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Fundación Integra, 10 años dando segundas oportunidades

(Tiempo estimado: 10 - 19 minutos)

Fundación Integra surge en 2001, de la mano de Ana Botella y un grupo de líderes empresariales que se unen para dar una nueva oportunidad laboral a personas pertenecientes a colectivos de exclusión social.

Esta organización sin ánimo de lucro nace para lograr un empleo normalizado para aquellas personas que por diversas circunstancias encuentran especiales dificultades para su inserción real en la sociedad, entre otros: mujeres víctimas de violencia, reclusos, drogodependientes, personas con discapacidad, sin techo, jóvenes en riesgo, etc.

Empresas líderes -como Indra, Eulen, Barceló, Acciona, Dragados, Ferrovial, Leche Pascual, Cofares o Esteve, entre otras- forman parte de su Patronato.

En la celebración de su décimo aniversario, los resultados de Fundación Integra no pueden ser mejores: más de 2.300 personas incluidas en el mercado laboral y normalizadas, y más de 70 empresas solicitando candidatos para sus plantillas.

A continuación, su presidenta fundadora y su directora nos hablan del origen y el presente de la Fundación, así como de sus buenas expectativas de futuro. 

Ana Botella, presidenta fundadora de Fundación Integra
 
“LA VERDADERA INTEGRACIÓN SE PRODUCE CON LA INCORPORACIÓN A UN CENTRO DE TRABAJO”
 
FEDERICO FERNÁNDEZ DE SANTOS: ¿Qué causas le llevan a poner en marcha una iniciativa como la Fundación Integra?
 
ANA BOTELLA: Esta iniciativa es fruto de  observar la realidad española -aunque es algo que se puede hacer extensivo a cualquier país-. En una época de crecimiento como la que vivía en ese momento nuestra sociedad –hablamos de 2001, siempre hay un grupo de personas que se queda fuera de esa cadena de crecimiento. Y, probablemente, lo más difícil sea romper esa exclusión.
Si nos damos cuenta, en casi todos los órdenes de la vida se repiten modelos. Así se da el mismo patrón entre quienes han tenido una familia con problemas, desestructurada; quienes han sufrido situaciones extremas de diversa índole: desarraigo, pobreza… Al final, este círculo es muy difícil de romper y nuestro objetivo es conseguir que esa persona que ha vivido en un ámbito de lo que normalmente se llama exclusión se integre en la “vida normal”.
Alguien me dio una definición muy dura, pero muy real, para calificar a estas personas. No en todos, pero sí en muchos casos, “son personas a las que no ha querido ni su madre”. El lugar de nacimiento y las oportunidades de unos y otros nos marcan y hacen distintos. Es verdad que hay quienes, aun en un mundo muy adverso y con unas circunstancias personales muy complejas, consiguen salir; pero no todos.
 
F.F.S.: En este proyecto, un perfil como el suyo actúa como palanca conseguidora, pero también puede ser un foco para atraer “rayos” y críticas. ¿Dónde está el equilibrio? ¿Cuáles son las claves para movilizar sin perjudicar?
 
A.B.: En este caso, realmente creo que no se perjudicaba a nadie. La discreción ha sido absoluta en todo el proceso y es algo que tuve claro desde el principio. 
Conozco muy bien cómo es esta sociedad y que es mejor ser discreto –en muchas ocasiones-, si quieres conseguir algo. Es verdad que el papel de mujer del presidente del Gobierno no existe como tal, pero da oportunidades de hacer cosas útiles sin necesidad de publicidad. 
La Fundación siempre me pareció un proyecto que merecía la pena. Además, cuando empecé con Integra, tampoco pensé si iba a tener continuidad o no. Hay miles de iniciativas que comienzan y no todas perviven. Afortunadamente, ésta ha ido para adelante y tuve la suerte de escoger a la persona y el equipo adecuados. 
Sin duda, la experiencia con una serie de empresarios importantes ha sido fundamental. Cuando al inicio les pedimos su implicación y que empezasen por una aportación muy pequeña, accedieron. Creo, sinceramente, que con el tiempo ellos mismos se han ido encariñando con el proyecto. 
 
F.F.S.: Desde una perspectiva personal, decía hace unos días Íñigo Sáenz de Miera (director general de la Fundación Marcelino Botín) que ser generoso y bondadoso tiene raíces ligeramente egoístas, ya que le hace feliz a uno ayudar a los demás. Abundaba en este sentido el filósofo José Antonio Marina, quien decía que la bondad es un síntoma de inteligencia. ¿Podemos decir que su apoyo a la sociedad, entre otras cosas a través de Integra, es por “ser una persona egoísta e inteligente”?
 
