Paradojas del sector farmacéutico
Un sector de gran importancia socio-económica vs. Un sector desconocido
El sector farmacéutico da ocupación a más de 40.000 personas en España, representa algo más del 2% del PIB y más del 15% de la inversión total en I+D, siendo el primer sector de actividad en este apartado (tan falto de desarrollo en el país).
En la Unión Europea el sector ocupa a más de 555.000 personas. A nivel internacional el negocio farmacéutico mueve más de 900.000 millones de dólares y, sólo tras la industria aeroespacial, es el segundo sector que más contribuye a la investigación y desarrollo en el mundo.
Con todo, si uno pregunta al público en general, incluso a personas con cargos y ocupaciones relevantes en otros ámbitos de actividad, qué conoce del sector farmacéutico, la respuesta suele ser, a lo sumo, incompleta, confusa, sesgada. Y muchas veces, cargada de ciertos prejuicios algo difusos que provienen de noticias y libros de tendencia sensacionalista.
Un sector con una misión social relevante vs. Un sector malvado
Desarrollando y vendiendo medicamentos que curan o alivian las enfermedades que castigan la salud de los seres humanos, la contribución del sector farmacéutico al alargamiento de nuestra vida y la mejora de su calidad es absolutamente crucial.
En 2007 Michael Moore denunciaba, en su documental “Sicko” (entre otras críticas a la administración Bush y al sistema sanitario estadounidense) los supuestos abusos y fechorías de toda clase que las empresas farmacéuticas del “Big Farma” llevaban a cabo de forma sistemática. Esta opinión no era casual o aislada, de hecho recogía y culminaba una cierta corriente de opinión en la prensa que, aun con un alto grado de desinformación, encontraba en un sector que había permanecido en una oculta tranquilidad durante muchos años un “buen filón de noticias amarillas”: los fármacos contra el sida que los grandes laboratorios no “querían” dar a los países pobres más castigados por este virus, las supuestas pruebas ilegales de medicamentos en países africanos, etc. Otro ejemplo de esta corriente es la novela “El jardinero fiel” que escribió en 2001 en famoso autor de best-sellers John Le Carré, convertida unos años más tarde en una comercial película de Hollywood .
Un sector liberalizado vs. Un sector intervenido
Por lo poco que el público en general conoce el sector, el negocio farmacéutico parece gozar de una posición, si no privilegiada, sí al menos similar a la de cualquier otro sector de actividad en cuanto al estado de libre competencia y liberalización, es decir, capacidad de las empresas para fijar los precios de sus productos, adaptar las características de sus productos a las necesidades del consumidor, lanzar o retirar productos del mercado atendiendo a las leyes de la oferta y la demanda, etc.
La realidad es la siguiente: un medicamento es un producto absolutamente regulado, y hasta cierto punto es lógico que así sea, puesto que se trata de un producto que puede afectar positiva pero también gravemente a la salud de un enfermo. Poniendo como ejemplo el mercado español, un medicamento es aprobado por las autoridades sanitarias antes de poder lanzarlo al mercado, estas mismas autoridades establecen el precio máximo de la mayoría de fármacos que serán financiados (es decir, pagados) por la seguridad social (o sea que el mismo cliente que paga determina qué productos se comercializan y a qué precio), también la calidad de los productos es intensamente auditada y revisada por las autoridades y, entre muchas otras medidas que se podrían citar, los laboratorios farmacéuticos durante muchos años han pagado un porcentaje de su beneficio al Estado en una suerte de impuestos añadidos a los habituales (impuesto de sociedades y demás).
Un sector sin crisis vs. Un sector convulso
Si algunos tópicos están extendidos entre el gran público es que el sector farmacéutico “gana mucho dinero y nunca tiene crisis”, al fin y al cabo, cada vez hay más personas mayores en nuestra sociedad que toman más fármacos y aunque haya crisis los enfermos no dejarán de tomar medicamentos, ¿no?
La realidad actual del sector farmacéutico es que se encuentra en un estado de verdadera convulsión. Profundos y abundantes cambios están redefiniendo las reglas del juego: el desarrollo de los productos genéricos que permiten acceder a los fármacos cuya patente ha vencido a un precio mucho más bajo y con la misma calidad, la intensa competencia de países como India y China, la dificultad creciente de desarrollar medicamentos realmente novedosos, la biotecnología y la aparición de numerosas pequeñas empresas enfocadas a sus posibilidades… Estas y muchas otras causas están obligando a todos los actores del sector a reinventarse, adaptarse a un escenario en el que la eficiencia y los costes pasan a primer plano como ocurrió antes en muchos otros sectores y, en definitiva, a capear un intenso temporal que sacude y castiga muy severamente hasta a los buques que parecían más sólidos y estables. Las numerosas fusiones y otros movimientos parecidos registrados en los últimos años en el sector son la punta del iceberg de esta convulsión.
Un sector tradicional vs. Un sector puntero en I+D y tecnología
El sector farmacéutico es visto, en general para los que no lo conocen en profundidad, como un sector tradicional, de movimientos lentos, ciclos de vida de los productos largos, con unas reglas estables y un enfoque conservador.
De nuevo la realidad es bien distinta: en un entorno normativo demasiado cambiante e incierto, el sector tiene que invertir grandes sumas en investigación y desarrollo (prácticamente más que ningún otro) y usar las tecnologías más punteras y complejas para obtener resultado de esta ingente inversión, asumiendo altas cotas de riesgo (sólo 1 de cada 10.000 moléculas nuevas investigadas se convierte en un fármaco rentable lanzado en el mercado). Las grandes enfermedades que azotan la salud humana (patologías cardiovasculares, cáncer, Alzheimer…) son extremadamente complejas y requieren un nivel científico e investigador y unos recursos difícilmente accesibles para ser atacados.
Conclusión
En definitiva, es curioso observar cómo, a estas alturas, poco se ha avanzado en el conocimiento de estas realidades del sector farmacéutico por parte del gran público. El sector farmacéutico, probablemente en buena medida por su propia falta de habilidad para darse a conocer de forma objetiva, sigue siendo demasiado desconocido y a menudo maltratado por la opinión pública, en clara disonancia con su aportación socio-económica al estado del bienestar y la relevancia de su papel en nuestras vidas. Como todos los sectores tendrá sus claros y oscuros, pero no deja de ser paradójico que sigan existiendo algunos grandes malos entendidos y enormes lagunas en el conocimiento y aprecio del gran público hacia él. Los profesionales que dedicamos nuestros esfuerzos al negocio farmacéutico tenemos, en nuestra opinión, una responsabilidad (por interés propio y general) en la solución de esta paradoja. Con toda la modestia, este es el objetivo de artículos como este que, esperemos, ayuden a romper la fase en que nos enfocamos sólo a los tópicos de crítica hacia este sector y permitan ir un poco más allá en la creación de una “cultura general” de conocimiento de este negocio y estos productos (los medicamentos) que tan relevantes son en determinados momentos de nuestras vidas.
Jordi Faus / Oriol Segarra
Artículo de opinión publicado por Executive Excellence nº 53 oct08