Más que elegir, se "deselige"
Opiniones a partir de la elecciones de EE.UU., por Daniel Innerarity, catedrático de Filosofía Política y Social e investigador en la Fundación Vasca de la Ciencia (Ikerbasque) en la Universidad del País Vasco y director de su Instituto de Gobernanza Democrática. Titular de la cátedra Davis en la Universidad de Georgetown. Declaraciones pronunciadas en el 4º Congreso Nacional de Directivos APD.
"La sociedad civil se ha situado como gran protagonista que observa, controla, critica, protesta, e incluso a veces ejerce como un “soberano negativo”, que impide y bloquea determinadas cosas. El interrogante es: ¿estamos consiguiendo que este soberano negativo se convierta en positivo, que construya, que plantee alternativas y haga propuestas? Creo que no.
Me parece que estamos en una democracia que funciona bien, en el sentido de que vehicula protestas y opiniones diversas, pero que tiene un sistema político débil a la hora de hacer de esas protestas una ponderación equilibrada, porque también hay protestas absurdas y xenófobas.
Al hilo de lo que ha pasado en las elecciones presidenciales de EE.UU., pero también de lo sucedido en otros momentos de nuestra historia reciente, me pregunto qué ha pasado para que ciertas propuestas simplistas estén siendo recompensadas desde el punto de vista electoral y político. Opino que, ante la creciente complejidad del mundo, nuestros sistemas políticos no están siendo capaces de transmitir, articular y legitimar intervenciones en esa complejidad. Por lo tanto, estamos dando una gran oportunidad a quienes ofrecen una simplificación tranquilizadora de la realidad, aunque podamos saber que eso se trata de un alivio pasajero.
En estos momento, cualquier líder político que hable de responsabilidad, de límites, de soberanías compartidas, etc. tiene todas las de perder frente a los que establezcan demarcaciones profundas entre el interés nacional y el interés de los otros, entre la casta y el pueblo, entre derecha e izquierda.
En este ascenso de la sociedad civil, más que elegir, se deselige; es decir, hay muchos votantes que lo que hacen es deselegir, se vota más contra que a favor. Detrás de esto, creo que hay un elemento de profunda desesperación, porque no se está eligiendo a gente con idea de que resuelva un problema, sino a gente que represente nuestro malestar, y ese es quien gana la batalla electoral. Tenemos que escoger entre quienes encabezan las protestan o quienes quieren ponerse a trabajar para arreglar determinados problemas.
Si hay algo que nos desconcierta profundamente de estos movimientos que me permito llamar “populistas”, aunque esto ya no sea políticamente correcto, es que tienen una lógica democrática, se presentan con un valor democrático. Pero, para mí, el populismo es tomar un valor democrático con absoluta desconsideración de todos los demás. Por supuesto que el plebiscito y la soberanía nacional son elementos de la democracia, pero también tiene que haber deliberación, juicio de los expertos, división de poderes, respeto al derecho, a las minorías… Por supuesto que en una democracia debe haber momentos globales para la protesta y el rechazo, pero también procedimientos y lugares para la discusión y la transformación de la sociedad; y no se toman buenas decisiones en un sistema político cuando hay una mala información (como fue el caso del Brexit) o cuando la contienda electoral se hace con un absoluto desprecio de la realidad (como ha sido el caso de las elecciones en EE.UU.).
Creo que tenemos que repensar esa implicación de la sociedad civil en los procesos políticos como algo más colectivo que la mera intervención puntual de darle a un clic o de votar o de ir a un acto de protesta puramente negativo. Debemos pensar que estamos configurando una democracia compleja, en la que la intervención de la sociedad civil tiene que ser también a través de una pluralidad de acontecimientos. Si no hay un espacio de intervención, de deliberación y conversación, la democracia no tendrá gran calidad. Tenemos que trabajar no solo para que la sociedad civil tenga más cauces de participación, sino para tener una cultura política más compleja y matizada.
La sociedad democrática no toma bien las decisiones cuando están polarizadas en un esquema simplista, sea el que sea. ¿Cómo conseguimos promover una cultura política donde quienes hacen valer el matiz o la responsabilidad no sean sistemáticamente castigados frente a quienes defienden el simplismo o el antagonismo elemental? ¿Cómo conseguimos que no sea tan rentable el simplismo y el mero rechazado? ¿Por qué son tan poco reconocidos en nuestra sociedad valores como el rigor o la responsabilidad? Solamente si conseguimos hacer pensar una democracia compleja, tendremos realmente una democracia completa.
Daniel Innerarity, catedrático de Filosofía Política y Social e investigador en la Fundación Vasca de la Ciencia (Ikerbasque) en la Universidad del País Vasco y director de su Instituto de Gobernanza Democrática. Titular de la cátedra Davis en la Universidad de Georgetown. Declaraciones pronunciadas en el 4º Congreso Nacional de Directivos APD
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Publicado en Executive Excellence nº134 noviembre 2016