El talento no sirve para nada
Se preguntará, a lo mejor, el porqué del título de este artículo. Es sencillo: todos tenemos talento, sólo que cada persona para una cosa diferente. Por lo tanto, el talento abunda en el mundo, y precisamente por eso mismo está sobrevalorado, porque por sí mismo no garantiza rédito a nadie.
Todos conocemos el caso de personas que son excelentes (técnicamente) en alguna disciplina, pero sus resultados (comercialmente) no son nada llamativos.
Si todos tenemos talento para algo -entendido como la capacidad para tener un buen desempeño en alguna actividad-, la pregunta es inmediata: ¿Qué es lo que tenemos que hacer para brillar?
1. VALENTÍA
Ser talentoso en su casa le servirá de poco. El talento hay que exhibirlo, y ahí es donde hace acto de presencia la presión del público. No se trata de saber, sino de sacar ventaja de lo que se sabe. El conocimiento (teoría) le indica lo que hay que hacer, pero el expertise lo da la experiencia (práctica), y eso sólo es posible pasando a la acción. No se aprende a torear desde la barrera ni a hablar en público desde el patio de butacas. Por tanto, la valentía no es una opción, si quiere tener éxito y ser feliz, tiene que lanzarse o buscar a alguien que le empuje. Como decía Nietzsche: “Atreverse es perder pie momentáneamente; no atreverse es perderse a uno mismo’.
2. ACTITUD
El éxito jamás es una línea recta y ancha, sino más bien todo lo contrario. Ahí es donde entra en juego la actitud. Su actitud es la respuesta emocional que ofrece a todo lo que le ocurre, y es fundamental que esa actitud sea positiva, porque le guste o no, en el camino hacia la cima hay miedo, errores, fracasos, rechazos y otros sucedáneos. Cómo afronta todo eso, con una actitud de crecimiento (aprendizaje) o de resignación (frustración), es lo que marcará las diferencias en su vida. En el primer caso, seguirá peleando; en el segundo, se vendrá abajo y abandonará sus sueños. Quien resiste, vence. Ya lo decía Einstein: “No tengo talentos especiales, pero sí soy profundamente curioso”. Eso es todo lo que necesitamos, actitud de curiosidad para seguir buscando, aprendiendo y mejorando.
3. RELACIONES
Todo gira en torno a las relaciones, a quién conoce y cómo se lleva con la gente. Para triunfar no es suficiente el talento y el trabajo duro, sino también aprender a estrechar y desarrollar relaciones. Uno solo está muy limitado: no puede saberlo todo y no puede hacerlo todo. Mucha gente sin un talento especial llega muy lejos en la vida debido a su inteligencia social (capacidad relacional). Sólo con otros puede alcanzar su mejor versión.
4. MENTALIDAD
Su mentalidad (mindset) determina lo que hace (no hace), y por tanto, lo que consigue (no consigue). Los pensamientos (impulsores/represores) se traducen en comportamientos (impulsores/represores) que generan ciertos resultados (positivos/pobres). Aprender a controlar y dominar la mente es la habilidad más importante para el éxito y la felicidad. Y básicamente hay dos tipos de mentalidad: fija y de crecimiento. La primera se basa en que usted es bueno o no para algo y punto. Es pensar que los demás son mejores (tienen estrella); la segunda, considera que a medida que suma conocimiento y experiencia en algo se vuelve mejor. Está en sus manos crecer. La gente ganadora está en el segundo grupo, se siente protagonista de su vida. Asumir los resultados de nuestra vida es la máxima expresión de liderazgo. Sus ganas de aprender van a determinar su futuro.
5. FOCO
Es sencillo de entender: para tener éxito hay que ser experto en algo, y para ser experto en algo tiene que echar muchas horas. El problema es que las horas son limitadas (24 horas, no se pueden tener más) y si se dispersa, sus resultados se resienten. El talento brilla en la medida que lo cultivamos, de otro modo va languideciendo poco a poco. Como decía Anna Pavlova, bailarina rusa: “Dios da el talento, y el trabajo transforma el talento en genialidad”. Mucha gente con talento ha fracasado por no haberse mantenido enfocada. Maestro de todo, aprendiz de nada. No se descuide. Cuando uno se relaja y pierde la concentración y la dirección, la cosa se tuerce siempre. Cuando se está enfocado, lo difícil es no tener éxito.
6. VISIBILIDAD
“El talento escondido no produce reputación”, afirmaba Erasmo de Rotterdam. Lo que no se conoce, no existe. No basta ser bueno y ponerlo en acción, sino que además tiene que preocuparse por comunicarlo y que los demás se enteren. El auténtico talento es la suma de dos cosas: saber hacer y poner en valor lo que uno sabe hacer. Y eso implica utilizar todos los medios disponibles a su alcance (online y offline) para tener pegada, punch o como lo quiera llamar. Y sí, debe saber que cuando está a tiro, siempre hay alguien que dispara. Brillar es hacerse visible, porque el prestigio lo da el reconocimiento del público, que le avala, aplaude y compra. “No hay buen juez en causa propia”, dice una máxima jurídica. Es el mercado el que ensalza, hunde o ni siquiera le presta atención. Pero para ello tiene que salir y exhibirse. Y recuerde: nunca gustará a todos ni en todo. Es ley de vida.
Francisco Alcaide Hernández, conferenciante, escritor y formador en liderazgo y motivación. Autor del bestseller Aprendiendo de los mejores (15ª edición).
Texto publicado en Executive Excellence nº153, noviembre 2018.