A.B.: Calificarse a uno mismo es muy complicado; de hecho, creo que son los demás quienes deben hacerlo. Los filósofos, como José Antonio Marina, se hacen las preguntas fundamentales del ser humano: por qué, para qué, a dónde… Desgraciadamente, son cuestiones que ya no se plantea mucha gente. Tenemos un exceso de información y una deficiencia de reflexión, profundización, búsqueda de criterio propio y análisis. Aunque creo que la inmensa mayoría buscamos el sentido de utilidad de nuestra propia existencia. Si algo me parecería triste cuando mirara hacia atrás, es pensar que mi vida no ha sido útil para nada o para nadie. 
Creo que son círculos concéntricos. El primer círculo para el que tienes que ser útil es para los más cercanos a ti, para tu familia; y luego eso se va ampliando. Es cierto que lo que cada uno puede hacer es mínimo, es una pequeña gota en el océano, pero muchas gotas hacen el océano.
 
F.F.S.: España es, en algunos aspectos, cruel. Penalizamos el fracaso en exceso, ya sea a nivel empresarial, laboral o personal. Incluso la movilidad laboral se ve como algo problemático, cuando es un factor positivo en países como EE.UU. En Integra, la materia prima son casos de personas que previamente han sufrido fracasos, ¿qué cuidados tienen para que la sociedad no les penalice en su integración y que su intimidad sea respetada?
 
A.B.: Ésa fue una de las cuestiones fundamentales y la gran aportación que hacían las grandes empresas que contrataban gente. No hay nada más difícil para una organización, que trabaja con unos procesos de selección muy amplios y unos esquemas muy determinados, que hacer un proceso de selección distinto y con total discreción. 
Todo el que ha trabajado en temas sociales sabe que existen muchas organizaciones y ayudas por parte de las distintas Administraciones, en las que se da un momento intermedio para ayudar a esas personas que tienen un problema, bien sea de exclusión, de discapacidad… Pero esos estadios intermedios no son un fin, sino un medio para llegar al objetivo último, que es la integración en el mundo normal.
Por ejemplo, en España, hay una Ley de Centros Especiales de Empleo, que ayuda a las personas con discapacidad. Muchas fundaciones tienen esos centros y cuentan con una serie de bonificaciones por parte de la Administración, para promover el trabajo de estas personas en distintos temas, pero siempre en grupos cerrados. La verdadera integración se produce cuando se da el salto de ese lugar intermedio y se integra en un centro de trabajo. Es decir, puede haber una asociación con un taller donde trabaja gente recién salida de la cárcel, y eso, como punto intermedio, está muy bien; pero lo que realmente demuestra que el proceso ha terminado, y cumplido con éxito, es cuando esa persona deja el grupo cerrado y se integra en un centro de trabajo normal.
De esta manera, es mucho más fácil que adquiera los hábitos de ese conjunto sin que el resto tenga conocimiento de que procede de una situación especial. 
En Madrid, por ejemplo, existe el Centro de Inserción Social Victoria Kent, donde a una persona que ha estado en prisión se le concede el régimen abierto y se le da la oportunidad de utilizar su libertad para trabajar fuera durante todo el día y regresar al centro para dormir, sin ningún tipo de tutela por parte de la prisión, pero con un condicionante: si sabe utilizar su libertad, no tendrá que volver a prisión; si, por el contrario, comete algún tipo de delito, se considerará que todavía no está preparado para reinsertarse en la sociedad e ingresará de nuevo. De este modo, personas de dicho centro trabajan fuera, en diversos lugares. Esto es fundamental en un proceso de plena integración social y laboral.
 
F.F.S.: Desde Executive Excellence hemos colaborado con fundaciones que tienen como objetivo la mejora de la gestión del Tercer Sector. Creemos firmemente en la necesidad de su profesionalización como forma eficaz para optimizar los resultados. No basta con tener buena voluntad, sino también conocimiento, capacidad de gestión y medios. En Integra, empezaron con muy poco, pero ya tienen la experiencia de lo que se requiere para llevar a buen puerto estas iniciativas. ¿Qué opina del tema de la profesionalización? ¿Cuáles son las necesidades esenciales?
 
