respecto al resto del mundo. ¡Reino Unido está en la séptima posición después de Canadá!

Aunque tenemos buenas empresas con ecosistemas eficientes y emprendedores ambiciosos y motivados, estamos, como países, al final de la cola. Solo juntándonos y colaborando, hablando de start-ups de la UE, en lugar de países específicos, podremos alcanzar una posición importante. De hecho, seríamos los segundos, con 769 start-ups en el conjunto de la UE.

Esta percepción, la europea, tiene mucho sentido, y si además tuviéramos acceso a los inversores estas empresas podrían crecer, acceder a los mercados y conseguir datos y talento, aspectos claves para el crecimiento; los resultados serían impresionantes. Vale la pena analizar el potencial de nuestras capacidades europeas en esta área.

A menudo me piden que comente la iniciativa francesa sobre estrategia nacional de IA que se lanzó recientemente. Mi respuesta es siempre la misma: ¡cómo podría criticarla si yo hice lo mismo solo un año antes! De lo que estas iniciativas carecen, en mi opinión, es de un enfoque empresarial europeo. Ya no es hora de lanzar estrategias nacionales. Necesitamos tener una estrategia europea única y exclusiva. Ahora es el momento correcto, porque actualmente la Comisión Europea está discutiendo el presupuesto para los próximos siete años, entablando un diálogo a tres bandas con los estados miembros de la UE y el Consejo. Centrarse ahora en este tema les daría a los miembros de la UE la capacidad de generar un gran efecto amplificador.

El dilema ético de la IA

La IA plantea preguntas éticas. Debemos invertir en estas cuestiones asegurándonos de que los investigadores puedan, por fin, trabajar juntos en este entorno tan interdisciplinario. Uno de los mayores desafíos es pedir a los matemáticos que trabajen juntos con médicos, ingenieros en informática, lingüistas, sociólogos, abogados... y para hacerlo, necesitamos construir equipos completamente nuevos, algo bastante alejado de la forma tradicional de investigación europea.

Una de las particularidades de la IA, cuando se trata de producción, es el alto grado de interconexión con la investigación, y esta interconexión es uno de nuestros puntos fuertes en Europa. Tenemos laboratorios fantásticos, pero también dificultades para hacer que funcionen junto con los actores privados y públicos, ¡y esto no sucede con las start-ups!

Una start-up de IA no es una empresa normal; es más bien un proyecto de investigación empresarial, que hace investigación aplicada y teórica al mismo tiempo. En una start-up puedes ver laboratorios trabajando con estudiantes de doctorado y probando productos directamente con los clientes, ¡todo a la vez! Hay un proceso constante de prueba y error, que los convierte en un modelo completamente nuevo en términos de negocios e innovación. Esto abre tremendas posibilidades si podemos encontrar el ajuste y el acoplamiento idóneo para los jóvenes investigadores, de modo que estos puedan trabajar en empresas sin perder su independencia, aunque compartiendo los beneficios de su propiedad intelectual. Los derechos de propiedad intelectual son esenciales para que las estrategias tengan éxito en el mundo de la IA.

Se ha dicho múltiples veces que deben afrontarse los problemas éticos que la IA puede generar, pero ¿es demasiado temprano o es demasiado tarde? ¿Quién debería estar discutiendo esto?

Creo firmemente que tenemos problemas éticos pendientes y debemos debatirlos juntos; y por juntos quiero decir, implícitamente, que deberían existir nuevas formas de gobernanza para abordar estos problemas ahora. No actuamos en contra de nuestros intereses diciendo que, como europeos, debemos estar muy presentes y proactivos en estas discusiones. El hecho de que los chinos o los estadounidenses no estén profundizando en el tema, alegando que es una pérdida de tiempo, no es razón suficiente. Debido a los valores que apreciamos en Europa, necesitamos discutir estos asuntos.

Ya sabemos, más o menos, lo que debemos hacer: tener open data. Hacer los datos accesibles por defecto, ahora con la legislación francesa y europea, tiene que hacerse realidad. El público tendrá open data y el sector privado, hasta cierto punto, debería hacer lo mismo. Sabemos que al abrir y compartir un conjunto de datos crearemos valor para el interés general.

La transparencia en los algoritmos también es fundamental. Cuando Google anuncia sus siete principios éticos que se aplicarán a las tecnologías de IA, no vemos a la transparencia entre ellos. Dicen que tienen que asegurarse de actuar con justicia y respetar los derechos humanos... y, por supuesto, no pueden discriminar..., pero todo esto ya está en la legislación internacional.

