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Luis Álvarez, inspirador de optimismo

(Tiempo estimado: 9 - 18 minutos)

LIDERAZGO / DIRECTIVOS / ESTRATEGIA / GESTIÓN EMPRESARIAL

Ya hace un año tuvimos la oportunidad de entrevistar a Luis Álvarez Satorre, presidente de BT para Europa, Oriente Medio, África y Latinoamérica. A su amplia lista de méritos, el pasado junio se sumó el Premio Aster a la Trayectoria Profesional, otorgado por ESIC; un reconocimiento a su liderazgo y, muy especialmente, a cómo lo ha conseguido.

De entre los valores que marcan la forma de ser y hacer de Luis Álvarez, nos llama la atención la intensidad de uno, sobre todo en esta época de crisis: el optimismo.

Convencido de que España todavía puede jugar un papel relevante, “si apostamos porque la tecnología valga para crear puestos de trabajo y para facilitar que haya emprendedores”, reclama la necesidad de más becas y apoyos empresariales, “porque me da pena ver que nuestros ingenieros se van. Tengo tres hijos estudiando Ingeniería de Telecomunicaciones y muchos de sus colegas se han marchado”.

Le gusta el aire fresco que hoy se respira en los países latinoamericanos y que BT pueda compartir con ellos su energía y conocimiento, además de contribuir a “las ganas de hacer cosas de los gobiernos, los empresarios, e incluso las ONGs”. Las mismas ganas que demuestra su hijo mayor que, “con 23 años, está creando una empresa con unos amigos. Han decidido demostrar que es posible, en el mundo de la tecnología, construir un modelo que sea español. Su proyecto consiste en convertir ideas en realidad usando la tecnología (From idea to reality). Ellos tienen el know how tecnológico, que les permite ayudar a construir el modelo de negocio y a transformar esa idea del cliente en una realidad. Reconozco que me resulta refrescante escucharles y ver que la juventud tiene la voluntad de emprender en este país. Por eso creo que, entre todos, deberíamos apoyar este tipo de iniciativas”.

FEDERICO FERNÁND EZ DE SANTOS: El pasado mes de junio recibió el premio Aster a la Trayectoria Profesional, concedido por ESIC Business&Marketing School. ¿Cómo se siente uno cuando le otorgan semejante reconocimiento a mitad de la carrera profesional?

LUIS ÁLVAREZ: Cuando uno piensa qué significa un premio así, la primera reflexión que hace es mirar hacia atrás. El vértigo en el que vivimos -enlazando unos proyectos con otros, innovando constantemente...-, a veces no nos permite darnos cuenta de nuestra contribución. Este premio me hizo dar la vuelta para ver qué era lo que había pasado hasta ahora y reflexionar sobre lo aprendido, lo conseguido y cuáles habían sido los valores que siempre me han movido. De todos modos, tengo la sensación de que el jurado fue tremendamente generoso con mi consideración, porque cuando uno mira hacia atrás también ve las cosas que le han faltado por hacer y las que tenía que haber hecho mejor.

Además de un honor, el Aster supone también un compromiso para el futuro. La trayectoria es un camino que empieza en un sitio y se desarrolla a lo largo del tiempo. Cuando, afortunadamente, todavía te queda tiempo, la trayectoria que tenga a partir de ahora no puede decepcionar a nadie, ni al jurado, ni a quienes me han ayudado a conseguir el premio, ni a los que me acompañaron a recogerlo... Es decir, implica un cierto compromiso de cara al futuro.

F.F.S.: Siguiendo con el futuro, hablemos del de la tecnología. En Inglaterra, ya han implantado la fibra óptica de 100 megas, lo cual abre un amplio abanico de posibilidades. ¿Qué representará el sector ocio para las telecomunicaciones en el futuro?

L.Á.: Yo soy un apasionado de la tecnología, no solo por la tecnología en sí misma sino por cómo transforma nuestra manera de vivir, de hacer negocios y de relacionarnos. Creo que podemos imaginar algunas cosas, pero desde luego hay otras que nos van a sobrepasar. Tenemos la suerte de ser el operador que está poniendo en marcha los servicios de telecomunicaciones de los Juegos Olímpicos más conectados de la historia, los de Londres 2012, lo que representa el mayor orgullo para una compañía de telecomunicaciones.

