Factores que conmoverán nuestra vida
LA SEGURIDAD
Todos tenemos una clara conciencia de cómo nos han afectado los cambios en la seguridad, y esos efectos continúan acelerándose. Y muchas empresas se están asomando a estos problemas.
Los soportes institucionales requeridos para afrontar a la inseguridad son muchos y repercuten, entre otras cosas, en la coordinación entre estados, en la información, en la estructuración de bases de datos… Factores como los flujos migratorios también son importantes.
En los temas de seguridad propiamente dicha, he podido percibir un cambio de tendencia. Desde la concepción, depurada y contrastada (de origen israelí) basada en la no institucionalización de los elementos terroristas, que provenían de entornos no aceptados socialmente y de un bajo estrato social, a la situación generada por el 11-S, donde se ha podido comprobar que los terroristas provienen cada vez más de un entorno con nivel educativo superior al promedio del entorno social de su país de origen.
Estos terroristas reciben más educación y están mejor imbricados dentro del los círculos de poder y dinero de sus sociedades, radicando aquí el gran cambio. Esta teoría nos conduce a una guerra total en un ámbito global contra el terrorismo. Detractores de este planteamiento utilizan ejemplos como el del atentado del 11-M, donde las causas son el azar, las relaciones familiares entre los terroristas, etc. En cualquier caso, la principal novedad a la que nos enfrentamos es el componente religioso. Sorprende la existencia de un anarquismo religioso y confesional, que genera un sentimiento anti religioso entre las víctimas de este terrorismo.
EL ENTRETENIMIENTO
Otro tema importante y que afectará a nuestra sociedad, conmocionando los modelos organizativos y mentales de las personas, es la necesidad de entretenimiento. Somos un “mono social” que necesita entretenimiento. Lo demandamos porque la necesidad es irresistible. Las empresas o instituciones que no sepan comprender esta realidad sufrirán repetidos fracasos. Se está planteando, cada vez con mayor intensidad, la necesidad de conciliar la demanda de entretenimiento con la demanda de conocimiento. Actualmente vivimos en una sociedad con grandes “entretenedores” y grandes “conocedores”, y no muchos se han percatado de la necesidad de conciliar ambas cosas.
En el sector educativo, esta falta de entretenimiento ha provocado un fracaso clamoroso. Durante mi vida de profesor, no me di cuenta de este hecho. Nos educaron con conceptos como “la letra con sangre entra”. Además, al extender la educación a todos los niveles sociales, hemos disminuido el “valor” con la cual la contemplamos, como ocurre con cualquier proceso de universalización de un producto, bien o servicio. Se ha puesto de manifiesto que no hemos hecho lo que teníamos que hacer: conciliar entretenimiento y conocimiento. Este va a ser un problema con derivaciones no sólo en el campo educativo sino también en el personal y otros. Hay que aprender las técnicas para la conciliación del entretenimiento y el conocimiento. Obviamente, la gente no trabaja de la misma forma si no se entretiene y este problema afectará muchas empresas en el futuro.
LA DEMANDA DE FELICIDAD
El tercer “estremecimiento”, próximo e inminente, es la demanda de felicidad. No va a haber nada que escape al impacto de este terremoto (del que hablamos poco aún). Esta demanda es consecuencia, entre otras cosas, de habernos encontrado súbitamente con unos 40 años de vida “redundante” y que en términos evolutivos no tiene explicación. En el pasado, y con una esperanza de vida relativamente corta, eran muchas las cosas a hacer para garantizar la subsistencia, pero ahora tenemos muchos años que llenar. Fruto de esta longevidad son los nuevos problemas como el parkinson, el alzheimer, la degradación neuronal que demuestran que nuestro organismo no está preparado frente estas enfermedades y ni siquiera las instituciones saben cómo actuar frente esta “longevidad”.
