Rafa Nadal: un embajador de valores
El 3 de marzo de 2009 se presentaba en el IESE Business School de Madrid un “business case” con el título: “Rafael Nadal: el campeón y la persona”; un caso de estudio elaborado por el profesor Santiago Álvarez de Mon, y que ha contado con la ayuda principal de Carlos Costa, manager de Nadal, así como del resto de la familia del jugador mallorquín.
No ha sido fácil que este caso saliese a la luz. Hace tres años Santiago escribió a Carlos porque pensaba que Nadal era una referencia válida para el directivo actual. Costa le dio las gracias educadamente diciéndole que estaban desbordados. Después de la final de Wimbledon de 2008, este docente volvió a contactar con el manager del tenista. En esta ocasión obtuvo de Carlos una promesa de comentarlo con Sebastián, el padre de Rafa, y el propio joven. Desde Estados Unidos, donde se disputaba el US Open, Costa le dio el “Ok” definitivo A partir de ese momento comenzó la elaboración de este caso.
Antes del acto pudimos compartir conversación con Santiago y Carlos y después disfrutar de la conferencia–coloquio en la que se combinó la proyección de vídeos de Rafa con un “mano a mano” entre el profesor del IESE y el manager de Nadal sobre el pasado, presente y futuro del tenista.
Rafael Nadal nació el 3 de junio de 1986 en Manacor (Mallorca). Desde pequeño ya mostraba maneras en la práctica de los deportes, fundamentalmente fútbol y tenis. Al final, los buenos resultados con la raqueta le hicieron decantarse por las pistas. No obstante, todavía, dice Rafa, “el fútbol me sigue gustando más como deporte, por una simple razón: entrenas con los amigos en grupo, mientras que en el tenis entrenas en solitario. Para un niño es mucho más agradable estar con compañeros”.
Con ocho años ganó el primer campeonato, y a partir de ahí su evolución ha sido sorprendente. El “killer” de las pistas de tenis, como se le conoce, es entre otros muchos éxitos, tetracampeón de Roland Garros (de 2005 a 2008), de Wimbledon (2008) –y finalista en 2006 y 2007–, campeón del Abierto de Australia (2009) y medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008.
El 18 de agosto de 2008 se alzaba al número uno de la ATP y pocos meses después recibía el “Príncipe de Asturias del Deporte” en el Teatro Campoamor de Oviedo. El fallo del jurado decía: “Rafael Nadal es un deportista ejemplarizante. Tanto en la victoria como en las escasísimas ocasiones en que conoce la derrota, se manifiesta como gran deportista. Es particularmente impecable su reacción en los triunfos más importantes y el modo en que destaca la labor de sus oponentes. Recientemente ha creado, además, una Fundación que lleva su nombre, de carácter benéfico, destinada a la asistencia social a colectivos desfavorecidos y a la cooperación al desarrollo”. Su reacción no se hizo esperar: “Es una de las cosas más grandes que me podía suceder fuera de las pistas”.
Muchas lecciones se pueden extraer de la figura del joven balear gracias al “caso de estudio” desarrollado por Álvarez de Mon, y que sirven de ejemplo para los directivos de las organizaciones. Destacamos sólo algunas:
Talento: capacidad natural para hacer ciertas cosas que se manifiesta no sólo al coger la raqueta sino en su prodigioso físico, en la coordinación de sus movimientos o en la asimilación de espacios. Como le gusta repetir a Álvarez de Mon; “Lo que natura no da, Salamanca no presta”. La genética le ha dotado a Rafa de ciertas cualidades que luego ha potenciado y complementado. Respecto a esta cuestión el tenista decía: “Muchas cosas son naturales y hay otras que se trabajan y que son entrenables como la capacidad de sufrir o afrontar los problemas”.