A.B.: Creo que se tiene que ir a una profesionalización total del Tercer Sector. Es más, creo que llegará un momento en el que su forma de funcionar sea lo más parecido a una empresa. También confío en que el sector privado ayude a obras sociales y obtenga una desgravación. En este sentido, creo en el sistema sajón, que es más avanzado.
 
Ana Muñoz de Dios, directora de Fundación Integra
 
"LA FUNDACIÓN PERMITE DEVOLVER A LA VIDA A ESTAS PERSONAS Y DARLES UNA VÍA PARA SER  AUTOSUFICIENTES Y PRODUCTIVOS PARA LA SOCIEDAD"
 
FEDERICO FERNÁNDEZ DE SANTOS: Como muestra de que todos tenemos ideas preconcebidas, nos ha llamado la atención que las valoraciones por parte de las empresas con candidatos enviados por Integra son favorables en un 85%, un resultado que nos parece fruto del proceso de selección que realizan desde la Fundación. ¿Qué requisitos son esenciales para valorar de forma positiva una candidatura a enviar al departamento de RR.HH. de las empresas que colaboran con Integra?
 
ANA MUÑOZ DE DIOS: Las personas que llegan de colectivos de exclusión siempre vienen referenciadas por un trabajador social. Es muy importante que sea así, porque éste tiene conocimiento de su vida pasada, de si están deshabituados del consumo de drogas, si han obtenido el grado penitenciario correspondiente, si se encuentran preparados psicológicamente, etc. 
Por lo tanto, en primer lugar, en necesario tener un informe favorable del trabajador social, que determine que es el momento óptimo para incorporarse al mercado laboral, porque si no puede ser un nuevo fracaso en su vida, en vez de un éxito.
En la entrevista que realizamos aquí, valoramos mucho sus capacidades pero sobre todo su actitud. Muchas veces son puestos de baja cualificación, pero lo que nos importa es que crean en sí mismos y que estén preparados, que tengan ganas de trabajar. La motivación para el trabajo es clave. 
También es necesario que tengan claro el concepto mercado laboral, porque muchas veces son mundos que no han conocido, en su familia no ha habido nadie que haya tenido un trabajo normalizado en una empresa, luego a veces desconocen el mercado laboral al que van a incorporarse. Tienen que tener claro que hay un horario, un sueldo, unas obligaciones, unos derechos… 
Pero, sobre todo, lo más importante son las ganas de salir adelante. El pasado no nos importa, sólo lo tenemos en cuenta si es necesario para adaptar mejor el puesto de trabajo, por ejemplo, una persona que ha tenido antecedentes de droga no la mandamos a un almacén farmacéutico como Cofares.
También ahí es importante que realicemos procesos de coaching y cursos de habilidades sociales, porque muchas veces no creen en ellos mismos y en sus capacidades. Les preguntas qué saben hacer y te contestan que no saben hacer nada, pero todos sabemos hacer algo. Poner en valor sus capacidades es fundamental. Antes de enviarlos a las empresas lo que hacemos es que ellos crean en sí mismos y sepan explicar al director de RR.HH. de lo que son capaces.
 
F.F.S.: Una vez incorporado al centro de trabajo, ¿hasta dónde llega su relación con el candidato (ya elegido por parte de la empresa)? ¿Existe un proceso de seguimiento? 
 
A.M.D.: No hay seguimiento presencial, porque en la empresa son uno más, nadie sabe su pasado, pero sí hay un acompañamiento -más que un seguimiento-, por parte de la ONG o institución social (casa de acogida donde vive, la institución que le ha ayudado a salir de la droga..) que lo haya derivado y por nuestra parte. Es importante que haya un refuerzo, porque la inserción laboral es un momento difícil, de tensión, incertidumbre, duda… Y sí, es importante estar detrás para reforzarles y que todo sea un éxito. 
Por nuestra parte, también hablamos con el candidato para ver cómo está yendo la incorporación, si hay algo que limar, si hay algún problema con el centro de trabajo o los compañeros, etc. La realidad es que normalmente no hay ningún tipo de incidencia, todo va rodado, se comportan como uno más y se integran enseguida y con total normalidad.
También estamos en contacto con la empresa para ver cómo evoluciona, si llega tarde, si debiera tener una actitud más positiva o tener más empuje… La mayoría de las veces, la empresa nos transmite que todo va bien. Este feedback se lo trasladamos siempre al candidato, para que pueda cambiar algo si es necesario o reforzarle si la valoración es positiva. Ése es el tipo de seguimiento que hacemos: con la empresa, con el candidato y con la ONG.
 
