La segunda carrera, por Alfonso Jiménez
Alfonso Jiménez, partner de la práctica de Board Services de Exec Avenue
Todo directivo, por mucho éxito o poder que tenga, algún día dejará de serlo, bien por razones personales o, más frecuentemente, porque alguien considerará que otro profesional lo puede hacer mejor. La mayoría de los directivos, y he conocido a miles durante mis 34 años de carrera profesional como consultor de empresas, no piensan en qué van a hacer cuando llegue ese momento.
Pero ese día llega y cuando acontece el directivo descubre que muchas de las cosas que conformaban su experiencia vital desaparecen. Que muchas relaciones, beneficios, que cuando ejercía la función directiva no apreciaba o no les prestaba atención, simplemente desaparecen porque no eran consustanciales a la persona, al profesional, sino al cargo que ostentaba. Todo directivo, por mucho éxito o poder que tenga, algún día dejará de serlo. Es entonces cuando descubre que muchas de las cosas que conformaban su experiencia vital desaparecen
Y en ese momento inicia un proceso, más o menos largo, de adaptación a la nueva situación: la de ser un profesional que ha sido directivo pero que ya no lo es.
Lo primero que debe aclarar es si quiere retirarse de la actividad o necesita o quiere seguir activo.
Hasta hace unos años, los planes de prejubilación de muchas compañías eran muy generosos y permitían que ese directivo pasara a la inactividad, muchas veces de manera muy temprana, incluso con menos de 55 años, pero los planes actuales de prejubilación ya no son lo que eran y muchos directivos llegan a la conclusión de que tienen que seguir activos, a veces durante muchos años, hasta alcanzar la edad de jubilación y rescatar sus planes de pensiones individuales o corporativos.
En el caso de necesitar o querer seguir activo –está demostrado que la actividad es sinónimo de salud física y mental–, lo primero que se intenta conseguir es un nuevo proyecto como directivo. A veces ese proceso de búsqueda, mendigando una reunión con un headhunter o con un antiguo cliente o proveedor, suele durar mucho tiempo. Malgasta un tiempo muy valioso porque ya no le queda mucho tiempo de vida útil. Hasta que un día se convence de que nadie le va a contratar por cuenta ajena. Es muy mayor para muchos proyectos. Y es que nuestro país sufre una importante lacra de edadismo que expulsa muy tempranamente a directivos y profesionales del mercado y les cierra las puertas. A partir de los 50 años es complicado ser contratado por cuenta ajena y a partir de los 55 es muy difícil. No imposible, pero sí muy difícil y tienen que darse una serie de circunstancias muy concretas. Además, muchas veces los proyectos son aquellos que el mercado no quiere, tienen sus complicaciones. España sufre una importante lacra de edadismo que expulsa muy tempranamente a directivos y profesionales del mercado y les cierra las puertas
Entonces ese profesional o directivo es consciente de que ha entrado en una nueva etapa de su vida, la que los norteamericanos han bautizado como “segunda carrera”, en la que miles de profesionales y directivos disfrutan en el periodo que iría entre los 55 y los 65 o 70 años.
Cuatro elementos para el diagnóstico
El primer paso de esa segunda carrera debe ser hacer un autodiagnóstico riguroso del valor que puede aportar como profesional en base a cuatro elementos: los conocimientos, las experiencias, la marca personal y las relaciones, además de un análisis patrimonial que le permita clarificar si entre las opciones de actividad estaría contemplada la de inversor o las necesidades de ingresos que requiere durante su segunda carrera. El primer paso de esa segunda carrera debe ser hacer un autodiagnóstico riguroso del valor que puede aportar como profesional en base a cuatro elementos: los conocimientos, las experiencias, la marca personal y las relaciones
- Los conocimientos diferenciales tienen que ver con lo que sabe y que puede aportar a un proyecto. Cada profesional entra en la segunda carrera con un conjunto de conocimientos acumulados durante su carrera como profesional y directivo. Sin embargo, muchos de ellos son muy comunes y solo es “experto” en algunos otros.
- Las experiencias son las situaciones empresariales que ha vivido. Cada directivo, en función de los proyectos en los que ha participado, acumula una serie de experiencias propias. Unos han vivido situaciones de start-up, otros han vivido reestructuraciones, otros fusiones o adquisiciones, internacionalizaciones, unos conocen las empresas familiares y otros las grandes corporaciones. Podríamos decir que no hay dos directivos con las mismas experiencias y estas son también activos que puede poner al servicio de nuevos proyectos.
- Durante su vida ejecutiva, ha ido construyendo una marca personal que se traduce en mayor o menor notoriedad (cuántos le conocen en el mercado) y una reputación (con qué valores se le relaciona). Igualmente, la marca personal puede ser un factor facilitador de nuevos proyectos, o lo contrario.
- Finalmente, un directivo cuando entra en su “segunda carrera” tiene una red de contactos, gente que conoce, clientes, proveedores, jefes que tuvo, empleados que hoy son directivos en otros proyectos, inversores, conocidos de asociaciones, etc. También debe entender que su red de contactos es un activo que puede poner en valor en su segunda carrera. En este momento, deberá hacer un diagnóstico pragmático del auténtico valor de esa red de contactos y deberá haber descartado a todos aquellos que se relacionaban con el rol que desempeñaba en el pasado y que no eran relaciones “auténticas”. Para una buena valoración de la red de contactos puede hacerlo mediante el canal de acceso a dicho contacto.
Deberá descartar a todos aquellos contactos que se relacionaban con el rol que desempeñaba en el pasado y que no eran relaciones “auténticas" Un tema importante es ser consciente que todos estos elementos, conocimientos diferenciales, experiencias, marca personal y relaciones de calidad son las que son y tiene que “venderlas” y mantenerlas, no tanto desarrollarlas porque ya no cuenta con la ayuda del rol directivo para hacerlas crecer.
Tras esa tarea del autodiagnóstico, tendrá que entender todas las opciones que existen en el mercado: unas más ejecutivas y parecidas a lo que fue su pasado, pero bajo otros modelos de relación, como es el caso del interim management; pero hay otras muchas opciones para poder seguir aportando valor desde sus atributos profesionales a nuevos proyectos. Por ejemplo, muchos directivos se forman para ser consejeros de empresas, patronos de fundaciones, miembros de consejos asesores. Otros inician relaciones mercantiles son diversos proyectos bajo la figura del senior advisor. O inician una etapa de emprendimiento propio o como inversor en otros proyectos, por ejemplo, como business angel.
Todas estas figuras y muchas otras son elementos de una paleta de posibles actividades en esa “segunda carrera” que para muchos es más placentera que lo que fue su carrera ejecutiva. Para muchos, esta segunda carrera es mucho más placentera que lo que fue su carrera ejecutiva
España se encuentra sumida en una paradoja: somos un país muy envejecido, con una población senior muy importante y, al mismo tiempo, somos un país en el que los profesionales y directivos finalizan tempranamente su carrera. La “segunda carrera” es una solución para que miles de profesionales y directivos sigan aportando valor a la sociedad a través de la puesta en valor de los activos que han ido acumulando durante toda su carrera.
Alfonso Jiménez es socio de la práctica de Board Services de Exec Avenue, miembro del Consejo Asesor de Atrevia, vocal de la Junta Directiva Nacional de la Asociación Española de Directivos (AED), presidente del Consejo Asesor de la Asociación Española de Directores de Recursos Humanos (AEDRH) y profesor en diversas universidades y escuelas de negocio.
Artículo publicado en noviembre de 2022.
Imágenes: © Tim Gouw en Unsplash y © Redd F en Unsplash.