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Desafíos de la Unión Europea sexagenaria

(Tiempo estimado: 8 - 16 minutos)

La evolución de la economía global, especialmente la de los países europeos, plantea interrogantes cada vez más complejos. En un entorno marcado por las diferencias entre los estados miembros de la UE, la pérdida de la hegemonía europea en la económica mundial es evidente y plantea diferentes preguntas. ¿Es sostenible el proyecto de la Unión Europea a largo plazo? Y si es así, ¿cómo conseguir que se convierta en un centro de bienestar y prosperidad para todo el mundo? 

Según Jesús Fernández Villaverde, catedrático de Economía de la Universidad de Pensilvania, la viabilidad del proyecto comunitario únicamente será posible si se acometen reformas que ayuden a redescubrir la idea inicial de supranacionalidad, se simplifican las estructuras existentes y se implanta un control democrático de las instituciones. 

Así lo aseguró en la conferencia titulada “El diseño de la nueva Europa tras el Brexit en un mundo bipolar China-EEUU” que pronunció recientemente en la Fundación Rafael del Pino. El también catedrático del Nacional Bureau of Economic Research (NBER) aseguró a Executive Excellence que Europa necesita más que nunca una política común de seguridad y defensa que sea efectiva y le permita adquirir capacidades de actuación frente a las amenazas que acechan el entorno global como los ataques terroristas, la inestabilidad en el norte de África o el ciberterrorismo. 

FEDERICO FERNÁNDEZ DE SANTOS: Nick Clegg, ex viceprimer ministro británico, exponía recientemente en Executive Excellence su visión sobre las necesidades de la Unión Europea. Destacaba que era urgente impulsar una reforma monetaria fiscal y un pacto de estabilidad entre el norte del sur de la eurozona, donde ambas partes asumieran las necesarias reformas económicas y sociales que llevasen prosperidad al conjunto. ¿Qué opina de esta teoría?

JESÚS FERNÁNDEZ VILLAVERDE: Estoy de acuerdo con el diagnóstico de Nick Clegg. Se necesitan importantes cambios en la eurozona, pero deberían partir de una reforma institucional basada en tres pilares. El primero sería simplificar la actual estructura de gobierno en la Unión Europea. En los últimos 25 años se han creado multitud de acuerdos bilaterales extremadamente complejos. Con acuerdos bilaterales no me refiero a los tratados entre dos países, sino a los convenios que se contraponen a los supra-nacionales, como el mecanismo de estabilización europea; este tipo de acuerdos generan muchas complicaciones y dificultan la existencia de un adecuado funcionamiento del bloque comunitario. Por eso, creo que sería necesario crear un sistema unificado supranacional que respete los conceptos fundacionales y de funcionamiento planteados en el origen de la Unión. 

Reino Unido era uno de los principales opositores al cierre de acuerdos supranacionales. Ahora que va a salir del bloque espero que sea posible avanzar en este ámbito. 

El segundo segundo pilar que sustentaría esta reforma sería la simplificación de la Comisión Europea. No tiene sentido tener una Comisión con 28 miembros y más de 46 Agencias. Se necesita una estructura más simple, aunque algunos países no  tengan comisario. De esta manera, la existencia de las Agencias tendría más sentido.

El tercer pilar de esta reforma estructural debería sustentar la necesidad de tener un conjunto común de políticas económicas y monetarias, cuya aprobación pueda realizarse por mayoría y no por unanimidad. Solo así será posible empezar a hablar de una política fiscal y monetaria mucho más integrada. 

F.F.S.: En todas las entrevistas que versan sobre geoestrategia se habla de las amenazas a las que se enfrenta la Unión Europea: ataques terroristas, Rusia, cirberterrorismo o inestabilidad en el norte de África y Oriente Medio… Nick Clegg y Richard Burns, entre otros, coinciden en las grandes ventajas que una política exterior y de defensa común aportaría a la Unión Europea. Llama la atención que el vice primer ministro británico y usted utilicen el mismo ejemplo: si se sumaran todos los presupuestos europeos destinados a defensa, se duplicaría la cifra de China y Rusia unidas.

J.F.V.: Es evidente que la Unión Europea se enfrenta a un entorno estratégico muy complicado. Mucho me temo que muchos de sus miembros, entre los que se encuentra España, no han interiorizado el hecho de que Vladimir Putin y Rusia son ahora nuestros enemigos. Estamos sometidos a una continua agresión a través del ciber terrorismo ruso y coreano. 

Por eso, la Unión Europea necesita contar con una estructura de seguridad y defensa común. No tiene ningún sentido que existan 28 (pronto 27) ejércitos o servicios de inteligencia… debemos avanzar hacia una política común europea en materia de defensa y seguridad.  