F.F.S.: En 2008, la Fundación Integra había ayudado a reinsertar a unas 800 personas. En el 10º aniversario, la progresión es francamente llamativa, pues en apenas tres años casi han duplicado los resultados conseguidos en los siete previos. Ahora vivimos tiempos muy duros. La oferta laboral ha pasado de momentos de bonanza generados por una gestión racional a un punto donde los candidatos a un puesto son miles. ¿Cómo afecta esta situación a Integra? ¿Cómo se mantiene un equilibrio entre los afectados por la crisis, que siempre han recorrido caminos ortodoxos, frente a los marginales?
 
A.M.D.: Si las personas con las que trabajábamos en 2001 (año en el que se creó la Fundación) lo tenían difícil, ahora lo tienen muchísimo más. Actualmente hay muchísimas personas muy bien preparadas buscando trabajo que no tienen un “pasado difícil” ni ningún conflicto anterior, por lo menos conocido, por lo que  nuestros candidatos lo tienen más complicado aún.
A Integra ahora nos llega un gran número de personas pidiendo trabajo y lo que intentamos siempre es atender a todos, pero priorizar a los más necesitados ante las empresas. Nos llegan situaciones extremas, que nos necesitan mucho para salir adelante. En el año 2001, sólo estaba yo trabajando en Integra, y nacía como un proyecto piloto que teníamos que probar. Las empresas tenían que creer en él y, poco a poco, fuimos creciendo. Ahora contamos con la confianza de muchas empresas, más de 70, por eso hemos tenido un crecimiento tan grande en estos tres últimos años. Muchas de ellas nos tienen en cuenta como una fuente más de reclutamiento, y se ponen objetivos de contratación de nuestros candidatos al año –sin existir obligación legal para ello-. Esta confianza en nuestros candidatos y estos buenos resultados (el 85% de los casos es positivo o muy positivo) hacen que las empresas nos sigan pidiendo personas, a pesar de estar sus mesas llenas de curriculums y tener muchas llamadas a su puerta. 
Los directores de RR.HH. confían en nosotros y se sienten muy satisfechos de poder dar oportunidades a aquellos que en estos momentos de crisis lo pasan, aún si cabe, peor. Por ejemplo, víctimas de violencia, gente que ha tenido antecedentes penales, jóvenes en riesgo, mujeres que están abandonadas y con cargas familiares o que quieren dejar la prostitución y no pueden. Hoy en día, los directores de RR.HH. quieren apostar por algo más. Si además de contar con trabajadores buenos pueden aportar algo más a la sociedad, estupendo. Por esto nos siguen pidiendo gente, y estamos ante un momento de muchísima contratación. Este año, a pesar de la crisis laboral, llevamos mas de 350 contrataciones de personas en exclusión social, lo cual es un dato muy bueno.
 
F.F.S.: En los últimos años, cada vez más empresas adoptan y presentan voluntariamente la triple cuenta de resultados. Parece que existe más sensibilidad por ser responsables en todos los entornos. ¿Han percibido esa mayor concienciación en las empresas? ¿Cómo beneficia este hecho a la Fundación Integra?
 
A.M.D.: Sí, se ha percibido claramente la mayor concienciación en las empresas y nos beneficia en el sentido de que antes uno podía optar por ser socialmente responsable –se estaba poniendo de moda-, ahora no es opcional. Seguramente ya no hay ninguna empresa que diga que no le importa la RSC. Cada vez hay más sensibilización con la integración laboral y la gestión de la diversidad, sobre todo en colectivos como la discapacidad, mucha menos en colectivos de exclusión, y es ahí donde estamos luchando para sensibilizar acerca de esta realidad. 
Los discapacitados cuentan con la LISMI, que es una ley que obliga a la integración de personas con discapacidad en las empresas en un 2% de la plantilla; sin embargo, con los colectivos de exclusión, contamos con muchísimos más prejuicios y sin una ley que obligue a integrarlos laboralmente. Un director de RR.HH., ante una persona con una discapacidad y otra que ha estado en la cárcel, no dudaría en contratar a la primera, porque genera muchos menos prejuicios. Con la persona de cárcel, ya sabe que hay un pasado difícil. Por otro lado, la discapacidad cuenta con unas altas bonificaciones y en el caso de la exclusión son muy bajas. 
Cada vez más, las empresas quieren tener plantillas con diversidad, multidisciplinares en todos los sentidos, con criterios de integración. Sobre todo, los criterios de diversidad han jugado a favor de nuestros colectivos. Toda la sensibilización que se está haciendo desde la Administración, las ONG’s y las empresas que ya se han sumado a este carro, favorece que otras empresas se unan también, con muy buenos resultados. 
Como dice Juan Ignacio Entrecanales, “el compromiso con una actuación así no es incompatible con obtener resultados económicos positivos“, y esto es lo importante, que añaden valor a la empresa no perjudicando sus resultados, que al fin y al cabo es  por lo que tienen que luchar. 
 