Actualmente hay una gran difusión de los smartphones y los tablets, y la conectividad de banda ancha ya es una realidad. Esta es la gran diferencia de los Juegos de Londres con respecto a los de Beijing. Ahora compramos un televisor y no solo nos ofrecen el de alta definición, sino uno en 3D, que nos permite intensificar la experiencia de ver la tele. Creo que lo más apasionante es lo que esto va a suponer para la sociedad, desde el punto de vista de servicios. Imagino las consultas médicas con servicios de alta definición, con capacidad de disponer de los análisis clínicos y las radiografías al mismo tiempo, de poder atender a los pacientes en su casa, de manera que se eviten las colas de espera, porque si hay un retraso o una emergencia, uno puede solicitar ese y otros muchos servicios a distancia, etc. Lo mismo sucede en el ámbito de la educación. Las capacidades que la tecnología permite sobre los contenidos son tremendas.

Con respecto a la parte del ocio, creo que el videoclub en casa empieza a ser una realidad, multiplicada por la televisión a la carta, que prácticamente ya está disponible. En mi opinión, la industria se va a desarrollar con muchísima más agilidad, de modo que solo estamos empezando a ver un pequeña parte de ese tremendo potencial.

F.F.S.: Marco Antonio Slim nos comentaba que, de continuar la tendencia latinoamericana, esta región podría dejar de ser un entorno subdesarrollado y salir definitivamente de la pobreza; en cambio, Enrique Iglesias, el secretario general iberoamericano, se mostraba más desconfiado de esta situación por el déficit democrático existente. Como presidente de BT en Latinoamérica, ¿cómo ve este proceso de desarrollo, desde la sensibilidad de una empresa de telecomunicaciones?

L.Á.: Latinoamérica es un “continente” apasionante. Una de las cosas que siempre discuto es que hablar de Latinoamérica como si fuese un ente pierde la visión de zoom que necesita cada uno de los países, aunque es cierto que la región sí tiene unos comportamientos que han ido evolucionando.

Por ejemplo, desde el punto de vista político, hay un avance. Los procesos electorales de los cinco últimos años han sido normales y, en la mayoría de los países, los candidatos han sido elegidos siguiendo un proceso democrático. Se ha empezado a ver una estabilidad adicional y creo que eso le da muchísima solidez a la región.

Desde el punto de vista de desarrollo económico, hay varios países que se han ido situando en primera línea de desarrollo. Sin ninguna duda, Brasil, que consiguió hace poco el investment grade, tiene un reconocimiento internacional como la séptima potencia del mundo en PIB, pero también países como Colombia, que ha ido progresando en el mundo de los negocios, resueltos algunos de los problemas que se cuestionaban, además de su reciente trade agreement con EE.UU., algo que tiene muchísimo valor y que otros países de Centroamérica ya tenían, así como el NAFTA; o el ejemplo de evolución de Costa Rica... En definitiva, la visión económica es positiva.

Ahora bien, todavía existe una brecha social. En este sentido, hay dos elementos fundamentales. Por un lado: educación y salud, que son los que van a ayudar a ir cerrando ese gap de pobreza y son fundamentales para facilitar que esa clase media que se va generando en la mayor parte de los países latinoamericanos crezca más deprisa. Creo que la mayor parte de los gobiernos tiene planes concretos para reducirla, pues los umbrales de pobreza máxima ya se han mermado muchísimo, pero sin ninguna duda aún existe una brecha social.

Un segundo elemento, que también necesita desarrollo, son las infraestructuras. Latinoamérica es un entorno muy grande, desde el punto de vista territorial, con muchas barreras naturales, pero también con una riqueza natural tremenda. El desarrollo no solo de las infraestructuras aeroportuarias, puertos marítimos, carreteras, hospitales, etc. sino también de telecomunicaciones exige continuar haciendo inversiones. Algunos países lo están haciendo muy bien, por ejemplo la Oficina Central de Gestión de Infraestructuras de Brasil coordina algunos proyectos, entre ellos iniciativas público-privadas, de financiación conjunta, que por supuesto son muy necesarias para la región. Dentro de la parte de infraestructuras tecnológicas, creo que las telecomunicaciones juegan un papel muy importante.

