Líderes auténticos
De alguna manera, hoy en día todo es diferente si lo comparamos con hace 20 años. El tres veces Pulitzer, Thomas L. Friedman, nos decía en su libro “El Lexus y el Olivo” que “el mundo sólo tiene diez años”.
Internet es un ejemplo dramático. Corría el año 1989, y los primeros usuarios de Internet nos predecían que revolucionaría la forma en la cual nos comunicamos. Pero entonces, ni siquiera ellos podían imaginar cómo de penetrante se volvería. La tecnología ha conseguido aquello que no ha podido la ideología, crear una comunidad global. Si aún no hubiesen caído los muros de Berlín en noviembre de 1989, la capacidad de las personas para comunicarse electrónicamente, de una manera efectiva en todo el mundo, habría terminado por derribar las murallas que una vez separaron a la humanidad.
Pero aunque la tecnología ha facilitado el intercambio de ideas, haciendo el mundo más pequeño, no lo ha hecho más pacífico. Comunicaciones instantáneas han facilitado el crecimiento del fundamentalismo religioso de una manera que demoniza a los no creyentes, poniendo la tecnología más moderna al servicio de posturas medievales. Vivimos en un mundo donde una mujer puede ser lapidada por adulterio, y verlo en directo en televisión por satélite.
El mundo también ha sufrido un cambio económico. China ha abrazado el mundo empresarial y otras formas de capitalismo. Y la Unión Europea es ahora una realidad, reemplazando el marco y el franco francés por el esperanto de las monedas, el euro. En los Estados Unidos, la nueva economía emergió, llegó a las estrellas y luego se estrelló, alimentada por capital intelectual. Los días en los cuales los activos más importantes eran los edificios y los equipamientos han pasado. Las ideas son, en la actualidad, la moneda de la economía global. Para los líderes, la lección consiste en que el poder sigue a las ideas, no a la posición. Debido a esto, los líderes deberán premiar a quieres tiene las mejores ideas. En tiempos duros, líderes mediocres pueden ejercer el poder de forma descontrolada y con impunidad. En tiempos buenos, los líderes han de tratar a su equipo no como subordinados, sino como colegas y colaboradores.
Una de las terribles modas de los noventa fue la aparición de los consejeros delegados estrellas. Los americanos tienden a ver a sus instituciones como sombras alargadas de grandes hombres, y retribuyen a sus líderes carismáticos de una manera desproporcionada en relación a sus contribuciones a la misma. La desaparición de la clase media, constituida por personas que creen que la lealtad y el trabajo duro les aportarán seguridad y nivel de vida, puede ser la historia más importante de este nuevo siglo. Y como no se pueda revertir la tendencia de más riqueza en menos manos, puede convertirse en una historia verdaderamente sombría.
Una de las cosas que cada vez tengo más claro es que la integridad es una característica muy importante y que han de demostrar continuamente. Demasiados líderes olvidan que están bajo observación y pueden ser llamados a rendir cuentas en cualquier momento. Olvidan que, aunque algo sea legal, puede no dejar de ser injusto y aquello que el público te da el público te lo puede quitar. Los escándalos tienen un efecto devastador. Hubo personas que se fueron con indemnizaciones millonarias, tras perder billones en empresas. ¿Dónde deja esto a los líderes de hoy?
La gente pide rendimientos genuinos de sus líderes. Lo normal es que los líderes de hoy sean sometidos a un escrutinio más intenso y menos pagado. Quizás esta situación sea buena. Todo aquello que aprendemos de la creatividad sugiere que el dinero es a veces, más un obstáculo que un incentivo. Líderes modestos se concentran en los retornos intrínsecos de realizar un buen trabajo y reconocen que ese trabajo tiene una dimensión moral tan importante como hacer engordar la cuenta de resultados. Los grandes líderes y sus equipos están siempre liados en una colaboración creativa. Seguimos tendiendo a pensar que los líderes son como artistas, como genios solitarios
Muchas personas necesitan saber qué sentido tiene su trabajo, aparte de crear valor para los accionistas. Hoy en día vemos la organización como una comunidad donde pasamos una importante parte de nuestra vida, y ansiamos un mayor equilibrio entre el trabajo y la vida personal. Al tiempo que somos continuamente interrumpidos por nuestros móviles, añoramos un trabajo que tenga suficiente sentido como para justificar perdernos importantes momentos de la vida de nuestros hijos. Los líderes tienen que crear recompensas con sentido a la vez que humanizan los lugares de trabajo. Sería trágico que los escándalos y la corrupción hicieran que los negocios se percibiesen como una vocación indeseable.
Nuestras actitudes hacia los líderes son cíclicas. Tendemos a darles coba y tratarlos como a príncipes, hasta que en un momento dado los tratamos como a demonios. Ninguno de los extremos es cierto. Por cada CEO despedido, hay cientos de líderes capaces y con honor.
