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Talentos versus Prima Donnas

(Tiempo estimado: 4 - 8 minutos)
Talentos versus Prima Donnas

He dedicado mi carrera a estudiar los efectos del éxito en aquellos que lo obtuvieron, y ahora, como coach en liderazgo, ayudo a quienes tienen complicaciones para gestionar sus problemáticas consecuencias. En todo este tiempo, nunca encontré a alguien que fuese universalmente conocido como un gran talento que no valiese su peso en oro para la organización a la que estuviese afiliado. Más que oro, digamos platino.

Mientras que mi perspectiva es compartida por muchos CEO que mueven montañas para obtener ese gran talento, no son pocos quienes cuestionan la validez de esta política: “Prefiero mil veces a personas con un buen carácter que a las estrellas con talento”. Esta apreciación muchas veces no es merecida, dado que el auténtico talento, ese jugador franquicia y súper estrella, no se transforma con el paso del tiempo en un carácter desordenado y megalomaníaco que tan mal nombre da al talento.

Estas Prima Donnas no son talento. Una vez que se consigue diferenciarlos, los problemas del trabajo con súper estrellas se ven reducidos. 

El talento nace, no se hace

Las Prima Donnas, por el contrario, son generadas por los deterioros que sufrieron a edades tan tempranas, que pareciesen haber nacido para alcanzar grandes cotas –y agraviar al mismo tiempo–, pero no es así. Hasta donde nos puede ilustrar el campo de la Psiquiatría, las Prima Donnas son niños que poseen uno o varios atributos raros y que, como consecuencia de traumas, se transforman en la base para un comportamiento compulsivo de búsqueda y consecución de logros.

A veces, una Prima Donna nace como consecuencia de haber recibido reprimendas de sus padres por lo que estos definen como rendimientos por debajo de las expectativas. Prometiéndose no volver a sufrir estas excoriaciones verbales de sus ascendientes, el chico trabaja sin descanso para destacar. La buena noticia es que frecuentemente consigue sus objetivos (y aquellos con padres hipercríticos que no consiguen destacar muchas veces acaban en la cárcel). Desafortunadamente, el coste psíquico que el joven ha de pagar para no ser verbalmente eviscerado nunca desaparece. Estos chicos sobrecompensan de forma tan drástica, para desviar los castigos paternos, que se vuelven frágiles psicológicamente.

Exigentes, egocéntricos, narcisistas, un grano en el culo (conseguidores con quienes no se puede vivir). 

“El talento es un don divino. Sé Humilde. La fama la otorgan las personas. Sé agradecido. El engreimiento es personal. Ten cuidado”, decía John Wooden.

Talento

En mi léxico, Talento son aquellos excepcionales atributos que poseen algunas personas. Son aquellos jugadores franquicia por quienes se paga millonadas. Operacionalmente, el talento es lo que tienen una elite de individuos identificados por el principio de Pareto –la regla del 80/20–. El 20% están arriba y consiguen el 80% de los resultados de una compañía. 

En el lenguaje de los negocios (gracias al reconocimiento de su valor por Jack Welch) al talento suele llamársele jugadores A. Dice Welch de ellos: “Las personas A son aquellas que no sólo tienen energía sino que la transmiten a todos quienes entran en contacto con ellos. Hacen del negocio algo productivo y divertido al mismo tiempo”.

Explicado de una forma sencilla, los jugadores A ejercen un efecto sinérgico –una de las razones por las cuales no se puede vivir sin ellos–. 

Prima Donnas

El motivo por el que la mayoría de las personas piensa que el talento impone peajes intolerables en los equipos es que puede ser frecuentemente confundido con Prima Donnas. 

Al comienzo de sus carreras, tanto el talento como las Prima Donnas consiguen resultados sin efectos nocivos para quienes les rodean, pero antes de que pase mucho tiempo se ve de qué pie cojean las Prima Donnas. Estos individuos son inseguros híper conseguidores que ven la vida en blanco y negro y para quienes cualquiera en su entorno representa un riesgo o un potencial obstáculo en sus objetivos. Antes de que la inseguridad domine sus vidas, las Prima Donnas pueden aportar al equipo, pero dado que su motor es el patológico deseo de consecución –y no la alegría que motiva al talento cuando se realiza un buen trabajo–, desde el momento que un Prima Donna alcanza un objetivo, ya está buscando otro. Y frecuentemente sus objetivos son distintos de los de sus compañeros de equipo (y de sus jefes), pero no le importa nada. Se siente obligada a dar buena imagen y maldice a cualquiera que se cruce en su camino.