F.F.S.: 2011 está siendo un año de celebración del décimo aniversario, pero ¿cuáles son las expectativas de la Fundación para los próximos años?
 
A.M.D.: Es un año de celebración y estamos muy contentos, con más de 2.300 personas incluidas en el mercado laboral y normalizadas, más de 70 empresas pidiéndonos personas para sus plantillas… Hay mucha gente fidelizada con el proyecto. 
Cuando uno llega a este punto se pregunta: ahora qué, cuál es el próximo reto y hacia dónde queremos ir, no podemos pararnos. Claramente creemos que el modelo se puede replicar en muchas más empresas y ciudades, y a eso creemos que estamos llamados.
Nuestro deseo para el futuro es ampliar el número de ciudades donde trabajamos, y sumar más empresas que apuesten por este proyecto para incrementar año tras año el número de contrataciones, y ofrecer así más oportunidades a quienes acuden a la Fundación para dar un nuevo rumbo a su vida. Trabajamos para seguir ganándonos la confianza del tejido empresarial, pues su apoyo es fundamental para que nuestra labor obtenga los frutos deseados. 
Desde Fundación Integra miramos hacia el futuro con enorme ilusión, satisfacción y optimismo a pesar del difícil escenario del mercado laboral; pues, si en algún momento tiene sentido nuestra existencia, ése es en momentos de crisis, como los que estamos viviendo, en los que estas personas lo tienen aún más difícil en el mercado laboral. 
Las cifras de la exclusión en España son muy grandes. Ojalá algún día nuestra labor no tuviera sentido, porque querría decir que este problema está solucionado; pero, por ahora, tenemos mucho que hacer. 
Por otro lado, colaborar con las Administraciones en todo lo que podamos aportar, generar sinergias con ellas y apoyar a los servicios sociales. En definitiva, unir las fuerzas de todos los agentes sociales para que esto sea una realidad y todas las personas puedan tener una nueva vida.
 
F.F.S.: Usted ha pasado de tener su carrera en el sector financiero, con tremendo potencial y mucho éxito, a reorientar su vida profesional hacia un área donde el sacrificio, la entrega y el sufrimiento son muy intensos. En cambio, siempre se le ve trabajando con una sonrisa, con pasión y con ánimo. ¿Qué es lo que le ha aportado y qué significa para usted esta oportunidad?
 
A.M.D.: Me ha aportado muchísimo. Creo que soy una afortunada por poder trabajar en algo tan bonito, productivo y clave para las personas más necesitadas. 
Cuando Ana Botella me propuso este trabajo en el año 2001, me pareció un reto precioso. Es devolver a la vida a la gente de una forma definitiva, darles la vía para que ellos sean autosuficientes, autónomos y, además, productivos para la sociedad. Es recatarles de un camino que parece que tiene un mal final, pues la exclusión es como una rampa cuesta abajo y sin frenada. Parar esa caída, remontar y darles una esperanza para reiniciar un futuro es un reto maravilloso. 
Además tengo la satisfacción que supone el reconocimiento y la apuesta constante de las empresas por nuestro proyecto y por nuestros candidatos y, sobre todo, ver cómo han cambiado estas vidas, es lo más impresionante. Me considero una privilegiada por poder vivir esto en primera persona cada día y comprobar que los resultados son positivos para todas las partes: para la empresa, sin duda, porque consigue buenos trabajadores con un alto nivel de satisfacción; para la ONG, porque ve rematado su proceso, pues el trabajo es realmente lo que ayuda a cerrar el ciclo y da a estas personas la salida al mundo “normalizado” y disipa las dudas que sobre ellas puedan recaer; y, por supuesto, a los candidatos, a los que le da una nueva vida. 
Es maravilloso ver cómo sólo hace falta confiar en ellos, ofrecerles una oportunidad y la aprovechan, les cambia la vida. Da igual el pasado, todos merecemos una segunda oportunidad y, cuando se la das, el resultado es impresionante.

Entrevista publicada en Executive Excellence nº82 jun11

 


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