Adaptarse para sobrevivir
No descubro nada nuevo si digo que España está sumida en una grave crisis y que muchas empresas de nuestro país están pasando por momentos extremadamente complicados. Me parece por ello interesante compartir con los lectores una idea que está cogiendo fuerza en la literatura económico-estratégica. Una idea que puede ayudar a empresarios, empleadores y directores de negocios a gestionar en entonos inestables, a considerar la actual situación como una oportunidad para buscar nuevos enfoques y alternativas y así, de la mano del cambio, empezar a ver la luz al final del túnel.
Esta idea es la adaptabilidad. La adaptabilidad no es un concepto nuevo, surgió en los años sesenta y aborda la conexión entre la organización y su entorno, buscando un ajuste entre la estructura organizativa y el medio en el que la organización opera. En otras palabras, la adaptabilidad es la capacidad que tiene una compañía de cambiar internamente como respuesta a las variaciones del entorno, lo que implica no solo diferentes formas de operar, sino planteamientos estratégicos muy distintos. Muchos autores han destacado lo importante que es la capacidad de las organizaciones para realizar cambios, para entender las necesidades del cliente y responder a sus expectativas de manera ágil, para crear culturas organizativas en constante aprendizaje. Por lo tanto, en el entorno tan turbulento y volátil que nos ha tocado vivir, caracterizado por la globalización de los mercados, la revolución tecnológica y una fuerte competitividad, el concepto de adaptabilidad se está convirtiendo en protagonista y definiéndose como factor clave de ventaja competitiva. Ello significa que sobrevive la organización que es capaz de adaptarse.
Reeves y Daimler en su artículo de Harvard Business Review (2011) exponen que una organización es capaz de adaptarse si tiene la habilidad o capacidad para:
- Detectar y actuar ante los signos de cambio.
- Experimentar constantemente, no solo con productos o servicios sino con modelos de negocio, procesos y estrategias.
- Gestionar en entornos complejos interconectando múltiples elementos que conforman la relación empresarial.
- Motivar y movilizar a sus empleados y socios.
Detectar y actuar ante los signos de cambio
Las organizaciones adaptables están más atentas que nunca a cualquier signo que pueda traducirse en una nueva tendencia, o a algún cambio significativo, tanto en el entorno en el que opera, como fuera del mismo. Esta no es tarea fácil, ya que vivimos en un mundo que nos proporciona exceso de información (fiable y no tan fiable). Ante tantos datos simultáneos y a veces contradictorios, ¿qué información es relevante? ¿cómo actuar? ¿qué camino seguir? La organización ágil busca múltiples fuentes de información y posteriormente analiza y determina aquellos aspectos que le pueden proporcionar una ventaja frente a sus competidores. Esto es tan complejo que no sucede de manera espontánea, requiere de mucho trabajo y gran dedicación. Es muy importante conocer qué se está haciendo en nuestro sector y fuera de él, qué se hace en nuestro país, pero también en otros países y en otras culturas. En este sentido, por ejemplo, es muy importante que las organizaciones cuenten con sistemas sofisticados de captura de datos que permitan la adquisición y explotación de información relevante del entorno y que pueda dar lugar al reconocimiento de nuevas tendencias.
Experimentar constantemente
La mayoría de las organizaciones, en estos momentos de inestabilidad, necesita dar a sus estrategias un enfoque más adaptativo y dinámico, dando paso a la experimentación y superando las limitaciones de los enfoques deductivos para así poder hacer frente al incesante cambio. Es un hecho que lo que no se puede deducir o predecir, porque la turbulencia del entorno no lo permite, puede muchas veces descubrirse a través de la experimentación, aunque el camino sea arduo.