La compulsión que motiva a las Prima Donnas a dar buena imagen es el miedo a que, si no tienen éxito de forma continuada, aspectos de su imagen personal, que deberían permanecer ocultos –una negatividad nacida de su historia– serían vistos por la humanidad, la cual les rechazaría. Esta compulsión por prevalecer les hace parecer talentos esforzados hacia la consecución, pero no es el caso. Las Prima Donnas frecuentemente obtienen resultados similares al talento, pero siempre a un precio.  Cuando tienen éxito están motivadas a causar dolor a otros, al tiempo que demandan ser ensalzadas por su valor y consecución. 

Tres test para discriminar

Dado que tanto el talento como las Prima Donnas comienzan pronto a dar resultados estelares en sus carreras y son infatigables en la persecución del éxito, es difícil diferenciar a aquellos que producirán dolores de cabeza de aquellos que harán que las mareas se eleven levantando todos los barcos. Peor aún, para cuando una Prima Donna dé la cara, el daño que puede haber causado es considerable. Por esta razón, y para amasar los recursos necesarios para mantener el talento satisfecho (el talento no es barato), se ha de aprender a discriminar entre dos tipos de personas de alto rendimiento.

Test nº1: Conócelos por lo que quieren

186 Berglas aclamacionLa forma más sencilla para diferenciar el talento de las Prima Donnas se descubre por lo que es necesario para satisfacerlas. El talento, aunque a veces peculiar, se desvive por el éxito y el placer de tenerlo. Las Prima Donnas buscan a la vez recompensas tangibles por buen desempeño y aclamación pública. El talento es frecuentemente tímido, evitando los focos y buscando tranquilidad tras un trabajo bien hecho. Las Prima Donnas no se conforman con haberlo hecho bien; necesitan tener su público. Dado que su inadaptado empuje nació con el objetivo de mantener a los críticos a distancia, la compensación no es completa hasta que los potenciales críticos (todo el mundo) son informados de que son estrellas. Warren Buffet –el oráculo de Omaha– aparece poco en público. Donald Trump, un personaje atraído por los conflictos interpersonales, tiene su propio reality show en televisión. 

Test nº 2:  Conócelos por su influencia en los demás

Aparte de la humildad y la pasión para ser de hecho el mejor –no meramente ser percibido como tal–, el talento demandará lo mejor de aquellos que le rodean. Curiosamente, el talento no es necesariamente un buen mentor, pero no son saboteadores, como lo son las Prima Donnas. Una cosa es no desear hacer sufrir a idiotas buscando apoyo del entorno para mejorar un desempeño inferior a lo deseado, y otra muy diferente es cortarle la cabeza, o humillar y castigar a desempeños imperfectos. La razón por la cual las Prima Donnas son tan críticas es porque se identifican con el agresor. Su padre les cortó a trocitos por no conseguir ser el primero de la clase; así que, en cuanto tienen oportunidad y poder, hacen lo mismo.

Test nº 3: Conócelos por cómo exigen ser mimados

Aristóteles observó que: “No ha existido ningún genio sin una pizca de locura”. Todo el talento es peculiar, en el mejor de los casos…, y obtuso en el peor. Ahora bien, las Prima Donnas son básicamente trastornadoras, negándose a dar a conocer sus deseos de una forma benigna. Conocí un excelso deportista que sobrepasó los precedentes récords en su deporte. Era, en privado, totalmente accesible y humilde. Para estar en las mejores condiciones recibía un trato especial, viajando solo y con habitación independiente. Tenía entrenadores particulares. Aunque este montaje era costoso, el resultado de asistencia y victorias era espectacular. Consiguió la grandeza sin tener que pisarle a nadie los callos. Se llamaba Cal Ripken Jr.

Años después, fui contratado por una firma de abogados para solucionar problemas entre socios, todos ellos Prima Donnas, con una elevada propensión a reprender, disminuir y abusar de sus asociados. ¿Por qué? Pues para tener un chivo expiatorio por si alguno de sus casos no acabase bien. 

El talento evita el juego de echar la culpa a los demás

Cierto es que se niegan a rendir, a no ser que todos los cuchillos a su alrededor estén igual de afilados, porque quieren obtener resultados punteros que les permitan demostrar que son el cuchillo más afilado del entorno. 

Una vez que se sea capaz de diferenciar el talento de las Prima Donnas, ha de recompensar el talento de forma que le vacune en contra de los intentos de secuestro mientras le masajean los egos. La única forma de conseguirlo es a calzón quitado y con el corazón en la mano, una perspectiva que intimida a los gestores. 

Definía Michael Jordan lo que ha de hacer el talento para desarrollarse en plenitud: “Para tener éxito has de ser egoísta, pues si no, nunca lo conseguirás; una vez que alcanzas tu máximo nivel, has de ser generoso y accesible, estando en contacto sin aislarte”.


MÁS DE ESTE AUTOR: El juego de la culpabilidad


Steven Berglas, executive coach, consultor y ex profesor de Harvard Medical School.

Artículo de opinión publicado por Executive Excellence nº73 sept.10.


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