Ambición: no le gusta perder a nada. Es de esa clase de tipos que no admite otro resultado que no sea la victoria. Tiene mentalidad ganadora y la derrota le produce alergia. Álvarez de Mon escribía: “Hay jugadores que pierden los partidos en el vestuario, incluso antes de salir a la cancha. Le miras a los ojos y ves la mirada de un perdedor. Nadal, si pierde, lo hace en la ducha, exhausto, con su motor de gasolina totalmente vacío, y por méritos del contrario. Él no pierde, le gana el otro”.Hay jugadores que pierden los partidos en el vestuario. Nadal, si pierde, lo hace en la ducha, exhausto, con su motor de gasolina totalmente vacío, y por méritos del contrario. Él no pierde, le gana el otro
Estabilidad emocional: que la proporciona su entorno: madre, padre, tío, hermana, novia... En cierta ocasión, Carlos Costa, que lleva también a otros tenistas a través de IMG, afirmaba: “A la hora de fichar a un jugador no valoramos sólo el talento, el potencial tenístico, sino también el entorno”. El de Rafa es especialmente bueno. Toda la familia es una piña que tiene claro quién es el protagonista y rema en la misma dirección con el único objetivo de que el joven tenga la tranquilidad necesaria para hacer bien su trabajo y seguir sumando títulos y reconocimientos. Como le explicaba el propio jugador al profesor del IESE: “En Mallorca todo es más cercano y tienes a la familia mucho más encima que cuando vives en una gran ciudad. Además, mi familia está muy unida y he pasado mucho tiempo con mis tíos, abuelos y también, por supuesto, con mis amigos”
Concentración: no se relaja ni un momento. Está metido en el partido y pendiente de lo que hay que hacer sin despistarse un segundo. Sigue a rajatabla el sabio consejo de Sun Tzu en “El arte de la guerra”: “No te contentes con alguna ventaja pequeña o una victoria a medias; tal cosa podría ser tu cebo destinado a vencerte. Debes mantenerte en guarda incluso después de que tengas los visos de una victoria completa”. El joven serbio Novak Djokovic aseguraba: “Nadal es el único tenista capaz de mantener el mismo nivel de concentración desde el primer al último punto del partido”.
Capacidad de sufrimiento: “Para ser feliz hay que ser austero”, decía Toni –su tío y entrenador– en agosto del pasado año. Y proseguía: “En esta vida hay que aprender a conjugar el verbo aguantarse. Yo me aguanto, tú te aguantas y él... Y eso es lo que no hace la gente hoy en día. Todo son pegas. Sin darle un concepto religioso, la gente es menos sacrificada. Eso es lo que he intentado transmitirle a Rafael. Le digo: 'Aunque a ti te vayan las cosas muy bien, aunque tengas dinero y éxito, tendrás que aguantarte, porque habrá cosas que no podrás controlar. Morirá un familiar. Te dejará la novia. Y te tendrás que aguantar”. El nivel de exigencia de Toni con Rafa siempre ha sido muy elevado. Todavía a fecha de hoy a Rafa le parece excesivo lo que su tío le apretaba de pequeño: “Con mi tío tuve una infancia deportiva muy exigente. Toni me pedía demasiado y cuando las cosas no salían bien se enfadaba bastante. En mi opinión me exigía demasiado y aún hoy me sigue pareciendo excesivo, pero te prepara para el futuro”.
Perseverancia: como afirma un dicho inglés: “Winners never quit; quitters never win” (Los ganadores nunca abandonan; los que abandonan nunca ganan). El escritor Honoré Balzac escribía algo parecido: “La constancia es el fondo de la virtud”. Detrás de cualquier historia de éxito hay mucha reciedumbre y capacidad de sacrificio; entrega incondicional a la causa; derroche de esfuerzo sin límites. Quien piense que llegar arriba es cuestión de suerte, además de un ingenuo es un envidioso.
Madurez precoz: siempre ha sido el mayor de toda la familia: primer hijo, sobrino y nieto, lo que le ha llevado a reducir los periodos de aprendizaje gracias al contacto con gente más mayor. Según Carlos Costa, “hoy día el primo más mayor de Rafa tiene diez años, por tanto, él desde siempre se ha relacionado con adultos. Es una de las claves de su madurez. De pequeño tenía conversaciones de adulto”. Esto le hace ser inteligente para distinguir sabiamente entre la oportunidad y el riesgo: “Acepta todas las opiniones y es lo suficientemente inteligente como para saber lo que le conviene”.