Su segundo principio es utilizar la tecnología para el bien. El tercero es que los proveedores de tecnología deben de actuar con responsabilidad... ¡pero curiosamente no dicen nada de tener que rendir cuentas! Hay una gran diferencia. El cuarto es respetar los derechos de privacidad... Comparémoslo con la legislación de la UE... En quinto lugar, está la ciberseguridad. ¡Obvio! El sexto es la excelencia científica, y por último, no dañar a otros con estas tecnologías. Si bien todos estamos de acuerdo con estos principios, no responden a la pregunta de quién debería decidir quién es el perjudicado ¡y en qué se perjudica! ¿Es solo Google?

¿Y qué pasa con la inteligencia colectiva, las nuevas formas de gobierno, la transparencia de los algoritmos? ¿Qué hay de la apertura de las “cajas negras” y del conocimiento sobre cuáles son los criterios que se utilizan para proporcionar soluciones y servicios? ¿Qué pasa con la rendición de cuentas?

Para resumir, ¿qué hay de tener IA abierta? Creo que, si bien hay valores detrás de los modelos comerciales, las empresas europeas que se dedican a las tecnologías de la IA están en una mejor posición para impulsar este tipo de valores.

Nuevas metodologías e inversión masiva

Existe una creciente conciencia de la IA. Solo se necesita ver que en la última cumbre del G7 la IA estaba en la lista de temas a tratar, con un compromiso bastante fuerte, especialmente de Francia y Canadá, pero no solo. El lanzamiento de un Observatorio Internacional sobre IA ya es un primer paso, al que deben seguir otros.

Creo que los políticos están aquí para dar impulso y ayudar a crear conciencia en el debate público, pero los resultados no dependerán solo de ellos. Las discusiones que se están celebrando en Bruselas sobre la creación de una agencia europea de innovación son muy interesantes y se están abordando de manera correcta. Están formulando preguntas y luego definiendo los desafíos a los que queremos enfrentarnos juntos, como el cambio climático, la inmigración... para averiguar cómo las nuevas tecnologías pueden abordar estos retos como habilitadores para buscar soluciones, que esencialmente es lo que son. 

Este es un estilo muy DARPA (Defense Advances Research Projects Agency) en la búsqueda de soluciones y respuestas a preguntas formuladas. DARPA invirtió masivamente en algunas tecnologías muy disruptivas con una metodología muy clara. Se lanzaba una llamada/búsqueda para encontrar problemas, y luego se identificaban equipos capaces de abordarlos. Después de unos meses, se analizaba el estado de los diferentes programas, cerrando los no viables o menos relevantes. Luego se reducía el volumen de programas, al fusionarse y concentrarse entre sí, y finalmente se realizaban grandes inversiones en una pequeña selección de los proyectos más prometedores. Realmente vale la pena considerar esta metodología, poco común en la UE, para el futuro desarrollo de la IA.

En la actualidad utilizamos esencialmente procesos de automatización rápida (RAP), que son el paso previo a la IA. Con estos procesos, suprimimos las tareas repetitivas dentro de las empresas. Por un lado, es bueno eliminar estos trabajos que nadie quiere hacer, pero por otro, ¿qué sucede con las personas? ¿se las está formando? Los ahorros generados gracias al RAP, mediante la reducción de costes, ¿se están reinvirtiendo en ellas?

Como decía al principio, estamos en el invierno de la IA y entrando en la primavera. Se acerca el verano, pero no sabemos cómo será… A diferencia del clima, la “temperatura” sí dependerá de nosotros. La IA es una tecnología y, al igual que cualquier herramienta, los objetivos que persigue su uso dependen de las personas que la producen y la utilizan. Cuando lleguemos al otoño, tendremos IA generalizada, una inteligencia capaz de ser autónoma en el proceso de toma de decisiones; totalmente independiente de los desarrolladores que inicialmente escribieron sus algoritmos. Surgirán nuevas preguntas... y, aunque ahora no es el caso, si decidiésemos usar las tecnologías de IA para mejorar nuestra sociedad, ¡el potencial sería enorme! No olvidemos que esto requiere una inversión masiva en proyectos y también una inversión masiva en educación, además de, debido a las consecuencias de la IA, repensar la futura redistribución de los sistemas sociales para nuestras comunidades. 


Axelle Lemaire, exsecretaria de Estado de Asuntos Digitales en el gobierno francés de François Hollande y actual responsable global de Terra Numerata–Roland Berger 

Texto publicado en Executive Excellence nº149 jun. 2018

 


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