Nosotros tenemos una operación en Latinoamérica, que utiliza los servicios satelitales, porque no hay todavía infraestructura de cable o de fibra, de modo que la alternativa por satélite se ha demostrado bastante útil. El desarrollo de los móviles está siendo muy rápido y, en mi opinión, la brecha social también se traduce en esas infraestructuras que hay que desarrollar para reducir una cierta brecha digital.

Si tengo que estar de acuerdo con alguno (Slim o Iglesias), coincidiría más con Marco Antonio Slim en que tenemos que creernos que la tecnología, y las telecomunicaciones en nuestro caso, pueden ayudar muchísimo a acelerar el desarrollo de la región, teniendo en cuenta que la brecha social y digital se irá cerrando si logramos facilitar los accesos a Internet y las telecomunicaciones a las clases más desfavorecidas y si, al mismo tiempo, seguimos invirtiendo en infraestructura.

Me gusta mucho una expresión que dice que “Latinoamérica era la región del futuro”. Yo creo que el futuro ya está aquí. Esa sería mi reflexión: siempre hemos visto a Latinoamérica como la eterna promesa, pero hoy uno nota la energía, las ganas de hacer cosas, la juventud mental de los gobiernos, de los empresarios, incluso de las ONGs… Para mí, llegar allí y oírles hablar a todos de nuevos proyectos, de nuevas ideas, es un soplo de aire fresco.

F.F.S.: De hecho, acabáis de presentar un plan de expansión latinoamericana que afecta a Brasil, México y Colombia. ¿Cuál es la estrategia a medio plazo?

L.Á.: Vemos Latinoamérica como una oportunidad para ayudar a nuestros clientes, porque nuestra labor es acompañarles en su desarrollo, bien con compañías invirtiendo en los países de Latinoamérica, con gobiernos invirtiendo en la región, con compañías latinoamericanas convirtiéndose en regionales o multilatinas, o incluso compañías globales. Creemos que contar con un jugador global, como BT, que entiende muy bien cómo las tecnologías de la información y la comunicación pueden hacer que los negocios sean más eficientes es importante. Nuestro papel ahí es decir: si tú eres una compañía inglesa, estadounidense, francesa o china que estás invirtiendo o desarrollando tu negocio en la región, cuenta con nosotros, porque tenemos ya una infraestructura muy potente, más de 37.000 conexiones de cliente físicamente conectadas, más de 1.000 personas en la región, cinco ciudades con conexiones de alta velocidad (y vamos a pasar ahora a 21 y a multiplicar y crecer un 20% los puntos de conexión de telecomunicaciones), tenemos tres grandes centros de procesamiento de datos en Argentina, Colombia y Brasil…  Es decir, creo que el anuncio de nuestras inversiones persigue acompañar a estos clientes globales para hacer mejor el negocio en la región.

Un segundo elemento se refiere a clientes y compañías latinoamericanas, que ahora son líderes y jugadores globales –como la brasileña Embraer, que es la tercera compañía aeroespacial del mundo, o la mexicana CEMEX, una de las principales cementeras del mundo–, y que necesitan poder disfrutar de servicios en todo el mundo para interconectar sus operaciones y tener más facilidad.

Por último, los propios gobiernos. La voluntad de empresas gubernamentales –como Correos en Brasil, donde acabamos de ganar un concurso para conectar 7.000 de sus oficinas en todo el país; o Caixa Económica Federal, una institución financiera con presencia en todo Brasil; o Ecopetrol, la compañía número uno de Colombia a la que también estamos prestando nuestros servicios–, que fundamentalmente han tenido una aspiración doméstica, ahora quieren tener la mejor tecnología disponible del mundo. Nosotros intentamos acercarlos, con nuestra experiencia, a otros mercados.