Se han dado pasos importantes como la creación el Fondo Europeo para la Defensa, dotado con 500 millones de euros, cuyo objetivo es impulsar el desarrollo de capacidades comunes y la interacción entre las estructuras de seguridad y los ejércitos europeos.  Creo que esto se debe estimular para, a medio plazo, crear un ejército comunitario. 

Si analizamos la situación de los países de forma individual desde un punto de vista empresarial, observamos que los miembros por sí solos no tienen el suficiente tamaño como para competir en este campo. 

En este sentido, coincido con Richard Burns, quien no sólo es un diplomático de tremenda experiencia, sino también una persona con gran sentido común. La unión de los presupuestos europeos destinados a defensa no sólo permitiría a la UE defender sus intereses, también impulsaría su conversión en una fuerza global. Actualmente el bloque no es capaz de ejercer estas funciones. En términos generales no estoy de acuerdo con la política de Donald Trump, pero tiene razón cuando afirma que los europeos no hacemos lo suficiente en cuanto de seguridad colectiva. 

En definitiva, creo que es necesario desarrollar un sistema de seguridad colectivo. Y esto es algo que se debe enfatizar en España, donde no se tiene conciencia de los retos asociados a la seguridad y la defensa de la colectividad. El Gobierno español debería hacer un esfuerzo para informar y educar al público sobre la importancia de estos aspectos y, al mismo tiempo, apoyar el desarrollo de las acciones que fomenten la integración europea en este ámbito. 

F.F.S.: Uno de los retos históricos de las empresas es conseguir reducir, de forma eficiente, la brecha que existe entre el planteamiento de una estrategia y su implementación. ¿Qué capacidades deberían desarrollar las organizaciones para obtener los resultados que buscan?

J.F.V.: Precisamente esta es una de las principales debilidades de la UE. Yo creo firmemente en el proyecto comunitario, pero como llevo viviendo mucho tiempo en Estados Unidos soy más objetivo y puedo ejercer como un crítico “amigable”. Creo que la Unión Europea no hace los suficientes esfuerzos para involucrar a la sociedad civil y a otros actores en las reformas que plantea. Muchos gobiernos creen que no es necesario explicar a los votantes lo que se hace en Bruselas, y esto hace que la sociedad tenga un total desconocimiento tanto de las acciones que allí se realizan como de la importancia que tienen. Aún peor, ni siquiera se les pregunta su opinión sobre asuntos tan relevantes como la defensa y seguridad. 

Cuando preparaba la conferencia para la Fundación Rafael del Pino estuve buscando información sobre el nuevo Fondo para la Defensa Europea creado por la UE, pero no encontré ni un solo artículo sobre el tema en los medios españoles. Si yo fuese ciudadano de la UE no estaría en contra del proyecto, pero me molestaría mucho que nadie me informara de él. Hay que cambiar esta forma de actuar y, para ello, es necesario poner en marcha reformas constitucionales expuestas. Es decir, dejar de lado los requerimientos burocráticos y centrarnos en temas concretas. Considero que sería muy útil designar un presidente europeo que, dirigiéndose a los ciudadanos, explique la importancia de todos los proyectos. Esto generaría inercia para transformar ideas en realidades. 

Por otro lado, creo que los estados se han centrado demasiado en el ámbito internacional, en vez de mirar a Europa desde una perspectiva supranacional. El aspecto internacional debe ser considerado por las Naciones Unidas o el Fondo Monetario Internacional. El supranacional es el que se deriva de la idea original de los creadores de la Unión Europea, como Jean Monnet o Robert Schuman, basada en la generación de una nueva institución que va más allá de los estados. En los últimos años, la supranacionalidad ha sido postergada en favor de la perspectiva internacional. Y por esta razón se han ido introduciendo excepciones, clausulas, opciones de salida y pequeñas reglas específicas que se aplican de una forma diferente según el país de que se trate. Hay reglas que son válidas para un productor de quesos británico, pero no para uno francés. Todo esto influye en el sistema, como el colesterol que atasca nuestras arterias. Estoy convencido de que un líder europeo capaz de involucrarse con el votante medio podría redescubrir el significado del proyecto comunitario. Sería una buena forma de hacer que las ideas se transformen en realidad.

En las empresas pasa algo muy parecido. La falta de capacidad para implementar proyectos es lo que impide que las estrategias se transformen en realidad y también lo que provoca que los políticos no confíen en los votantes y su apoyo. 

Por ejemplo, Donald Trump en su discurso de investidura repitió hasta la saciedad el concepto America first. No California first ni Pensilvania first. El presidente de Estados Unidos planteó la idea de una empresa común llevándola incluso hasta el absurdo, y olvidando la importancia que tiene ser parte de una comunidad internacional. Este espíritu, aunque más moderado, es el que se necesita en Europa. Un verdadero líder que explique lo que es realmente importante para los 150 millones de europeos: crear un área real de crecimiento, prosperidad, Derechos Humanos y seguridad común.

