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La otra cara de los pensamientos de impostor, por Basima Tewfik

(Tiempo estimado: 4 - 7 minutos)

Profesora adjunta de Estudios sobre Trabajo y Organización en la Sloan School of Management del MIT, en el evento “Thinkers50@BUQuestrom: Passion & Purpose”_

Me gustaría comenzar con una pequeña reflexión. No es necesario que lo compartan públicamente, pero me interesa saber si han tenido alguno de los siguientes pensamientos en el trabajo o en la escuela: 

  • Creo que otras personas piensan que tengo más conocimiento o habilidades de las que realmente tengo. 
  • Las personas importantes para mí me ven como más capaz de lo que yo me veo. 
  • He recibido más reconocimiento del que creo merecer. 
  • No estoy tan cualificado como otros creen que estoy. 

Tal vez estos pensamientos surgieron al incorporarse a una nueva organización, al asumir un nuevo rol o cuando tomaron más responsabilidades, como liderar un equipo o un departamento. Si los han tenido, probablemente no los hayan dicho en voz alta. Es posible que los hayan susurrado en los rincones silenciosos de su oficina o en las profundidades más íntimas de su mente. 

Lo importante es que las investigaciones sugieren que no están solos. De hecho, 7 de cada 10 adultos trabajadores han reportado tener estos razonamientos en algún momento de sus carreras. 

192 basima impostorLa psicología y los estudios de gestión asocian estos pensamientos con lo que se conoce como "síndrome del impostor" o "fenómeno del impostor". Este concepto suele dividir a las personas en dos categorías: quienes se consideran impostores y quienes no. Y estar en la primera categoría no suele ser una buena noticia.

El síndrome del impostor se ha vinculado con una menor autoestima y bienestar psicológico. Los estudios relacionan este fenómeno con actitudes negativas hacia el trabajo, como menor satisfacción laboral y menor compromiso. Los estudios asocian el síndrome del impostor con actitudes negativas hacia el trabajo, como menor satisfacción laboral y menor compromiso

Por ello, la sabiduría convencional señala que experimentar el síndrome del impostor es perjudicial en cualquier aspecto conectado con el trabajo. Existe una proliferación de libros de autoayuda, manuales de gestión y artículos que advierten sobre los peligros de sentirse como un impostor en el trabajo. 

Caso cerrado, ¿cierto? Hoy quiero argumentar que tal vez no sea así. 

Mi historia con el síndrome del impostor 

Para ello, les llevaré a un momento de hace nueve años, cuando era estudiante de doctorado en Wharton. Estaba tratando de encontrar la gran idea para mi disertación. Hice lo que cualquier académico haría para inspirarse: preparé té, saqué algunos libros polvorientos de la biblioteca y me senté en mi confortable sillón con todo listo. 

Veinte minutos después, estaba completamente distraída, navegando en internet. Terminé leyendo un artículo en Cosmopolitan titulado: "¿Sufres del síndrome del impostor?". Las autoras insistían en que el síndrome del impostor no era intrínsecamente perjudicial ni destructivo

Aunque el tema me parecía interesante, noté que carecía de un fundamento científico sólido. Entonces, consulté el artículo original sobre este fenómeno, escrito por Clance e Imes finales de los años setenta. Lo que me sorprendió fue que las autoras insistían en que el síndrome del impostor no era intrínsecamente perjudicial ni destructivo. Además, reflexioné sobre las personas que a menudo se describen como impostoras: Albert Einstein, Maya Angelou, Michelle Obama, Sheryl Sandberg... 

Me pregunté: ¿y si estas personas no lograron el éxito a pesar de sus pensamientos de impostor, sino gracias a ellos? Así nació mi idea. 

Algunos descubrimientos 

Primero, realicé un estudio en una organización financiera. Pedí a los empleados que calificaran la frecuencia de sus pensamientos de impostor. Más tarde, pedí a sus supervisores que evaluaran su desempeño y efectividad interpersonal. Cuando analicé los datos, me emocioné. Descubrí que los empleados con pensamientos de impostor más frecuentes eran calificados como más efectivos en sus relaciones interpersonales. Descubrí que los empleados con pensamientos de impostor más frecuentes eran calificados como más efectivos en sus relaciones interpersonales

192 salud iii 2 Basima Tewfik 400Decidí replicar el estudio en un contexto diferente: el médico. Trabajé con médicos en formación que interactuaban con pacientes estandarizados (actores que simulan síntomas para entrenar a los médicos). Una semana antes de las interacciones, los médicos calificaron sus pensamientos de impostor. Después, los pacientes evaluaron su efectividad interpersonal. Los resultados fueron similares: los médicos con más pensamientos de impostor eran vistos como más efectivos en sus interacciones. 

