Formación sin distancias
¿Qué distancia hay en Internet entre personas que enseñan y otras que aprenden? ¿Por qué algunas universidades se presentan todavía como “a distancia”? ¿Es posible que, en pleno siglo XXI, sigamos prestigiando la educación impartida en las aulas y relegando la formación a distancia a un segundo plano, como opción destinada a aquellos que no pueden ir a clase?
La formación ya no se imparte a distancia, porque la tecnología hace desaparecer los espacios y límites de tiempo y lugar. ¿Qué distancia hay entre las personas que aprenden en red y en Internet? Muchos profesores y tutores afirman que conocen mejor a sus alumnos virtuales que a los que se sientan en sus aulas que, en muchos casos, apenas intervienen o preguntan en clase; mientras que otros docentes comienzan a usar ya Twitter para preguntar a sus alumnos si han entendido la lección explicada.
En los inicios del proceso fundacional de la UOC (Universitat Oberta de Catalunya), en el que tuve la oportunidad de participar –junto a poco más de 10 personas- en diciembre de 1994, el rector Dr. Gabriel Ferraté me explicó en su despacho que íbamos a poner en marcha una nueva universidad sin distancias y que, en poco más de dos meses, debía tener listo un stand en el Salón de la Enseñanza en la Feria de Barcelona para presentarla al público. En octubre de 1995 arrancaba, con 20 estudiantes, la UOC, quizá una de las primeras universidades virtuales del mundo. En 2010, compiten en nuestro país 6 universidades no presenciales, que suman más de 300.000 estudiantes en 40 países. Cuando empezamos a diseñar el nuevo modelo de la UOC, liderada por un excelente equipo de expertos docentes y profesionales formados en el mundo de la empresa, tuvimos siempre presente que el centro de atención ya no era el profesor sino el alumno. Todo el esfuerzo se dirigía a “que el estudiante aprenda”.
Cuando dividimos la formación en presencial y a distancia, seguramente cometemos un error de concepto, porque seguimos poniendo el foco en el profesor como única fuente de información, cuando –al menos en el mundo de la empresa- no es así. Podemos aprender de muchas fuentes: de nuestros propios compañeros, de nuestros clientes, de personas que quieren compartir sus contenidos en las muchas redes y formas que encontramos en Internet. El profesor, cuyo papel sigue siendo fundamental, es el nuevo guía del aprendizaje, el tutor que acompaña, estimula y motiva al alumno.
Nos ha tocado vivir tiempos apasionantes de cambios constantes. La “in-formación” que una persona podía recibir durante toda su vida en el siglo XIX, hoy la puede recibir en menos de una semana. La formación que un estudiante de Derecho a medios del siglo pasado recibía durante los 5 años de la carrera le podía servir para ejercer su profesión el resto de su vida. Pero hoy todo esto ha cambiado, ya no es así, nos guste o no. Vivir de espaldas a esta realidad supone por lo menos certificar nuestra “defunción” como profesionales activos, competitivos y en progreso constante. Nos pasamos la vida aprendiendo y no sólo dentro de un aula. El 80% de lo que aplicamos en nuestro trabajo no lo hemos aprendido en cursos, el “aprendizaje informal” es más importante que muchos cursos formales.
El e-learning, en nuestro mundo actual, es la nueva industria del conocimiento y de la formación; supone un medio indispensable para recibir la mejor y más actualizada “in-formación”, para acceder al conocimiento en red, para compartir experiencias y aprender con personas con las que no coincidimos en espacio ni en tiempo. El e-learning es la respuesta a la actual exigencia de las empresas para tener a los mejores y más formados empleados. Porque la formación, tal como la hemos conocido, ya no es igual, ni nuestros jóvenes la ven del mismo modo.
La revolución de nuestra sociedad actual está en Internet, un “nuevo barrio” donde debemos aprender a convivir, a movernos, donde hay casi de todo y que está aportando la esencia del cambio en nuestra era. El conocimiento no lo tienen exclusivamente los profesores, ni se almacena sólo en los libros, sino que sigue estando en las personas, que ahora lo pueden volcar en múltiples redes y compartirlo con quien deseen. Encontrar el mejor y más actual conocimiento en la Red está al alcance de todos, aprender a hacerlo es la tarea a la que nuestros profesores y formadores se deberían dedicar en su nueva función social.
Experiencias como la que está desarrollando “la Caixa”, con su Virtaula, suponen un excelente ejemplo de lo que la combinación de tecnología al servicio del conocimiento puede aportar a una gran empresa. La formación no la dicta un departamento, sino que forma parte del plan de la carrera profesional de cada empleado que determina, junto a sus compañeros y jefes -e incluso junto a sus clientes-, lo que necesita en cada momento para ejercer mejor su trabajo; de este modo, el e-learning que se adapta al nivel de conocimiento de cada persona permite hoy a cualquier organización ser mucho más competitiva, porque ayuda a sus empleados a compartir su talento, a mejorar continuamente si en verdad lo quieren.
España se enfrenta a uno de los mayores retos de su historia reciente: la evolución de una economía industrial, agrícola y de servicios a una economía basada en el conocimiento. Pocos países en el mundo tienen tantas universidades con siglos de historia y excelente tradición y marca en América Latina; sin embargo, no aparecen entre las mejores del mundo. Por el contrario, tres escuelas de negocio: IESE, IE y ESADE figuran siempre en los primeros puestos del ranking de las mejores del mundo. Por tanto, tenemos y conocemos ejemplos válidos, sabemos y podemos hacerlo. Transformar la universidad “napoleónica” en una nueva universidad en red, conectada con el mundo tecnológico de los jóvenes y con las empresas, es posible. Aplicar la exitosa fórmula de las escuelas de negocio, donde sus profesores dedican un tercio de su tiempo a la docencia, otro a la investigación y otro a trabajar en empresas, es la clave de su éxito, la cual ha facilitado una excelente calidad en la formación. Si queremos, podemos conseguir que España no viva sólo del sol, del turismo o del campo; si queremos, la formación puede ser un gran motor de cambio y progreso y el e-learning un medio para conseguirlo.
Director general de AEFOL&EXPOELEARNING
Artículo de opinión publicado por Executive Excellence nº67 feb.10