Desde mi punto de vista, el CEO que tiene más éxito es el que no se involucra en los pequeños detalles, sino el que tiene capacidad de inspirar a todo el equipo haciéndole entender que todos están juntos en un mismo proyecto. Muchos líderes europeos están excesivamente preocupados por los detalles, y esto afecta a su trabajo. En este sentido, recuerdo una anécdota que le ocurrió a Jimmy Carter cuando era presidente de Estados Unidos. La pista de tenis que había en la Casa Blanca estaba muy solicitada, y se producían frecuentes discusiones para poder usarla. Cansado de esta situación, Carter decidió ocuparse personalmente de las reservas… Pero, obviamente, este no es el cometido de un presidente. 

F.F.S.: Desde una perspectiva teórica, ¿cuáles deberían ser las capacidades esenciales de las organizaciones para obtener los resultados que buscan?

J.F.V.: Para mí lo más importante es la selección del talento. Las organizaciones deben tener procedimientos que permitan contratar y promover a las personas adecuadas. 

Por otro lado, hay que encontrar la forma más adecuada de dar un feed-back positivo y, al contrario, buscar un método acertado para corregir los problemas, porque esto tiene un gran impacto en la motivación de los empleados. 

Por último, cualquier organización que desee prosperar y crecer debe tener una buena política de compensación. Como dice el refrán: If you pay peanuts, you´ll get monkeys! (si pagas cacahuetes, tendrás monos). Cualquier organización que se focalice, desde una perspectiva puramente operacional, en seleccionar el talento adecuado, promoverlo y tener una política de compensación adecuada, podrá recorrer un largo camino. 

Evidentemente, esas son consideraciones operacionales que nunca podrán sustituir al liderazgo. El liderazgo es esencial para crear una visión de lo que una organización ha de ser a largo plazo, y tener un CEO, un comisario, o un presidente que sepa realmente lo que hay que hacer, es tremendamente difícil.

F.F.S.: Dada la complejidad de los problemas a los que nos enfrentamos, Richard Burns sostiene que es importante asegurarnos de que los jóvenes se forman en todos aquellos aspectos necesarios para entender el mundo actual: el cambio climático, la proliferación de los populismos, el ciber crimen, el ciber terrorismo… ¿Cuáles son los principales retos de la educación?

J.F.V.: La educación es uno de los principales retos a los que se enfrentan los países desarrollados debido a una serie de hechos desafortunados que ya son una realidad. El primero de ellos se centra en el envejecimiento de la población votante. Los mayores de 65 años no se preocupan por la educación, aunque afirmen lo contrario. Un importante político norteamericano comentaba recientemente que de cara a la galería todos decían que la educación era importante, pero cuando abordaba el tema no recibía ninguna llamada al respecto. En cambio, cuando hablaba de la seguridad social su teléfono no paraba de sonar. 

Reformar la educación va a ser una tarea muy difícil. Incluso los economistas expertos en este ámbito aseguran que no existe una solución milagrosa. Hagamos lo que hagamos debemos ser conscientes de que no vamos a ser capaces de solucionar todos los problemas que desearíamos. Esto no implica que debamos quedarnos parados, pero tenemos que ser realistas respecto a lo que podemos prometer a los votantes.

En cualquier caso, la respuestas sobre educación van a ser muy diferentes en función del territorio.  Si me preguntase qué se debería hacer en Estados Unidos, mi respuesta sería muy diferente a lo que diría si me preguntase por España. El concepto de talla única no se puede aplicar en este caso. 

Permítame explicarme… Hoy en día, Internet permite encontrar cualquier detalle que hace sólo 10 años habría sido imposible localizar. Por eso, lo importante ahora es enseñar a los jóvenes a buscar información y diferenciar la calidad de las fuentes que utilizan. Enseñarles a digerir la información y construir sobre ella. Sospecho que la mayoría de los sistemas educativos actuales fallan en ese punto. En mis clases de Teoría Económica de la Universidad de Pensilvania, pido a mis alumnos que resuman un capítulo de un libro. Me llama la atención lo mucho que les cuesta leer 30 páginas de un texto y extraer las ideas clave para realizar una crítica constructiva. Si los jóvenes tienen dificultad para realizar esta tarea, ¿que éxito pueden tener a medio plazo? Los más inteligentes podrán adaptarse, pero me preocupan los que están por debajo de ese nivel. 