¿Cuál es la situación en la que actualmente nos encontramos respecto de nuestro conocimiento de la felicidad, y de su estudio? Estamos empezando a profundizar en ella, definiendo sus parámetros a través del contraste con estudios de psicología, estudio de grupos etc. Dentro de estos estudios ya se han definido algunas dimensiones de la felicidad como:
1º El flujo (The Flow, Mihaly Csikszentmuhalyi). La felicidad se consigue cuando diriges todos tus recursos hacia el desarrollo de tus cualidades innatas. Existen muchas estadísticas que confirman que las personas que ocupan el 2º lugar de la lista de infelicidad, tras aquellos que están en la cola del paro, son los que dedican su tiempo libre a ver la televisión, porque no saben qué hacer con su tiempo. No dedican sus recursos y capacidades al desarrollo de aquello que más les gusta, y lo que a uno le gusta suele estar muy vinculado precisamente a sus cualidades innatas.
2º Sensación de control. Es importante tener al menos la impresión que controlas algo en tu vida. Si tu vida te da la impresión de estar totalmente sujeta y a merced de acontecimientos ajenos a tu voluntad, el resultado puede ser la depresión.
3º Dimensión del entorno. Reside en la posibilidad de ver las cosas con perspectiva. La única visión válida para el mundo emocional, colectivo y corporativo. Es como un acercamiento a la concepción geológica del tiempo. Cuando salgo de casa cada mañana, acaricio uno fósiles de peces que tengo en la salida y me digo: “¡Pero cómo voy yo a estar corriendo! No corras, Eduardo”.
Las personas de más de 65 años, según los estudios que venimos haciendo, son más felices que los más jóvenes. Ciertamente, se produce una degradación neuronal con la edad, pero este proceso se ve ampliamente compensado por el aumento de los recuerdos y de los lazos que hay en la memoria, sustento de la capacidad metafórica (y por tanto creativa) del individuo. Esta capacidad es la que les da a los mayores, aunque tengan dificultades para salir del coche, el sentimiento de ser más felices que cuando eran jóvenes. Existe también otra razón (como nos dice Ranulfo Romo, el famoso neurólogo), por la que cuando el cerebro se fija en un estímulo externo, lo primero que ocurre es que la mente se pone a hurgar en la memoria y busca sensaciones parecidas al estímulo externo que recibe. Si encuentra alguna, la sensación es de satisfacción pero no se transforma en emoción. Ahora bien, si no encuentra nada parecido aquella sensación, el estímulo se transforma en una emoción y se incorpora a la memoria. Por eso, a medida que pasan los años, el estímulo externo ha de ser más sofisticado y rico para emocionarse, al igual que las drogas, necesitándose más cantidad para el mismo resultado.
Aunque hay más dimensiones una de las más importantes es la capacidad de amar. Malcom Gladwell, ha escrito varios libros próximos al sentir de la gente. Uno de ellos, “The tipping point”, se basa en aquellos factores que hacen que una compañía (o una epidemia) vaya a más. Hablando con él, me comentó que unos amigos suyos tienen una consultora para parejas con problemas. Allí, y través de ejercicios de asociación de ideas, descubren si existe desprecio por parte de uno de los miembros hacia el otro. Si hay desprecio, la relación se ha acabado. Cuando Malcom me explicaba esto, pensaba en la historia de la evolución; al que se le despreciaba, se le echaba de la cueva. El desprecio de los demás es lo peor que te podía pasar, ya que si hay desprecio no hay capacidad de amar pero, ¿qué define si una persona es capaz de amar? Pienso que para que una persona tenga capacidad de amar, ha de pasar por las siguientes etapas:
Primero, el apego afectivo, que es el que permite que crezca el sentimiento de seguridad y la autoestima. Este apego se dirime, en una primera fase, en la negociación maternal frente al desamparo. Más tarde y en la escuela, se incrementa la seguridad, se estimula la curiosidad, y por último se pasa a una tercera fase donde se busca el amor del resto del mundo. Hay personas que llegan a esta fase con un cierto rechazo, por problemas en las fases anteriores.
Luego viene la inversión parental (de pareja y familia), que pasa por tres horizontes: la fusión (biológica), el apuntalamiento del nido (construyendo la infraestructura de la relación) y por último, la negociación de los márgenes de libertad de cada uno. Este es un proceso subconsciente y que depende del número de compromisos asumidos. Si asumes demasiados compromisos deberás desbancar algunos de ellos, muy preciosos.
Eduardo Punset, divulgador científico
Artículo de opinión publicado en Executive Excellence nº44 sep07