Un comportamiento basado en valores genera valor económico
La valoración del éxito empresarial tradicionalmente ha dependido de variables como los resultados financieros de una compañía o su capacidad para influir en el sector en que desarrolla sus actividades.
Afortunadamente, en los últimos años ha surgido una nueva corriente que cede cada vez más protagonismo a otros conceptos, como la ética, la responsabilidad social corporativa, la integridad y la aplicación de los estándares de calidad más altos a la hora de operar en un mercado ya global. Con estos factores se está logrando un espacio que crece progresivamente en respuesta a la demanda de una sociedad que exige comportamientos ejemplares tanto en la esfera pública como en la privada.
Por iniciativa propia, el sector farmacéutico ha decidido adoptar un papel activo en esta transformación y mantener un firme compromiso con unos mayores niveles de exigencia ética y responsabilidad, consciente de la repercusión de sus actuaciones y de la importancia de demostrar un comportamiento ejemplar.
Esta visión se manifiesta, por ejemplo, con hechos como la incorporación del nuevo Código de Buenas Prácticas de la Industria Farmacéutica en España, que entró en vigor en enero de 2014 para ampliar y reforzar las directrices que ya regían el comportamiento de las compañías del sector. Este texto responde al afán de autorregulación demostrado por las compañías integrantes de Farmaindustria y tiene como finalidad potenciar una mayor confianza en la industria farmacéutica, así como satisfacer las demandas sociales en cuanto a transparencia.
En Merck somos conscientes de la importancia de propiciar cambios como este, que contribuyen a mejorar la percepción que la sociedad tiene de las compañías farmacéuticas. Basamos nuestra política de actuación en que únicamente las empresas que mantienen un espíritu empresarial responsable pueden gozar de un reconocimiento social que les permita crecer de manera sostenida en un entorno altamente competitivo… y este es precisamente nuestro principal valor. Desde el origen de la compañía en el año 1668, Merck ha apostado por mantener una actitud basada en el respeto y el compromiso con la sociedad, y estos más de tres siglos de tradición avalan el trabajo bien hecho en este sentido.
El ADN de la marca Merck
Nada define mejor el estilo empresarial y la esencia de Merck que los seis valores que conforman su ADN, en los que predomina un fuerte componente ético que rige el comportamiento de la compañía a nivel global y, por lo tanto, de cada uno de sus colaboradores. Estos valores son la valentía, los logros, la responsabilidad, el respeto, la integridad y la transparencia.
Una empresa es responsable cuando manifiesta dicha responsabilidad en todas sus áreas de actuación. En Merck entendemos que tenemos una responsabilidad a nivel corporativo, a través de nuestros productos, hacia la comunidad, con el medio ambiente y también de cara a los empleados.
Como compañía, colaboramos con sociedades científicas, asociaciones de pacientes y la Administración en proyectos de responsabilidad social. Más allá de estas acciones, canalizamos el desarrollo de otros proyectos a través de la Fundación Salud 2000, una entidad sin ánimo de lucro cuya razón de ser es la promoción de la investigación en beneficio de una mejor salud de todos.
La responsabilidad principal de una compañía farmacéutica con la comunidad radica en la investigación y desarrollo de terapias innovadoras que den respuesta a necesidades médicas no cubiertas en la población. Sin embargo, no debe circunscribirse exclusivamente a este ámbito, ya que debemos continuar acompañando al paciente una vez que el fármaco se encuentra ya en el mercado, a su disposición.
Esta filosofía nos llevó a habilitar en el año 2004 una línea gratuita de atención al paciente en la que este puede resolver sus dudas respecto a los productos de Merck, su conservación y su administración. La experiencia ha evidenciado la necesidad de servicios como este, que cada año da respuesta a alrededor de 27.000 llamadas.
El interés por escuchar y la capacidad de dar respuesta no solo orientan nuestro comportamiento hacia públicos externos. El verdadero motor para el crecimiento de toda compañía reside en los empleados que le dan forma, por lo que es fundamental que estos sientan que forman parte de un proyecto común. Ellos son el principal activo de la marca Merck y por ello les ofrecemos programas de formación continuada y planes de conciliación y retención del talento que reflejan el respeto hacia cada uno de nuestros colaboradores.
Con los empleados y con todos los demás stakeholders con los que nos relacionamos (clientes, pacientes, profesionales sanitarios, Administración, proveedores, etc.) hemos de mantener además una comunicación basada en la transparencia, un valor imprescindible a la hora de consolidar las relaciones. Gracias a ello, Merck ha generado una confianza mutua que nos ha permitido fortalecernos como compañía a lo largo de los años y ha llevado a que se nos perciba como aliados para construir el futuro.
Conseguir este posicionamiento y contar con esta importante ventaja competitiva solo es posible cuando detrás de una política de transparencia existe una conducta positiva que mostrar a la sociedad, un modo de actuar basado en la integridad en todos los niveles de la compañía, apostando siempre por unos altos estándares de calidad. En este sentido, las normas internas de Compliance, encaminadas a homogeneizar en prácticas concretas nuestro comportamiento corporativo ético, han favorecido una mejor reputación y, en definitiva, han contribuido a fomentar el valor de la marca Merck.
Una cuestión de equilibrio
El modo de proceder de Merck responde a una cultura única que ha conseguido mantener un equilibrio estable entre el respeto común a las directrices de Compliance y a nuestro Código de Conducta y, al mismo tiempo, la flexibilidad que caracteriza nuestra manera de actuar.
Uno de los últimos mecanismos adoptados por Merck para reforzar la responsabilidad de empleados y proveedores de todo el mundo ha sido la entrada en vigor de una nueva política anticorrupción. Hasta ahora, todas las personas que formamos parte de la compañía debíamos actuar en el marco de lo establecido por el Código de Conducta, siguiendo una serie de principios generales para todos y directrices más específicas para cada una de nuestras áreas de negocio.
Sin embargo, desde el pasado 1 de noviembre contamos con una nueva normativa anticorrupción, cuyo objetivo es ayudar a identificar de manera temprana situaciones que puedan considerarse de riesgo desde el punto de vista de la corrupción al interaccionar con entidades gubernamentales o privadas.
De esta manera, todos los empleados de Merck contamos con una herramienta que nos permite adelantarnos a posibles escenarios indeseados y nos ofrece recomendaciones para gestionarlos adecuadamente en el caso de que se produjeran.
Iniciativas como esta contribuyen a construir la reputación de la marca Merck y a hacer realidad nuestra pretensión de ser no la compañía más grande del sector químico-farmacéutico, sino la mejor.
Artículo publicado en Executive Excellence nº119 febrero 2015.
Rogelio Ambrosi, director general de Merck España.