Otro aspecto importante a tener en cuenta, en línea con lo que dice el embajador Burns, es que nos hemos olvidado de explicar a nuestros alumnos por qué es importante la democracia,  por qué importan las instituciones o lo esencial que es que exista una ley y que ésta impere. Este déficit educativo está creando una nueva generación que no percibe la importancia de la división de los poderes ni el significado de mantener discusiones fundamentadas. Un mensaje de 140 caracteres no puede sustituir una reflexión seria.

F.F.S.: En la última entrevista que concedió a Executive Excellence se mostraba convencido de que la élite política española no había interiorizado lo serios que son nuestros problemas de productividad y sostenibilidad fiscal. De hecho, la productividad total (medida utilizada para compensar cambios en la cantidad de capital y otros factores) está estancada en nuestro país desde 1988, ¡nada menos que 29 años! En el anterior número de la revista explorábamos el concepto de Valor Compartido propuesto por Michael Porter. ¿Cree que esta medida podría mejorara la productividad? 

J.F.V.: Muchas empresas han demostrado tener gran flexibilidad para adaptarse a este nuevo entorno aprovechando las ventajas competitivas que genera Internet y la revolución tecnológica. Los gobiernos deberían aprender de estas empresas. Un ejemplo: hace poco fui  al consulado español de Nueva York para renovar mi pasaporte, y me dijeron que para hacerlo necesitaba presentar un certificado de nacimiento, pero ¡ellos no me lo podían conseguir! Si en lugar de a un consulado hubiera ido a Amazon, estoy seguro de que se hubieran encargado de resolver mi problema. 

El funcionamiento de la Administración Pública deja mucho que desear, y tiene mucho que aprender de empresas privadas como Amazon en este ámbito. 

Volviendo a su pregunta, creo que sería muy beneficioso crear un pacto nacional en España, y también en Europa, donde los diferentes actores del ámbito económico (empresas, sindicatos, asociaciones o administración) se reunieran para solucionar el problema de la productividad. 

Los líderes empresariales deberían adoptar un rol más activo y explicar a nuestros políticos, y al público en general, las perniciosas consecuencias que tienen determinados procesos burocráticos que son ilógicos y, además, reducen la productividad. Creo que hacerlo es parte del compromiso que estos líderes tienen con su país, pero más que Valor Compartido yo lo llamaría interés personal iluminado. 

F.F.S.: Su perspectiva global aporta una visión que debería ser tenida en cuenta, ya que se están produciendo cambios que afectarán a la Unión Europea.

J.F.V.: Estados Unidos está cambiando. Históricamente ha sido un país orientado a la costa Este y con un gran territorio intermedio, pero últimamente está dando más importancia a la costa Oeste, porque se encuentra más cerca de los centros de poder del Pacífico. Además, la población asiática está creciendo en esta zona de forma muy significativa. Esto significa que cada vez se está dando más importancia a Asia y menos a Europa. 

Creo que los europeos no son conscientes de las consecuencias que puede tener esta pérdida de poder. Estados Unidos ejerció un papel fundamental en las dos guerras mundiales. Entonces, las élites americanas se consideraban como europeos. En la actualidad, los ciudadanos americanos de origen asiático están ganando fuerza. Dentro de poco, Platón o Aristóteles dejaran de formar parte de la herencia cultural, y serán superados por Confucio. Todo esto implica un cambio en la forma que tiene Estados Unidos de conceptualizar el mundo, y no creo que los europeos perciban el significado que tiene este cambio. 

Otro aspecto importante es que la economía del siglo XXI se va a centrar en las grandes áreas metropolitanas. En estas zonas se generan tremendas cantidades de valor añadido, prospera la creatividad y abundan los eventos culturales. La capital de España tiene potencial suficiente para competir con las grandes áreas metropolitanas como Tokio, Londres Nueva York o San Francisco. Madrid tiene una población hospitalaria, excelente clima, gastronomía, cultura… Por eso, es fundamental crear un plan de transformación que convierta a la ciudad en el Singapur de Europa. Hoy tiene alrededor de seis millones de habitantes, pero debería duplicar su tamaño hasta alcanzar una cifra de entre 10 y12 millones para ser una de las metrópolis líderes de Europa. El Gobierno, la Comunidad y el Ayuntamiento tienen una extraordinaria oportunidad de posicionar a Madrid en este ámbito, especialmente tras la salida de Londres de la Unión Europea, los problemas de París, o la dispersión de las estructuras urbanas alemanas. 

La ingente cantidad de riqueza que puede atraer Madrid y el beneficio que esto representaría para España hacen de este proyecto una tarea primordial que, sin embargo, no está en las agendas de los gobernantes a medio y largo plazo. 


Jesús Fernández Villaverde, catedrático de Economía de la Universidad de Pensilvania. 

Entrevista publicada en Executive Excellence nº143 dic. 2017.


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