Skip to main content

La inflación: una oportunidad para el inversor

(Tiempo estimado: 3 - 6 minutos)

Con los precios de la energía y alimentos disparados, la inflación se ha convertido en un problema para la economía mundial. Las subidas de tipos de interés que puede acarrear son a priori una amenaza para los inversores, pero puede convertirse en una oportunidad si se utiliza la estrategia adecuada.

El aumento de la inflación se está convirtiendo en el principal problema tanto para las economías emergentes como para buena parte de las desarrolladas. La inflación china ronda el 5%, y en India alcanza el 8%. En la Eurozona ascendió al 2,4% en enero, superando por segundo mes consecutivo el objetivo del Banco Central Europeo (2%), lo que ha llevado a su presidente, Jean Claude Trichet, a abrir la puerta a un próximo aumento de los tipos de interés. Las presiones inflacionistas son aún mayores en Reino Unido, donde ha alcanzando recientemente el 4%, el doble del objetivo del Banco de Inglaterra (2%). Excluyendo Japón, anclado en una perenne deflación, sólo Estados Unidos parece tener controlados los precios cómodamente por debajo del 2%.

Una inflación alta erosiona el valor del dinero, incluidos los salarios, reduciendo la riqueza en términos reales. Si se prevé que los precios subirán, los asalariados tienden a demandar mayores sueldos, incrementando el consumo y tirando de los precios en una espiral inflacionista. Por eso su control es un objetivo prioritario para la mayoría de los países. 

La inflación puede producirse por la demanda o por los costes. En el primer caso, se debe a un elevado consumo que reduce el exceso de capacidad productiva en la economía, y presiona al alza los precios de determinados recursos naturales. En el segundo, como ocurre actualmente, a un aumento de los costes de producción -en este caso los precios de las materias primas, que incluyen alimentos y energía-. Los precios de la energía han sido un factor clave, con el petróleo de nuevo por encima de los 100 dólares por barril, presionado por los conflictos en el Norte de África y Oriente Medio y el temor a que se contagien a importantes productores de crudo y generen problemas de suministro. Sin embargo, la influencia de las alzas de los alimentos ha sido determinante. En India, por ejemplo, subieron el 15% en 2010. De hecho, la influencia del precio de los alimentos en los mercados emergentes se amplifica por su mayor peso en sus índices de precios al consumo (IPC), cifrado en el entorno del 30%, frente al 13% de los países desarrollados. 

El hecho de que la inflación actual esté generada por los costes es importante, pues influye en la respuesta y eficacia de las medidas que adopten los bancos centrales. Unos tipos de interés más altos actuarían como freno reduciendo la demanda, aunque su eficacia contra la inflación de costes es más limitada. Muchos bancos centrales han empezado a mover ficha, incluyendo medidas contundentes en los mercados emergentes. Los países denominados BRIC (Brasil, Rusia, India y China) ya han subido sus tipos de interés, tendencia que mantendrán a lo largo de este año. En el mundo desarrollado, los incrementos se esperan para antes (Zona Euro y Reino Unido) o después (EE.UU.). 

Una subida de los tipos de interés no es la única solución al problema que la inflación plantea sobre el crecimiento económico. En el seno del Banco de Inglaterra, por ejemplo, existen distintas corrientes de opinión sobre cómo enfrentarse a este desafío. En las últimas reuniones de su Comité de Política Monetaria (MPC, por sus siglas en inglés) la mayoría aboga por mantener los tipos, pero un importante sector reclama una mayor expansión monetaria, mientras que otros piden subidas de impuestos. 

Desde el punto de vista de los inversores, la inflación suele ser negativa y exige tomar medidas de protección, pues erosiona el valor de los activos y de las rentas generadas por ellos. A corto plazo, lo más importante es la relación entre inflación y tipos de interés. Una subida de tipos para combatir la inflación busca reducir la demanda agregada de la economía. Con la caída de la demanda se resienten las ventas y los beneficios de las empresas que suministran bienes y servicios y, por tanto, la cotización de sus acciones. Pero si a los inversores en bolsa les afectan negativamente las alzas de tipos, en el caso del inversor en renta fija la influencia es más directa, ya que provocan un aumento de las rentabilidades de los bonos, lo que reduce su precio. No obstante, el inversor cuenta con varias estrategias para protegerse contra la inflación elevada y aprovechar las oportunidades que ésta genera. Cada inversor debe buscar la que se adapte más a su perfil y al nivel de riesgo que desea asumir, ya que cada enfoque tiene ventajas e inconvenientes. 

Los bonos ligados a la inflación son una de las opciones más obvias en este contexto. Este tipo de bonos protege de la inflación al abonar una rentabilidad más la tasa de inflación de referencia, que se ajusta generalmente cada tres meses. Sin embargo, como el resto de los bonos, están expuestos al riesgo de tipo de interés o de duración. Otra opción es la inversión en inmuebles. El precio de los alquileres computa para la elaboración de la mayoría de los índices de precios al consumo, por lo que está vinculado a la inflación. Además, el alquiler generalmente se revaloriza en función del aumento del IPC.

Dentro de una estrategia de inversión diversificada, una buena opción pueden ser las materias primas, ya que han sido precisamente éstas las impulsoras de la inflación mundial. El inversor tiene varias opciones a la hora de buscar exposición a materias primas. Si bien los contratos de futuros son una alternativa válida para este fin, al inversor le suele resultar más sencillo comprar directamente acciones de empresas de materias primas. En este último caso, existe el riesgo de no seleccionar bien las compañías, por lo que puede ser más aconsejable hacerlo a través de un fondo de inversión especializado. 

También el oro ha sido tradicionalmente una buena cobertura contra la inflación. El metal amarillo cotiza en dólares, por lo que ofrece protección contra cualquier pérdida importante de valor de esta divisa. Por último, la renta variable también es una alternativa: los entornos inflacionistas suelen favorecer a largo plazo a los activos en crecimiento como las acciones. Sin embargo, también se ven afectadas negativamente por el incremento de los tipos de interés. De ahí que una buena estrategia sea buscar acciones de compañías con capacidad para repercutir los incrementos de los precios en sus respectivos mercados. 

El buen inversor es el que convierte las amenazas en oportunidades y, utilizando la estrategia adecuada, puede hacer que el incremento de la inflación se convierta en fuente de rentabilidad.


Sebastián Velasco, director general de Fidelity para España, Portugal y Latinoamérica.

Artículo publicado en Executive Excellence nº79 mar11


Últimos artículos

Herminia Ibarra
Personajes con talento
21 de Noviembre de 2024