F.F.S.: Nos decía Miquel Montes, director general adjunto de Sabadell, que los ingresos del 70% de las empresa del IBEX 35 están proviniendo del exterior y que ya se ha pasado el momento de recortar costes y buscar economías de una forma local, que la única forma para salir adelante es ir hacia el exterior. ¿Estáis sintiendo esa tendencia hacia el exterior del entorno empresarial español, y por eso también estáis apostando a medio plazo por acompañar a todas estas operaciones de salida?

L.Á.: En BT tenemos una mentalidad que a mí me gusta llamar mentalidad deportiva. El altius, citius, fortius, que en cierta manera liga con que seamos el sponsor de telecomunicaciones de los Juegos Olímpicos, nos define bien, porque creemos que, independientemente de que operes en un mercado local o global, siempre puedes hacer las cosas mejor.

En general, pensamos de manera insaciable qué mejorar desde el punto de vista del proceso, de la calidad de servicio a nuestros clientes, del perfeccionamiento continuo para ser excelentes, etc. Es verdad que miramos mucho lo que ocurre en los mercados, y un hecho que está sucediendo es que las compañías españolas se han aventurado –desde hace ya unos años, pero se ha acelerado recientemente– a estar en otros mercados. Personalmente, y como español, me resulta muy gratificante haber visto que la razón por la que estas compañías siguen extendiéndose, adquiriendo empresas e invirtiendo en otros mercados es porque han demostrado el éxito de la combinación de esa gestión española con un conocimiento bastante fuerte de sus sectores. Casi cualquier sector tiene ahora mismo representantes españoles que lo están haciendo muy bien y a los que, en muchos casos, nosotros acompañamos. Nos satisface ir de la mano con compañías como FCC, Ferrovial, Iberdrola, OHL, que está haciendo hospitales en Oriente Medio; la propia Telefónica, que se está expandiendo en determinados mercados y que es nuestro cliente en algunos países; o entidades financieras, como Santander y BBVA; hasta el punto de que hemos acompañado al Gobierno español y tenemos conectadas todas las embajadas españolas en el mundo, además de las italianas y todas las embajadas de la Unión Europea.

Creo que todo esto es resultado de nuestra vocación, pero también de entender muy bien qué necesitan nuestros clientes. No existe otro secreto más que escucharles. Cuando el cliente empieza a encontrar esa sintonía contigo y es capaz de transmitirte qué quiere, tú puedes decirle si has  hecho algo similar para otro. Tener la satisfacción de estar ofreciendo ese servicio para otros clientes es la clave para seguir animado a hacer más.

F.F.S.: Acaba de estar en nuestro país Max Otte, uno de los economistas alemanes más críticos con la situación. Él anunció con antelación que iba a venir la crisis y ya hace dos años predijo que Grecia tendría que salirse del euro. A un jugador global como BT, esta crisis global y el proceso de potencial recesión económica en ciertas áreas ¿le afecta o le preocupará más que a otros? ¿Qué visión tenéis de la situación a medio plazo? ¿Altera vuestra estrategia de expansión?

L.Á.: Creo que son dos preguntas en una: cómo nos afecta la crisis como compañía y cómo nos situamos. Nosotros tenemos siempre como referencia a nuestros clientes, de modo que una de las cosas que hemos hecho muy rápidamente, desde los primeros problemas, es entender qué suponía la crisis para ellos. Para los que tienen un proceso de reestructuración, las telecomunicaciones y los servicios que vendemos les ayudan a reducir sus costes de manera dramática; por ejemplo, gracias a los sistemas de alta calidad de videoconferencia y telepresencia pueden viajar menos, o si necesitan un modelo de coste variable, nosotros ofrecemos una solución de centros de llamadas donde el cliente paga por el uso que tenga. Es decir, entender bien cómo afecta la crisis a tus clientes es clave, así como aplicar internamente recetas similares.

Nosotros intentamos tener la mayor parte de nuestros costes variables, entendiendo que sean en función del trabajo. Así, cuando hay más trabajo, podemos disponer de más recursos con una cierta agilidad y flexibilidad, y viceversa. También son importantes las inversiones que hacemos en los mercados de mayor desarrollo. Estamos invirtiendo más en Asia y en Latinoamérica, zonas donde hay crecimiento, y, evidentemente, hemos tenido cuidado en manejar bien el activo más escaso que hay estos días: el cash. Creo que, en la presentación de resultados que venimos haciendo en los últimos años, queda reflejado el compromiso de BT con nuestros accionistas, pensionistas y con el mercado en general.