Además, analicé si estos pensamientos afectaban el desempeño profesional, como diagnósticos incorrectos o malas decisiones financieras. No encontré evidencia de que las personas con pensamientos de impostor fueran menos competentes. No encontré evidencia de que las personas con pensamientos de impostor fueran menos competentes

También llevé estos estudios al laboratorio para analizar las causas. Descubrí que los pensamientos de impostor fomentan una orientación hacia los demás. Los médicos, por ejemplo, hacían más contacto visual y asentían más durante las conversaciones, algo que los hacía parecer más efectivos interpersonalmente. 

Por qué es importante

No estoy sugiriendo que deban inducir pensamientos de impostor para mejorar su efectividad interpersonal. Este fenómeno conlleva un coste psicológico: una caída en la autoestima. Lo que quiero que consideren es la posibilidad de replantear estos pensamientos cuando aparezcan. Pueden surgir en momentos de desafíos o experiencias de aprendizaje. En esos momentos, recuerden que podrían ser el motor que los impulse a nuevas alturas, especialmente en el ámbito interpersonal. Y tampoco olviden que son solo pensamientos; vienen y van. 

Cuando aparezcan, recuerden que estos pensamientos podrían ser el motor que los impulse a nuevas alturas, especialmente en el ámbito interpersonal

Si, como les he contado, los pensamientos de impostor pueden tener un lado positivo en las interacciones interpersonales, como líderes tendrían que pensar en el modo de poder fomentar este beneficio. Si sabemos que nuestros empleados están en situaciones de desafío o aprendizaje, como sucedió durante la pandemia, debemos crear oportunidades para que experimenten este bien interpersonal. Es importante estar en contacto con ellos y brindarles apoyo emocional y psicológico.Si sabemos que nuestros empleados están en situaciones de desafío o aprendizaje, debemos crear oportunidades para que experimenten este beneficio interpersonal

192 basima impostoraTambién hemos de reconocer que estos pensamientos tienen un coste mental. Por eso, es crucial proporcionar recursos que ayuden a contrarrestarlo. 

Antes de terminar, me gustaría abordar un tema que suele surgir cuando se habla del síndrome del impostor: el género y la raza. Probablemente se hayan percatado de que no he mencionado estos aspectos antes. La razón es que no he encontrado efectos relacionados con ambos elementos en mis estudios. De hecho, esto coincide con revisiones sistemáticas recientes de la literatura sobre este tema.  

Así como podríamos estar adoptando una visión excesivamente negativa del síndrome del impostor, también podríamos estar atribuyéndolo erróneamente a personas de un género o raza específicos. Hacer esto llevaría a distorsionar nuestra comprensión del fenómeno y a confundirlo con otros temas importantes, como el sentido de pertenencia o el miedo. 

Todavía hay mucho por explorar y muchos mitos por desmentir. Espero poder seguir investigando en los próximos años. Algo que me entusiasma de mi trabajo es continuar indagando en cómo las personas se orientan más hacia los demás, ya sea conscientemente o no. En mis estudios, descubrí que los pensamientos de impostor nos generan más curiosidad por los demás de manera subconsciente, sin que tengamos que decidir actuar así. Este comportamiento empático no era intencional. Cuando preguntaba si las personas deliberadamente prestaban más atención al resto, no encontré evidencia de que lo hicieran de manera consciente. 

Quisiera concluir con un pensamiento final que resume todo: La próxima vez que experimenten pensamientos de impostor y se sientan incómodos consigo mismos (intrapersonalmente incómodos), recuerden que esa podría ser la razón por la cual los demás les encuentran cómodos y efectivos en sus interacciones (interpersonalmente). 


Basima Tewfik, assistant professor of Work and Organization Studies at the MIT Sloan School of Management.

Imagen de apertura: recurso © Freepik / retrato de Basima © Thinking Forward Newsletter, MIT. Resto de imágenes: © Freepik.

Publicado en 2025.


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