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Víctor Pérez Díaz: “Lo local es muy importante para el arraigo"

(Tiempo estimado: 2 - 4 minutos)

“Cuando los occidentales nos planteamos los problemas, lo hacemos en términos de en qué horizonte. Debemos decidir entonces si es un horizonte globalizado, donde todo va muy rápido, o si es a la vez un horizonte próximo, que medio controlamos y respecto al cual somos relativamente familiares. Si nos dejamos arrastrar por el impulso prometeico de futurista, nos perdemos.

Si nos quedamos acartonados en nuestro pequeño mundo, perdemos perspectiva, no podemos incorporar ni enriquecernos con las experiencias de otros países. De manera que tenemos que encontrar en cada momento el equilibrio prudente que nos permita tener perspectivas amplias, pero al mismo tiempo raíces. 

Si pensamos en términos de grandes problemas, imaginemos que tenemos una situación en la cual las gentes tienen la sensación de que los problemas que nos planteamos como sociedad nos desbordan, que los entendemos a medias por su complejidad y por la rapidez por la que están evolucionando, y que todo nos induce a confiar en “elites” que los manejen. Pero qué ocurre cuando en las sociedades va penetrando la sensación de que esas elites no pueden con los problemas, que no los acaban de entender, cuando llegan crisis económicas que no esperaban, llegan situaciones estratégicas que manejan mal…, cuando tampoco se sabe manejar muy bien el tema de la transparencia, y a la hora de la verdad se crea una sensación de opacidad, de corrupción, de elites incompetentes y egoístas en un grado suficiente como para poner una marca de interrogación sobre sus horizontes.

Falta la capacidad estratégica, ahí está el quid de la conversación razonable de una sociedad civilizada, de gentes sensatas y decentes cuya experiencia de vida hace que tengan confianza en sí mismas y en otros. 

La experiencia histórica nos dice que hay segmentos sociales potentes, impulsivos, comunicativos, porque tienen que comunicar con la sociedad para vender sus productos, entender cuáles hacer y comprender cómo van cambiando cosas complejas continuamente. Este sesgo es importante, pero tiene que darse cuenta de dónde está ahora. Me parece interesante reflexionar sobre esa sensación de decepción relativa respecto a las “elites” económicas, políticas, culturales, mediáticas y sociales.

No es fácil hablar de potencial de una economía cuando el sistema educativo es mediano-mediocre. Esos sistemas que suponían capacidad estratégica de horizonte a largo plazo no están.

El momento de globalización requiere el discernimiento de lo que es global y local, porque esto es muy importante para el arraigo, para la casa de donde saldrán las políticas públicas y los gestos de estar juntos, que son fundamentales para un sentido de comunidad política. La pregunta sobre la gran capacidad estratégica tendría que ser compartida, porque no estamos en situaciones que puedan manejarse sobre la base de elites que toman decisiones entre sí. 

Tenemos un nivel de asociacionismo civil bajo, una capacidad de movilización propia limitada; alternamos entre sentirnos víctimas o indignados, dos actitudes en último término infantiles. Hay unas interrogaciones que las realidades sociales nos obligan a plantearnos, incómodas, pero necesarias precisamente para reforzar los puntos de optimismo que pueda haber en los mensajes a corto y a medio que les podemos introducir.

Es interesante el desarrollo de la capacidad de escucha. En las discusiones en los medios de comunicación entre los partidos políticos o entre las gentes, es notable la tendencia al diálogo de sordos, al no escuchar y, por lo tanto, a no comunicar bien. Cuando no hay comunicación, no hay comunidad. Nuestra necesidad de poder comunicar pasa por la de sabernos escuchar. El primer punto de una educación debe ser el de hacer posible la confianza en sí mismo que da el hablar ante otros sin interrupciones, con autocontrol suficiente para poner en orden nuestras palabras, para construir conversaciones que son el punto de arranque en una tarea común, que luego puede tomar millones de orientaciones, pero que va a estar controlada por una conversación razonable, antes o después”.


Declaraciones de Víctor Pérez Díaz, patrono de la Fundación Bancaria La Caixa, en el Congreso de Directivos CEDE, el 4 de noviembre de 2014

 


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