Acerca de cómo vemos el mercado, mi opinión personal es que la economía subyacente podría estar funcionando mejor si hubiera algo más de liquidez en el sistema. Yo sí creo que existe una cierta actividad económica que se podría facilitar si hubiera algo más de dinero disponible para las empresas que quieren hacer cosas, si se pagaran las deudas a muchas pymes que se han visto acogotadas porque no tenían posibilidades de acceder a financiación, etc. En este sentido, soy bastante optimista. En general, la actividad económica de las empresas con los particulares y con otras empresas puede tener una solución rápida, si se inyecta dinero en el sistema. De hecho, si nos fijamos, la sensación que da cuando uno mira es que la crisis que tenemos ahora es más una crisis de deuda de Estado, de no saber muy bien cuál es el modelo económico que deben tener los Estados para ser capaces de satisfacer sus compromisos de deuda, más que ninguna otra cosa. La discusión de Grecia, u otro país, es qué tengo que hacer frente al siguiente pago de deuda.

Quizá deberíamos reflexionar globalmente sobre el papel que esta juega y cuál es la decisión radical que todos deberíamos tomar ahora, porque tengo la sensación de que estamos poniendo parches para aguantar y estirar la situación, pero que al final lo único que estamos creando es algo que, para mí, es el principal riesgo: la incertidumbre permanente. Creo que eso es lo que tenemos que cortar radicalmente y que es preferible tener una certidumbre oscura pero definida (es decir, saber lo que va a ocurrir, aunque sea muy duro) a vivir en una eterna incertidumbre. Mi visión, con toda la humildad, es que es preferible aquello de “ponerse una vez colorado que ciento amarillo”. Por eso creo que todos deberíamos afrontar el problema con la radicalidad que requiere.

F.F.S.: El sector de las telecos en España se está comoditizando. Vivimos una gran guerra de precios, donde BT funciona –quizá porque únicamente están en el área empresarial–, pero ¿cómo ve la situación de la telefonía para privados y particulares?

L.Á.: No puedo evitar volver a sacar mi bandera optimista. No creo que ninguna compañía de telecomunicaciones de este país pueda quejarse de la situación que tenemos, porque el índice de penetración del móvil en España es bastante bueno y la competencia en precios la han generado los propios operadores de telefonía móvil, y cuando uno ve la cuenta de resultados, tampoco parece que sea tan mala.

Quizá hay que ver esto en el horizonte temporal, pues son compañías que llevan muchos años y que han ganado mucho dinero, especialmente en el momento del boom del mercado (cuando se crece en penetración y en volumen de uso, se gana mucho dinero y, cuando un mercado madura, tienden a reducirse los márgenes y hay que innovar. Eso todos lo sabemos). Creo que en banda ancha sí se están haciendo cosas nuevas, donde la combinación de servicio también es importante. Me gustan compañías como Jazztel, que ha intentado basar su modelo en la calidad del servicio al cliente y se han diferenciado por ello, no solo por precio, y considero que eso también es un buen mensaje.

Es cierto que tendremos que pensar otros modelos. Hace unos años, se decía que nadie iba a pagar por contenidos. Apple ha demostrado, con Apple Store y con iTunes, que la gente paga y compra películas, música…, es decir, ha sido capaz de genera un modelo diferente.

En nuestro caso específico, en el año 1999, cuando empezamos a operar con la liberalización plena del mercado, tomamos la decisión de centrarnos y especializarnos en el mercado corporativo y en la Administración Pública. Entonces no llegábamos a 60 millones de euros de facturación, este año hemos hecho más de 500 millones en España. Creo que tenemos un equipo humano fantástico, dedicamos muchísimo tiempo a estar con los clientes y a escucharles y trabajar con ellos, y ese es nuestro diferencial, porque al final la tecnología se puede comprar. Lo que hace que las compañías sean distintas son las personas. Solo los equipos humanos logran que una organización sea mediocre o excelente.

 


Entrevista publicada en Executive Excellence n86 nov11

 

 

 


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