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Stalin, Hitler y algunos más. Cuando el poder acaba en locura (I)

(Tiempo estimado: 3 - 6 minutos)

Por Javier Fernández Aguado

Con ocasión de “Entrevista a Stalin” (Kolima, 2024) presento algunas reflexiones sobre los paralelismos entre el dictador soviético y el sátrapa alemán. Muchos otros dirigentes políticos, contemporáneos o no, aplican análogos principios lógicos. Para cualquiera medianamente informado y no ideologizado, resulta sencillo poner nombres a esos autócratas. Alguno, muy cercano.

El periódico Pravda aseguraba en el cumpleaños de Stalin en 1939: “No hay nombre semejante en el planeta al de Stalin. Él brilla como un faro encendido de libertad. Él vuela como una bandera de batalla para millones de trabajadores alrededor del mundo; ruge como un trueno, amenazando a las perversas clases sociales de propietarios y explotadores. Stalin es el Lenin de hoy. Stalin es el corazón y la cabeza del partido. Stalin es un referente de millones de personas en su lucha por una vida mejor”.

El general Dmitri Pavlov tenía como lema: “Nunca pasa nada, los que gobiernan saben todo mejor que nosotros”. A pesar de sus alabanzas a Stalin, fue uno de los innumerables fusibles que el dictador georgiano desechó. El militar acabó fusilado antes de julio del 41, acusado de ser uno de los responsables de no haber frenado la operación Barbarroja, aunque el responsable directo era el propio Stalin.Stalin se atrevió a asegurar que los alemanes eran gente que firmarían un acuerdo hoy, lo romperían mañana y firmarían otro el día sucesivo. Era la mejor descripción de lo que él hacía. Muchos tiranos describen a los demás como si se mirasen al espejo

191 aguado espejo poder locuraStalin, que nunca respetó ningún principio ni valor, se atrevió a asegurar que los alemanes eran gente que firmarían un acuerdo hoy, lo romperían mañana y firmarían otro el día sucesivo. Era la mejor descripción de lo que él hacía. Muchos tiranos describen a los demás como si se mirasen al espejo.

Gobernar en la dirección del Führer era la obsesión de muchos nazis. Hans Frank, responsable del gobierno general en Polonia, explicitó sus intenciones en un discurso el 16 de diciembre de 1941. Aseguró que le habían indicado en Berlín que había que liquidar a los judíos. Añadió que él aplicaría aquellas ideas hasta el final. Hitler había señalado el objetivo y sus esbirros pondrían los medios.

Meses después de los asesinatos de Katyn, el 3 de diciembre de 1941, Stalin se reunió con los generales Sikorski y Anders. Sikorski era el primer ministro del gobierno polaco en el exilio. Cuando le preguntaron sobre los miles de oficiales connacionales desaparecidos, Stalin bromeó, respondiendo que seguro se habían escapado. Cuando le preguntaron que adónde, respondió que a Manchuria. Fue una cruel ironía. Él, en primera persona, había ordenado el genocidio.Las ideologías son la excusa de los autócratas de cualquier época

Las ideologías son la excusa de los autócratas de cualquier época. Pavel Stenkin, soldado ruso, fue tomado prisionero por los alemanes, quienes le torturaron también de hambre en un campo de concentración. Luego, devuelto a Rusia, fue remitido al gulag por haberse rendido a los germanos. Fue liberado en 1953, después de la muerte de Stalin. Aseguraba que fascismo y comunismo eran exactamente lo mismo. Afirmó rotundo:

-Lo sé mejor que nadie, porque lo he experimentado en mi carne.

Anna Levitska, que conoció los dos regímenes, apuntaló, como muchos millones de sufrientes testigos, que eran peor los comunistas.

En los absolutismos siempre aparecen personajes como el despiadado Lazar Kagánovich, que se encargó del traslado de las industrias en Rusia por orden de Stalin cuando los alemanes invadieron el país. Su obrar fue sanguinario, porque su objetivo era contentar al padrecito georgiano. Eso implicó condenar a incontables personas a morir de hambre, porque lo que primó en aquel momento fue la producción de armas.

191 aguado poder concentracionLos sátrapas opresores no entienden de separación de poderes. En marzo de 1942, el obrero portuario alemán Ewald Schlitt mató en un arrebato de ira a su mujer. Fue condenado a cinco años de prisión, porque no había premeditación. Hitler no aceptó el fallo y ordenó al ministro de justicia, Franz Schlegelberger, que fuese juzgado de nuevo. Así sucedió y el 2 de abril de 1942 fue guillotinado. Los represores como Hitler, Stalin y otros más cercanos, a veces sonrientes, imponen su voluntad, aunque en nombre de la libertad, como montoneros, socialistas, fascistas o populistas, valga el oxímoron, prometan sinodalidad y participación.

Tres semanas después de la muerte del asalariado, Hitler pronunció un discurso en el Reichstag en la que explicitó que quien no se sometiera sería inmediatamente despedido y/o enviado a un campo de concentración.

Con fino olfato y un toque de ironía, el Wall Street Journal publicó durante la guerra que los americanos sabían que la principal diferencia que había entre Hitler y Stalin era el tamaño de sus bigotes.Lo mismo que hizo Hitler con los judíos, lo ejecutó Stalin con algunas etnias. Especialmente sangrante fue el acoso a los calmucos, que afectó a unas 100.000 almas

191 aguado poder libroLo mismo que hizo Hitler con los judíos, lo ejecutó Stalin con algunas etnias. Especialmente sangrante fue el acoso a los calmucos, que afectó a unas 100.000 almas. Fueron trasladados por orden de Stalin a Siberia. Allí falleció un altísimo porcentaje. Muchos, de hambre, como los judíos en los guetos. Beria informó a Stalin el 4 de enero de 1944 de que 26.359 familias, 93.139 individuos, habían sido cargadas en 46 trenes especiales y remitidos a Siberia. Según datos oficiales, en 1959 habían sobrevivido poco más de 60.000 a las inhumanas condiciones impuestas por los bolcheviques. Muchos habían batallado en Stalingrado en el bando ruso.

¡Cuántos ingenuos siguen creyendo que la alta dirección no está al tanto de los desmanes de los mandos intermedios! Solo por excepción es así

Algunos calmucos escribieron a Stalin, porque pensaban que no era consciente de lo que estaba pasando. Fueron transferidos a campos de exterminio por haber incomodado al jefe supremo. ¡Cuántos ingenuos siguen creyendo que la alta dirección no está al tanto de los desmanes de los mandos intermedios! Solo por excepción es así.


Sigue leyendo:

Stalin, Hitler y algunos más. Cuando el poder acaba en locura (II)


Javier Fernández Aguado, socio director de MindValue.

Imagen apertura © Rochak Shukla y resto en Freepik.

Artículo publicado en junio de 2024. 


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