Equilibrio: los elogios a menudo debilitan y el éxito conduce casi inevitablemente al acomodamiento. Toni es un tipo que representa al “malo” de la película. No deja que ningún triunfo se le suba nada a la cabeza. Cuando todos le pasan la mano por el hombro él pone sobre la mesa sus defectos para que mantenga los pies en el suelo.
Resistencia mental: su manager lo tiene claro: “La cabeza es el 90% de un deportista. Si alguien tiene la técnica de Rafa pero no su cabeza es imposible ser el número uno del mundo”. Disciplina espartana y estoicismo son epítetos que sientan bien al de Manacor.La cabeza es el 90% del éxito de un deportista. Si alguien tiene la técnica de Rafa pero no su cabeza es imposible ser el número uno
Sencillez y humildad: camina por la vida como número uno del mundo pero con estilo campechano, algo que siempre conecta con el público. Es un fuera de serie en las canchas de tenis y un tipo de lo más normal y corriente fuera de ellas. Esta actitud reduce la presión y permite trabajar más tranquilo. “Te prometo que ni me levanto ni me acuesto pensando que soy el número uno”, decía hace poco. En este punto la familia también juega un rol esencial: “Nadal está formado y tiene una educación que hace que, al margen de si juega mejor o peor, siga siendo una gran persona y un gran tenista”.
Ilusión: la mantiene viva como el primer día. Cada reto es renovado por otro nuevo que le sirve de acicate y tira de él hacia delante. Todos los sabemos: cuando las ilusiones se desvanecen el talento está amortizado. Creer que uno ha tocado techo es el primer paso para realizar un trabajo mediocre.
Ocio: no es complicado encontrársele comiendo unas 'cookies' de chocolate: “Puede que al estómago no le siente bien, pero a la mente sí”, decía en una ocasión al encontrarse con un periodista. Quien sólo trabaja acaba trabajando peor, o como decía el poeta húngaro Attila József (1905–1937), “los hombres que no saben divertirse me dan miedo”. Es necesario que el arco, cada cierto tiempo, se destense y descanse. A Rafa también le gusta ir a pescar, jugar al golf y a la Playstation.
Deportividad o fair play: lo que en el mundo de la empresa vendría a ser la ética. En un ganador la destreza técnica debe ir acompañada de la calidad humana. No vale cualquier cosa. Saber ganar y saber perder, tanto dentro de la pista como fuera. Tras recibir el Príncipe de Asturias de 2008 abanderaba la candidatura del suizo Roger Federer para el próximo año “porque se merece este galardón”.En un ganador la destreza técnica debe ir acompañada de la calidad humana. No vale cualquier cosa. Saber ganar y saber perder, tanto dentro de la pista como fuera
Aceptación de la transitoriedad: “Todo esto es momentáneo; si no lo supiera, la castaña sería grande”. Y también: “Al fin y al cabo, la vida da bastantes vueltas; hoy puedo estar aquí como número uno y dentro de cinco o diez años, ser como cualquier otra persona. En el futuro espero ser eso, alguien normal y corriente”. Todos los “grandes” son conscientes de que el éxito es efímero y aceptan el sino del deportista.
En definitiva, ¿qué representa Rafael Nadal? Según Santiago Álvarez de Mon, el manacorí es “un embajador de valores: disciplina, perseverancia, saber perder, saber ganar, optimismo, ilusión, fortaleza de ánimo, etc, que nuestra sociedad, blandita y comodita, necesita como el comer”.
Carlos Costa, manager de Nadal: "Cuando el éxito llega hay que seguir esforzándose para estar arriba"
Carlos Costa es hoy el manager y sombra de Rafael Nadal, pero él mismo estuvo entre los diez mejores del mundo en el año 1992.