Los grandes líderes cultivan culturas cándidas
Históricamente, quienes disienten rara vez son aceptados. Pero la verdad es que nadie tiene tanto valor como quien le dice la verdad al poder. Las organizaciones a veces llegan a extremos inconfesables con tal de ocultar la realidad. Pero los líderes auténticos adoptan a quienes les dicen las verdades del barquero, por duras que sean. Nada puede hundir más rápidamente a un líder que el rodearse de personas “sí señor”. Hasta en casos donde los que disienten se equivocan, hacen al líder reflexionar y reevaluar sus posiciones. Las buenas ideas se hacen mejores cuando son cuestionadas. Aquellos que dicen la verdad al poder, necesitan valor, y pueden pagar el precio de perder su candidez.Las buenas ideas se hacen mejores cuando son cuestionadas. Aquellos que dicen la verdad al poder, necesitan valor, y pueden pagar el precio de perder su candidez
Los grandes líderes y sus equipos están siempre liados en una colaboración creativa. Seguimos tendiendo a pensar que los líderes son como artistas, como genios solitarios.
La verdad es que los días en los cuales una persona sola podía solucionar los problemas, por mucho talento que tuviese, han pasado. Hoy en día necesitamos a grupos de personas con talento para afrontar y solucionar problemas complejos, y que además sean guiadas por líderes con talento. Para liderar un gran equipo, los líderes no necesitan poseer las capacidades de sus miembros. Lo que han de tener es visión, capacidad de aglutinar a los demás hacia un objetivo, integridad y una soberbia capacidad como sanador y coach, un buen ojo para el talento, la capacidad para discernir decisiones correctas, optimismo contagioso, el don de sacar lo mejor de los demás, la habilidad para facilitar la comunicación y mediar en los conflictos, un sentido de la equidad y el la autenticidad e integridad que crea confianza.
El liderazgo a veces emerge de un difícil pasaje o de una encrucijada. Ocurre una magia en una vivencia, sea la experiencia transformacional como una dura experiencia (el caso de la prisión de Mandela) o una oportunidad como tener un mentor. Sea lo que sea a lo que se enfrenten, los líderes emergen de estos crisoles más fuertes y con nuevas capacidades.
Cuatro competencias características
No importa lo cruel de la prueba a los que se les someta, se vuelven más abiertos y optimistas. Todos los líderes tienen 4 competencias esenciales.
- Primero, son capaces de hacer que los demás se comprometan al crear un sentido compartido. Tienen una visión y persuaden a los demás para que hagan esa visión suya. Son muy empáticos, y en la onda con los suyos sintiendo sus penas, necesidades y deseos.
- Segundo, los líderes auténticos tienen una “voz” que les distingue, determinación, sentido, confianza en sí mismos e inteligencia emocional.
- Tercero, tienen carácter e integridad. Una brújula moral, y una profunda creencia en algo que esta más allá de ellos mismos.
- Cuarto: los líderes auténticos tienen una gran capacidad de adaptación para responder rápidamente y con inteligencia al continuo cambio, y también actúan antes de que toda la información les haya llegado. Después evalúan los resultados y corrigen el curso si es necesario, de forma rápida. Su adaptabilidad lleva incluida resistencia y dureza, una especie de creatividad que les permite identificar y agarrar las oportunidades.
Viendo a las personas transformarse en líderes, me sorprendo de la efectividad que tiene al reclutar los mentores que necesitan. Esta habilidad es más compleja que el networking. Es la habilidad de descubrir aquellas personas que pueden representar una diferencia en su vida y conseguir que se pongan de su lado. En los últimos años he visto este proceso desde la perspectiva del mentor, viendo cómo estos jóvenes me atraen hacia sus vidas y hacen que me importen. Ser mentor es un baile donde el beneficio va hacia ambos bailarines. El proceso de convertirse en líder es el mismo tipo de proceso que convierte a una persona en un ser humano saludable e integrado. El liderazgo intemporal siempre es referido respecto del carácter y autenticidad.
William James dijo: “La mejor manera de definir el carácter de una persona es buscar la actitud mental o moral particular, que cuando se producía, le hacía sentirse más profundamente activo y vivo. Hay una voz interna y profunda que le dice, así es como soy de verdad. Buscar y alimentar tu verdadera forma de ser es una manera segura de llegar a ser un líder”.
Warren Bennis
Profesor de Business Administration y fundador del Leadership Institute, en la Universidad de Southern California. Consejero de 4 presidentes norteamericanos, es autor o co-autor de mas de 20 libros sobre liderazgo, cambio y gestión.
Artículo de opinión publicado en Executive Excellence nº38 dic06