Todas las organizaciones experimentan en mayor o menor medida; apuestan por nuevos productos o servicios, ponen en marcha nuevos proyectos, etc., pero las organizaciones adaptables van más allá, experimentan con nuevos modelos de negocio, con nuevas estrategias, incluso con algunas no convencionales. Son valientes, rompen rutinas y persiguen la innovación y la creatividad en todo lo que hacen. Son capaces de vencer la resistencia al cambio, son inquietas y cuestionan todo constantemente. Ahora bien, para experimentar, las organizaciones tienen que estar abiertas al fracaso, deben aceptarlo como parte del juego, aprender de él y seguir adelante, volviendo a intentarlo una y otra vez sin caer en el desaliento. Esta apuesta por la experimentación implica elevarla a valor prioritario en los procesos de toma de decisión. Cada organización debe buscar su propio camino, definiendo con qué experimentar, cuándo y cómo hacerlo. Por ejemplo, algunas organizaciones están invirtiendo en herramientas sofisticadas que les permiten experimentar en entornos virtuales de manera más rápida y menos costosa.
Gestionar entornos complejos, interconectados y con múltiples partes interesadas
El mundo ya no es de los solitarios, si es que alguna vez lo fue, ya que poco se puede conseguir en el entorno tan cambiante y tan complejo en el que las organizaciones están operando actualmente. Las compañías líderes son aquellas que dejan de considerarse entes aislados, son aquellas que trabajan dentro de un sistema, buscando alianzas, colaboraciones, sinergias, no solo en el entorno inmediato, sino fuera de su zona de dominio o de confort. Se trata de eliminar barreras y buscar oportunidades con ayuda de los demás. Para ello, hay que mirar más allá del corto plazo, hay que buscar la sostenibilidad. Hoy puede que ayude a la otra parte, pero mañana esta puede ser clave para mi éxito.
Motivar y movilizar a empleados y socios
Las organizaciones con capacidad de adaptación necesitan crear entornos que alienten la diversidad, el flujo de conocimiento, la iniciativa, la autonomía, la toma de riesgos; tienen que ser flexibles y facilitar el intercambio de ideas y la cooperación entre sus miembros. Para que esto sea posible, se necesitan organizaciones con estructuras descentralizadas, capaces de trabajar eficazmente en equipo, con una cultura exigente que reconozca las aportaciones de sus empleados y premie su creatividad y la óptima realización de sus tareas.
La adaptabilidad, por tanto, exige a las organizaciones que sean capaces de atraer y retener personas con una buena disposición al cambio, creativas, innovadoras, con alto nivel de iniciativa, que acepten responsabilidad, se desarrollen con autonomía, se comprometan con los objetivos de la empresa, trabajen eficazmente en equipo y cuenten con buenas relaciones interpersonales. Los departamentos de RR.HH. deben orientar todas sus funciones (entre otras, reclutamiento y selección, evaluación, compensación, formación y desarrollo) a garantizar la presencia de esta serie de capacidades y habilidades. Las personas son la clave; los empleados son los que contribuyen a la adaptabilidad, no solo con las características mencionadas sino también con su nivel de motivación y compromiso. Por ello, hay que cuidarlos como un preciado tesoro. Cada organización deberá determinar cómo hacerlo; la dirección de personas es un arte y requiere creatividad y sensibilidad, pero siempre poniendo a sus empleados en el núcleo de la gestión.
Ahora, les invito a analizar sus organizaciones. ¿En qué punto de adaptabilidad se encuentran? Sin duda, el reto es difícil, pero a la vez, una oportunidad de liderar en esta época difícil y turbulenta. Muchas empresas están trabajando ya en su adaptabilidad. ¿Es la suya una de ellas?
ESTRATEGIAS / RECURSOS HUMANOS
Artículo publicado en Executive Excellence nº103 may13
Dra. Lourdes García-Salmones Fernández, Doctora en Psicología Organizacional (UNED), licenciada en Administración de Empresas (UCM), diplomada en Gestión de Recursos Humanos (UC Berkley). Cuenta con una amplia experiencia en la Gestión de Recursos Humanos dentro del Grupo Sigla y Philips Ibérica. Actualmente es profesora de Recursos Humanos y Habilidades Directivas en la UEM y en la Universidad de Navarra.